Literatura sobre fútbol en los días de la Copa América Centenario

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Fútbol es fútbol. Ni las protestas callejeras, como las de Brasil en 2014, ni la invasión del Zika en Sudamérica y Estados Unidos, ni los escándalos de corrupción que saquean a la FIFA detienen a este deporte ni a su afición mundial. La Copa América es el torneo continental de fútbol más antiguo del mundo y en sus 44 ediciones, desde 1916 hasta 2015, se han marcado 2.440 goles.

En víspera de la edición extraordinaria que, del 3 al 26 de junio conmemora los 100 años de la Copa América, aquí va un paseo literario con el balón por delante. Los finalistas elegidos en esta lista representan a los países hispanohablantes que llegan con mayor favoritismo al torneo; el orden es arbitrario. Estados Unidos gana mención de honor por ser el país sede.

Balón Dividido (Planeta, 2014)
Juan Villoro, México

Elegir una obra de fútbol de Villoro no es tarea fácil. Su producción incluye no solo artículos de prensa, charlas y entrevistas, sino también cuatro libros. En Ida y vuelta: una correspondencia sobre fútbol, Villoro intercambia cartas futboleras con el escritor argentino Martín Caparrós. En Dios es redondo presenta ensayos y crónicas, incluida “Vida y muerte de Diego Armando Maradona”. En Los once de la tribu sus crónicas combinan el fútbol con rock y otros temas.

Las crónicas de Balón dividido están llenas de anécdotas históricas, perfiles de jugadores y reflexiones del autor. Por sus páginas aparecen desde el escritor uruguayo Juan Carlos Onnetti como trabajador de la taquilla del Estadio Centenario de Montevideo hasta Piqué y Shakira, pasando por el mexicano y madridista Hugo Sánchez o ese Messi que de niño rompió una ventana para poder ganarse una bicicleta. Son retratos minuciosos y explosivos de principio a fin. Villoro también recoge esa cultura futbolística que llega al corazón de cualquier hinchada, como la maldición del primer gol (el que anota de primero en la final de un Mundial pierde) que tardó cuarenta años en romperse; o el épico partido en el que los jugadores del Dínamo de Kiev durante la Segunda Guerra Mundial tuvieron que decidir si se dejaban ganar o no de los alemanes en un partido de exhibición. Para el descanso de alguno de los próximos partidos, quizá estaría bien comentar el texto sobre la caída y reivindicación de Martín Palermo luego de las tres penas máximas que falló contra Colombia en la Copa América del 99.

El fútbol a sol y sombra (Siglo XXI, 5ª edición ampliada, 2014)
Eduardo Galeano, Uruguay

Decía Galeano que era “el peor pata de palo” de Uruguay, y aquello truncó su sueño de infancia de convertirse en futbolista. Pero, ante todo, el autor de Los abrazos rotos, que falleció hace apenas un año, se declaraba amante del buen fútbol sin importarle “un rábano cuál es el club o país” que lo ofrezca. Una idea de la que tal vez podrían aprender algo los inadaptados seguidores de los que abundan tanto. Fanáticos, los llama Galeano, y les dedica un capítulo. Nos habla de las hinchadas que juegan y pierden con sus equipos; reivindica los ingratos y solitarios oficios del portero y del árbitro; nos recuerda que la pelota, sea fabricada con vejiga de buey o poliuretano, no es solo una herramienta sino también la querida del juego. Hay capítulos sobre goles épicos no necesariamente conocidos por todos, como el de Zico en 1993 en Tokio, el de Maradona (no, no el de La mano de Dios), el de Pelé en el Santos del 69 enfrentando al Vasco da Gama y hasta el de Rincón con el que Colombia le empató a Alemania en el Mundial del 90. La escritura limpia del futbolista frustrado que fue Galeano engrandece el deporte.

Puro fútbol (Ediciones de La Flor, 2001)
Roberto Fontanarrosa, Argentina

Los cuentos de este libro están llenos de la pasión por el fútbol. El caricaturista y escritor argentino usa las voces de sus personajes con un estilo contundente para presentar los pensamientos de un delantero cuando se pita una pena máxima a favor de su equipo, el lamento de un hincha de equipo pequeño cuando se enfrenta a los grandes, las reflexiones de un lateral derecho en medio de un partido, la narración de dos presentadores de televisión, el utilero que defiende su profesión como la mejor del mundo del fútbol. El lector olvida que se trata de ficción y cree estar leyendo crónicas. No importa que los diálogos estén cargados de argentinismos: el lenguaje del fútbol puede más.

