Hallin: «Los medios en América Latina son actores»

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En general, los Estados garantizan el acceso de la ciudadanía a la información y la libertad de expresión, así como la emisión de leyes que eviten la concentración de medios.

En ese contexto, el doctor en Filosofía e investigador de la comunicación, Daniel C. Hallin, reconoce que Ecuador es pionero en plantear  que la comunicación es un servicio público, como consta en el paquete de enmiendas constitucionales que tramita la Asamblea Nacional.

Si bien los Estados garantizan el acceso a la información, son pocos los países que, como Ecuador, tienen una legislación que coloca a la comunicación como un servicio público y hoy la propuesta es elevarla a derecho constitucional. ¿Qué opina?

Muchos medios prestan un servicio público. Es decir, los medios cumplen dos papeles: son negocios que venden información y espacios para publicidad, pero también son instituciones con efectos públicos importantes. Por eso algunas regulaciones del Estado frecuentemente generan beneficios, pero también pueden existir peligros. Considero riesgosa una cláusula constitucional en ese sentido porque cabe la posibilidad de que se use políticamente.

Actualmente se debate acerca de la concentración de medios. ¿Declarar a la comunicación como servicio público iría en esa línea?

En muchos países hay discusiones al respecto y frecuentemente se discute también sobre el papel público que ejercen los medios. En EE.UU., por ejemplo, se debate acerca de la neutralidad de internet, sobre la asociación de las empresas mediáticas y sobre un declive importante de muchos de los medios que ya no cuentan con los mismos niveles de publicidad (financiamiento) que en el pasado. La discusión se fundamenta en que el público tiene hoy un mercado mediático diverso y que ahora existen más recursos para crear nuevos medios alternativos.

En ese debate, ¿dónde queda el derecho de la audiencia a recibir información plural y verificada?

Esos tipos de ecuaciones apelan a la calidad del periodismo y no es posible que un Estado propicie el profesionalismo periodístico. En algunos países las leyes impiden que los propietarios de los medios intervengan en decisiones periodísticas, posibilitan que el editor general decida el tratamiento periodístico, pero son países con una cultura periodística fuerte. Allí también hay leyes que  establecen la obligación de los medios de servir a todo el público y, por ende, no pueden ser partidistas. Lo importante ahí es que el órgano que implementa la  regulación sea independiente.

¿Cuál es su reflexión sobre la posibilidad de que Ecuador defina a la comunicación como servicio público?

Ecuador -así como Bolivia, Argentina y Uruguay- ha hecho un esfuerzo muy importante por discutir el papel público de los medios de comunicación y que cumplan el principio de servir al público. Es una reforma legal que puede ser positiva para una sociedad, pero en el contexto político muy polarizado, con un gobierno en constante confrontación con los medios, creo que es difícil aplicar ese tipo de principios. Los medios deben quedar fuera de las guerras políticas y partidistas.

El Gobierno ecuatoriano ha catalogado a los medios como actores políticos. ¿Es posible mantenerlos al margen de esa disputa si toman partido por una postura o candidato?

Es verdad que los medios de comunicación en América Latina son actores, y ese es un problema. En parte, es legítimo discutirles que su propósito es generar más diversidad en el mercado mediático, en donde son importantes los medios públicos y comunitarios. En el caso de Ecuador, la ley (de Comunicación) tiene un principio muy positivo, que es crear medios públicos y comunitarios, garantizar el multiculturalismo, pero otros parámetros podrían incrementar el nivel de politización y partidismo dentro de la prensa, por ejemplo, al abrir la posibilidad de sancionar a los medios que, a criterio del organismo de control, no sirvan al interés social del público. Pero en general las iniciativas que han llevado adelante Argentina, Ecuador, Uruguay y Bolivia se orientan a la búsqueda de un sistema más diverso.

¿Cree que el periodismo de América Latina está preparado para esta regulación?  

El periodismo en América Latina es diverso, hay buenos ejemplos de profesionalismo con periodistas muy comprometidos, pero la condición primordial es garantizar que haya autonomía dentro de las redacciones. En la región hay mucha intervención de los poderes políticos, económicos, de los dueños de los periódicos.

Pero aquello no es una condición exclusiva de América Latina…

Es verdad, pero los problemas son más graves en América Latina. Si bien hemos visto problemas, por ejemplo, en España, en la región aún es necesario crear cultura periodística más fuerte.

Publicado en Telégrafo
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