Mujeres en escena y el teatro como herramienta de transformación

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Por Matt Riback

Mientras entra a Argentina María es recibida con un sarcástico «adiós» por parte de las oficiales de la Aduana

Las personas migrantes, en un nuevo país, encuentran dificultades y obstáculos en sus vidas cotidianas que, a menudo, son invisibilizados.

El 13 de junio en el consulado general de Perú en Buenos Aires, un grupo de mujeres migrantes protagonizaron una obra de teatro que relata la historia de María, una ciudadana peruana que decidió venir a vivir al “País generoso” que es Argentina.

La obra se realizó en un estilo de teatro no convencional, llamado “teatro-foro”, donde el público se convierte en participante, rompiendo la cuarta pared y logrando así que no estamos separados de problemas sociales como la migración.

En una mezcla de comedia y drama la obra retrata la discriminación, las luchas y la explotación que las migrantes tienen que mitigar.

Escenas de la vida real

La historia comienza cuando María, entra al país por la aduana y la Gendarmería no le acepta su forma de pago del trámite para ingresar. Por miedo a ser robada María lleva efectivo sino solamente tarjeta. Sin otras opciones y sin la oportunidad de discutir con los oficiales, tuvo que depender en una desconocida quien le prestó el dinero hasta que pudo sacar dinero de un cajero automático; naturalmente, la transacción vino con una carga extra de $100.

Escenas de este tipo, que tienen mucho de realidad, demuestran la vulnerabilidad de las personas migrantes que tienen que mudarse en busca de nuevas oportunidades para vivir y trabajar.

 
Natividad Obeso, fundadora y presidente de AMUMRA, habla antes del comienzo

En otra escena, María tiene una entrevista con la esperanza de lograr un “trabajo soñado” como doméstica. Allí se ve cómo la discriminación viene en muchas formas, no siempre explícita o violenta. En esa entrevista la discriminación viene a través preguntas inapropiadas y sin razón.

Romina: ¿tienes hijos, María?

María: Sí sí … tengo tres hijos

Romina: ¿Están contigo, aquí en el país?

María: No no, ellos están allá… en Perú.

Romina: Ah, Perú… Bue. ¿Y su marido vino con usted?

María: no, no él está allá también.

Romina: Dígame, sus hijos. ¿Los tuvo por parto natural o cesárea?

María: por parto natural, señora.

Romina: Uhmmmm. ¿Tiene alguna enfermedad?

María: No no.. no … no

Romina: ¿Segura?

Las preguntas siguen así, cada vez más personales, más irrelevantes para el tipo de trabajo que María quiere conseguir. En otra escena María y su hija luchan con un taxista que está lleno de estereotipos y no tiene problemas en verbalizarlos. Una última escena muestra a María discutiendo con su hija, quien siente vergüenza y pena por su identidad peruana.

Al fin de la obra, el público se queda sin muchas resoluciones, solamente con las frustraciones y emociones que dejan las dificultades que experimentó María. Pero, de alguna manera, este punto solamente marca el comienzo real de País Generoso.

Después de los primeros 30 minutos de la obra, la audiencia (de unas 60 personas) recibe directrices de participar en el segundo acto de la obra. En un momento determinado y por medio de un aplauso, el espectador se convierte en un “espect-actor” donde puede subir al escenario para tomar el lugar de María y actuar una realidad nueva, y con otros caminos posibles.

Con la única restricción de apelar a la violencia, los espect-actores tienen la libertad de decidir el destino nuevo de María. Las otras actrices siguen en sus roles y así la obra se transforma en una improvisación.

Discusiones, debates y diálogo entre el público y las actrices dan pie a nuevas escenas; así, todos tienen la posibilidad de “hacerse cargo” de los problemas que se desarrollan en el escenario. Todos pueden (y en cierta manera deben) sentir ese peso.

“Controlamos nuestra propia narrativa”

La obra País Generoso contó con la presencia de amigas y amigos de las participantes y de la Asociación de Mujeres Unidas, Migrantes y Refugiadas en Argentina (AMUMRA), que llenaron el espacio. También estuvieron presentes representantes de los consulados Peruano, Panameño y Chileno.

