Masiva despedida popular al escritor uruguayo Eduardo Galeano
Desde antes de la hora pactada, decenas de personas aguardaban en la escalinata del Palacio Legislativo para despedir a quien, para la mayoría de los presentes, fue «un maestro».
Durante la tarde de ayer y a pesar del calor que sofocaba en la sala, hubo una procesión constante de mujeres y hombres de todas las edades que consideraron a Galeano un referente cultural e ideológico. La mayoría circuló en respetuoso silencio y se detuvo unos instantes frente al féretro —cubierto con el Pabellón Nacional y con un arreglo que incluía un pequeño escudo de Nacional, club del que era fanático— para hacerle llegar un último adiós; algunos le acercaron flores y no faltaron banderitas de Uruguay, Venezuela y Cuba.
De flores estuvo repleto el salón, y en sus remitentes se pudo apreciar la influencia que tuvo el escritor y periodista en la cultura latinoamericana. Los saludos llegaron desde teatros, medios de prensa de todo el continente, políticos, desde la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner y su par venezolano Nicolás Maduro en nombre de sus países y de su querido Café Brasilero (su «segunda casa»)
Sus hijos y nietos arribaron a las 16:00 y fueron recibidos por el vicepresidente de la República, Raúl Sendic, quien más tarde se fundió en un abrazo con Helena Villagra, viuda de Galeano, quien tuvo todo el tiempo una rosa roja en sus manos. Todos respondieron con sonrisas a los saludos de los visitantes, quienes repitieron una frase: «La letra está de luto».
El presidente Tabaré Vázquez llegó una hora después para saludar a la familia y presenciar el discurso oficial que estuvo a cargo de Sendic, quien señaló a Galeano como un hombre «justiciero, honesto, crítico de nuestro presente». «Eduardo está entre nosotros escribiendo, quizás, la última página de su libro y de su historia personal», dijo, y pidió, advirtiendo que no sabía si eso era o no parte del protocolo, «un aplauso enorme.
Los presentes respondieron con un aplauso fuerte y cerrado de un par de minutos que conmovió visiblemente a la familia.
Ya en la noche, el expresidente José Mujica se acercó al Palacio en compañía del cantantautor español Joan Manuel Serrat, quien vino desde Argentina exclusivamente para despedir a Galeano y saludar a sus familiares.
Varias personalidades del Frente Amplio se hicieron presentes en el velatorio. Por allí pasaron Lucía Topolansky, Daniel Martínez, Enrique Rubio, Marcos Carámbula, Ricardo Ehrlich, Ernesto Agazzi, Mariano Arana y Macarena Gelman, entre otros.
En representación del Gobierno argentino llegó la ministra de Cultura, Teresa Parodi, quien destacó que Galeano dejó «una huella profunda en la memoria argentina, en la construcción de esta América Latina, y en la historia hermanada de nuestros pueblos», y que Galeano «ha sido un espejo donde nos miramos y nos vamos a seguir mirando», resaltó Parodi.
Su par uruguaya, María Julia Muñoz, también estuvo en el Palacio y señaló al escritor como «un referente de las letras» a nivel mundial. «Supo trasladar a la reflexión de todos, no solamente de uruguayas y uruguayos sino de toda Latinoamérica, los procesos que vivió y vive nuestro continente».
Más tarde, Vázquez manifestó su «gran dolor» por la muerte de Galeano, un «gran uruguayo, gran latinoamericano y esencialmente latinoamericanista», además de «un gladiador» que le puso «voz a los más humildes» del continente; y aprovechó para agradecer las muestras «de solidaridad y afecto» que recibió Presidencia desde toda América. Para Vázquez, el escritor dejó «una lección de vida, ética y coherencia enorme. Escribió como vivió, y vivió como escribió».
En cuanto a su experiencia personal con Galeano, Vázquez recordó que cuando leyó por primera vez Las venas abiertas de América Latina se sintió «enormemente impactado», y contó que cuando asumió como intendente de Montevideo en 1990 lo contactó para ofrecerle la Dirección de Cultura de la Intendencia, algo que rechazó por tener compromisos asumidos.
Preguntado acerca de qué utopía queda por seguir tras la muerte de los antes mencionados, Vázquez reflexionó: «creo en el hombre y en la mujer, creo en la renovación y creo en la inteligencia humana. Estoy seguro que como han surgido estas imponentes figuras culturales, literarias, científicas, deportivas y políticas en generaciones anteriores, van a surgir en esta y en las próximas».
A pesar de ese optimismo, el ambiente en el Palacio daba a entender que se iba el último de su especie: un intelectual comprometido con sus ideas.