Chico Buarque: «Con estos ministros, es preferible que la cultura no tenga un ministerio»

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«Con estos ministros, es preferible que Cultura no tenga un ministerio»

Por Beatríz Jucá (Traducción Nodal Cultura)

«Con estos ministros, es preferible que Cultura no tenga ministerio.» La frase dicha por el cantante Chico Buarque al EL PAÍS, ilustra el malestar que aflige buena parte de los artistas sobre los rumbos del sector en el gobierno del presidente Jair Bolsonaro.

Las políticas culturales, que no llegan al 1% del presupuesto, son una incógnita incluso para los artistas y productores brasileños, que tienen opiniones divergentes sobre los efectos de la pérdida de un ministerio exclusivo para el asunto. Por un lado, hay reacciones mucho menos enérgicas contra la eliminación del Ministerio que las que hubo en 2016, cuando el entonces presidente Temer tuvo que retroceder en su decisión por la presión de agentes culturales. Por otro lado, el temor de que los recortes pretendidos en el Sistema S por el equipo económico de Paulo Guedes, así como la quita de los aportes de los bancos públicos hagan inviables ciertas acciones, ya que nadie podría ocupar los espacios dejados vacíos por el Estado en la producción y el acceso a la cultura en Brasil.

El presidente Jair Bolsonaro no dedicó mucho espacio a la Cultura en su programa electoral. Sólo comenzó a referirse directamente al tema después del incendio que destruyó completamente el Museo Nacional en septiembre de 2018, que causó un enorme impacto en la población. Entonces prometió eliminar al Ministerio de Cultura y concentrar las políticas del sector en una secretaría específica, como parte de su plan de contraer la Administración pública y ahorrar. Bolsonaro cumplió la promesa en su segundo día de mandato. Ahora Cultura está dentro del mismo ministerio que el Deporte y la Ciudadanía.

El cantante Chico Buarque, que nunca ocultó su afinidad con el Partido de los Trabajadores (PT), es uno de los más contundentes al hablar del nuevo presidente. «Sólo puedo decir lo siguiente: en vista de la calidad de los ministros de este Gobierno, creo que es preferible que la cultura no tenga ministerio», dijo a EL PAÍS. No todos acuerdan que los cambios promovidos por la extrema derecha causarán riesgos a la cultura brasileña. El presidente de Ancine (órgano público que regula y promueve el cine), Christian de Castro, afirma que el sector no sufrirá ningún impacto, ya que la producción es sólida y está amparada por una legislación que existe desde hace 20 años. Sin embargo, enfatiza que la libertad creativa es necesaria para hacer películas y venderlas. «Siempre que hay censura, perdemos dinero», dice. El cine brasileño movió más de 2.700 millones de reales en 2017 (cerca de 725 millones de dólares).

Algunos anuncios hechos por el equipo del presidente, sin embargo, ya han causando preocupación a agentes culturales, antes incluso del inicio de esta gestión. En el período de transición, el ministro de Economía, Paulo Guedes, defendió que es necesario «meter el cuchillo» en el Sistema S y cortar fondos públicos que sostienen a nueve entidades privadas responsables de promover educación y cultura en el país. Entre ellas, está el Sesc, que tiene una de las mayores redes de promoción de actividades artísticas en Brasil. La entidad promueve acciones en distintos lenguajes culturales en todos los estados brasileños que establecen una agenda conforme a la realidad regional, pero es también responsable de grandes acciones nacionales. Entre ellas, el mayor circuito nacional de artes escénicas, Palco Giratorio.

Sin especificar de cuánto será el corte en el Sistema S, Guedes argumentó que hay una supuesta desviación de recursos con la inversión en «patrocinios» y no sólo en capacitación profesional. Las declaraciones motivaron una respuesta del director del Sesc de São Paulo, Danilo Miranda, en vídeo publicado en las redes sociales. En él, alega que el Sistema S tiene un importante carácter sociocultural, y que se aplica en acciones dirigidas a varios campos.

El director del Sesc en ejercicio, Luiz Galina, dice que la posibilidad de cortes es preocupante, pero que hasta ahora el Gobierno no ha hecho ningún movimiento formal para hacerlos efectivos. «Si hay reducción de los recursos, no hay otras entidades que puedan cumplir el papel que el Sesc tiene hoy. Nuestra preocupación es democratizar el acceso, hacer que personas de menor renta puedan usufructuar de esas actividades, que muchas veces son gratuitas», defiende. También hay preocupación de que los recortes pretendidos por los nuevos presidentes del Banco do Brasil y de la Caixa Econômica Federal afecten las acciones de los centros culturales mantenidos por estas instituciones, ya que en algunas ciudades brasileñas son responsables por gran parte de la agenda cultural disponible para la población.

