Un festival latinoamericano en la periferia de Buenos Aires

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Entre el 8 y el 18 de Octubre se desarrolla el IX Festival Internacional de Teatro PIROLOGÍAS en el conurbano de la ciudad de Buenos Aires. Los partidos de Tres de Febrero, San Martín, San Miguel, Avellaneda, Lanús, Lomas de Zamora, Temperley, Tecnópolis y Malvinas Argentinas, ubicados en el cordón suburbano de la ciudad de Buenos Aires recibirán obras de todo el país y de toda América Latina. Chile, Guatemala, México, Brasil y Colombia serán los países invitados en esta edición.

Organizado por la Compañía Nacional de Fósforos el Festival Internacional de Teatro Independiente PIROLOGÍAS ha recibido en sus siete ediciones más de cincuenta espectáculos de catorce países de cuatro continentes. El festival se lleva a cabo en el Conurbano Bonaerense tanto en salas de teatro independientes como en espacios transformados especialmente para tal fin. Durante el evento se realizan funciones de teatro para niños y adultos, danza y circo, recitales, exposiciones, mesas de discusión, talleres y seminarios para los artistas y la comunidad. PIROLOGÍAS es además un punto de encuentro para grupos, creadores y realizadores de Argentina, Latinoamérica y el mundo.

NodalCultura diálogo con Cristian Palacios, su director, para conocer la lógica intelectual y estética que permite pensar desde el teatro el encuentro entre los márgenes de la ciudad y la escena de América Latina, nuestro lugar en el mundo, que no siempre logra quebrar esa relación centro / periferia impuesta por el discurso hegemónico de la blanca Europa.

Pirologías llega a su novena edición y lo hace con una identidad definida: es un Festival de teatro latinoamericano que circula por el cordón urbano alrededor de la ciudad de Buenos Aires ¿De dónde surge esta identidad?

El festival está organizado desde el principio por la Compañía Nacional de Fósforos, un grupo teatral que siempre se asumió como perteneciente a la periferia, por lo tanto en sus orígenes era simplemente mostrar algo en el lugar al que pertenecíamos. Cuando PIROLOGÍAS arrancó había muy pocas salas teatrales en la zona y las que existían estaban invisibilizadas, por eso nuestra idea era descentralizar y llevar teatro adonde no lo había. Hoy las cosas cambiaron porque en el Conurbano hay mucha actividad teatral y entonces se trata de hacer un poco más visible y celebrar lo que ya existe. Ya no se trata de que las obras se desplacen a la periferia, porque en la periferia se está produciendo mucho. Se trata de que esto se haga más visible, y no sólo para los públicos, sino también para los mismos artistas, muchos de los cuales desconocen lo que se produce muy cerca de su casa.

¿Por qué poner foco en el teatro latinoamericano? ¿Cuál es el punto de vista a propósito de lo que está pasando en la región con el teatro? 

Nos interesa mostrar lo que se hace en Latinoamérica porque nos parece interesante, del mismo modo que nos interesa mucho mostrar lo que se hace en el país, en el mal llamado interior, que rara vez se ve en Buenos Aires. En Brasil se hace un teatro extraordinario muy poco conocido en Argentina. Lo mismo pasa con Chile. Se está produciendo muchísimo teatro de calidad en el país transandino, a veces con decisiones estéticas más arriesgadas que gran parte de la escena local. Lo que pasa es que hay un desconocimiento muy grande, alentado por la gran influencia que todavía tiene el teatro que se hace en Europa, con grandes apoyos de instituciones europeas que hacen bien su trabajo de difundir lo que se hace en esos países. Lamentablemente no hay una promoción equivalente por parte de los países latinoamericanos, salvo el caso de México, que difunde mucho y muy bien el teatro que se hace allí.

¿Cuál es la propuesta estética de pirologías?

Pretendemos mostrar algo de lo mucho que está pasando y dar un lugar importante a los espectáculos de formato mediano y pequeño. Tenemos una limitación de infraestructura, dada porque la gran mayoría de las salas del conurbano son de medianas a pequeñas. Esto nos impide programar algo con muchos actores o con un gran despliegue escenográfico. Pero esta limitación también le da cierta impronta al festival.
Más allá de eso, se trata de tener una mirada muy amplia para poder acaparar la mayor cantidad de público. El festival apunta a convocar al público con propuestas que sabemos que van a gustar y cada tanto mostrar algo más experimental, con mayor riesgo estético, para que ese público también tenga la opción de ver otras cosas y forme su propio criterio. En 2013 hubo en Pirologías una versión de Esperando a Godot, en francés, que duraba tres horas y media, con subtitulos, y que gustó muchísimo, pese a que se podía pensar que eso no iba a cuajar en el conurbano.

En Pirologías hay también teatro creado en las provincias argentinas, que tampoco suelen tener demasiada circulación por el país ¿Cómo ven el teatro que se hace en el resto del país?

Hay muy buen teatro en otras provincias que se suele desconocer completamente en Buenos Aires. Claro que también hay mal teatro, no todo es idílico. Sobre todo en aquellos lugares donde se intenta imitar aquello que se hace en la Gran Ciudad con pobres resultados. El mejor teatro es aquél que apela a la creatividad, independientemente de las modas. Nosotros viajamos bastante y cada tanto vemos algunas obras que nos vuelan la cabeza y decimos, esto queremos programar en el festival.

¿Hay una matriz de pensamiento en la concepción de pirologías que lleva a que vinculen el teatro latinoamericano y del interior argentino con el conurbano de la ciudad de Buenos Aires?

Efectivamente, hay cierta cuestión de la pertenencia a la periferia, al margen y el hacer de ese margen una positividad. Vivir en la periferia te da ciertas ventajas, cierta distancia saludable con respecto a la vorágine de la ciudad. Uno no está ni muy lejos ni muy cerca. En algún sentido eso reproduce lo que pasa con la capital con respecto al país y con el país con respecto al resto de Latinoamérica, salvando las distancias. De todos modos, Pirologías es principalmente una celebración, una fiesta y eso es lo que nos importa. El cordón urbano, en el que viven tres veces más habitantes de los que viven en la ciudad, se merece una fiesta teatral. Y a eso apuntamos. Ojalá en el futuro la fiesta sea todavía más grande.

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