¡Calcio! (Seix Barral, 2012)
Juan Esteban Constaín, Colombia

Así va esta novela: Momigliano, un profesor italiano de la Universidad de Oxford se atreve a insinuar que el fútbol tuvo su origen en Italia. Sutcliffe, un colega inglés, desafía a Momigliano a un juicio intelectual, con juez y todo, para resolver la cuestión y defender el honor de su país. Con esta premisa, Constaín presenta la investigación que su personaje Momigliano realiza en los archivos históricos florentinos para sustentar su tesis. Se remonta al sitio de Florencia en el siglo XVI, por parte de los españoles, y a cómo se saldó la batalla a través de un partido. La narración de ese partido del conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada con el mejor estilo de los presentadores deportivos modernos, la presencia de un nativo mexicano que juega en el equipo de los españoles y termina marcando un gol con la mano (en una jugada sorprendentemente similar a la que Maradona haría tres siglos después), son apenas algunos ejemplos de una novela que aborda al fútbol desde la historia y la originalidad. Le mereció a Constaín el Premio Espartaco en 2011.

Las pelotas (Ed. Los libros que leo, 2012)
Esteban Abarzúa, Chile

En los textos de Abarzúa abundan las referencias al fútbol chileno, pero la atmósfera de este libro es universal. Así, la mente del lector extranjero puede reemplazar con facilidad al Colo Colo o a la Católica, a Carlos Humberto Caszely o a Juan Carlos Orellana, por los equivalentes de su país. ¿No está convencido? ¿Acaso cree que sólo en su país los jugadores reciben excéntricos y/o elaborados apodos? ¿Acaso cree que solo la hinchada del equipo de su ciudad sufre por ser un eterno segundón o perder la gloria cuando la daba por segura? El hombre del maletín, el misterioso personaje que aparece de vez en cuando en partidos importantes, no es una figura mítica del campeonato de su país. No, no lo es.

El mundo en un balón, cómo entender la globalización a través del fútbol(Arena Abierta/ Open Sand)
Franklin Foer, Estados Unidos

En una entrevista para CBS, Foer asevera que “los equipos de fútbol no solo representan a los jugadores sino también a clases sociales, religiones, nacionalidades, así que cuando se enfrentan en un partido hay más en juego que solo quién gana o pierde”. El fútbol, según este autor, es una fiel representación del mundo real: fútbol y globalización se alimentan el uno del otro: las barras bravas que entonan cánticos ofensivos a sus rivales y queman las banderas de sus equipos como lo hacen civiles en manifestaciones políticas, el racismo que no solo hace parte de la vida cotidiana sino que se cuela en las tribunas de los estadios y emula movimientos anti-migratorios y xenófobos. Este libro aborda episodios desde la antigua prohibición del gobierno iraní que les impedía a las mujeres asistir a partidos de fútbol hasta el significado social y político de equipos como el Barcelona.

Publicado en Revista Arcadia

Lolo Fernández, el futbolista peruano que más libros inspiró

El pasado está en los libros y el futuro también. El fútbol es una actividad que retrata como ninguno la épica, los sentimientos, y activa los recuerdos. Esta es una colección de libros que se inspiraron en la figura del ídolo de Universitario, Lolo Fernández, y que reconocieron en él más que un futbolista, un ejemplo. En estos tiempos tan veloces, el amateurismo es un valor que se extraña y a veces, se evoca. En el aniversario 103 del nacimiento de Lolo Fernández, esta es una colección solo para fanáticos.

Lolo, su vida y sus goles (1958)

La primera biografía autorizada de Lolo Fernández. Su autor, Guillermo Córtez Núñez ‘Cuatacho’, publicó el libro en 1958 después de largas conversaciones con el Cañonero histórico de Cañete. La obra de Cuatacho está dedicada «a los jóvenes peruanos, el relato de esta vida ejemplar, muestra de cómo, aún en el fútbol, detrás del esfuerzo, la lealtad, el valor, el sacrifició y la nobleza, pueden hallarse un día con la Gloria». Fue la primera oportunidad que tuvo el hincha de la ‘U’ de acercarse a este héroe de carne y hueso. O como lo llama el autor, «un deportista ejemplar». Se vende solo para coleccionistas.

Lolo Fernández, el futbolista peruano que más libros inspiró

Lolo, Ídolo Eterno (1992) 
Probablemente la biografía más completa escrita sobre el ídolo de Universitario. Su autor, Teodoro Salazar Canaval (1932-2015), fue un periodista de los años 40-50 muy cercano a Lolo Fernández, amigo personal y escribió «Lolo, Ídolo Eterno» como parte de su Enciclopedia del Deporte Peruano, que impulsó desde 1992 junto con Editorial Brasa. Todo fanático de Universitario y activo buscador en los archivos del fútbol peruano debe leer su obra. Es un libro de culto.

