Bolivia: El alma de la madera
Las salas, los pasillos y el vestíbulo de la Casa de la Cultura han sido tomados por enormes personajes de madera que lucen majestuosos y resplandecen con el brillo propio que adquiere este noble material cuando es pulido. Son 24 esculturas elaboradas por Noemí Oropeza, artista que ocupa el céntrico espacio con su primera exposición individual denominada Vetas, que estará abierta hasta el 31 de diciembre.
Hace más de un lustro, Noemí llegó a Santa Cruz de la Sierra desde Santa Fe, pequeña población situada en el municipio de Yapacaní, provincia Ichilo. Llegó con la idea de dar continuidad a su pasión por el arte, la cual cultivó desde pequeña y logró desarrollar en las aulas de la Uagrm.
Allí empezó con la pintura, luego pasó a la cerámica y al ingresar al taller de Juan Bustillos aprendió a moldear el bronce a fuego. Pero fue a través de la madera que encontró el camino que buscaba. Durante un año fue asesorada por la escultora Carolina Sanjinés, durante ese tiempo se fue dando cuenta de las posibilidades que se podían obtener con la variedad maderera de la región.
De alguna forma, la exposición es un compendio de esa diversidad, pues las piezas están creadas a partir de troncos de cupesí, mara, toco, cedro y tajibo, algunos de las zonas rurales y otros de trozos recogidos de las calles cruceñas.
Satisfecha
“Vetas es una búsqueda del alma de la madera y, a la vez el hallazgo de algo que va más allá de la materia”, dice Oropeza, como reafirmando que su obra es una extensión de su pensamiento, que cobra forma en estas efigies.
“Es una de las mejores escultoras de Santa Cruz”, asegura Bustillos. Los halagos, que fueron varios en la inauguración y durante los primeros días de la muestra, no marean a Noemí, que, sin embargo, no puede ocultar su satisfacción al ver cómo quedó su exhibición, que la venía pensando desde hace dos años.
La artista sabe tanto de logros como de retos. Ha ganado el gran Premio Municipal de Escultura, además que ha sido finalista del Concurso Casa Design Center y expuso con el colectivo de escultores Magma.
Esta labor le ha valido ser reconocida y aceptada en un oficio que requiere tanto de inversión como de esfuerzo físico. En un principio le costó conseguir el dinero para comprar las troncas y las herramientas, como también convencer a cierta gente de lo que quería hacer, pero el apoyo del público y de los amigos la hicieron crecer y convertirse en una persona más fuerte para seguir trabajando con determinación