Preguntas entre desechos

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Por Doriam Díaz

Un misil elaborado con 4.000 botellas de plástico cuestionó nuestra idea de que somos un país verde, un pulmón urbano mostró la enorme y peligrosa contaminación del aire, una marea de plástico expuso la inundación de este material en la que vivimos… Las obras monumentales de Francesco Bracci preguntan, a gritos, qué hacemos por el medio ambiente, cómo utilizamos nuestros desechos, cuál es la responsabilidad de quien los produce, quien los vende y quien los usa, qué haremos cuando la naturaleza deje de darnos su sombra y sus beneficios.

De su exploración de los desechos –chatarra, plásticos, estañoñes, discos compactos–, el artista y arquitecto extrae reflexiones y preguntas que convierte en arte, proyectos arquitectónicos y productos; incluso, propuestas que se nutren de las tres vertientes.

Durante la última década, sus elocuentes trabajos sorprenden en espacios públicos, capturan la atención de la gente –e infinidad de imágenes en las cámaras de diferentes dispositivos– y disparan los comentarios y las discusiones.

El misil , La ola , Pulmón urbano , Marea plástica , Células de consumo , Guanacaste de lata y Palillos chinos son algunas de las propuestas más destacadas durante estos 10 años. Denuncia, revalorización de espacios al aire libre y provocaciones se hallan en sus creaciones.

‘Pulmón urbano’. Obra que se instaló el 5 de junio del 2013 frente a la Antigua Aduana. Después de unos meses, mostró la gran contaminación en la zona.close (MARCELA BERTOZZI / ARCHIVO LN.)

En su vida, la arquitectura llegó primero, pero el arte comenzó a apropiarse de su tiempo desde antes de graduarse en esta carrera. Su gran preocupación la desencadenó Barreras , obra que hizo para responder a una convocatoria del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo en el 2006.

Requirió de cientos metros de manguera, los cuales compró en la ferretería; el problema se presentó al desmontar la obra.

“En ese momento me di cuenta de que todos aquellos metros de manguera los estaba convirtiendo en basura. Recuerdo que lo mandé a reciclar a un lugar especial; sin embargo, con Barreras , me cambió el chip… No estoy en contra de usar materia prima virgen si es un trabajo permanente, pero, si es para un festival o un periodo corto, hay que ser consciente de dónde viene ese material y qué va a pasar después”, cuenta este creador de 40 años en medio del escándalo que rodea a la Soda Tapia un día cualquiera.

Desde entonces busca cómo darles segunda vida –y si puede, tercera– a los materiales.

Posteriormente realizó la Marea plástica elaborada con el plástico que sujeta las latas de gaseosas o de cerveza en los six packs ; aquel desecho se unió uno con otro, por medio de calor, gracias al trabajo de 1.000 personas. La obra de unos 100 kilos se instaló entre los árboles de La Sabana en el Festival de las Artes del 2008 y fue clara en su mensaje acerca de la inconsciente intervención humana en la naturaleza.

De esta forma, con cuidada estética y sensibilidad hacia los espacios al aire libre, el arte de Francesco Bracci comenzó a alzar la voz y dejar huella.

Los consumidores de sus proyectos se cuentan en miles ya que el artista convirtió las calles, parques y plazoletas en su galería, entre ellos La Sabana, la Antigua Aduana, la avenida central y la avenida 10. “Mucho es público que no va a una galería o museo; de esta forma, el arte los encuentra a ellos”, expresa .

¿Qué lo llevó a hablar de estos temas? “La impotencia hacia esta realidad, el ver la dualidad en nuestro discurso en Costa Rica: tenemos una riqueza y biodiversidad única, pero, por falta de control, hemos ido perdiendo los recirsos en poco tiempo. La arquitectura me llevó a darme cuenta de cómo funciona el crecimiento urbano y la impotencia me empujó a investigar los materiales que supuestamente ya cumplieron su vida útil”, explicó.

La inquietud estaba sembrada desde antes: desde niño, cuando su papá lo llevaba a la chatarrera en busca de “cosas” que luego utilizaba en casas y otros proyectos. Ya adulto, Bracci se convirtió en un minero de ojo especializado.

El artista le apuesta a esa capacidad de mutar de los elementos con los que trabaja. Una muestra: el material de Marea plástica lo mandó a procesar y se convirtió en la madera plástica de su casa. Sí, una tercera vida es posible.

