Patrimonio afro en peligro

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«Voy a lavarle las polleras a mi abuela, aunque la ropa sucia se lava en casa”, dice la lavandera, representada por una niña de 8 años, que con sus manos simula llevar en su cabeza una batea con ropa para lavar. “El pescado, el pescado, el pescado abierto y arreglado, y bollo limpio y queso criollo”, grita el vendedor, con pies descalzos y sin camisa, a quien da voz un niño moreno de 12 años. “Ave María purísima, este mundo en vez de ir pa’  adelante, va es pa’ atrás”, dice la señora católica, empuñando su crucifijo.

Esas y otras expresiones de la tradición oral de la costa Atlántica del país, pronunciadas por los niños de Bocachica, uno de los corregimientos de Tierra Bomba, dan idea de su importancia en la cultura inmaterial colombiana. Su caso fue conocido luego de que el Bbva se dirigiera a este territorio para entregar kits escolares, parte de su programa de responsabilidad social, junto al programa de apoyo de enseñanza y gestión de World Coach.

Y es que son 1984.99 hectáreas de superficie (es decir, 19,84 km²) las que tiene la Isla Tierra Bombona, un territorio que el mar separa de Cartagena de Indias, a donde poco llegan las voces del Hay Festival, las candidatas del Concurso Nacional de la Belleza, la actividad turística, la salud, la educación, ni cualquier otro de los atractivos que hace de La Heroica un destino que habla de un país vanguardista e interesante para los extranjeros.
Sin embargo, en Tierra Bomba las niñas sí sueñan con ser reinas de belleza, también exaltan la cultura como un homenaje a su herencia ancestral, a través de danzas y puestas en escena, como quien dice que la indiferencia se vence con amor por las artes, por las tradiciones.

Mirla Arón, representante de la comunidad y quien ha luchado porque no les sean arrebatados los terrenos en los que han vivido desde sus antepasados, aseguró que “la comunidad de Tierra Bomba se autorreconoció como comunidad negra, solicitó que se le entregara el territorio que habita. Entonces, ha cambiado la manera de mirarnos. No queremos quitarle a nadie los derechos que tenga porque hayan comprado, simplemente queremos proteger lo que nos pertenece. Sí, nos han amenazado, porque tienen interés en nuestras tierras, porque algunas personas alegan que compraron”.
Hace un año están “a la espera de que la Agencia Nacional de Tierra responda el caso de nuestros territorios, esperando que sean entregadas a nuestra comunidad, a cerca de 3.000 familias, los lugares en los que hemos vivido cerca de 13.000 habitantes. Tenemos necesidades básicas insatisfechas, estamos a cinco minutos de Cartagena y no tenemos agua potable, no hay educación, no hay servicios de salud permanentes. El empleo es muy informal, la gente depende del rebusque diario, de la pesca, y del comercio en Cartagena y las islas cercanas”.

En la Casa de la Cultura de Bocachica Belmir Caraballo Díaz se recuperan las tradiciones ancestrales de la que fue la primera isla con acento negro. Una iniciativa que se da gracias a que precisamente el gestor cultural, bailarín y empoderado de la herencia afro, Belmir Caraballo Díaz, trabaja en recuperar los sonidos y movimientos de la herencia afrocolombiana que son propios de este territorio.

“Somos área de influencia negra. A la venida de los españoles, estas tierras estaban invadidas de indígenas calamarí, después vinieron los esclavos, adoptados por los amos. Somos la entrada principal de Colombia, todo inicia por aquí. Nuestra herencia está en peligro, por eso aquí en la Casa de la Cultura lo que hacemos es trabajar con los niños y jóvenes por un reconocimiento de la herencia ancestral, porque aquí comenzó toda la diáspora, que después viajó a Cartagena, pero fue en estas tierras donde los esclavos iniciaron su llegada, para dar todo su orgullo a unas tradiciones propias de danza y canto”, concluyó Caraballo Díaz.

Publicado en El Mundo

 

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