Crónicas de una gira interminable

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Por NodalCultura
Desde hace unos años, el cantautor Silvio Rodríguez se presenta con su música y su poética inconfundibles en zonas marginales de La Habana. No es una experiencia nueva en la vida del artista, siempre comprometido con la vida colectiva de su patria y de América Latina. Antes, tocó en varios centros penitenciarios y recorrió rincones postergados del interior de la isla.

Acto seguido, se decidió a llevar adelante de manera sistemática una gira por las barriadas más pobres de la capital cubana. “Silvio ha dicho que por una cuestión de intuición siente que tiene que estar en estos lugares en el momento actual que vive Cuba”, resume Mónica Rivero, coautora del libro Por todo espacio, por este tiempo, con Silvio Rodríguez en barrios de La Habana, que recoge sus crónicas sobre los conciertos ofrecidos por el autor de Óleo de una mujer con sobrero en la denominada “Gira interminable”.

En el libro, los textos de Rivero se desenvuelven acompañados del registro fotográfico realizado por el guatemalteco Alejandro Ramírez Anderson que ya había puesto el foco en el recorrido del hombre de la bombilla verde por el resto de Cuba, en el documental Canción de barrio.

En «Gira interminable» las imágenes de Ramírez Anderson y las palabras de Rivero reconstruyen el vínculo que se establece entre el trovador y el público. El contenido es rico en testimonios que reflejan las vicisitudes, alegrías y dificultades de los habitantes más carenciados de la capital caribeña.

Pocas semanas atrás, el propio Silvio Rodríguez presentó el libro en Buenos Aires, junto a Rivero, la ministra de Cultura argentina Teresa Parodi y el periodista Eduardo Aliverti. En esos mismos días, como una forma de replicar la gira por los barrios habaneros, Rodríguez ofreció un recital gratuito en Villa Lugano, una zona postergada del sur de la Ciudad de Buenos Aires.

Al igual que durante los dos años en los que lo siguió por los barrios de La Habana, Rivero presenció las distintas actividades que llevó adelante este referente de la Nueva Trova cubana en Argentina. La joven periodista, colaboradora del sitio digital Cuba Debate, comprobó de primera mano la empatía del público de este país con el cubano. En diálogo con NodalCultura, Rivero se explayó sobre la obra solidaria del músico y los aspectos que contiene su flamante libro.

¿Cómo surgió la idea de hacer estas crónicas que terminaron dando forma al libro?

Yo venía trabajando con Alejandro Ramírez, haciendo foto-reportaje. En ese momento, empiezan estos conciertos de Silvio en los barrios y Alejandro me pregunta si me interesa cubrir ese tema. El primer concierto fue en septiembre de 2010, hizo otros dos conciertos ese mismo año y en 2011, en enero, ya habiendo cubierto cuatro conciertos, empezamos a publicar estos trabajos en Cuba Debate.

¿Por qué se decidió a encarar este trabajo?

Me gusta mucho la obra de Silvio. Además, era un proyecto muy interesante porque se presentaba fuera de los espacios en los que por lo menos yo estaba habituada a verlo. Después supe que a lo largo de su carrera ya había hecho este tipo de intervenciones pero nunca con tanta sistematicidad como ahora con la gira.

¿Cómo se fue desplegando el proceso que culminaría en el libro?

Inicialmente no lo concebimos como un libro. Primero eran trabajos independientes entre sí que publicábamos a partir de cada presentación. No había un hilo conductor. Luego de dos años de estar haciendo este trabajo y coincidiendo con mi graduación en periodismo presente una propuesta de libro como ejercicio de diploma. Fue en ese momento que pensé en unir todo el material acumulado, darle un sentido más armónico.

¿Cómo vivió la experiencia de viajar a la Argentina para presentar el libro en un espacio de las dimensiones del Centro Cultural Kirchner y que te acompañara el propio Silvio Rodríguez?

Fue un privilegio tremendo. El Centro Cultural es espectacular, es lo más completo de su tipo que he visto en mi vida. Un honor compartir con personalidades como Silvio, la ministra Teresa Parodi y Aliverti que cuando me dio la palabra me dijo que era la primera extranjera que iba a estar hablando en el Centro Cultural. Emocionante. Además, el público argentino con Silvio tiene una conexión especial.

¿Y cómo fue su conexión con Silvio?, ¿llegó a conocerlo más?

Le hice algunas entrevistas durante el proceso. Primero una en la que indagaba un poco en que lo había llevado a realizar la gira por los barrios. Y un segundo reportaje que justo coincidió con un apagón grandísimo que hubo en Cuba, desde Camagüey, casi en el extremo oriental, hasta Pinar del Río, en el occidente, muy impresionante. Y ese día Silvio tenía un concierto y había mucha incertidumbre porque no se sabía si se iba a hacer o no. Finalmente decidió salir a tocar y realmente fue muy especial aquél concierto. Y ahí le pedí que hiciera una especie de balance de todo lo que había sido la experiencia. La idea era buscar, también, cómo él como coprotagonista –porque el otro protagonista en las crónicas es el público, las personas que lo ven en los barrios- había evolucionado en su manera de experimentar la gira.

