Uruguay: las tertulias literarias de Salto

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Por Diego Fischer

Como en los tiempos en que el escritor Enrique Amorim y su mujer Ester Haedo vivían allí, el chalet Las Nubes, a escasos diez minutos del centro de la ciudad de Salto, sigue convocando a poetas, músicos e intelectuales de una y otra margen del río Uruguay.

Dos grandes araucarias que el propio Amorim plantó hace más de ochenta años, dan la bienvenida al visitante. El parque cuidado y adornado con esculturas y rejas, rodea a la casa principal que el salteño pergeñó e hizo construir a imagen y semejanza de una obra de Le Corbusier.

Desde su inauguración, en 1931, y durante décadas, Las Nubes fue un gran cenáculo en el que se daba cita lo más granado de la intelectualidad de América y de España. Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Nicolás Guillén, Rafael Alberti, Adolfo Bioy Casares y su mujer Silvina Ocampo, Emir Rodríguez Monegal, fueron, entre otros, asiduos visitantes de la casa.

Se sabe, Enrique y Ester poseían una gran fortuna, pero fue la literatura que los unió para siempre. Se conocieron por los años veinte en la playa Carrasco, se casaron poco después, vivieron un tiempo en Europa y otro en Buenos Aires hasta que, finalizada la construcción de Las Nubes, alternaron su residencia entre Salto y la capital argentina. No obstante, en 1946 y después que Amorim fue expulsado de Argentina por Juan Domingo Perón, se afincaron definitivamente en Salto. Allí, el matrimonio recibía a intelectuales exiliados, quienes encontraban manos amigas que le brindaban apoyo y consuelo. Esas personalidades y los propios anfitriones, contribuyeron a crear la leyenda y la mística de Las Nubes.

Polo cultural

Las ideas políticas de Amorim, (comunista afiliado al partido en 1947), no fueron obstáculo para que Borges (primo de Ester) o Bioy y Ocampo, en las antípodas ideológicas del salteño, fueran habitués del lugar. Decenas de fotografías y películas filmadas por el propio Enrique, son hoy registros invalorables de lo que la casa y sus moradores aportaron a la cultura.

Valerio Buffa Invernizzi es un salteño de pura cepa, responsable hoy de que Las Nubes funcione como centro cultural. La agenda de actividades está completa para los próximos dos meses. Buffa no está solo, trabaja junto a la Asociación de amigos de Las Nubes, que aporta ideas para que la casa siga siendo un referente de Salto.

Días atrás, estuvo el crítico literario argentino Julio Vaccaro, que ha escrito varios libros y una biografía sobre el autor de El Aleph. Vino acompañado de familiares de Amorim y dio una conferencia sobre Borges.

Quien visite Las Nubes, se encontrará con el automóvil de Amorim (un Plymouth de 1954 que aguarda ser restaurado). En su jardín verá rejas que han sido recuperadas y que marcan el comienzo de senderos sinuosos que se extienden por el predio de dos hectáreas y hasta una antigua caballeriza, convertida en sala de actos.

Pero la visita se hace más atractiva cuando se ingresa a la casa. Allí se conservan muebles y objetos personales de sus anteriores dueños. El rincón de lectura, en el que Amorim pasaba largas horas, mantiene su sillón y sus vitrinas originales. En la parte más alta de la casa, está el escritorio con sus bibliotecas pobladas de libros y su mesa de trabajo. A través de sus grandes ventanales, recibe luz y sol todo el año. Allí, una bibliotecóloga de la Universidad de la República, trabaja en catalogar y restaurar los materiales que lograron vencer el paso del tiempo. Testigos silenciosos de los sueños de Enrique y Ester, quienes creyeron en Las Nubes y en un mundo mejor, apostando a la educación y la cultura.

Un trabajo que sigue hasta hoy

Amorim murió en 1960, Ester lo sobrevivió 36 años y hasta que las fuerzas se lo permitieron, dedicó sus días a mantener la mística del lugar y a ordenar los manuscritos y la correspondencia de su marido. A su muerte, ocurrida en 1996, Las Nubes vivió años de zozobra y deterioro. En 2011, la Comisión de Patrimonio la compró y comenzó un trabajo de restauración que se prolonga hasta el presente.

Publicado en El País
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