Se presentó en Buenos Aires el libro «La internacional del terror mediático»
«El principal problema que tenemos los latinoamericanos
es que siempre estuvimos ciegos de nosotros mismos.
Siempre nos hemos visto con ojos extranjeros.
Estamos más pendientes de lo que opinan
de nosotros desde el exterior,
que de lo que opina nuestra propia ciudadanía»
Aram Aharonian
Por NodalCulturaInaugurando el salón destinado a las presentaciones de libros de la Editorial Punto de Encuentro, en la ciudad de Buenos Aires, se presentó el libro “La internacional del terrorismo mediático” de Aram Aharonian. Este nuevo texto del autor de «Con la frente marchita» no solo provee de una amplia perspectiva política de la hegemonía de los medios en la región, sino que desafía a los sectores progresistas y de izquierda a abandonar las posiciones de resistencia y denuncia, para avanzar de un modo novedoso y creativo hacia una nueva comunicación popular e integrada.
Aharonian conoce bien la cuestión y hace años que da batalla en el terreno. Uruguayo y magister en integración, es un ciudadano de América Latina. Trabajó en los diarios Noticias y La Voz en Argentina, en las agencias Prensa Latina, Inter Press Service, VenPres y el pool de agencias informativas ASIN. En su recorrido por medios, agencias y proyectos de comunicación trabajó entre otros países en Uruguay, Argentina, Colombia y Venezuela. Pero sin dudas su lugar como autor del proyecto, creador y Director General de Telesur se distingue por sobre todas sus tareas como comunicador.
Acompañaron a Aharonian, el director de la editorial Punto de Encuentro, Carlos Benítez y el periodista y analista de temas internacionales Pedro Brieger, director de NODAL.
De la Resistencia a la construcción
Pedro Brieger comenzó su presentación asumiendo como propia una frase que repite Aharonian y que resume el sentido que los ha encontrado personal y profesionalmente: “Para vernos con nuestros propios ojos”, sosteniendo que el periodismo de la región suele mirar nuestra realidad a través de los ojos de otros y que ambos se proponen con su labor revertir esa situación.
Por otra parte, yendo a uno de los puntos principales de la propuesta de Aharonian, Brieger expresó: “El concepto de alternativo en los últimos años está construido sobre los pilares de algo que es minoritario, que reacciona frente a los grandes medios, que se basa en la protesta y en la crítica, y al leer el libro de Aram con lo que nos encontramos es con un cansancio reiterado de la protesta como letanía. Es un llamado a una construcción diferente”. Es en este sentido que se comprende la propuesta contenida en el libro de dejar la protesta y la resistencia, para comenzar un nuevo camino hacia la construcción de un nuevo modelo de comunicación, popular e integrada regionalmente.
Al destacar la creación de TeleSur, el director de NODAL afirmó: “Hay muchos comunicadores que tienen la capacidad de criticar cómo funcionan los medios de comunicación, pero tienen serias dificultades para elaborar un proyecto alternativo que no sea minoritario. Sin que ello vaya en desmedro en la comunicación de los colectivos sociales, la comunicación ‘por abajo’ como la define Aram, en la cual él tiene muy buenas expectativas. El problema, me parece, es que esta comunicación alternativa no disputa hegemonía comunicacional”. Es claro que no es sencillo hacerlo, pero justamente por ello se destaca la propuesta del autor.
Este es un libro de provocaciones
A su turno, Aram Aharonian afirmó: “Yo creo que esto de ponerme a escribir sobre integración y comunicación ha sido un ejercicio de provocación permanente: una provocación para que pensaran, para que vieran que hay otras posibilidades, de que el tema no es tan liso y sencillo. Lamentablemente observo que esto que proponíamos cuando dimos cursos de comunicación popular a propósito de la ley de servicios de comunicación audiovisual, no ha cambiado, seguimos reproduciendo los modelos conocidos. También viene desde aquella frase que rescató Pedro y que con mucho más talento que yo decía Eduardo Galeano de quien yo la recogí. Decía que el principal problema de los pueblos latinoamericanos es que siempre nos vimos con ojos extranjeros, de que no nos conocemos a nosotros mismos, de que no vemos nuestro reflejo en el espejo. Esto todavía está vigente. Y la culpa no es solo de los medios de comunicación hegemónicos, sino que todavía no podemos sacarnos de encima el pensamiento colonial”.