Lolo Fernández, el futbolista peruano que más libros inspiró

La Camiseta de Lolo (2013)
Gonzalo García Bedón es un joven periodista limeño que va al fútbol desde niño y desde entonces ha buscado pistas sobre sus afectos por Universitario y por Lolo. Su libro nació como un proyecto universitario y luego se convirtió en un testimonio del reportero de estos tiempos: ubicó, por ejemplo, a la enfermera con la que pasó los últimos años de su vida el Cañonero, en la Maison de Santé. Lo editó Mesa Redonda y se puede encontrar en librerías.

Lolo Fernández, el futbolista peruano que más libros inspiró

El Siglo de Lolo (2013)
Escrito por los periodistas Justo Linares Chumpitaz y Roberto Salinas Benavides, el Siglo de Lolo se publicó como parte de los homenajes al Cañonero en 2013, el año del Centenario de su natalicio. El libro, una serie de historias alrededor de la figura de Lolo desde sus niñez en Hualcará, tiene una colección de fotografías inéditas como aquella publicada en la carátula de la revista «Equipo» en 1947, entre otras. Los autores pueden lucir, con orgullos, que esta primera edición está por agotarse.

Lolo Fernández, el futbolista peruano que más libros inspiró

Padre Nuestro (2015)
Es el primer libro del periodista del Diario El Comercio y profesor en ISIL, Miguel Villegas (Lima, 1979). Con dos años de trabajo previo y bajo el sello Hualcará Editores, Padre Nuestro aborda la figura de Lolo Fernández, el ídolo absoluto de Universitario, a partir de cinco historias reales de devoción por el famoso centrodelantero y busca responder a la histórica pregunta: ¿por qué es el futbolista más querido y respetado del fútbol peruano? Es, en ese sentido, una colección de crónicas que reflexionan sobre la inspiradora vida del centroforward de la ‘U’. El libro tiene emotivos testimonios de Ángel Cappa y Jorge Barraza y ya agotó su primera edición.

Lolo Fernández, el futbolista peruano que más libros inspiró
Publicado en El Comercio

Reseña del libro “El Fantasista”

“Entonces, mientras el Fantasista miraba hacia la cancha con la fascinación con que se mira hacia un abismo, apareció la Colorina con su maletita en la mano. Sin decirle nada, lo hizo sentar en el suelo y se puso a friccionarle las piernas con salicilato. Expedito González no hacía sino mirarla con ojos de perro agradecido. A nosotros, el gesto de la Colorina nos hizo recordar aquella inolvidable escena bíblica (vista en una película en tecnicolor y cinemascope) en que María Magdalena se arrodillaba piadosamente a lavarle los pies a Cristo. Y, entrando también al área sentimental, se nos humedecieron los ojos de emoción.”

Regresamos a las reseñas de libros escritos en nuestra lengua madre, y el de hoy, es bastante especial.

Coya Sur. El sol estacionado e imponente sobre un campo en mal estado. Un último partido de fútbol contra los eternos rivales del campamento vecino de María Elena. Los Comemuertos vs. Los Cometierra. Una exigua esperanza para los primeros de revertir la abrumadora paternidad que ejercen los odiados rivales. Providencialmente aparece un crack itinerante, un artista de la pelota, un malabarista del balón en las calles del campamento acompañado de una extraña mujer. Su nombre: Expedito González, El Fantasista. Las plegarias han sido escuchadas por las desérticas deidades y ha aparecido el salvador para el partido del domingo, epílogo de la vida del Coya Sur. La única misión: hacerlo quedar una semana hasta el día del partido.

“El Fantasista” es una novela de Hernán Rivera Letelier, escritor chileno nacido en la localidad de Talca, que versa sobre lo anterior y mucho más, porque “El Fantasista” no sólo es la historia de una estrella del balompié que milagrosamente aparece en un campo minero en los albores de un partido definitivo, sino que narra, en una estructura de siete capítulos (cada uno equivalente a un día de la semana) intercalados con la narración en directo del partido por parte del simpatiquísimo relator del pueblo, Cachimocho Farfán, el acontecer cotidiano y la vida de un pequeño campamento mediante cotilleos y referencias a los oficios, amores y desvaríos de sus pobladores, y como no, de lo trascendental que puede ser el fútbol como dador de sentido dentro del seno de una comunidad. Porque “El Fantasista” es también una oda al fútbol, pero vinculada a su más íntima cotidianeidad, a su vínculo inextinguible e indiscernible con la vida de la comunidad, con ese microcosmos llamado Coya Sur, con ese fin del mundo que se avecina con la extinción del campamento, con esa histeria colectiva y personal, con el amague de redención que puede provocar un encuentro que nunca es un partido más, sino EL PARTIDO, y como la literatura puede hallar un punto justo e ideal, una suerte de limbo para empatarse con el fútbol y narrarlo sin que las palabras agoten el tiempo y eso solo es posible en el punto penal, que es donde la esclavitud temporal del fútbol y el libertino cronos de la literatura se miran a los ojos aguardando el designio final.

