La poesía puesta como juego

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La poesía está en cada instante, acción y obra humana; basta con saber descubrirla, con esa inocencia lúdica que caracteriza a los niños. Estas cualidades están presentes en la reedición que hizo Editorial Cultura del libro  Los habitantes del aire (2014), escrito por Vania Vargas; relevante obra presentada el 21 de mayo en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil de Guatemala (LUFILIJG, 2016).

La propuesta poética está cargada de imágenes urbanas, para adentrar a una nueva generación de lectores en el mundo del libro; además, con renovado ánimo, busca que los adultos fijen su mirada en la literatura infantil ─no solamente como un instrumento escolar, sino como una forma de gozo estético, disponible para que volvamos a ser niños─.

Había un cierto rumor de lluvia que como bálsamo ante los efectos del fenómeno de «El niño», refrescaba el ambiente; de igual manera, como una suave y refrescante renovación literaria, pude acceder al texto y, de igual manera, tener una entrevista con la escritora. Transcribo la charla como se desarrolló, en un ambiente de amable apertura:

Ud. ha escrito literatura dedicada a un público adulto; ahora realiza una transición a un nuevo público, a una nueva clase de lectores. ¿Qué motivó esta transición?

Cuando este libro apareció ─que de hecho apareció hace un par de años casi por casualidad─ era una colección de imágenes poéticas que realmente surgieron a partir de un juego. Es un juego de escritura que yo trato de mantener: apuntes, ideas. Un día tenía todo este material muy a mano y lo vieron unas personas muy cercanas a mí, gente de mi familia que tiene niños y me dijeron: «─Mirá, aquí puede salir algo de literatura infantil».

Yo nunca pensé que iba a escribir un libro para niños; entonces empecé a pensar en esta idea, uní los escritos, los presenté al maestro Francisco Morales Santos, quien es editor de Editorial Cultura, y aparte de eso ha trabajado con literatura infantil desde hace muchos años. Tras ver el material él muy entusiasmado me dijo: «─Sí, aquí hay un libro para niños.»

Me sorprendí, porque no pensé que fuera así; de esta forma surgió la idea de dárselo a un ilustrador y armar el librito. Mi ilustrador fue el quetzalteco Martín Díaz Valdés, quien también es escritor y artista plástico.

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¿Qué puede decir sobre las imágenes poéticas que forman esta obra, cómo las fue descubriendo?

Las imágenes de este libro son bastante urbanas, surgen de un ejercicio de observación, de contemplación, así surge la mayoría de mi obra. Estás imágenes también me permitieron explorar el asombro que puede tenerse frente a lo que se ve todos los días. Es un libro bastante urbano, habla de la ciudad, los árboles, el viento y los habitantes del aire, que son esos personajes que están en cualquier lado, pueden ser los pájaros, los sanates, los colibríes o los globos que se le sueltan a los niños en las tardes, incluso las bolsas plásticas que ruedan en la calle. Es un libro que surge de la observación y el asombro.

¿Lo poético, en la Ciudad de Guatemala, es sencillo o es difícil de encontrar? ¿Y si se puede encontrar, es melancólico o no necesariamente?

En mi caso lo poético lo vivo a la expectativa, trato de verlo todos los días. Es parte de ese mismo ejercicio de observación y contemplación del que hablaba; yo sé que en cualquier momento va a aparecer. Y puede que en algún momento logre fuerza poética y genere reacciones, ya sean melancólicas o de otra índole; esto puede llevarlo a uno por diferentes rumbos.

Lo poético puede surgir en una ciudad como Guatemala; yo creo que lo poético es como esas florecitas de pantano, de repente la poesía tiende a florecer en aquello que creemos que está plano, en la realidad de todos los días; nos cansamos de andar por las mismas calles, ver siempre lo mismo, interactuar con los mismos personajes, los mismos semáforos cada poco tiempo pero, de repente, en esa repetición de las cosas y de los días, surgen imágenes que nos sorprenden. Y yo estoy a la caza de eso, las imágenes poéticas, y hace que valgan la pena los días.

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¿Vania Vargas de niña leía, le gustaba leer?

Sí, yo empecé a leer bastante niña; en mi casa afortunadamente siempre hubo libros. No eran libros para niños, porque eran los libros de mi papá. Sin embargo, crecí viendo libros. Yo vengo de una familia en la que mi padre  a pesar de no haber ido la escuela gusta de leer y mi mamá, maestra de profesión también tiene el hábito.