Ley Rouanet

En el ojo de la tormenta de las políticas culturales de Bolsonaro, está la llamada Ley Rouanet, una controvertida normativa que ofrece exenciones fiscales a las empresas a cambio del pago de proyectos culturales. Aprobada por el presidente Fernando Collor de Mello en 1991, fue constantemente criticada, pero es un importante medio de financiamiento cultural en Brasil. Gran parte de los teatros y museos depende de ella. Gracias a esta ley, cinco proyectos se concretan cada día.

La principal crítica es que, aunque el Gobierno deba aprobar los proyectos a ser financiados, son los empresarios que eligen qué apoyar. Bolsonaro suele insistir en que esta regla fue utilizada por el PT de Lula para «comprar apoyo» de artistas famosos. «Vamos a eliminar el Ministerio de Cultura y sólo tendremos un secretario para tratar el asunto. Hoy, el Ministerio de Cultura es apenas un centro de negociaciones de la Ley Rouanet «, proclamó Bolsonaro en la campaña.

A pesar de las críticas del presidente, datos del extinto Ministerio de Cultura indican que la Ley Rouanet representa apenas el 0,3% de las exenciones fiscales brasileñas, pero tiene un impacto importante en la economía: para cada real invertido, se genera 1,59 reales.

La actriz Fernanda Montenegro está convencida de que la desaparición del ministerio perjudicará la producción teatral. Está enojada, tanto que hizo una declaración en el Domingão de Faustão: «Ellos nos tratan como si estuviéramos fuera de la ley», dijo en uno de los programas de mayor audiencia de la televisión brasileña. «No somos ladrones de la Ley Rouanet. ¡Que busquen los verdaderos corruptos de este país! «. La actriz sostiene que el presidente «acusó de manera violenta» a la gente de teatro porque la criticada ley es su principal fuente de financiación.

El cantante Gilberto Gil, que fue ministro de Cultura en el primer gobierno de Lula, lamenta el cierre del ministerio. Él cree que Brasil «tendría más condiciones de responder a las demandas de la cultura», pero estima que la política cultural bajo Bolsonaro sigue siendo una incógnita. «Vamos a ver cómo la política cultural llegará al Gobierno, cuál será su grado de prestigio», dijo en una entrevista con Folha de S.Paulo. A pesar de sus críticas y discursos, el presidente anunció que mantendrá la polémica Ley Rouanet, pero sometida a auditorías.


Chico Buarque: “Com esses ministros, é preferível que Cultura não tenha ministério”

Por Beatríz Jucá

«Com esses ministros, é preferível que Cultura não tenha ministério”. A frase dita pelo cantor Chico Buarque ao EL PAÍS ilustra o mal-estar que aflige boa parte da classe artística sobre os rumos do setor no Governo Bolsonaro. As políticas culturais, que ano após ano não chegam perto de 1% do orçamento geral, são uma incógnita até mesmo para os artistas e produtores brasileiros, que têm opiniões divergentes sobre os efeitos da perda de um ministério exclusivo para o assunto. De um lado, há reações bem menos enérgicas contra a extinção da pasta que as de 2016, quando o então presidente Temer recuou da proposta pela pressão de agentes culturais. De outro, o temor de que os cortes pretendidos pela equipe econômica de Paulo Guedes no Sistema S e o enxugamento nos bancos públicos inviabilizem ações que preenchem lacunas deixadas pelo poder público na produção e no acesso à cultura brasileira.

O presidente Jair Bolsonaro não dedicou muito espaço à Cultura em seu programa eleitoral. Só começou a se referir diretamente ao tema durante a campanha depois que um enorme incêndio destruiu completamente o Museu Nacional em setembro, o que chocou o país. Na ocasião, prometeu eliminar o Ministério da Cultura e concentrar as políticas do setor em uma secretaria específica como parte de seu plano de encolher a Administração pública e economizar. Bolsonaro cumpriu a promessa no seu segundo dia de mandato. Agora, a Cultura está acomodada no mesmo ministério que o Esporte e a Cidadania.

O cantor Chico Buarque, que nunca escondeu sua afinidade com o Partido dos Trabalhadores (PT), é um dos mais contundentes ao comentar a aterrissagem do novo presidente em Brasília. “Só posso dizer o seguinte: em vista da qualidade dos ministros deste Governo, acho que é preferível que a cultura não tenha ministério”, disse ao EL PAÍS. Nem todos concordam que as mudanças promovidas pela extrema direita causarão riscos à cultura brasileira. O presidente da Ancine (órgão público que regula e promove o cinema), Christian de Castro, afirma que o setor não sofrerá nenhum impacto, que a produção é sólida e está amparada por uma legislação que existe há 20 anos. No entanto, enfatiza que a liberdade criativa é necessária para fazer filmes e vendê-los. “Sempre que há censura, perdemos dinheiro”, diz. O cinema brasileiro movimentou mais de 2,7 bilhões de reais em 2017.