Y es que en la convivencia del fútbol y la literatura que es “El Fantasista” se crean entre el triángulo conformado por el fútbol, el amor y el inseparable binomio vida/muerte dos elementos esenciales, los condimentos, por no decir los leitmotiv de la existencia: los personajes y el humor, inherentes a las largas conversaciones de amigos aderezadas por licor.

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A primera vista, la narración de la novela corresponde a una tercera persona omnisciente, pero luego verificamos que es el ‘yo’ del narrador quien se dirige a un narratario o persona que escucha la historia. El uso de “paisanito” y otros derivados nos entregan la clave del artificio literario. De esta manera el acercamiento al lector ideal o ficticio se hace más familiar. Hernán rinde homenaje en su dedicatoria a un viejo pampino de Coya sur, y también al locutor deportivo Darío Verdugo, lo cual es un “pase” que empalma nítidamente con el relato. A la vez, aprovecha de hacer algunas referencias y darle unos puntadas al hueso a los tiempos de la dictadura en Chile.
“Ocurría que en nuestro campamento aquellos primeros tiempos del régimen militar los vivíamos como algo más bien nebuloso, amorfo… comparado con otras salitreras en donde se fusiló, se torturó y se hizo desaparecer gente”.
Más adelante se refiere al intendente de la región, “el coronel Adriano Mortiz”, apellido que nos da la pauta de la talla y dedicación militar del período al asesinato, tortura y desaparecimientos.

A la par, la vida del pueblito se nos cuenta a través de los hábitos de sus pobladores, todos, que al igual que todo ser que conforma el género humano, tienen sus peculiaridades, excentricidades, afanes y oficios.
El Pata Pata, “el cojo encargado del sindicato de obreros”; Tuny Robledo, el joven cetroforward; Juanito Caballero, utilero de la selección; Cachimoco Farfán, el locutor deportivo del lugar, con “su tarro de leche aportillado” imitaba “a su ídolo de siempre, el gran Darío Verdugo”. Es precisamente Cachimoco quien, como personaje, permite demostrar una vez más las habilidades y manejo del idioma de nuestro escritor, quien se luce con la creación y juego de palabras de una especie de jitanjáforas, aunque éstas tienen como referente la terminología médica.
Entre los personajes femeninos destacan la “Malanoche” y “la descocada y concupiscente Loca Maluenda”, personajes que valdrá la pena conozcan ustedes mismos.

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Y dentro de todo este pandemonio de hábitos, costumbre y personajes, se cuece el meollo y la escencia de la novela, que por un lado o por el otro nos muestra que todos estos se vinculan o relacionan con el fútbol, y con la eterna y tenaz rivalidad con Los Cometierra, el equipo contrario; ya sean las gestas o los miedos sexuales de los jugadores, que están estrechamente vinculadas a sus cábalas y o las fobias futboleras de éstos, o las metáforas e imágenes linguísticas que usan, o cualquier oficio que por más periférico que sea por algún extraño recoveco viene a ligarse al fútbol aunque sea para despotricar de él y satanizarlo a todo pulmón como es el caso del hermano Zacarías Ángel.

¿Punto en contra?, sin duda alguna, la jerga que utiliza el autor. No quiero imaginar cómo podría traducirse este libro al inglés u a otro idioma. Pero no es solo eso, incluso a ustedes (como a mí) se les hará difícil entender varias palabras, pero podrán intuir el significado correcto por su contexto.
Fuera de eso; la narrativa, estructura, descripción de personajes y entornos, y muchas otras cosas valen la pena de esta pintoresca novela de Hernán Rivera Letelier.

“Todo el mundo comentaba compungido que el cierre de Coya sur era definitivo… ahora estaba más claro que de nuevo nos tocaba juntar pita y saco, preparar los retobos y llorar la partida…” – El Fantasista, Hernán Rivera Letelier.

Publicado en Fútbol Sapiens

 

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