Una poeta entre sonidos y emociones
Margarita Laso cantante y escritora con cinco libros publicadas, amante de la música, se presenta ayer en el teatro Pumapungo. Junto a ella estuvieron Pablo Valarezo, el percusionista y el japonés Tadashi Maeda. El repertorio contuvo canciones populares, como “El clavel negro”, temas bailables y melodías de Margarita como “Corazoncito”. En esta entrevista, ella contó su trayectoria.
¿Cómo incursiona en el mundo de las artes?
El mundo de la comunicación, del contacto, el periodismo me ha parecido una tarea apasionante pero sobre todo esto de narrar de interpretar cosas, yo creo que eso es lo que hacemos, cuando nos ponemos en el escenario.
¿Estudio piano también, la música estuvo a fin a la vocación de Margarita?
Digamos que la música y la palabra, ciertamente estuve vinculada al canto que tiene esta magia de vincular la palabra poética con la música.
¿En la sangre hay genes artísticos musicales?
Desde luego, mi bisabuelo era director de bandas; mi abuela Margarita aprendió a tocar el piano con este maestro y luego este es un piano que quedó en la familia. Creo que es algo que pasa en muchas familias, que la música es un nexo inicial, que la música es una forma amorosa de contacto, esa experiencia que tuvimos y el regalo para mi.
Estudio sociología y literatura, ¿ramas que alimentan esa relación con la música?
Nada he terminado, estoy en plena hechura. Esta parte académica se me fue quedando rezagada en la necesidad de producir, de ponerme en el escenario. Nosotros hemos hecho producciones, grabaciones, tengo 180 canciones grabadas, pero eso parece poco para lo que hemos querido hacer que es el vibrar sobre las tablas. Lo que hemos buscado es ese contacto directo con el público, generar ese momento donde late ese corazón colectivo, esto ha sido como una búsqueda de plenitud.
¿Su interpretación es la música ecuatoriana y las que crea Margarita?
Muchas veces he tratado de juntar estos dos caminos que a veces han estado alejados. El trabajo literario, la expresión del poema a veces es distinta a la expresión de la letra de una canción, una cosa es la palabra como digo yo y otra es la letra; entonces hay que encontrar la magia de estas dos y hemos tratado de vincular mucho. Ahora incorporamos canciones de nosotros, siempre estamos poniendo canciones de compositores contemporáneos, nuestras canciones, que son canciones con textos míos y música de Pablo Valarezo.
¿Es el mundo de la música que le lleva al mundo de la poesía, su primer libro se llama Erosonera?
“Erosonera” tenía mucho de ritmo, palabras con su propio ritmo, con su sensualidad, con la sensualidad de este objeto auditivo que es la palabra, que es algo que me ha gustado trabajar muchísimo. Luego mi trabajo literario se va a esta búsqueda de capturar el instante, la brevedad y de ahí la maravilla que es trabajar con el castellano, con este idioma que es de una riqueza enorme.
¿“Queden en la lengua mis deseos” es un paso más en la poesía?
Todo es una continuidad. Tengo cinco libros publicados y de un modo u otro es también ver los cambios que se producen en la vida de una pero también esos cambios con la forma de poner las palabras. “Erosonera” eran textos cortitos. En “Queden en la lengua mis deseos” son más largos, luego viene “El trazo de las cobras”, poemas de un formato más largo.
¿Nada venenosos?
Algunos sí. En “Los lobos desarmados”, tengo este poema “Sangre fría”, donde aparece una magnífica pitón, si algo venenoso también. El último texto publicado es “La fiera consecuente” que es la secuencia de “Erosonera”, “Queden en la lengua mis deseos”, “El trazo de las cobras” y Los lobos desarmados”.
¿Ha llevado algunos poemas a la interpretación musical?
En esta búsqueda de vínculos de tratar de ser una sola voz, siempre como al final del libro puse una canción lo que para mí son unas cuartetas, una métrica, unas rimas más formales y hemos musicalizado un par de ellas. Pero más bien ahora he trabajo poniendo la letra dentro la música que me es dada.
¿Cuál es el repertorio de hoy?
Nosotros hemos llamado a este último trabajo “El cariño que anhelaste: canciones para temblar”, la idea es que celebramos los contenidos de la música popular ecuatoriana y en este caso son contenidos que hablan de despedida, amor, desengaños, ruptura, son a veces contenidos extremos, hablan de rencor, de la incapacidad de perdonar, hay canciones históricas de las que se puede disfrutar y que son con ritmos hondos profundos como el yaraví, entre otros.
¿Cuál es el papel del percusionista?
Somos diez músicos, pero tenemos como estos momentos especiales en el show con Pablo Valarezo en la marimba, es una marimba sinfónica muy virtuosa, para el deleite de la música nacional. Pablo va desde el clásico de la música ecuatoriano que es “Reír llorando” a un neo albacito del propio Tadashi Maeda, de la nueva composición ecuatoriano.
¿Y Tadshi Maeda?
Tadashi Maeda, es un violinista extraordinario que entra en nuestra música con este sentimiento andino tan intenso, andino – japonés que decimos que es intenso y tiene una parte con Pablo y acompaña algunos de estos temas dramáticos y afirmativos, temas cercanos al tango, bolero, pero cercanos a nuestra música. Tadashi es un invitado para el concierto, él grabó con nosotros un disco de villancicos “Manitos de cera” hace diez años, hace ocho años grabó con tango y hemos trabajado con el conciertos importantes.
¿Cómo fue la elección del repertorio?
Tenemos a esta hora un repertorio gordito y para mi es difícil dejar algunos temas afuera, yo quisiera hacer solo estos temas bailables pero es bueno que hagamos estos temas para temblar.
¿Margarita no se ha alejado de la poesía?
Si algún mérito tenemos es de la persistencia, hemos persistido en esta búsqueda, en el agrupar a los músicos y defender esta parada escena que es el hacer música en vivo.