Diego Capusotto: “Preferimos estar con el imperio y no con los intermediarios”

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La noticia de que Peter Capusotto y sus videos no seguiría en la TV Pública se conoció en abril, y sus hacedores salieron enseguida a aclarar que no los habían despedido sino que había sido su decisión dejar la pantalla estatal. Pero eso no significó el final del programa que desmitificó al rock (y un poco a la política) entre carcajadas: el lunes a las 23, el ciclo estrenará su undécima temporada a través de TNT. Además de algunas repeticiones en esa pantalla (viernes a la medianoche y lunes siguiente después del episodio nuevo), los capítulos podrán verse por TBS (miércoles a las 23 y sábados a la medianoche), otra señal de la multinacional Turner, donde ya se emitían las temporadas pasadas. “Tal vez los espectadores están más acostumbrados a tener una hora por envío y ahora iremos de media hora”, adelanta el actor Diego Capusotto, la cara del programa. “Todavía tenemos cosas para decir, encuentros con Pedro (Saborido, director) que terminan depositándose en el contenido de este programa. Hay ideas y pareceres que tienen que ver con las coyunturas, con lo que pasa, con lo que se nos ocurre y tenemos ganas de decir ahora”.

–¿O sea que no están condicionados por el hecho de que ahora el programa se transmita por una señal que en su feed HD llega a toda la región?

–No, incluso hasta se podría suponer que el programa podría perderse en ese escenario, frente a una pantalla más a habitual para la gente como Canal 7 o cualquier otra señal de aire. De cualquier manera, nuestra intención no es sumar más público. La gente se sumará o no si quiere. Tener mayor audiencia no es una decisión propia.

–¿Por qué decidieron irse de Canal 7?

–Porque, tras las elecciones, las nuevas autoridades llegaron el febrero o marzo, y nosotros no íbamos a esperar hasta esa fecha para decidir. La coyuntura política hizo que diera por finalizada la etapa de seguir siendo parte de Canal 7.

–Pero, ¿hubieran sido parte de la pantalla bajo gestión de Cambiemos?

–No, creo que no. Preferimos estar directamente con el imperio antes que con los intermediarios (risas). Lo digo para a aquel que pueda encontrar una contradicción: sí, claro, es la contradicción entre un capitalismo más distributivo y otro que no lo es, como esto que pasa ahora. Pero sí es cierto que a nosotros no nos echaron del canal, por eso salimos a decirlo. No queríamos victimizarnos, que es algo que al argentino le encanta. Por otro lado, no creo que sea la política del gobierno echarte como en los ‘70, diciéndote “acá ni se les ocurra, chicos, porque tengo a los muchachos afuera”.

–Sin embargo, tal vez no en esos términos, pero hubo despidos en los medios públicos de periodistas a los que les cuesta encontrar espacios de trabajo.

–Sí, pero en términos estrictamente políticos. No lo hicieron con un ciclo de humor. No lo ven como “el humor irreverente que viene a destaparnos la estafa”. Al contrario, abren el juego en ese rubro. En el gobierno están los cadáveres de los ‘80, que fumaban porro o tomaban merca, iban al cine y al teatro, y ahora están indignados… Los cadáveres de los ‘80 son los que se convirtieron en sus padres. Lopérfido, por ejemplo, que dijo que los artistas no hablen de política… ¡Como si Lopérfido fuera Napoleón! Es como un tío enojado diciéndote que no hables de política porque sos joven y no entendés nada…

–Entonces prefirieron directamente el imperio…

–Preferimos estar en una pantalla en el que el programa se emite desde hace seis años, con la diferencia de que ahora se van a ver los capítulos estreno. Nunca nadie nos planteó la contradicción de avalar un escenario nacional y popular y que el programa se vea a través de una multinacional. Uno aprovecha los medios para expresar lo que tiene para decir, simplemente. Era una cuestión natural irse de la TV Pública y llegar a un canal en el que ya se estaba pasando el programa.

–El fin de ciclo en la TV Pública, tras el cambio de gobierno, ¿les hizo replantear la continuidad del programa?

–No. El programa no es rehén de la coyuntura política; tiene más que ver con nuestros propios deseos de seguir involucrados. A veces tiene que ver con que no se nos ocurre otra cosa… Puede que los programas no sólo continúen por voluntad sino también porque no se te ocurrió otra cosa. Incluso, porque estás cómodo en la fiesta. Inventar otra cosa no es fácil, a lo mejor no te da la cabeza o no tenés ganas de hacerlo…

–Es raro escuchar esa sinceridad en un artista. Por lo general, casi todos dicen que tienen “muchísimos proyectos”.

