Soprano mixe

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María Reyna, la soprano mixe que canta en lenguas indígenas

Por Marcela Vargas

Cuando María Reyna González llegó a vivir a Guadalajara, a los 15 años, no hablaba español. Más de 10 años después, su dominio de las lenguas indígenas es el motor de su carrera como cantante.

La soprano mixe, como la conocen popularmente, es una activista del orgullo indígena grabando su primer material discográfico, Un solo latido, que lanzará a finales de 2018.

Hija de una familia de campesinos, nació y creció en Santa María Tlahuitoltepec Mixe, en la Sierra Norte de Oaxaca; ahí empezó a cantar a los ocho años de edad. Desde niña, solventó sus estudios académicos cantando y, para poder cursar la preparatoria, se mudó con una prima a Jalisco, donde trabajó como empleada doméstica y aprendió a hablar español de manera fluida.

“Yo siempre digo que el canto me eligió a mí, porque desde que tengo memoria me ha gustado mucho cantar y mis padres no sabían nada de música. No tocan, no cantan”, cuenta María Reyna en entrevista con mexico.com. “Siempre me llamó mucho la atención, yo digo que porque había escuchado las bandas filarmónicas que hay en mi pueblo”.

En Guadalajara, María Reyna conoció al maestro de canto Joaquín Garzón e iniciaron juntos el proyecto musical Ópera Mixe. La decisión de cantar en lenguas indígenas llegó por la necesidad de explicarle a su familia por qué amaba tanto la música.

“Yo siempre hablaba en mi lengua, pero mis padres no hablaban español. Para el 10 de mayo de 2012, preparamos una canción para mi madre, Täak Unk, que significa ‘Madrecita’. Es de mi abuelo, Palemón Vargas”, cuenta González. “Decidimos montar algo que sea mío, de mi raíz, parte de donde vengo, con la ilusión de que por fin me iba a entender mi madre cantándole una canción en mi lengua”.

Subieron el video a redes sociales y un mes después la llamaron de Oaxaca para su primera presentación. “Ni siquiera tenía nombre todavía, allá me bautizaron como María Reyna Soprano Mixe”, recuerda la intérprete, graduada de la Escuela Superior de Diocesana de Música Sacra de Guadalajara. “Ahí nació el proyecto, la parte emotiva. Fue un sueño hecho realidad para algo que nació con mucho amor”.

Cuando María Reyna habla de su carrera nunca se refiere a sí misma como individuo, sino como miembro de un equipo de trabajo que integran Garzón —quien se encarga de los arreglos musicales y el piano—, Vargas —quien escribe y traduce canciones para ella— y Gabriela Avendaño, su representante.

Orgullo y responsabilidad
Para aquel primer concierto en Oaxaca, Ópera Mixe eligió canciones en un apuro por tener con qué rellenar el tiempo del espectáculo. Con los años, su selección ha evolucionado a partir del respeto a las lenguas con las que canta María Reyna.

“Como hablo mixe, a veces se me facilita hablar otras lenguas que son similares”, explica la cantante, quien en su primer álbum de estudio cantará en mixteco, maya, mixe y zapoteco. “Elegimos las canciones con mucho respeto hacia los hablantes. Tiene que ser así, no nada más cantar por cantar. Hay que investigar, practicar y preguntar si la persona a la que le estoy cantando y es hablante de esa lengua me entiende cuando canto, porque si no, no lo hago. Es una gran responsabilidad hablar otras lenguas”.

A sus 26 años, María Reyna es parte de una generación socialmente consciente que quiere darle difusión y protección a las riquezas de su comunidad. “Voy viendo que también muchos artistas están rescatando, difundiendo, fortaleciendo sus lenguas, y yo como parte de ellos sé que sí es una responsabilidad, pero es algo bien bonito poder mostrarlo, poder decir ‘valora lo que es tuyo, lo que tenemos en México’. Sobre todo sentirnos orgullosos de nuestras lenguas, de nuestras raíces, usos y costumbres. Yo como indígena tengo que mostrar mi riqueza cultural, lo que es de mi comunidad, mi lengua”.

Discriminación y activismo

En julio de 2018, María Reyna tenía programado un concierto en Oaxaca como parte de las festividades de la Guelaguetza. La noche antes del evento, la Secretaría de la Cultura y las Artes del estado canceló su presentación argumentando falta de recursos económicos. Al público le dijeron que la cancelación había venido de parte de María Reyna.

El fotógrafo Diego Huerta la ayudó a denunciar esta situación en redes sociales y aunque ella no lo describió como un acto de discriminación, sembró la duda entre la audiencia ante el contraste con los 10 millones de pesos que el mismo gobierno gastó en las presentaciones de artistas como Los Ángeles Azules, Armando Manzanero y Lila Downs en esas fechas. Tras el revuelo público, el gobierno oaxaqueño reprogramó el concierto en el Teatro Macedonio Alcalá para el pasado 8 de agosto.

Para María Reyna es fundamental quitar el estigma que segrega a las lenguas indígenas en este país. “Hubo un momento en que los papás les decían a sus hijos ‘No hables tu lengua porque luego nos miran diferente’. Existe esa parte de la discriminación de algunas personas y eso hace que se avergüencen de hablar su lengua”, enfatiza. “Yo no. Siempre he mostrado y me he sentido muy orgullosa de donde vengo, del hecho de hablar mixe. Pero es eso, que tú muestres y te sientas orgulloso de lo que estás hablando y de tu lengua, de tus raíces, de tu vestimenta”.

Además de difundir la apreciación y conocimiento de las lenguas indígenas a través de su canto, María Reyna forma parte del JIU (Jóvenes Indígenas Urbanos), un colectivo que busca darle voz y presencia a la juventud de origen indígena que reside en la Zona Metropolitana de Guadalajara. “Mostramos a través de nuestra vestimenta, de nuestra lengua, música, danza, gastronomía, artesanía a la gente de aquí de la ciudad que nos sentimos orgullosos de donde venimos”, cuenta la soprano. “Al principio no sabía lo que era ser activista, pero se fueron dando las cosas. Ser parte de este colectivo me ha cambiado muchísimo la vida, la forma de pensar”.

Para María Reyna, lo más bello de cantar es compartir su arte. Esta intérprete que se ha presentado en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes y en la Feria Internacional del Libro de Santiago de Chile, entre otros escenarios, encuentra su momento favorito en el diálogo con su audiencia.

“Ser artista y estar con los reflectores es bien bonito, pero también es bien bonito realmente compartirlo”, explica sobre su idea de presentarse en tantas comunidades indígenas mexicanas como pueda. “Yo tengo un sueño muy grande que espero pueda cumplir: una gira comunitaria. Debemos dar a conocer lo que es de nosotros y donde más lo necesitan es en las comunidades. Quiero que vean que si hablas una lengua indígena, sí puedes saltar a un escenario. Es una gran responsabilidad”, concluye.

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