Cortázar, el antihéroe argentino

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Julio Cortázar, cronopio y antihéroe para chicas y chicos

Por Ivana Romero

«Descubrí bruscamente que los gatos son teléfonos. Así nomás, como siempre las cosas geniales. Desde luego, un descubrimiento parecido suscita una cierta sorpresa, puesto que nadie está habituado a que los teléfonos vayan y vengan y sobre todo, que beban leche y adoren el pescado», escribió Julio Cortázar en Un tal Lucas.

En aquel libro publicado en 1979, el escritor quebró los bordes del género fantástico para devolver un puñado de cuentos inclasificables que se paseaban a su antojo entre lo cotidiano y lo fabuloso. No por casualidad, en ese volumen está incluido el relato «Cómo se pasa al lado» con los gatos como protagonistas. Que estos bichos se transformen en adorables informantes de otros mundos y que, casi como accidente, dejen caer su sabiduría en éste es una idea que fascinaba a Cortázar. Puesta en perspectiva, resulta además una buena metáfora de su obra. Cortázar -con unos ojos profundos que parecían un radar siempre abierto para captar las señales sutiles de otros universos-, ahora vuelve convertido en libro para chicos y chicas. Con él la editorial Chirimbote redobla la apuesta para inaugurar una nueva colección: «Antihéroes».

«Antihéroes» propone una nueva mirada sobre ciertos personajes lejana a los estereotipos, pensada para un público infantil. Es decir, se detiene en aquellos hombres que desde su condición humana pudieron transformar el mundo aunque no hayan tenido capas voladoras o rayos láser en la punta de los dedos. Con textos de Nadia Fink, dibujos de Pitu Saá y diseño de Martín Azcurra, Julio Cortázar combina información biográfica y bibliográfica sobre el autor de Rayuela. Dialoga además con «Antiprincesas», una colección también editada por Chirimbote con libros sobre Frida Kahlo, Juana Azurduy y Violeta Parra.

«En el juego de oposición a estereotipos, los antihéroes intentan oponerse al mandato ‘masculino’ de los superhéroes: niños fuertes, invencibles… la fuerza física como un valor necesario. Y ahí es donde aparecen ellos, los hombres que también tienen superpoderes pero asociados a desarrollar una faceta mucho más personal y profunda; en este caso relacionada con el arte y, específicamente, con la palabra puesta siempre a jugar», explica Fink. Y agrega: «Julio nos atravesó la adolescencia a todos y todas los de nuestra generación así que fue inevitable empezar esta nueva colección con el Cronopio que nos partió la cabeza.»

Siguiendo el lenguaje de las nuevas tecnologías, Julio Cortázar es una biografía interactiva construida con hipervínculos, ventanas, preguntas y definiciones sencillas. En este contexto, los gatos aparecen como guías, como juglares. Se incorporan también personajes fantásticos de la mitología que el escritor supo crear. Por ejemplo, el minotauro de Los Reyes, el axolotl e incluso el casoar, ese avestruz con una cubretetera de cuerno en la cabeza que terminó despistando a Pitu a tal punto que renunció a la posibilidad de dibujarlo. De hecho, el ilustrador resolvió este tramo de un modo muy creativo: dibujándose a sí mismo con un gesto azorado «a lo Edvard Munch», con su mesa de trabajo cubierta de bocetos y juguetes que remiten a otros libros de Chirimbote.

«Con Pitu generamos un ida y vuelta desde el primer libro y así tratamos de que sea cada obra. Va un fragmento, vuelve un dibujo. Ese dibujo dice cosas que no estaban y complementan la narración, o terminó modificando un texto porque dice algo más. Lo del casoar fue muy divertido porque ahí es donde Pitu despliega todo su arte y sus recursos en el trabajo con infancia. No sólo es una emulación al cuadro El grito sino que además hay guiños a todos los cuentos anteriores de Chirimbote, como el boceto de Azurduy o el pajarito preguntón de Parra», apunta Fink. Y subraya: «Los personajes (reales como los gatos o imaginarios como los cronopios, famas, y demás) suman una mirada lúdica que, queríamos, estuviera bien presente en esta historia.»

También dice que al momento de pensar el libro fue fundamental «contar la vida de Cortázar como pinceladas de lo que en realidad fue su obra, tan contundente». Para eso se realizó un trabajo de selección sobre qué aspectos iluminar y de qué modo: «La documentación previa es más difícil cuando se trata de personajes no abordados, como lo fue Juana Azurduy. En el caso de Julio, a los tres nos resultó simple poner a jugar nuestro conocimiento sobre él, que viene casi desde séptimo grado.»

Julio Cortázar se abre con un pequeño prólogo que propone «seguir poniendo patas para arriba la historia tal como nos la contaron». «Esa idea aparece atravesando todas las colecciones porque el desafío fue armar libros para chicas y chicos que fueran diferentes. Entonces, la intención del dibujo, la del diseño y la de los mismos textos –tres aspectos que dialogan entre sí-, era un poco pensar nuevas formas de que las chicas y los chicos se relacionen con la lectura, con la historia. ¿Cómo? Cuestionando la forma estereotipada en que se aborda el género en las líneas tradicionales», dice Fink.

«Antiprincesas» surgió en enero de 2015 y el primer título que se puso a la venta tanto en kioskos como en librerías fue Frida Kahlo, seguida por Violeta Parra y Juana Azurduy. Se trata, explica Fink, de proponer formas de ser y sentir que contrarresten ese modelo según el cual las chicas están destinadas a vivir entre almidones a la espera de un príncipe azul. A la vez, se privilegió una mirada latinoamericana al momento de editar cada libro. A esto se le suma la posibilidad de pensar el modo en que estas mujeres revolucionaron el campo del arte, la música y aún la historia de las luchas emancipadoras cuerpo a cuerpo, ahí donde brilla Juana.

«Las mujeres reales nos daban la posibilidad de no caer nosotros en estereotipos a la hora de pensar un rasgo, y sobre todo para Pitu, a la hora de dibujar. Esas mujeres reales se oponían a la quietud, pulcritud y espera de los cuentos tradicionales. Y más cerca en el tiempo, se diferencian del aggiornamiento de las princesas, de la belleza puesta en la perfección física y de la continuidad del legado familiar donde ellas siempre terminan aceptando que su destino es ser princesas», observa la escritora y editora.

En principio, las colecciones estaban destinadas a chicos y chicas de 6 a 12 años «pero luego nos cuentan que se están trabajando en jardines de infantes y que hay adolescentes que eligen conocer parte de la historia así en lugar de leer libros más largos», reconce Fink. Mientras los Anthihéroes se van abriendo espacio, las Antiprincesas ya cruzaron fronteras y han sido editadas en países como Costa Rica o Brasil (en este último caso, con traducción especial). Frente al éxito de la propuesta, se vienen nuevos títulos con Clarice Lispector, Mercedes Sosa, la libertaria colombiana Policarpa Salavarrieta y Eva Perón como protagonistas.

Publicado por Tiempo Argentino (edición digital producida por sus trabajadores)
En Contexto
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