Aharonian fue claro a la hora de definir la cuestión de la democratización de la información: “Creímos que democratizar la comunicación era tener la posibilidad de tener cien nuevas radios, mil nuevas televisoras. Eso es una forma de democratizar la tenencia de las frecuencias. Pero no vamos a democratizar la comunicación sino producimos nuevos contenidos para estas nuevas radios y las nuevas televisoras. Si no producimos nuevos contenidos estamos condenados todo el día a decir ‘que porquería es Clarín’ o ‘Clarín miente’. No podemos hablar de democratización de la información cuando la imagen de los noticieros está provista en el 85% de los casos por dos agencias trasnacionales. La agenda la manejan así las trasnacionales”.
La nueva arma mortal no esparce isótopos radiactivos, se llama medios de comunicación de masas
Luego de la presentación, el autor de “La internacional del terrorismo mediático” dialogó con NodalCultura a propósito del libro y de sus dichos.
¿Hay una manera de pensar a la vez modelos de comunicación masiva efectivos en cuanto a la propagación de lo comunicado y a la vez desmontar el modo de representación hegemónico que funciona y se reproduce incluso en los productos que cuestionan a la derecha comunicacional?
Sí, claro que hay modos. Pero seguimos entrampados en que “ya está todo inventado” y, también por ello, seguimos copiando modelos extranjerizantes (demostrando que aún no hemos podido deslastrarnos del coloniaje cultural) y haciendo una comunicación reactiva (y no proactiva) a la agenda que nos imponen los medios hegemónicos. No sabemos quiénes somos, cómo somos, qué queremos comunicar. Y así siempre vamos a ser reactivos, no nos vemos en nuestros propios espejos. Debemos ser creativos y sin duda se puede hacer un noticiero televisivo o una revista radial masiva donde la audiencia pueda sentirse integrada a la información y no tratada solo como receptor pasivo. Y no esperar un éxito inmediato: los nuevos formatos, los nuevos contenidos difícilmente sean aceptados de inmediato.
Las nuevas tecnologías han venido a sumarse al conjunto de herramientas para producir comunicación y hay ya varios años de experiencias tanto en productos tradicionales, espacios personales o redes sociales.¿Cómo evalúa la experiencia de la comunicación sobre las nuevas plataformas y qué rol le adjudica a estas herramientas en su idea a propósito de una nueva actitud proactiva, creativa y provocadora de comunicación popular y masiva?
Ante todo hay que romper con el verso de que alternativo significa marginal: es totalmente lo contrario, porque para ser alternativo (al mensaje hegemónico) hay que pensar en lo masivo, con medios masivos o con redes de medios populares. Pero para eso es necesario tener un proyecto común, sobre principios comunes, que permita producir y compartir contenidos en cualquiera de las plataformas que lo programemos. Las llamadas redes sociales, las nuevas tecnologías son solo herramientas, para por allí irradiar los mensajes en cualquier plataforma. Muchas veces, desde el campo popular, nos quejamos que no tenemos los recursos de las empresas trasnacionales… pero creo que en general los fracasos vienen por falta de idas (y no de dinero), por falta de convencimiento en el proyecto colectivo (o ausencia de éste) y por la gran dificultad que tenemos para juntarnos: todos quieren ser protagonistas, aunque sea de un medio marginal, pero protagonistas. Con ideas, con creatividad, podemos conseguir los recursos y llevar adelante proyectos masivos; el dinero no produce ideas ni creatividad, y muchos menos en el camino de la democratización de comunicación y la información.
Pero, hay que reconocer que hubo un gran fracaso de los comunicólogos europeos al anunciar la muerte de los medios gráficos y audiovisuales en aras de una comunicación horizontal por internet. En una primera evaluación, pareciera que va ganando la idea cultural capitalista del individualismo
Usted entiende que hay que atraer y sumar a los jóvenes para que esta acción colectiva se a posible ¿cómo se resuelve la contradicción que se produce cuando la mayoría que los jóvenes que se suman se forman en espacios académicos tradicionales que reproducen los modelos comunicacionales hegemónicos o no tienen formación ni recursos económicos para llevar adelante proyectos durante el tiempo necesario para que estos maduren y articulen con públicos masivos?
