[Exclusiva NodalCultura] Raúl Vallejo, ministro de cultura de Ecuador

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Por Daniel Cholakian – NodalCultura

@banano59 es un “escritor que está de ministro”, según puede verse en la cuenta de la red social twitter de Raúl Vallejo, un gran novelista ecuatoriano que desde el 4 de mayo de es ministro de Cultura y Patrimonio de su país.

Vallejo, cuyo nombre es César Raúl Vallejo Corral, renuncia a utilizar el nombre de su abuelo “por quien llevo un primer nombre que un escritor de literatura con mi apellido está vedado de usar”. Esta explicación en primera persona, es parte de un interludio en la historia del ex presidente José María Velasco Ibarra, que cuenta en su última novela “El perpetuo exiliado”.

En ese espacio entre el escritor y el ministro, aparece lo político. No solo lo militante y la capacidad de asumir responsabilidades, ya que fue ministro de educación y embajador en Colombia antes de ocupar la cartera de cultura, sino lo político incluso como decisión estética. “La novela es una historia de amor imbricada en 40 años de historia política. Una novela es una interpretación de la historia, y ésta en particular es una manera de interpretar la historia de mi país”.

Según Vallejo, “El perpetuo exiliado” no es una biografía, es una novela en la que hay mucho de invención. El autor reivindica a Flaubert y la idea de que todo lo que inventamos es cierto. En ese espacio de lo verosímil se mueve la novela. “En la novela cuento de mis idas a una librería de viejo en San Telmo donde conseguí un libro de cuentos judíos. Si conseguí ese libro ¿por qué no habría de conseguir los diarios de Corina?”. Vallejo mezcla así certezas y dudas, vacilaciones o precisiones en la vida de Velasco Ibarra y su mujer, Corina Parral Durán, su amor y compañera.

La novela, señala, se encuentra distanciada de la novelística tradicional ecuatoriana en su mirada sobre Velasco Ibarra. Lejos del panegírico o la condena, Vallejo asume la complejidad del personaje y la centralidad que adquirió en el siglo XX. Lo hace en un registro que adquiere al menos tres puntos de vista, y permite al viejo líder ser un anciano a punto de morir, casi condenado, que narra desde una memoria probablemente piadosa. Destaca con voluntad poética la figura de Corina, la mujer argentina de Velasco, a quien defiende por su condición de rechazada perenne por las damas de la alta sociedad quiteña, por haber sido en Ecuador una permanente extranjera.

Luego de escuchar al escritor sobre su última novela, tan política, conversamos con el otro Raúl Vallejo, el ministro.

En su cuenta de twitter se identifica como “escritor que está de ministro”, ¿habla esto de alguna manera del modo en que se enfrenta al cargo de ministro?

Yo siempre me he definido como un aprendiz de escritor, como un escribidor. Un aprendiz de brujo, como se dice. Esa es una definición del ser. El estar es una condición más temporal. Yo a comienzos del año era un escritor que estaba de embajador, ahora soy un escritor que está de ministro. Como antes estuve de rector de colegio o periodista free lance o cobrador de deudas incobrables. Es decir, uno está haciendo muchas cosas por convicción, por compromiso ético, pero tiene una condición que es la permanente. En mi caso es la de escritor.

La identidad en la red tiene que ver con un personaje de mi novela “Acoso textual” de 1999, que es el nombre de mi blog también. “Acoso textual” es una novela epistolar en tiempos del correo electrónico. Está hecha solamente a través de mensajes y los personajes no tienen nombre, sino “nicknames”. El personaje de la novela se llama banano, y ese es el nombre en mi cuenta de twitter (@banano59)

Definirse desde el ser y el estar, más allá de que usted ya ha sido ministro y conoce muy bien la gestión pública, es una manera de definirse frente a la condición de ministro.

En el presente la gestión cultural tiene un espacio que no lo tenía antes. La gente trabaja en cultura, produce eventos, produce hechos culturales y eso es importante. Pero existen otras personas, como yo, que tienen una vocación más ligada al proceso creativo, en mi caso a la escritura, pero el que este en la escritura no quiere decir que no pueda gestionar desde el ministerio. Lo que hacemos desde el ministerio es trabajar sobre la gestión de las políticas públicas en el campo de la cultura.

¿Cómo definiría su impronta en el ministerio de cultura?

Tenemos la necesidad de sacar la ley de cultura. Debemos fortalecer los mecanismos de apoyo a los creadores culturales a través de una institucionalización de los fondos concursables, que están también en la ley, y que este año nuevamente, muy a pesar de la recesión, se han convocado. Y sobre todo fortalecer institucionalmente la gestión de la memoria y la protección del patrimonio.

La ley de culturas lleva casi 10 años en el proceso de construcción y no se ha podido aun promulgar ¿cómo están trabajando el texto de la ley con la Asamblea para lograr que finalmente esto sea posible?