–No, yo no tengo muchísimos proyectos: tengo éste, nada más. Alguna vez tuve una idea de un programa, hace como diez años, pero que nunca salió de ahí. Y tampoco es muy original. Ya se hizo, sólo que lo haríamos con una mirada muy particular. Es una idea alrededor de cómo sería para nosotros recorrer la Argentina. ¿Qué Argentina recorreríamos? ¿Qué mostraríamos? Alguna vez lo haremos… o no. Una de las condiciones para que Peter… continúe es que cuando terminamos el ciclo nos deben quedar unas diez o quince ideas que no se hicieron. Eso nos incentiva para regresar. Muchas veces, uno continúa con el programa por las ganas de seguir ligado en una especie de cofradía amorosa con la “banda” que hace el programa. A mí siempre me gustó el sentido de “banda” frente al mundo.

–¿Por qué?

–Me atrae esa idea de diez tipos que quieren tomar el poder y finalmente son asesinados. Me gusta pensar la vida en función de ser parte de una banda. No pienso la vida en función de una comunión con el mundo. No tengo ninguna comunión con el mundo porque más de la mitad del mundo me parece una verga. Por eso me gusta ser parte de una banda que se enfrenta a eso que se nos viene encima, que nos aplasta. Eso que sigue circulando amorosamente dentro de una banda, más el hecho de que no se nos ocurre otra cosa, justifica la continuidad del programa. Después, hay algo que puede pasar es que, ante la nueva coyuntura política, el programa genere otro interés en la gente, sobre qué vamos a decir respecto a un contexto diferente, que nos coloca en un lugar de emisor diferente al que teníamos.

–Sobre todo en la resignificación que adquieren algunos personajes, en relación a la coyuntura política.

–Así como Bombita Rodríguez podía tener una relevancia en el gobierno anterior, hoy tal vez no la tenga tanto. Salvo que haga una suerte de Volver al futuro, como quiere hacer Pedro. Y, por el contrario, Micky Vainilla a lo mejor tiene mayor incidencia hoy. La coyuntura nos empuja a la necesidad de decir algo frente a lo que nos pasa, aunque tenemos espacios de fuga. A Nicolino Roche, por ejemplo, no le importa la coyuntura política: vive en su propio mundo. Tampoco hacemos un programa con el diario o la noticia del día. De hecho, muchos personajes que hacemos con una intencionalidad política empiezan a tomar otras en función de la actualidad, como Juan Domingo Perdón: no lo hicimos por Macri, pero Macri está ahí, claramente. Pero además es un juego de palabras que nos gusta… Y después aparecen estos hijos de puta, que siempre terminan haciendo de “el buen demócrata”. No hay nada más artificial y estafador que “el buen demócrata”, igual que el “políticamente correcto”.

–Que siempre termina atentando contra las clases populares…

–Sí, porque el del “buen demócrata” no deja de ser un posicionamiento político frente a una mirada rehén. “Nosotros nos equivocamos y lo decimos, mientras los otros son impunes”. “Queremos establecer un diálogo con los ciudadanos”. Eso es falaz, porque es diálogo con el ciudadano mientras hacen negocio… ¡Cuanto más se habla de diálogo, más distancia ponen con el ciudadano! Otras estructuras políticas hablan de la redistribución del ingreso y, por lo tanto, tienen una responsabilidad mayor. Entonces, te aparece un cabeza como (José) López y agarrate, hermano, te tiró abajo todo lo hecho. Porque viene lo que dijo Daniel Santoro, que es el goce de aprovecharse de la circunstancia, que no es el goce democrático, el goce para todos, sino el goce de la acumulación de capital y de guardarla y guardarla. Claro, cuando la guardás abajo de un colchón tomando cocaína, no tenés retorno. Viene un liberal y te dice que es lo que ellos están haciendo con el país hace años, pero más ordenado y con buena prensa. Si preguntan qué opino de José López, digo que es lo que vienen haciendo estos muchachos desde hace años pero con mejor prensa. Salvo que alguien piense que estamos en un Estado de bienestar y que la Argentina siempre fue socialdemócrata, casi como Suecia, y que vino el kirchnerismo y arruinó todo. El que cree eso, está viviendo en un mundo que yo no vi.

–¿Cree que mediáticamente la discusión se plantea en esos términos?