¿Qué cambios tuvo en su propia percepción respecto de Silvio Rodríguez a lo largo de todo este proceso?

No hay revelación en que hubo algo que me sorprendiera o que no me esperara de él. Además la gira por los barrios tenía muchos precedentes con el mismo espíritu. No del mismo tipo, pero si el mismo ánimo por masificar la cultura, por moverse fuera de los circuitos que las instituciones tienen creadas para el arte. Si es posible imaginar que Silvio es mucho más espontáneo en estos conciertos, probablemente se sienta más relajado. Intercambia con la gente del barrio, suele esperar a subir al escenario en una casa de la comunidad. Es mucho más informal, tiene otro ritmo, otra dinámica.

Este otro personaje colectivo que es la gente de los barrios, ¿de qué manera aparece en las notas que conforman el libro?  

Siempre tratamos dejar en claro que era la experiencia de nosotros, la mirada de Alejando y mía como testigos de lo que estaba pasando. No pretendíamos hacer un mensaje sociológico, ni muestras científicas de los barrios. Tampoco era una investigación en profundidad sino el acceso que te da la gente en una conversación y lo que puedas ver tu mismo. En ese sentido, es el testimonio en palabras e imágenes de dos personas que estaban cerca de Silvio y cerca del público al mismo tiempo. Es azaroso como se dio todo, hay historias de vida muy interesantes que llegamos a conocer.

¿Alguna que recuerde?

No sé, son tantas historias. Pasaba mucho que nos enterábamos de cosas que por ahí estaban esperando ser vistas, que estaban al lado por donde uno transita y no sabíamos que existían. Había un niño que vive en un barrio que se llama El Fanguito, que está al lado del río Almendares, muy cerca del centro, que termina en el malecón. Hay toda una vida en relación al río que no conocía en mi propia ciudad. Por ejemplo, hay niños o adultos que trabajan o estudian en la otra orilla y cruzan el río en bote. Y conocimos un niño que remaba, todo un personaje, con mucha independencia y un fuerte sentido de dominio respecto de su relación con el río. Hay una relación de amor-odio con el río: se juega, se pesca, se desborda e inunda la casa.

¿Qué características compartían estos barrios en los que Silvio Rodríguez decidió ir a tocar?

Silvio ha dicho que por una cuestión de intuición siente que tiene que estar en estos lugares en el momento que Cuba vive ahora. Cuando llega a los barrios presenta el concierto como una iniciativa personal pero se da un intercambio en el que la propia gente visibiliza su situación. Y la propia gente se siente reconocida, siente gratitud. Son entornos sociales que no están muy vistos por la prensa. La academia, el cine, el arte si le prestan atención, pero la prensa hasta ahora no. El hecho de que todos estos trabajos fueran publicados también es un buen síntoma. Silvio ha hecho un mapa de la Cuba pobre, sobre todo de La Habana, pero fuera de La Habana también. Claro, con una pobreza particular, que no es quizás la que se vive en otros países de América Latina. Hay un mínimo, que se repite mucho en el discurso pero no deja de ser cierto, salud pública y educación ya de entrada te generan una dimensión completamente diferente de pobreza.

Como conocedora de la obra de Silvio Rodríguez, ¿por qué cree que tiene tantos seguidores y admiradores en Latinoamérica?

Conozco mucho gante que le gusta Silvio Rodríguez. Hay un apego muy grande. Tiene una obra de cuarenta años, una obra tremenda en calidad y cantidad. Y ya está insertado en un patrimonio cultural vivo. Él ya se trascendió a sí mismo. Tiene un discurso latinoamericanista, de mucha luz, de mucha esperanza de cambio, de revolución, de una época. Cuando surgió estaba muy influido por todos los movimientos de liberación nacional del Tercer Mundo y más estando en Cuba. Pero también hay algo más allá de lo político: hay muchas canciones de Silvio que tienen que ver con la revolución pero está hablando de una mujer al mismo tiempo. Fueron años de mucho movimiento, de carga simbólica y política y la obra de él supo condensar muy bien todo eso.

¿Cómo concibió la escritura de este libro?

Me gustan más los textos posteriores que los del principio porque cuando empecé a escribir pretendía hacer las cosas con mucha objetividad y no involucrarme como personaje lo cual es una falacia porque no estaba diciendo nada científico ni nada impersonal. Y me limitaba a compartir cosas en primera persona. Así que decidí que iba a hablar en primera persona y me sentí mucho más cómoda, más liberada y sincera.

 Entrevista: Tomás Forster

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