Nuestra academia, la latinoamericana (en general) está anclada en los años 70, cuando el pensamiento latinoamericano sobre comunicación e información era de los más avanzados. Hace más de 40 años de eso. Y no se ha producido nueva teoría y nuestras universidades siguen recitando los viejos textos, descontextualizados, obviando la nueva realidad latinoamericana y de cada uno de nuestros países, olvidando el pensamiento crítico regional (que hoy toman como bandera en países europeos, por ejemplo), para devolvernos cada año miles, miles y miles de comunicadores y periodistas con un título universitario, sin conocimiento de la sociedad a la que deben prestar servicio y muchas veces sin la suficiente profesionalización en el uso de las herramientas disponibles hoy.
Debe ser deber de los estados fomentar la recomposición de los espacios públicos, de la formación de comunicadores populares, del fomento (no hablo de financiamiento) de medios populares. Si no formamos nuestra juventud en estos principios democráticos, difícilmente podamos mantener la esperanza en el futuro. Recuperar nuestra memoria histórica significa saber de dónde venimos, para saber hacia dónde vamos. Un pueblo que no sabe quién es, cuáles son sus raíces, difícilmente pueda cambiar su futuro, y éste le será impuesto siempre desde afuera. Recuperar la memoria nostálgicamente, es eminentemente retrógrado, es el anclaje en la denunciología, en la resistencia per se, en el lloriqueo.
Mientras en nuestra región ensaya un modelo de integración política complejo en lo cultural y especialmente en lo comunicacional ese camino de integración es apenas un sueño. ¿cuáles son los principales motivos por los que no se ha avanzado de un modo más sostenido hacia la integración regional en materia de comunicación?
Cierto, no nos conocemos. Nuestros medios tradicionales han sido por 200 años invisibilizadores de nuestra historia, ocultadores de nuestras mayorías, ninguneadores de las luchas, las conquistas y los anhelos de nuestros pueblos, negadores de nuestra diversidad étnica y cultural y del pluralismo de nuestros pueblos. No nos conocemos n dentro de nuestras naciones, no sabemos casi nada sobre nuestros vecinos… pero seguimos recitando nación e integración.
Hoy los oligopolios y monopolios mediáticos, en manos de conglomerados económicos, se han convertido en el primer poder en muchos de nuestros países y son la punta de lanza en los intentos de desestabilización de nuestras democracias, en aras de reponer el viejo orden conservador, elitista, dependiente, cipayo, colonial.
El principal rubro de exportación de EEUU no son las armas, sino los contenidos, con los que nos bombardean –a través de la información, la publicidad y las llamadas industrias culturales (series, ficción)- 24 horas al día en la sala o el dormitorio de nuestras propias casas. Estamos en plena batalla de ideas, en la guerra cultural: la nueva arma mortal no esparce isótopos radiactivos, se llama medios de comunicación de masas, que en manos de una cuantas corporaciones, manipulan a su antojo y en función de sus intereses corporativos (económicos, financieros, culturales, religiosos o políticos), imponen imaginarios colectivos.
La realidad: ningún organismo de integración regional tiene en su agenda el tema de la comunicación y la información. Y eso seguirá siendo así hasta que nuestros movimientos sociales (ese abajo que se mueve para llevar al gobierno a fuerzas progresistas), nuestros periodistas y comunicadores, se conviertan en parte de estos procesos de integración. Esto es básico para la construcción de una nueva comunicación, para el avance de nuestras industrias culturales (aunque a muchas no les guste el término), para que –por fin- comencemos a vernos con nuestros propios ojos, y ni con ojos extranjeros ni con ojos de patrones apátridas. Toda construcción se hace desde abajo, ladrillo a ladrillo, hombro con hombro, colectivamente.
Lo único que se construye desde arriba….es un pozo.