Marina Obregón Alemán: el arte de hacer reír

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Al verla actuar en la Chinfonía burguesa, Pilar Aguirre, primera actriz de la comedia en Nicaragua, la felicitó y le dijo: “Sos buena, vas a ser la que me vas a reponer, sos una gran comediante”, recuerda Marina Obregón Alemán le expresó Aguirre, al reconocerle méritos de su actuación.

Este año, Obregón cumple 43 de andar en el teatro nicaragüense, bien como integrante de la Comedia Nacional de Nicaragua, a la que llegó en 1975, y del grupo Dante en el 2000. Si bien no fue su maestra la “Pilucha”, como llama cariñosamente Aguirre, siente que el espíritu de su alegría y humor la persigue en la mayor parte de sus actuaciones. “Lo que más me gusta es la comedia”, confiesa; y la mejor prueba señala es su célebre personaje de Doña Chomba en la Chinfonía burguesa que ha llevado a escena unas doscientas o más veces.

“Me encanta tu gorda”, recuerda le dijo esa vez Pilar. En la obra es la esposa Don Chombón, estelarizada por Aníbal Almanza. Esta sátira poética cuestiona la hipocresía burguesa, fue escrita en 1931 por los poetas José Coronel Urtecho y Joaquín Pasos. El próximo 28, 29 y 31 de octubre será presentada en el Teatro Nacional Manuel Bonilla, en Honduras. Será dirigida por Erasmo Alizaga, y contará con el apoyo organizativo del grupo Memorias. Anteriormente fue llevada con éxito a la Sala Garbo, en el Festival de las Artes, en San José, Costa Rica.

HUMOR EN ESCENA

Socorro Bonilla fue su maestra de siempre, dice Obregón, en el Instituto Experimental de Educación UNAN-Managua, le dio clases de poesía, teatro, apreciación de música clásica, y la invitó a ser parte del coro, y del grupo Teatro Juventud. Con este grupo montó la comedia El oso , de Antón Pávlovich Chéjov, su papel fue del criado, pero en versión femenina. “Este fue mi gran debut hice de Lucas, un viejito tembeleque en la sociedad machista rusa”, dice mientras sonríe al recordar estos momentos de su iniciación, en noviembre de 1972, en la Sala Experimental, del Teatro Nacional Rubén Darío.

Décadas después con el director ruso Adolfo Shapiro repitió la experiencia en la misma obra El oso . Con Shapiro dice aprendió la técnica de Stanislavski, y su apreciación en el manejo actoral emotivo y artístico. Socorro Bonilla la invitó a ser parte del grupo universitario Ollantay, y participar en la comedia crítica La asamblea de las mujeres , de Aristófanes. “Hice tres personajes, de mujer de pueblo, de coro, y la tercera vieja, esta última actuación gustó mucho por lo polémico”, explica.

En su vida de comediante le impactaron dos personajes, la primera Doña Chomba, la segunda, Adelina, una niña de doce años, de la obra Clave de sol (1989) del cubano Nelson Dorr. “Que niña más estupenda me has dado”, dice le expresó Dorr; para entonces Obregón tenía 36 años. “Me divertí mucho con esta comedia de humor negro; y Dorr se rió que no tenés idea”, recuerda. También fue Mariana en la obra Los celos y el divorcio , de Miguel de Cervantes. Y últimamente, en El día que me quieras (2015), sátira política del dramaturgo venezolano José Ignacio Cabrujas, realizó el papel de Elvira Ancizar. Obra puesta en la Sala Experimental Pilar Aguirre, junto a actores y actrices de la talla de Salvador Espinoza, Mayra Bonilla, Aníbal Almanza y Eltón Jirón.

DRAMA

Para Obregón un teatrista completo también debe dominar con calidad escénica el drama y su acción. En 1974 hizo de Juana en el drama épico Por los Caminos van los campesinos , del poeta Pablo Antonio Cuadra, y fue puesto en escena en el Teatro Juventud, en la Sala Experimental (décadas después Pilar Aguirre). Erasmo Alizaga tenía el papel de un soldado, Ofilio Picón, era un abogado matrero; y el afrodescendiente Brooklyn Rivera Bryan, un yanqui chele. “Bonilla le puso una base clara a Brooklyn”, revela obregón al exaltar el ingenio de Bonilla. Luego actuó en Proceso a cuatro monjas, de Cajoli (1982), historia de prostitutas que sustituyen a las religiosas muertas en la guerra. Y en Las troyanas realizó el papel de la reina Hécuba; y fue dirigida por Charles Delgadillo.