Estamos trabajando en los últimos meses de la mano con la presidenta de la Asamblea, con el presidente de la comisión de educación y cultura y creemos que va a salir una ley muy positiva para el sector cultural. La ley va a permitir institucionalizar y fortalecer el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), es decir la protección patrimonial; definirá la competencia del ministerio tanto como de los GADs, los gobiernos autónomos descentralizados; fortalecerá al INPC como instituto de investigación; permitirá una gestión mucho más ágil de los museos; institucionalizará el fomento de las artes y la creatividad, a través de un Instituto de fomento, para que los fondos de fomento concursables no dependan del ministro que está a cargo, sino que sean una política del ministerio de Cultura y Patrimonio; definirá a los gestores, artistas y actores culturales como trabajadores, lo que habilita al ministerio de trabajo a dar una protección laboral eficiente basada en una ley particular, y al mismo tiempo permite al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social crear regímenes de aportación considerando las particularidades del sector cultural y por sobre todo organizará en general el Sistema Nacional de Cultura. También genera algunas fuentes de financiamiento para el fomento de las artes y la cultura. Lo importante es que define claramente en el presupuesto del Estado la necesidad de financiación para este fomento en el propio texto de la ley.

Respecto de las fuentes de financiamiento hay una discusión respecto del impuesto al cine

Esa es una discusión que tiene que darla la Asamblea, que deberá analizar la viabilidad de este impuesto en términos de su constitucionalidad, y su necesidad para la cultura hoy y su proyección en el largo plazo. Yo creo que el debate se debe a la expectativa legítima de que el sector cultural tenga fuentes de financiamiento permanente. Pero creo que la ley establece con bastante claridad las necesidades financieras a partir del presupuesto del Estado. Se dice que en las crisis la cultura sufre los recortes y suponen que estos impuestos garantizarían financiamiento. En las crisis se recorta todo, desde muchas perspectivas, y no hay sector que se salve en tiempos de recesión. Lo importante no es tanto el que haya una asignación directa, que está prohibida por la constitución, sino que haya la institucionalidad suficiente como para que en el presupuesto del Estado conste lo que son los fondos de fomento. Creo que la discusión del impuesto surge de que no había entre los actores de la cultura esperanzas sobre fuentes permanentes, pero lo más importante es que está institucionalizado el Instituto de Fomento, y esa institucionalización determina que habrá asignaciones específicas en el presupuesto general del Estado.

¿Cómo está la situación en relación con la Casa de Cultura Ecuatoriana y cómo cree usted que evolucionarán las tensiones que surgieron a partir de la nueva ley?

El primer punto que se discutía, es que decían que con la nueva ley la Casa de la Cultura pierde autonomía. Eso no es cierto. La ley respeta la autonomía de la Casa de la Cultura, y señala que es una institución de derecho público con autonomía responsable. La autonomía responsable es un concepto que está en la Constitución. También las universidades tienen autonomía responsable. Significa que su autonomía no es una autarquía respecto de lo que pasa en el sistema en general. Es autonomía porque define su propio estatuto, elige sus propias autoridades, maneja su propio presupuesto y define su plan de inversión, entre otras cosas.

Lo importante es que la Casa está integrada al Sistema Nacional de Cultura. Hay un punto en el que no nos pusimos de acuerdo en la ley. Tiene que ver con la participación en las asambleas provinciales de los artistas y gestores culturales en las circunscripciones electorales de la casa, sin que necesariamente sean los miembros cooptados por la Casa.

Para nosotros esto es ampliación democrática de la base de participantes. Algunos sectores de la casa señalan que deberían participar solamente los miembros cooptados por la casa. Pero entendemos que deben participar todos los artistas que quieran participar, aunque esto implica un ordenamiento. No es que el día de la elección va a pasar alguien por ahí y va a decir “Yo soy artista” y se mete sin más a la asamblea. De ninguna manera. Tiene que estar registrado como artista y tiene que inscribirse en el padrón electoral de la Casa de la Cultura, es decir, tiene que manifestar la voluntad de participar. Con el tiempo se verá que estas transformaciones de la Casa, van a permitir una mayor participación en los distintos núcleos provinciales. Y esto es muy importante, porque además el ministerio ya no es un ministerio ejecutor, sino un ministerio que está definido como un generador de políticas culturales. La Casa ejecuta. La Casa directamente lleva adelante la promoción, el trabajo con los artistas, el ministerio no va a meterse en eso. No solamente pasará esto con la Casa de la Cultura. Cualquier otra entidad del Sistema Nacional de Cultura será la que gestione. Quiero dejar claro que el ministerio ya no tiene porque meterse en la gestión y organización de eventos.

El contexto presente en América Latina muestra que los gobiernos progresistas, populares o de izquierda, están teniendo serios problemas para garantizar la continuidad, aun cuando los datos objetivos muestren mejoras concretas en las condiciones de vida de los sectores populares. Ecuador está a unos pocos meses de una elección en la que está en juego la continuidad del proyecto de la Revolución ciudadana sin el presidente Rafael Correa a la cabeza ¿Cuál es el lugar de la Cultura, no del ministerio, en la disputa por el sentido en estos procesos electorales?

