La resistencia empieza en la mesa

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Bizcocho de queso, bienmesabe, tamales de arroz, chicha de maíz y picadillo de palmito de pejibaye son algunas de las delicias que se sirven, desde tiempos coloniales, en las mesas del pueblo Teribe Brörán.

Mujeres que habitan el territorio indígena de Térraba, en Buenos Aires de Puntarenas, reunidas en torno a la Asociación Warë Orcüo Dbön (Mujeres Mano de Tigre), organizan anualmente una feria gastronómica en la que se celebran productos y recetas de su alimentación tradicional, como forma de resistencia cultural y como aporte a las iniciativas para la mitigación del hambre.

La edición 2016 de la Feria de producción y gastronomía del Térraba se realizó los días 8 y 9 de abril, en el territorio del pueblo Brörán, en medio de la conmoción ocasionada por los violentos ataques que sufrieron personas en los territorios indígenas de Cabagra y Salitre.

La noticia sobre los heridos en los pueblos vecinos llegó el jueves por la noche. En respuesta, las mujeres organizadoras decidieron dedicar la feria no sólo a la comida, sino también a promover la alimentación tradicional como mecanismo de resistencia; por ello, utilizaron todos los espacios posibles con los visitantes para hacer conciencia sobre la necesidad de defender y respetar los derechos de los pueblos originarios.

Así, la programación empezó con una ceremonia espiritual en que mujeres de tres pueblos (teribes de Costa Rica, quechua de Perú y Maya Mam de Guatemala) ofrecieron a la Madre Tierra los frutos de su trabajo en una especie de altar con flores, resinas aromáticas, hojas, frutos y semillas. Durante la ceremonia agradecieron lo dado y pidieron al Sol, la Luna, el Viento y el Agua fuerza y protección para los grupos indígenas que están sufriendo actos de violencia.

El viernes comenzó con la inauguración de la muestra itinerante “Fibras que resisten”, realizada por el Ministerio de Cultura. Esta exposición fotográfica gira en torno a las mujeres indígenas y sus tradiciones.

Posteriormente, se realizaron charlas y espacios de reflexión en torno a la alimentación tradicional, las formas de manipular alimentos correctamente y la importancia de la diversidad cultural en la educación pública.

El día cerró con un convivio comunitario, amenizado por músicos de la comunidad de Boruca. Esa noche se sintió la ausencia de muchas personas del propio pueblo de Térraba, ausencia que las organizadoras atribuyen a las divisiones creadas en el pueblo, a causa del polémico Proyecto Hidroeléctrico Diquís que impulsa el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE).

El sábado, visitantes de Térraba recorrieron la comunidad, sus ríos, pozas y cataratas. Al comenzar la tarde se presentó un documental sobre las Mujeres Mano de Tigre, realizado por el programa Palabra de Mujer de Canal 15, y se escucharon testimonios producidos por la Asociación Voces Nuestras, trabajados en conjunto con la organización local. Tanto el documental como los testimoniales en audio cuentan historias, personales y comunitarias, de lucha y resistencia de las mujeres de esta comunidad indígena.

Elides Rivera, de Mujeres Mano de Tigre, comentó que es importante recuperar y revitalizar el uso de productos naturales producidos localmente, así como los sabores naturales en las cocinas. Igualmente, señaló que la comida es uno de los primeros espacios en que Costa Rica debe reconocer su diversidad: “Hay que reconocer que este país tiene muchas culturas, que existimos los indígenas y que tenemos mucho que aportar. Además, podemos enseñarles a ustedes a comer sano”, dijo entre risas.

La chef e investigadora de la UNED, Ana Lorena González, indicó que los productos tradicionales de los indígenas son de suma importancia, pues forman parte de lo que consumimos a diario los costarricenses.

Esther Camac, indígena quechua radicada en Costa Rica y asistente a la feria, afirmó que es importante rescatar los productos; aunque los pueblos indígenas antes tenían una enorme variedad de productos, estos se han ido perdiendo y no se encuentran en los territorios.

La feria cerró con algunas actividades pendientes por falta de público, pero quienes asistieron tuvieron la oportunidad de conocer este pueblo, su historia, sus tradiciones y luchas. Además, pudieron degustar platillos como sopa de gallina, tamales de arroz, picadillos y mazamorra de nance, y adquirir productos como granos, frutas y verduras propios de la región, así como artesanías.

Publicado en Semanario Universidad
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