Carman: «Las discusiones políticas de hoy no tienen la consistencia de antes»

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La bio de Facundo Carman tiene muchas líneas: 47 años; politólogo; trabaja en la biblioteca de la Procuración General porteña, organismo al que entró de joven por concurso; es padre de una bebé bautizada Juana Eva que, por supuesto, delata la orientación ideológica de este ex militante de la Juventud Peronista; vecino de La Bombonera; hincha ferviente del Xeneize; dueño de una de las grandes colecciones de objetos dedicados a Boca Juniors y actual presentador y letrista de Los amantes de La Boca, murga que él fundó hace 25 años y en la que pasó por todo los puestos.
Pero eso no es todo, porque el jueves próximo, a las 19 y en la sala Juan L. Ortíz de la Biblioteca Nacional, Carman presentará junto Roberto Baschetti y Sebastián Scolnik el trabajo que lo mantuvo ocupado en los últimos 20 o tal vez 25 años. Se trata de un libro de 708 páginas apenas más pequeñas que una hoja A4, titulado «El poder de la palabra escrita. Revistas y periódicos argentinos (1955-1976)».
La investigación es la principal actividad de Carman y el coleccionismo de las llamadas publicaciones periódicas el objeto central de un hobby que heredó de los padres y que ocupa de manera literal la casa que habita. En esta monumental tarea analizó y reseñó cerca de 1000  publicaciones, de las cuales él mismo atesora copias en la casa de entre un 80 y un 90 por ciento.
Este volumen editado por la Biblioteca Nacional permite recuperar un corpus inmenso de diarios y revistas culturales, políticas y sociales nacidas y editadas en esos 21 años previos a llegada de la última dictadura, período marcado por otros golpes de estado y un sinfín de discusiones ideológicas y políticas a través del papel y la imprenta.

-¿Cómo arrancaste con el coleccionismo de diarios y revistas?
-Heredé de mis padres publicaciones políticas y en los años ’80 también compraba cualquier revista que salía porque militaba desde chico en la Jotapé. En 1990 compré en un remate muy grande que hubo de Federico Vogeluis (cuando se muere se subastaron obras de arte y publicaciones periódicas). Pedí préstamos, me endeudé y compré muchísimas en Parque Rivadavia, todos los sucuchos de Buenos Aires, y también parte de la colección (Enrique) Pavón Pereyra y Fermín Chávez, a coleccionistas privados y aún compro todo los meses.
-¿Este libro cómo surge?
-Fue decir, «bueno, armemos un rompecabezas, exorcicemos esa cosa que tiene el coleccionismo», de mostrar pero no dejar que se toque..
-¿Y por qué este período?
-Porque si bien tengo publicaciones de antes y después me especializo en ese período. A mí me interesaba mucho toda la pelea por el Perón vuelve. En algún momento de los años ’90 empecé a buscar datos a investigar, a leer toda la bibliografía sobre revistas y diarios y corroboré que el período donde el papel se impone sobre la radio y la tele es el del ’55 al ’76. Porque por ejemplo las radios importantes las manejaba el Estado y tenías que ser oficialista para estar en una y la TV todavía era algo marginal.
-Sacando el simbolismo del papel, ¿esos 21 años fueron los más importantes, en cuanto a cantidad de publicaciones o a la importancia que tenían?
-Cantidad de títulos, tirada y la venta que tenían. Después del golpe del ’55, del peronismo sobreviven dos publicaciones: De Frente (de John William Cooke) y El Líder, que era el periódico de la CGT. Sobreviven dos meses, ¿pero por qué? Porque tenían una tirada promedio de 500 mil ejemplares. Era una locura. El Líder salía todas las mañanas y había cola en los kioscos para llevarla. De Frente era una revista mediana del mercado, pero después de septiembre del ’55 se agotaba en los kioscos. Entonces la (autodenominada Revolución) Libertadora toma nota de eso y en noviembre cuando sube la parte más dura, con (Pedro) Aramburu, lo primero que hacen es clausurar, poner presos a todos los Del Frente y allanar donde se hacía El Líder.
-¿Hasta el ’55 no había tantas publicaciones partidarias?
