El arte de la desobediencia

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El MamBo celebra sus 55 años con ‘El arte de la desobediencia’

Por Laura Guzmán Díaz

En febrero de este año, el Museo de Arte Moderno de Bogotá (MamBo) dejó ver su rostro agonizante con el supuesto arriendo de sus instalaciones. Mientras que algunos lo tomaron como una propuesta desesperada, y hasta vergonzosa, terminó siendo una bocanada de aíre fresco que ha apaciguado algunos de los problemas de este espacio, que en octubre cumplirá 55 años.

Como parte de la celebración en ese mes, el museo botará la casa por la ventana con una gala que pretende estar al nivel de las más reconocidas, como la del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (MET), que contará con una alfombra roja, una cena en donde la gente podrá recorrer las salas del museo y oír música, un premio a la filantropía en las artes y una subasta de experiencias, según reveló Claudia Hakim, directora del MamBo.

Pero, antes de que llegue este momento, el museo decidió hacer algo diferente en cuanto a sus proyectos: mostrar 200 obras que hacen parte de su colección y que el público no había visto , como parte de la muestra ‘El arte de la desobediencia’, abierta hasta el 14 de octubre.

Fue así como María Wills, Carmen María Jaramillo, quien había trabajado con la colección durante 10 años, Sylvia Suárez, junto al grupo editorial La Silueta y el equipo del museo, se acercaron al acervo, analizaron la colección y se dieron cuenta de que había obras muy importantes que nunca habían salido a la luz.

Mambo

El MamBo cuenta con una colección de más de 3.600 obras. ¿Por qué nunca se había hecho?

Siempre ha habido curiosidad sobre la colección que tiene el museo y, con los 55 años, era importante hacerlo. Se había hecho esporádicamente, pero nunca con esta magnitud. A veces uno saca las obras más icónicas de los artistas reconocidos, pero con el libro La colección nos dimos cuenta de que hay obras maravillosas que la gente nunca había visto. Así surgió el tema de mostrar 20 años de la colección, de 1965 a 1984, tiempo previo a que el museo se ubicara en esta sede final y definitiva.

¿Se restauraron las obras?

El proyecto incluye la limpieza, desinfección, restauración y conservación de las obras que sacamos para la exposición y de todas las que están guardadas, gracias a un apoyo de la Cámara de Comercio de Bogotá. Además, se empezó un gran proceso de visualización de la colección, que incluye realizar un diagnóstico, avaluarla y hacer un depósito con las condiciones adecuadas para su conservación.

¿Por qué hubo tantos tropiezos para hallar una sede final?

Era un museo errante, no había plata para construir un edificio y por eso tuvo espacios provisionales. Primero, de 1963 a 1965 tuvo una oficina en la carrera 7.ª con 23. Luego, el rector de la Universidad Nacional, José Félix Patiño, le dio un espacio para que estuviera allí, pero debido a problemas de las huelgas de la universidad en 1970, las obras sufrieron y el museo se trasladó al Centro Internacional Bavaria, durante un año, y después, estuvo en el Planetario Distrital hasta 1979.

La exposición va hasta 1984, cuando se realizó el último Salón Atenas. ¿Qué fue lo más valioso de esta plataforma?

Los artistas que tenemos ahora, como Miguel Ángel Rojas, Sara Modiano, Aldolfo Bernal y Antonio Caro, entre otros que ahora son grandes maestros. Uno de los requerimientos del Salón era que los artistas dejaban una obra para la colección.

La muestra es desafiante, como el arte de esa época…

Los jóvenes armaron una revolución a través del arte, contra lo que se consideraba normal en política, religión y en el sexo. También se cuestionó el rol del artista que mostraba el paisaje y era más contemplativo y se crearon nuevos medios de expresión, como el performance y los afiches en la calle.

Estas piezas son modernas, pero ahora se consideran contemporáneas…

En algún momento la exposición se llamó ‘¿Es usted moderno?’, porque ahora ese límite entre lo moderno y lo contemporáneo es difícil. Aunque son piezas modernas de hace 20 años, se ven muy contemporáneas. La exposición también busca generar un diálogo en la gente en torno a ese concepto, en un museo que, pese a que es moderno, se va actualizando y tiene propuestas contemporáneas.

¿Qué es lo que más destaca del museo en estos 55 años?

Su historia y el mantenerse vivo todo ese tiempo, así como la memoria del arte colombiano. Ahora, el museo debe ser un ícono y una referencia en Colombia y en Bogotá.

¿Qué ha pasado después del arriendo del MamBo?

La situación en cuanto a proyectos está controlada, tenemos algunos muy buenos con apoyo del Ministerio de Cultura y el Distrito. Además, el museo está teniendo eventos, aumentaron las membresías, la tienda es un apoyo y Crepes vive lleno. Ahora, estamos entre los planes de fin de semana de la gente.

El Tiempo

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