Y en 1989 hizo de Teresa Carrar, en Los Fusiles de la Madre Carrar , Bertold Brecht. VENA ARTÍSTICA Desde su infancia hasta los últimos días de su vida, su madre Rosa Esmeralda Alemán la impulsó en su vocación artística. “Ella falleció en mayo de este año”, dice mientras sus ojos llorosos se le nublan al recordarla. Desde entonces se viste de negro en señal de su amor maternal. “Ella fue mi mejor amiga y cómplice en este asunto del teatro”, dice Obregón; luego la retrata como una mujer aficionada al canto, enlazada con su abuelita paterna Mélida Obregón, bailarina de folclor y otros ritmos; y su abuela materna Casta Padilla, bailarina de tangos.

En la primaria Obregón participó como bailarina de tuis, rock y folclor, en la Escuela República de Costa Rica (frente Plaza Inter). La primera pieza que bailó fue el Sapo, a ritmo de zapateado. “Era la bailarina estrella”, dice entre sonrisas, al recordar estos días inolvidables. En la secundaria formó parte del grupo de danza del Instituto Experimental; también compuso unas coplas por la cual fue premiada.

CRITICA A “GENIOS”

“¿De qué sirve el genio metido en una botella?”, recuerda le decía Socorro Bonilla en sus lecciones cuando se refería a estudiantes talentosos que no lograban expresar su arte por andar en otras actividades. “Y yo dijo lo mismo, los quiero aquí haciendo sus maravillas”. Al respecto nombró a Francisco Guerrero Kuan, actual coordinador de teatro de la Upoli, como uno de sus alumnos al que contagio con la pasión del teatro. “Esta es una de mis satisfacciones”.

Él se inició como promotor y luego estudió en la Escuela Nacional de Teatro Pilar Aguirre. Por igual admira la osadía de los jóvenes que experimentan con audiovisuales o cortos de cine. Pero critica la actuación, manejo de voz, transiciones, que por no tener calidad resultan adversos a la hora de producir y competir. En un futuro cercano Obregón trabajará con la Asociación Artístico Cultural Las Brisas, junto Juan Guido, Augusto Pérez y Francisco Guerrero, entre otros profesionales de las artes.

TEATRO CONTRA MACHISMO

Al tomar la dirección del teatro de la Universidad Politécnica, escribe varias obras, las que lleva a escena. Una historia que contar, sobre el VIH; y la pieza teatral El caso que se pudo evitar, que alude la violencia doméstica. Adaptaciones para el teatro, el poema La malinche , de Claribel Alegría; y Manos limpias , sobre trata de personas, del argentino Santiago Serrano. A propósito recordó a su personaje Teodora, suegra de Nora, una adaptación del mexicano Emilio Carballido de la obra Casa de muñecas , de Henrik Ibsen. “Este es un personaje detestable que se resistía hacerlo.

Teodora es la mamá que protege al zángano que le pega la mujer”, dice. Sin duda este vino a ser un logro actoral, porque el público logró detestarla. Fue dirigida por Erasmo Alizaga. También trabajó obras alusivas al abuso del maltrato infantil, en la escuela de Fe y Alegría, en Lechecuagos, laderas del Cerro negro. Para el 40 aniversario de la Upoli, puso en escena la obra Los árboles mueren de pie , comedia del español Alejandro Casona. Entonces era instructora de teatro. “Para 2007 dirigí una versión de la obra El Güegüense con su toque de zarzuela”, expresó con orgullo Obregón. En ella participó el coro lírico dirigido por Juan Guido. Después montó El chivería ; Alicia en el país de la… Y como profesora de teatro Old Managua Today (2012), un revival sobre el terremoto de 1972, su música y bailes. Los hechos suceden en el Night Club Plaza. Participó en el grupo Dante (danza-teatro), con Erasmo Alizaga quien fusionó las obras Las puertas, de Rolando Steiner, y el monologo El sexo y yo , de Isabel Allende.

Publicado en La Prensa
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