La negrada

1.669

Jorge Pérez Solano y el cine de las comunidades olvidadas

Por Ulises Castañeda Álvarez

El cineasta estrena este fin de semana La negrada, sobre la comunidad de herencia africana en Oaxaca, cinta con la que da un mensaje de inclusión

Recuerda el cineasta oaxaqueño Jorge Pérez Solano que cuando comenzó a trabajar con los actores de su película La negrada, ellos se paraban ante la cámara con mucha pena, más que la que siente cualquier otra que haya visto. El detalle estaba en que se trataba de los miembros de una comunidad de origen africano en la costa de Oaxaca, la cual ha sido olvidada y marcada por la discriminación: “Eso es consecuencia de que te digan ‘pinche indio’, eso te da pena y empiezas a tener vergüenza de ti mismo”, dice el realizador en una entrevista con Crónica.

“A mí me gusta trabajar con actores: viven para eso y su deseo es estar en pantalla. La cuestión es que si yo quería hacer una película con personajes negros, tenía que traer gente de otros países que fueran actores que funcionaran para la película o me aventaba el reto de hacerlo con gente de la comunidad, que para mí era la esencia del proyecto porque quería visibilizarlos, creo que si eso lo ve el público va a tener consciencia de que en México sí existen negros, que es una comunidad abandonada”, explicó.

Con un mensaje de inclusión es que llega este filme, que se estrena este fin de semana en la Cineteca Nacional, un proyecto que nació mientras realizaba La tirisia, su cinta con mayor reconocimiento internacional y que representó a México en los Premios Goya. A su vez, ambos proyectos responden a sus ideales cinematográficos, primero el de contar historias sobre la riqueza de las comunidades oaxaqueñas vulnerables como forma de inclusión y segundo el de mostrar su complejidad argumental.

“Creo que la vida diaria es más fuerte que una invasión extraterrestre. Alguien me preguntaba en La tirisia, por qué escribía melodramas, y yo le respondí que si le parecía melodrama encontrar a una hija siendo violada por su padrastro, yo veo que eso es más de terror, pero no estamos acostumbrados a analizar la vida diaria”, comentó.

“Vivir implica un esfuerzo constante, ser feliz, implica esfuerzo, incluso estar triste implica un esfuerzo. Por eso creo que esos pequeños conflictos de todos los días son los más esenciales, esos que te van minando gota a gota, que te destruyen el ánimo cada día”, añadió.

En sus películas destaca un espíritu contestatario a los problemas de la región. “En mi cine quiero que sean incluidos estos grupos vulnerables, porque han sido discriminados (…) Me molesta cuando dicen, ‘qué orgullo ser un mixteco’, cuando no hacemos nada; hay que pensar en que si somos generadores de cultura por qué no lo hacemos en nuestro tiempo”, dijo.

Echando la memoria atrás, Jorge Pérez Solano recuerda que en un principio él quería contar otro tipo de historias, “yo quería pensar que estaba destinado a hacer otro tipo de películas, en mi paso por el CUEC decía que quería hacer filmes como Blade Runner, pero mis maestros me hicieron ver que yo tenía la posibilidad de hablar de mi pueblo y mi gente, ellos tenían razón”, explicó.

De más atrás, el realizador comparte el momento en que se enamoró del cine. Eso ocurrió cuando tenía siete años, “era entre 1970 o 1971, en un pueblo que se llama Huajuapan de León, que es donde nací”, dijo. Ese momento lo evoca en relación a una escena que vio en la cinta Cinema Paradiso, de Giusseppe Tornatore, “cuando había camiones que llegaban a los pueblos, montaban un proyector y sobre las paredes pasaban las películas. Yo me imaginaba o pasó o  inventé mi propia escena con mi hermano cargándome para ver una película así”.

Luego llegó su amor por el cine mexicano: “Recuerdo que cuando me mudé a México, todos los sábados yo no me paraba porque me pasaba el día viendo en la tele películas mexicanas. Cuando me preguntan qué película influyó para ser cineasta les digo que fue una de luchadores, pero no recuerdo el título”, mencionó.

Ahora presenta La negrada, una película que entre bellos paisajes, reflexiona en torno a las sensaciones internas del concepto del “queridato”, aceptado en la costa oaxaqueña. en donde se le permite al hombre el adulterio pero no a las mujeres. Él plantea los casos de Juana y Magdalena quienes comparten su vida con Neri, aunque saben que eso les hace daño, sin embrago la enfermedad de Juana le dará la claridad a Magdalena para retomar su vida sin él.

“Me documenté con el libro Cijla: Esbozo etnográfico de un pueblo negro, de Gonzalo Aguirre Beltrán, quien es uno de los primeros antropólogos en estudiar la zona, y habla sobre esta situación del ‘queridato’. Antes había leído la historia de una mujer que estaba muriendo de cirrosis y la amante del esposo va y le ofrece el hígado, en esa nota sí lo acepta pero yo quería hacer una historia en la que la mujer no tenía ganas de vivir por la situación en la que vive por la sociedad machista”, explicó el cineasta.

Con esta historia busca tocar la sensibilidad del espectador para comprender a las comunidades negras por sus emociones, “por eso esa cámara tan estática, tan observadora, por eso el tiempo tan dilatado, es para decir fíjate en lo que está pasando, en lo que le sucede a esta mujer, en imaginarse lo que sería vivir todos los días con esa carga, quiero que el público se pueda proyectar en los personajes y entienda su complejidad”, dijo.

Además, tiene la esperanza de que la reflexión ayude a cambiar conceptos: “Lo importante sería que llegáramos a esa igualdad. Nos sorprendemos porque tenemos otros conceptos morales, que nos prohíben todo ese tipo de cosas, pero no sabemos cuál es el origen”, explicó.

Finalmente, el cineasta explicó que además de La negrada le espera trabajar en un par de películas más desarrolladas en Oaxaca, “la idea es mostrar que no somos tan incluyentes, ni tan multiculturales como decimos, hay muchos grupos que han sido relegados, yo quiero ver quiénes son”, concluyó.

Crónica

También podría gustarte