-No había de tanta calidad ni cantidad. Había publicaciones de calidad de editoriales como Haynes. El tema es que el peronismo también tenía un férreo control sobre la prensa. Entonces había publicaciones partidarias de la oposición que eran muy marginales. En septiembre del ’55 explota porque el peronismo que había tenido una prensa bastante mediocre del ’45 al ’55 empieza a tener una riqueza inusitada; empiezan a florecer periódicos de la resistencia, revistas culturales hechas a mimeógrafo, por todos lados. Y empiezan a tener tirada. Aunque Peuser y Haynes hacían muy buenas publicaciones oficialistas había una mediocridad instalada salvo algunas excepciones como una revista cultural que se llamaba Continente. Y desde la izquierda también. Contorno, si se la analiza bien, empieza como una revista que no dice nada antes del ’55, y los últimos números después del ’55 es la conformación de la nueva izquierda…
-Lo que se desprende del libro es que el peronismo fue el que más publicaciones aportó en ese período…
-Es que todo giraba sobre si Perón vuelve o no. También hay un fenómeno importante con la cantidad de publicaciones sindicales. Hasta hoy cuando se estudia ese período se dice el Partido Comunista sacaba por rama…. y no: todo el mundo hacía revistas, pero el peronismo fue el que más aportó…
-¿Y a qué lo adjudicas?
-A la cantidad de orientaciones del peronismo y a toda la mística que se creó alrededor de la resistencia peronista. Todos los grupos intentaban sacar un periódico. En el libro cuento muchas anécdotas como en Rosario que Nora Lagos -la biznieta del fundador del diario más importante, La Capital, que estaba metida en la resistencia de peronista y por eso la familia la considera la maldita- contaba que todos los días aparecían viejitas dando la alcancía para poder sacar la revista y se vendían, se sostenían por la venta…
-¿Entonces la cantidad de publicaciones se relaciona con la jerarquía que tenía la palabra escrita en ese época?
-Sí, era fundamental. Incluso cualquier pavada que salía en una publicación rebotaba por todos lados.
-¿Y después del ’76?
-Después se nota que no tiene nada que ver con lo de Onganía y Guido, porque ahí sí hay un control férreo de las publicaciones; se clausuran e intervienen todas, sobreviven muy poquitas e incluso los que se oponen a la dictadura militar como Evita Montonera es absolutamente marginal, el nivel de represión fue tan alto que ahí hubo un corte abrupto, no hay más revistas ni siquiera con algún pensamiento crítico como por ejemplo Cuestionario de Rodolfo Terragno que era muy buena revista, las van eliminando una por una. Cuestionario sobrevive hasta junio del ’76 y Crisis hasta agosto.
-¿Y al regresar la democracia qué ocurre?
-Explota de nuevo la cantidad, pero ya no ejercen sobre la realidad argentina una presión como en el período anterior porque de hecho en el ’78 empieza la televisión color y ya desde la década del ’70 la televisión pasó a ser prioritaria, la radio también; aparecen las FM. Ya no es más el poder de la palabra escrita. Tiene su importancia, su relativa importancia, pero ya no en forma contundente como del ’55 al ’76.
-En el ’90 comprás estas colecciones, ¿pero cuándo encarás el libro?
-Desde la década del ’90 empiezo a comprar estas grandes colecciones y ya a mediados de los ’90, armando este rompecabezas, delimito  el período y ahí tuve un par de maestros, uno de ellos fue Washington Pereyra -autor de cuatro tomos muy importantes sobre las revistas literarias de la Argentina porque es el mayor coleccionista de revistas literarias-. Él no analiza cada revista, pero yo preferí hacerlo. Por eso me llevó más de 20 años hacer entrevistas orales, investigar seudónimos, porque muchas publicaciones no tenían firma ni director por la represión, eran clandestinas; consultar  colecciones privadas, hemerotecas, bibliotecas populares y recorrí todo el país.
-¿En la Argentina está bien cuidado el archivo de publicaciones?
-No, es un desastre. Encontré muy poco en todo el país. Ahora la Biblioteca Nacional, con la gestión de Horacio González, está dándole una vuelta de tuerca a eso.
