Luciano Cáceres: “Ojalá Operación México sirva para encontrar al hijo de Tucho que todavía está desaparecido”
Por Guillermo Courau // Foto: Giovanni Sacchetto
“Cuando Tucho Valenzuela venía a Buenos Aires, mi viejo lo ‘guardaba’ en los camarines del teatro independiente que tenía, el mismo lugar donde yo fui concebido”. Así, sin medias tintas, Luciano Cáceres dejó mudos a los asistentes a la conferencia de prensa de Operación México – Un pacto de amor en Pantalla Pinamar, y 24 horas antes a mí en esta entrevista.
Valenzuela, miembro de la cúpula de Montoneros, y su esposa María se entregaron en alma y vida (literalmente) por un ideal. Cuestionado por la dictadura, pero también por el movimiento al que pertenecía, Tulio fue leal a sí mismo y a sus compañeros, sin importar lo trágico de las consecuencias. Así lo reivindica la historia, así lo reivinidica la película dirigida por Leonardo Bechini, y así lo reivindica el actor que lo llevó a la pantalla grande: “Él se jugó la vida teniendo a su mujer embarazada secuestrada, y al hijo de ella también. Tenía unos huevos tremendos”.
-Antes de que empecemos a hablar de la película, contame más de la historia de tu papá.
-Mi viejo era de la resistencia peronista. Yo nací en el 77 pero gracias a mis padres sabía mucho porque mamé política de chico.
-¿Y cómo te enterás de la relación de tu papá con Tucho?
-Quince días antes de empezar a rodar me llama un hermano de papá y me cuenta esto de que dormía en el teatro. Y fue muy fuerte, porque cuando leí el guión por primera vez, lo primero que pensé fue “yo tendría que hablar con mi papá“. La relación que tienen las cosas es increíble, todo está ahí, flotando, hasta que algo o alguien lo junta. Seguramente mi viejo estaría muy orgulloso de saber que yo hice de Tucho.
-Esta relación de padres e hijos también encontró un paralelo cuando conociste a Sabrina, una de las mellizas de Tucho y María nacida en cautiverio.
-Haber conocido a Sabrina me movilizó mucho. Me sirvió para involucrarme con el personaje desde otro lugar. Ella vive en Victoria, Entre Ríos. Viajamos con Ximena (Fassi) a conocerla y fue un encuentro muy fuerte, muy emocionante. Ella gentilmente nos abrió la caja que te dan las Abuelas cuando recuperan a un nieto, tenía fotos, recuerdos, y un libro donde familiares y amigos de Tucho y María los describían. Fue un privilegio porque nunca tenés este tipo de información para hacer un papel.
-¿Qué datos encontraste?
-Muchos, y muy relacionados a la cotidianeidad. Aprendí sobre su templanza, su humor, su forma de ser, hasta cómo agarraba el pucho. Fue una experiencia que nos enriqueció y que nos hizo redoblar el compromiso con la película.
-Para algunos, decir “montonero” es una mala palabra, en muchos casos porque no conocen las entrañas del movimiento, pero el filme ofrece una mirada distinta, incluyendo detalles de la relación con los dictadores que no se habían visto nunca antes en el cine.
-Eso es mérito del director, y especialmente del libro de Rafael Bielsa en el que se basa la historia. En Operación México se muestra algo que no se suele mostrar de los montoneros: la traición dentro de un grupo donde ellos creían que iban todos para el mismo lado. Cómo el orden marcial era seguido tan al pie de la letra que no se dieron cuenta de la gran jugada que se mandó Tucho.
-Y también del amor a un ideal por sobre todas las cosas.
-Absolutamente. Me pareció muy buena la idea la de Leo de no hacer un documental ficcionado sobre la historia de ellos, sino poder contar una historia de amor distinto, un amor de ideales, combativo, donde la generosidad por defender una idea va más allá de la persona. No hay muchos ejemplos de esto, héroes convencidos por una causa.
-La recepción en Pantalla Pinamar fue excelente, tanto de público como de crítica, ¿qué esperás del estreno comercial en mayo?
-Primero que hayamos podido transmitir todo lo que venimos hablando, de mi parte hice las cosas lo mejor que pude. Pero por sobre todas las cosas, ojalá Operación México sirva para encontrar al hermano de Sabrina, el otro mellizo apropiado, hijo de Tucho y María. Al principio se lo creía muerto pero después se supo que nació, gracias a los juicios y a las enfermeras que se animaron a declarar.
-Para eso tiene que seguir fuertemente la política de Derechos Humanos.
-No sé cómo están los tiempos para los Derechos Humanos con este cambio de gobierno, es todo muy nuevo pero ojalá se sigan encarando. Creo que la memoria, la justicia y el castigo, hasta que no aparezca el último nieto, el último cuerpo, el último responsable, no va a estar saldada. Nos robaron una parte de la historia, y cuando algún día sepamos toda la verdad, aparezcan todos los responsables, y estemos todos más tranquilos, que la memoria continúe para nunca más volver a vivir lo mismo.
-Para eso hay que cambiar unas cuantas cabezas, todavía acostumbradas a un pensamiento único.
-Cuando terminó la dictadura y muchos empezaron a hablar se empezó a entender la historia de otra manera, sin el verso que nos habían contado. Hubo un forzamiento para llevar la historia a esta “teoría de los dos demonios” que no fue tan así. El Estado armado tenía el poder y la contaba a su manera. Igual son puntos de vista, hay gente que ha sufrido de los dos lados. Yo respeto todas las posiciones salvo la de los genocidas, que no merecen ni siquiera una mención.