Alguns anúncios feitos pela equipe do presidente, no entanto, já vinham causando preocupação a agentes culturais antes mesmo do início desta gestão. Ainda no período de transição, o ministro de Economia, Paulo Guedes, defendeu que é preciso «meter a faca» no Sistema S e cortar verbas públicas que sustentam nove entidades privadas responsáveis por promover educação e cultura no país. Entre elas, está o Sesc, que tem uma das maiores redes de promoção de atividades artísticas no Brasil. A entidade promove ações em distintas linguagens culturais em todos os estados brasileiros, que estabelecem uma agenda conforme a realidade regional, mas é também responsável por grandes ações nacionais. Entre elas, o maior circuito nacional de artes cênicas, Palco Giratório.

Sem especificar de quanto será o corte no Sistema S, Guedes argumentou que há um suposto desvio de finalidade com o investimento em «patrocínios» e não só em capacitação profissional. As declarações motivaram uma resposta do diretor estadual do Sesc de São Paulo, Danilo Miranda, em vídeo publicado nas redes sociais. Nele, alega que o Sistema S tem um caráter sociocultural, com ações voltadas para vários campos.

O diretor estadual do Sesc de São Paulo em exercício, Luiz Galina, diz que a possibilidade de cortes é preocupante, mas que até agora o Governo não fez nenhum movimento formal para efetivá-los. «Se houver redução dos recursos, não há outras entidades que possam cumprir o papel que o Sesc tem hoje. A nossa preocupação é democratizar o acesso, fazer com que pessoas de menor renda possam usufruir dessas atividades, que muitas vezes são gratuitas», defende. Também há preocupação de que os cortes de gastos pretendidos pelos novos presidentes do Banco do Brasil e da Caixa Econômica Federal afetem as ações dos centros cultuais mantidos por estas instituições, que em algumas cidades brasileiras são responsáveis por grande parte da agenda cultural disponibilizada para a população.

Lei Rouanet

No centro do furacão das políticas culturais sob Bolsonaro, ainda está a chamada Lei Rouanet, uma controvertida normativa que oferece isenções fiscais às empresas em troca do pagamento de projetos culturais. Aprovada pelo presidente Fernando Collor de Mello em 1991, foi constantemente criticada, mas é o principal meio de financiamento cultural no Brasil. Grande parte dos teatros e museus depende dela. Graças a esta lei, cinco projetos são concretizados por dia desde que entrou em vigor.

A principal crítica é que, embora o Governo deva aprovar os projetos a serem financiados, são os empresários que escolhem o que apoiar. Bolsonaro costuma insistir que essa regra foi usada pelo PT de Lula para “comprar apoio” de artistas famosos. “Vamos eliminar o Ministério da Cultura e teremos apenas um secretário para tratar do assunto. Hoje, o Ministério da Cultura é apenas um centro de negociações da Lei Rouanet”, proclamou Bolsonaro na campanha. Apesar das críticas do presidente, dados do extinto Ministério da Cultura indicam que a Lei Rouanet representa apenas 0,3% das isenções fiscais brasileiras, mas tem um impacto importante na economia: para cada real investido, é gerado 1,59 real.

A atriz Fernanda Montenegro está convencida de que o desaparecimento do ministério prejudicará a produção teatral em particular. E está irritada, tanto que fez uma declaração no Domingão do Faustão: “Eles nos tratam como se fôssemos fora da lei”, disse em um dos programas de domingo de maior audiência da televisão brasileira. “Não somos ladrões da Lei Rouanet. Que procurem os verdadeiros corruptos deste país!”. A atriz sustenta que o presidente “acusou de maneira violenta” o pessoal do teatro porque a criticada lei é sua principal fonte de financiamento.

O cantor Gilberto Gil, que foi ministro da Cultura em um dos Governos Lula, lamenta o fechamento do ministério, porque acredita que o Brasil “teria mais condições de responder às demandas da cultura”, mas pondera que a política cultural sob Bolsonaro ainda é uma incógnita. “Vamos ver como a política cultural chegará ao Governo, qual será o grau de prestígio”, disse em entrevista à Folha de S.Paulo. Apesar de suas críticas e discursos, o presidente anunciou que manterá a polêmica Lei Rouanet, mas submetida a auditorias.

El País – Brasil

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