El Ecuador cambió muchísimo en esto 10 años de la Revolución Ciudadana. Ha cambiado su infraestructura vial de una manera asombrosa, cambió su matriz energética, la generación de energía limpia a partir de 2018 cubrirá casi la totalidad del consumo, se ha mejorado la infraestructura escolar, la de los hospitales, se acercado la protección social a cientos de miles de personas. Ha cambiado muchísimo. Creo que hay una deuda en el tema cultural. Podríamos decir, tenemos mejores carreteras, pero no mejores conductores. Ese es un paso en el que hay que continuar trabajando.

Necesitamos fortalecer el acceso de la población a los servicios y bienes culturales, pero sobre todo hay que dar una batalla muy grande en lo que significan políticas públicas destinadas a mejorar los índices de lectura, a mejorar la producción y circulación de libros en todo el país. En trabajar en facilitar el acceso a los museos, y sobre todo a trabajar en el espíritu de las personas. Ese es el cambio cultural más importante. Que se sepa por qué es importante que en una buena carreta haya buenos conductores. Insisto con esa metáfora. Necesitamos cambios en la actitud frente a los hechos de la vida cotidiana. En eso influye también una política cultural ligada a la efervescencia del movimiento artístico en general, que también es una deuda de la revolución ciudadana. Cuando la gente vaya más al teatro, a los conciertos, cuando lea más libros, tendremos una población con un espíritu distinto, capaz de darse cuenta de esa condición de ser ecuatoriano basado en identidades diversas y múltiples, tanto étnicas como de otra naturaleza. La aceptación de las reivindicaciones de la comunidad LGTBI, por ejemplo. La aceptación de la diferencia con el prójimo es un gran cambio cultural en el que tenemos que trabajar.

Hace años que el ministerio de cultura sostiene una política de recuperación, protección y divulgación del patrimonio cultural ¿se aprecian cambios ya en la relación de la ciudadanía con ese patrimonio riquísimo a partir de la reconfiguración que la Revolución Ciudadana ha hecho de la política patrimonial?

Ha habido un proceso de amplia recuperación de los bienes patrimoniales y hay un cambio evidente respecto de lo que ocurría hace unos años. Ahora hay una apreciación de lo que significa la recuperación del patrimonio en la ciudadanía. Hay revalorización de lo patrimonial como tal. El hecho de que los GADs, los municipios, hoy tienen la competencia de gestionar el patrimonio, acerca más el patrimonio a los usos de la ciudadanía. Cuando nosotros hablamos de poner en valor, de lo que se trata es que la gente haga suyo el bien patrimonial con nuevos usos. Que no se crean que son solo casas viejas que estorban el progreso, por ejemplo. Sino de que se trata de recuperar la tradición arquitectónica, la memoria de la localidad, y que hay que poner ese bien en nuevos usos en favor de los servicios ciudadanos.

Acaba de estar en Bolivia, en Santa Cruz, en la reunión de ministros de cultura del ALBA (Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América), previa a la reunión de ministros de la CELAC. ¿Qué nos puede contar del trabajo que han realizado en esa reunión?

Tenemos una agenda común importante en el Alba Cultural, que tiene que ver con las políticas conjuntas a temas como el patrimonio, tanto como la circulación y difusión de bienes y servicios culturales en mercados alternativos. En este caso al interior de nuestros propios países, es algo que todavía no hemos logrado. En el grupo del ALBA se ratificaron estos objetivos. Como países del ALBA planteamos en la reunión de CELAC la necesidad de llevar adelante en el seno de los organismos internacionales como la UNESCO una reforma a la convención de 1970 sobre protección de bienes patrimoniales.

¿Qué es lo que sucede? Los países del sur, que somos aquellos de donde saquean los bienes culturales patrimoniales debemos tener una posición única frente a los países europeos que es donde grandes casas de remates comercializan esos bienes. Allá eso no es delito. Allá el Estado para recuperar un bien patrimonial tiene que probar la pertenencia o propiedad de ese bien. Se considera a todo comprador como comprador de buena fe. Pero resulta que la mayoría de nuestros países ha definido el patrimonio arqueológico como patrimonio de la Nación, entonces todo europeo que está comprando una vasija precolombina sabe que es del patrimonio de la Nación de donde proviene. Por lo tanto no puede existir comprador de buena fe, pues sabe que está comprando algo que ha llegado de manera ilegal. Es más o menos como los mercados de repuestos de autos robados que existen en las ciudades, solamente que allá es con operadores de cuello blanco en casas de subastas.

La convención de 1970 protege esos bienes patrimoniales. Lo que queremos cambiar son las reglas del juego. Que no sea el estado el que deba probar la procedencia, sino que sea el poseedor del bien patrimonial el que pruebe su tenencia legítima. Eso lo que hemos tratado de la reunión del ALBA y que proponemos en la reunión de CELAC.

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