Raysa’n Beans: una pequeña flor en la música de Guatemala

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En un país como Guatemala no es difícil encontrar razones para estar inconforme, basta con salir del enajenamiento y el encierro, para sentir la abrumadora presencia de la precariedad y el infortunio merodear como perro rabioso; hacer algo diferente, insertar el germen de algo nuevo, fresco e ingenioso, sucumbe ante fatalidad de espacios de expresión inexistentes.

Sin embargo, hay quienes logran ver la poesía dentro de una tragedia griega; esto al menos es como nos podríamos referir a Raysa’n Beans y su EP Azul Bonito, quienes en una combinación excepcional e incatalogable de sonidos y ritmos, logran darnos algo que puede definirse como: casi excepcional.

Ansiedad es la primera rola de este material; en un intrigante y solitario círculo de guitarra acústica, acompañado de la voz profunda y soberbia de Raysa Morales, comienza a destaparse una suculenta pieza de jazz, que se complejiza en la medida que los instrumentos crean una armonía cruzada con cierto toque tropical. El saxo (que lentamente se diluye durante toda la canción), unos arreglos de piano y la voz inigualable de Raysa son los elementos clave que le dan vida y personalidad a esta canción. Bien podríamos decir que: – everything, everyone, wants to hear –

La música es una expresión inequívoca de la identidad. Cada disco, LP, EP, sencillo, etcétera, que es soltado al mercado, es un mensaje comprimido de interpretaciones y emociones que representan al artista. Azul Bonito es un mestizaje de diferentes estilos musicales, creando una variedad espectacular de facetas rítmicas que, a pesar de no estar conectadas las unas con las otras, en conjunto logran exteriorizar un material lleno de vida e innovación; casi como si nos presentaran a cada artista que compone al colectivo por separado, en un mismo show.

Iba Cantando, una balada al más estilo neo jarocho que de una manera romántica, nos narra la travesía de una hormiga que cantando y bailando sana sus heridas emocionales. Dejando por un lado la fábula tan graciosa, lo que cabe mencionar de esta canción es el acompañamiento a dos voces. Pese a la voz poderosa de Raysa, la banda denota inteligencia musical al saber introducir acompañamientos de Erick Carrillo para equilibrar el ritmo y la armonía en la canción.

Inmediatamente después tenemos Azul; rola en un jazz suave y jovial; a diferencia de la primera canción, el ritmo no carga con ese agresivo sentimiento de melancolía sino al contrario es un sonido arrullador y envolvente. En el último minuto de la canción hay un arpegio de guitarra que nos deja animados y llenos de satisfacción.

Casi al terminar tenemos Por un latir, un hibrido entre el jazz y el reggae que, con unos remates interesantes en la batería, una línea de bajo precisa, un semi rap y un saxo que sabe manejar sus notas altas, regalan una borrosa sensación que riñe entre la euforia y a relajación.

Para finalizar el EP disfrutamos de Bonito. Una canción dificultosa de catalogar en uno o dos géneros. Una rica combinación creada por la batería y la guitarra acústica, que son bien sostenidas por la melodía armónica de las voces; eso sin dejar mencionar las variaciones de las percusiones.

Como dijimos al principio, el EP es casi excepcional; una composición musical diferente, fuera de los ritmos avejentados de la escena musical guatemalteca; sin embargo, existe una ligera fisura entre la creatividad armoniosa y la creatividad lírica de las canciones. La letra de las rolas no logra fusionarse por completo con la estructura musical, lo cual crea una atmósfera agradable para el oído, pero que no engancha del todo la atención del escucha. Tómenlo como si entraran a un bar y escucharan a Raysa’n Beans en el fondo… El ambiente es seductor, pero no lo suficiente para dejar una conversación en la barra, por unos minutos frente al escenario.

Publicado en La Hora
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