Diente de león metálico

Su último proyecto es Vibrosfera , una especie de diente de león enorme que presentó en setiembre dentro de la X Bienal Centroamericana y quedó en un terreno junto a la línea del tren, diagonal a la esquina noreste del Centro Nacional de Cultura (Cenac), en San José. Se construyó con alambre de construcción, tubos y latas de pintura.

“El diente de león es una planta con flor considerada como ‘mala hierba’ ya que puede crecer prácticamente en cualquier sitio y bajo cualquier circunstancia. Hay varias particularidades en ella que me interesa emular en el proyecto: el movimiento y el sonido causado por este. Busco reproducir la movilidad provocada por el viento, generando una estructura que fluya a partir de las condicionantes climáticas de su emplazamiento”, detalló el artista en su presentación del proyecto.

Para Vibrosfera , Bracci creó un manual que está disponible en línea , con el fin de que esta “mala hierba” pueda nacer en cualquier parte con su guía. “Vengo de la arquitectura, la idea de la replicabilidad me encanta. Sería un honor para mí que alguien en un contexto distinto la hiciera”.

Esta creación evidencia su interés, reiterado a lo largo de los años, de generar nuevas interacciones entre la gente y los lugares que puebla con arte . Su objetivo es cambiar la percepción de los transeúntes acerca de un espacio público.

Asimismo, Vibrosfera reacciona con el viento, precisamente porque el artista ha explorado las posibilidades de los elementos que rodean a su trabajo.

Módulo y preocupaciones

En general, sus obras parten de un módulo que se reproduce las veces necesarias para que la pieza sea monumental. “Tiene mucho que ver con un organismo, un organismo artificial que se multiplica. Tiene piel y un esqueleto que lo sostiene”, detalla este arquitecto.

Precisamente, esa característica de su trabajo ha hecho que, en muchas ocasiones, convoque a muchas manos que colaboren en la confección del trabajo: a veces han sido ayudas voluntarias de familias en las playas y parques o estudiantes en centros educativos; incluso, en una ocasión (en que hubo dinero pues siempre es escaso), fueron vecinos de La Carpio que ganaron un ingreso extra al ayudar en el armado de la malla de tapas que recubrió una estructura en la Antigua Aduana, como parte de Valoarte 2010.

‘El misil’. Proyecto del 2013. Construido con 4.000 botellas plásticas; estuvo sobre la avenida central de San José. (ARCHIVO GN)

Son obras colectivas orquestadas por un artista, que también trabaja en ellas. “El arte me ha dejado muchas satisfacciones, aprendizajes y lo más interesante ha sido desarrollar proyectos en grupo, que han permitido compartir experiencias y flexibilizar el pensamiento”, asegura.

Además de lanzarnos las preguntas que el artista halló rebuscando entre los materiales, sus propuestas se disfrutan visualmente –estéticamente son atractivas– y ofrecen una experiencia más amplia. “ Esto me interesa mucho. Usualmente, el arte tiene un enfoque visual y quedan de lado los otros sentidos. En los últimos años he procurado generar una experiencia sensorial”.

Por ejemplo, El túnel permitía recorrerlo durante el Festival Internacional de las Artes 2010 en el parque La Sabana.

Otro caso interesante es Guanacaste de lata , instalación creada con tapas de estañones que se inspira en el árbol de Guanacaste y emula la sombra que da. La obra se puede disfrutar actualmente en el Parque La Libertad .

“Es un proyecto generador de sombra. Nació al preguntarnos qué pasaría si este ritmo de crecimiento urbano continúa, nos comemos la naturaleza y nos tenemos que inventar la sombra. Guanacaste de lata replica las características del árbol; no es estática, ya que el entorno hace que la obra cambie constantemente”, comentó Bracci.

Su predilección por el arte como experiencia lo llevó a integrar el grupo Taxi Colectivo, desde hace cuatro años, junto con exponentes de danza, teatro y producción audiovisual.

Sus búsquedas no paran: no solo las artísticas, sino de alianzas para que sus ambiciosas propuestas puedan abrirse un sitio en el espacio público. Ahora que su lenguaje es conocido es un poco más fácil que empresas e instituciones le apuesten a sus ambiciones de gran formato.

 

 

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