-¿Por qué?
-Se ha robado mucho, en principio. Y también tiene que ver con esta lógica de golpes militares que arrasaron con todo. Además cómo vas a tener una revista trotskista o maoísta en una biblioteca de tu ciudad o la Biblioteca nacional, no existe. Recién ahora hay un replanteo y se compraron muchas colecciones importantes como la de (el periodista Rogelio) García Lupo… Pero las mejores son de coleccionistas privados. Hay coleccionistas de todos, de revistas específicas, trotskistas. Y también hubo revistas que estuve años y años buscándola y encontré de casualidad…
-¿Por ejemplo?
-Un puestero del Parque Rivadavia un día recibe una bolsa de basura negra tipo consorcio de un tipo que se la deja por unos mangos. Entonces me dice «mirá lo que acaba de llegar». Y le propuse cerrá la bolsa y hagamos a ojo cerrado. «¿Cuánto querés sin mirarlo? ¿Mil (que serían cinco mil de ahora)? Bueno dale». Me fui al cajero y me vine en bicicleta con la bolsa y cuando la abrí no lo podía creer. Estaba la colección completa de Azul y blanco de (Fernando) Sánchez Sorondo, un semanario fundamental del nacionalismo argentino y Línea Dura, que la dirigía una poeta muy importante, María Granata. La revista es muy famosa, de la época del ’55 al ’58 y respondía a las órdenes directas de John William Cooke…
-¿Cuándo dijiste basta?
-Hace como un año muchos libreros viejos me aconsejaron cortarla porque me decían que siempre iba a encontrar a alguien que me iba a dar algo nuevo. De hecho desde que cerré el libro hasta ahora encontré entre 42 y 50 publicaciones o datos nuevos. Es un libro que va a estar en constante actualización. El año pasado Roberto Baschetti, a quien conozco hace 20 años porque es un gran archivista y coleccionista, me dijo de ir a verlo a Horacio González. Y entonces le presenté el proyecto. Fui con las fotocopias y pasó algo muy loco porque Horacio empieza a ver las fotocopias, se abstrae y empieza a hablar solo y dice «porque nosotros en la facultad repartíamos una revistita, muy poco importante, pero que tenía la discusión entre católicos y marxistas»… De casualidad había llevado las fotocopias de la A a la D y estaba. Se llamaba Discusión. Y dice «esto lo tiene que editar la Biblioteca», y lo llama al de publicaciones, Sebastián Scolnik.
-¿Este libro para quién es?
-Es un libro de referencia para investigadores del período 55-76. Lo que he leído estos años es que cuando se analiza ese período, terminás en tres o cuatro publicaciones (El descamisado, La causa peronista, La rosa blindada) y no es así. Este libro demuestra que salieron cientos y cientos de publicaciones. Y que discutían mano a mano con esas publicaciones. Es un desafío.
-¿No falta bibliografía de publicaciones periódicas?
-Sí, pero porque la Argentina no tiene tradición de archivo y no tenés dónde consultar. No hay buenos archivos, por la inestabilidad democrática en el siglo XX. Incluso el libro de (Carlos) Ulanovsky (Paren las rotativas) tiene pocos datos concretos. En las grandes hemerotecas las colecciones de diarios, que es algo muy simple, no están completas.
-¿La mejor manera de analizar una publicación es con lo que digan los hacedores o viendo la colección completa?
-Todos los que hablan sobre las publicaciones en general dicen cosas que nunca coincide cuando vas a la publicación. Muchas veces repiten lo que está en el libro de Ulanovsky y con esto descubrí que cuando se habla de tal revista se falla muchísimo, incluso en investigaciones importantísimas.
-¿Cómo ves el periodismo papel ahora?
-Las discusiones políticas e ideológicas de hoy no tienen la consistencia y estructura de antes, que se leía más. Entonces hay menos lectura y las discusiones son mucho menos densas. Colecciono todas las publicaciones del kirchnerismo y no hay ningún tipo de discusión de nada. Sólo alabanzas, fotos, reportajes, no se discute ni se debate nada. Me pasa lo mismo con las de la izquierda, son todas consignas.

Publicado en Tiempo Argentino
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