Mi abuelo, que este año cumple cien años, y vive en una aldea de Zacapa, le enseñó a mi papá que era necesario leer. Ahorita tal vez ya no lee tanto, pero antes mi abuelo pasaba las horas y los días leyendo─ y por eso dice que él puede soportar aún los días. Tengo otro personaje muy importante en mi familia, y que tiene mucho que ver con el hábito de lectura, es un tío que se llama Robin Rosell, él es escritor y vive en Quetzaltenango, y tiene una biblioteca muy grande en Xela y fue quien me pasó mis primeros libros.

Yo creo que como niña, empecé un proceso de imitación tratando de ser como él, tratando de escribir como él, leer lo que él leía; y bueno, él en un momento empezó a pasarme libros. Gracias a eso empecé la creación de mi primera biblioteca. Un día llegó mi tío con una caja de cartón que ya no quería y una estantería de madera vieja llena de polillas. Y así fue como empecé a tener dentro de mi cuarto mis primeros libros. Para mí ha sido fundamental tener libros desde niña y si bien ha ido cambiando el rumbo de mis lecturas ─porque cuando uno va creciendo surgen nuevas preguntas e inquietudes─ he ido avanzando desde el camino que ya tenía trazado desde mi niñez.

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¿Cómo sería la forma correcta de crear una generación de nuevos lectores, en su opinión?

Es un panorama bien difícil. Yo le apuntaría realmente, por mi experiencia, a reproducir lo que me funcionó a mí: yo creo que si un niño tiene la capacidad de ver que en su casa hay libros, tiene la capacidad de ver que un familiar ─la mamá, el papá, el hermano mayor o un tío─ viene y puede pasar una parte de su tiempo en una esquina, en silencio, leyendo, surge la imitación; los libros se convierten en una parte cotidiana de la vida.

Y los libros se pueden convertir también en una puerta de reflexión, en una puerta para la imaginación en medio de un mundo donde hay teléfonos, internet, televisión, videojuegos, que no estoy diciendo yo que sean malos, porque pueden ir complementando muchas cosas. Yo sí apostaría porque los niños puedan encontrar un elemento familiar, psicológico conocido, al que pueden acudir si lo miran en casa. A partir de allí ya los caminos pueden ser muchos.

 

Sobre el libro

Vania Vargas durante la presentación del libro. Fotografía de Samantha De León

 

La presentación formal del libro se realizó con una proyección audiovisual, un corto cinematográfico ─muy interesante, dicho sea de paso─ realizado en base a la segunda edición del libro de Vania Vargas. El material audiovisual fue realizado por Ameno Córdova y Pepe Orozco, con el apoyo de un talentoso equipo.

También se hizo presente el escritor Francisco Morales Santos, editor de Editorial Cultura, con una exhortación sincera para la adquisición del libro, a la cual me sumo. Mi experiencia personal con el libro ─que se lee de una sentada─ ha sido positiva. Es un documento que no es solamente infantil, y del cual puede sacarse una interesante perspectiva respecto a las cosas aparentemente efímeras que nos rodean y que podemos apreciar retomando una visión más inocente, como la de los niños. Así mismo, es una excelente manera de producir en los niños el hábito de la lectura.

Los habitantes del aire, para quienes deseen adquirirlo, se está vendiendo en Editorial Cultura ─ tercer nivel del Palacio Nacional de la Cultura─, Casa del Libro y Sophos. Su precio en tiendas es de Q40.00 en promedio y  su valor literario es muy profundo, como todo lo intensamente poético.

Publicado en Barrancópolis

 

Los “Habitantes del Aire” llegan a la pantalla

Una recopilación de imágenes poéticas de los escenarios de la ciudad y de las criaturas que conviven y que andan por el aire, así es el libro “Los Habitantes del Aire” de la escritora guatemalteca Vania Vagas el cual va dirigido a la población infantil.

El libro da un salto a la pantalla, por medio de un cortometraje que será presentado en el marco de la Ludo Feria Internacional.

El audiovisual fue dirigido por los productores Ameno Córdova y Pepe Orozco, quienes han trabajado en los últimos meses en diversas locaciones utilizando objetos que son mencionados en el libro.

“Me emociona mucho la versión audiovisual de los habitantes del aire, porque le está dando vida y movimiento a algo que sólo tuvo vida y movimiento en mi cabeza. Jugar con el asombro es algo que de verdad no se deberíamos de perder y esa es la palabra que el cortometraje tiene “Asombro de la niñez”, señaló la poeta.

La Presentación del audiovisual se llevará a cabo al cierre de la Ludo Feria Infantil, en el salón Guatemala, del parque de la industria el sábado 21 de mayo a las 5:00 pm.

Publicado en Guatevisión

 

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