AMUMRA, una organización civil de derechos humanos que trabaja por la calidad de vida de las mujeres migrantes y refugiadas, organizó la obra. Todas las actrices son voluntarias, socias o participantes de AMUMRA y la realización contó con el apoyo del Virginia Gildersleeve International Fund.

Ana Gantiva, actriz colombiana y voluntaria de AMUMRA, habló con La Izquierda Diario sobre la decisión de manifestarse País Generoso.

“Todas somos mujeres y hemos tenido que salir de nuestros países de origen por múltiples razones; así que nos une una misma lucha”, dijo Ana. Y agregó que es importante “visibilizar las violencias que hemos sufrido y reivindicar nuestros derechos como ciudadanas globales. [Es importante que] las mujeres participantes de la obra tuvieran un control de su propia narrativa”.

Gantiva habló también sobre la importancia de usar el teatro como un modo de intervención. “Es una manera diferente y alternativa para contar el relato sobre migración y género. Se usa el teatro como herramienta de transformación social.”

El estilo de teatro-foro tiene su influencia en el teatro del oprimido, desarrollado por el dramaturgo brasileño Augusto Boal, cuya idea es democratizar el espacio del teatro para que todos pueden participar por igual en un espacio sin límites creativos y sin una jerarquía política, económica o social.


Violeta González, Julia Hilares, Lesley Montalvo, Sofia Ortíz, Silvia Romero, Camil Zévallos, Katherine Calvo, Ana Gantiva, Gabriela Chouza

La igualdad como derecho

Los puntos levantados durante el diálogo son numerosos y, a veces, controversiales. Carlos Vallejo, del consulado general de Perú, habló en relación a la primera escena, la de la discusión entre María y la Gendarmería. Dijo que la función original de la aduana y los procesos asociados era proteger el país de las amenazas a la seguridad. Pero hubo quienes entendieron esas palabras del funcionario como una excusa para, precisamente, caer en las trampas de prejuicio y la discriminación.

A través la discusión todos pudieron desarrollar sus puntos de vista sobre el tema e incluso imaginar una solución nueva. Mientras otro espect-actor subió la escena, exigió su derecho a hablar con un superior de la Gendarmería para demandar sus derechos (los de María) con fuerza hasta que su pedido fue alcanzado.

Durante la realización de País Generoso todas las actrices están vestidas completamente de blanco.

“[Seleccionamos el blanco] para expresar que todos los roles, actores y personajes son intercambiables”, dijo Ana. “Adicionalmente, el blanco da una percepción de parcialidad donde cada una de las compañeras estaba en condiciones de ejecutar el personaje de cualquier participante”.

Las nueve actrices de la obra son Julia Hilares (María), Camil Zévallos (Romina), Gabriela Chouza (Oficial de migraciones y taxista), Katherin Calvo (Oficial de migraciones y periodista), Lesley Montalvo (Oficial de migraciones y Selmira), Silvia Romero (Periodista y salvadora), Sofia Ortíz (Tía), Ana Gantiva (portera) y Violeta González (voz en off). De ellas, sólo tres (Zévallos, Chouza y González) tuvieron experiencias anteriores con el teatro. Pero ninguna es profesional.

La obra transmite un sentimiento de lo puro, lo auténtico y lo real. Esto ayudó al público a sentir y entender los problemas contra los que luchan las personas migrantes, sobre todo si son mujeres. El abuso de poder, la xenofobia y la discriminación son problemas que experimentan las propias actrices, no solamente sobre el escenario.

Las mujeres de AMUMRA sentían con orgullo, al final de la noche, que la obra había sido un éxito. Para ellas fue importante que diplomáticos de tres consulados (de países importantes por la inmigración) fueran a ver una obra de teatro protagonizada por mujeres migrantes.

Ellas aprovecharon la oportunidad para exigir que se muestre una realidad que para los funcionarios de los gobiernos es lejana y ajena.

A través el diálogo y los temas del teatro del oprimido estas mujeres exigieron involucrar al público para que participe de igual como las actrices. Por eso ellas sintieron que, al ser capaces de contar su historia en sus propias palabras y estilos, la noche de País Generoso, de alguna manera, tomaron el poder.

Publicado por La Izquierda Diario
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