–¿Qué va a hacer el medio? Si no, tienen que decir que todos los días aumentan las cosas. Si cuando en el momento que estaban los macristas empezando a arrepentirse de haberlos votado aparece lo de López… Ya estaban todos queriendo matarlo. ¿Dónde aparece la estampita? Bueno, en (María Eugenia) Vidal, que tiene el aspecto de ser una piba que canta en un coro de colegio religioso. O en (Gabriela) Michetti, que es como una cosmetóloga de barrio diciendo “ayer me contaron que…”. Va a escribir un libro titulado Ayer me contaron: nunca lo vio, pero le contaron (risas). Está bien, con eso alcanza… Si te mandaste cagadas y perdiste, bancatelá. Te alcanza con el poder económico concentrado y una cosmetóloga.

–¿Y por qué cree que, si buena parte de la población sabía lo que iba a hacer Cambiemos, terminó ganando esa opción?

–Ese es el tema: no sé si todo el mundo sabía lo que iba a hacer. Creo, por otro lado, que hay un sector en la complejidad de la política que jugó un papel. Estos muchachos fueron a hablar con la gente cara a cara. Después de doce años, la propia dinámica y contradicción ante la disputa interna y los misiles que le mandaban los medios concentrados, hicieron que el kirchnerismo se encriptara en su propio discurso, empezando a abandonar a un sector de gente que fue aprovechado por los otros. Si hay alguien que está más o menos bien pero se empezó a hinchar las pelotas con Cristina (Fernández de Kirchner)… Porque, finalmente, el ciudadano que vota no hace una lectura del kirchnerismo y lo que resignifica… Para mucha gente, el kirchnerismo es Cristina, que me tiene los huevos llenos hablando en cadena nacional. Y la posibilidad del cambio siempre es interesante. La palabra “cambio” es como que te inviten el sábado a una fiesta en la que va a haber cerveza y putas (risas). La idea de cambio sexy es para bien, nunca para mal. Nadie te dijo que el cambio es para mal, porque no lo pensás, porque no querés pensarlo así. Nadie quería pensar en el 2001, ya pasó hace quince años. Entonces, apareció éste que lee libros orientales, que todo el tiempo habla del “aquí y ahora”, del “si sucede, conviene” y toda esa mierda inmunda… Todo el mundo cree que los cambios son para bien, que hay que olvidarse de lo malo y lo que viene siempre es mejor. Todo esto arengado por un chabón que grita “pobreza cero” y decís “listo”. Ahora, “pobreza cero” significa que no haya más pobres. ¿Existe un lugar en el mundo en el que no haya pobres?

–Y en un momento así, ¿qué importancia cobra el humor?

–Para nosotros el humor siempre tiene vitalidad.

–Pero hay formas incluso personales de reaccionar con el humor frente a la realidad.

–Sí, pero esa es una reacción natural que tiene el ser humano que necesita espacios de fuga de lo que ve, y antes de cagar a trompadas a alguien, ironiza sobre su condición y sobre lo que le pasa. Finalmente, eso no va a modificar el estado de las cosas. O, a lo mejor, parte de una gran resistencia son elementos o nichos humorísticos referidos al estado de las cosas. Y también al cómo se dice, porque no basta con hacer humor.

–Ustedes no hacen humor político, pero hay una ideología en el programa.

–Sí, y usamos la burla como mecanismo para expresarla. Hay una forma de mirar el mundo, que puede ser desesperanzadora o un hermoso punto de fuga a un refugio. O simplemente porque la risa es una emoción necesaria que sale naturalmente. No hay una predisposición ni técnica ni ideológica para vincularte a algo festivo. Y no necesariamente es producto de una coyuntura política, como si te llamara a enfrentarte a través de los mecanismos del humor a una realidad agobiante… No es nuestro caso. De hecho, cuando arrancó este programa, la idea era hacer un ciclo en relación a la cultura rock. Después, el rock pasó a ser una excusa y el ciclo se empezó a redireccionar hacia otros lugares. Obviamente que lo ideológico está presente porque la coyuntura política nos atraviesa. A nosotros no nos gusta el mundo y simplemente queremos que la gente se entere.

Publicado en Página 12

«Trabajamos desde el horror de no poder ser artistas»

El segundo semestre llegó en forma de farsa, pero por lo menos también tendrá dosis semanales de humor corrosivo. Peter Capusotto y sus videos estrena su 11ª temporada por nuevo canal y con algunos cambios en el formato. Diego Capusotto y Pedro Saborido relanzan la saga que marcó y sigue marcando una parte de la cultura argentina con nuevos personajes, clásicos y sin videos. El misterio comenzará a develarse mañana a las 23 hs. por la señal de cable TNT. «Ante la imposibilidad manifiesta de un capitalismo humanista, reclamamos la vuelta del Muro de Berlín. Por eso convocamos a Donald Trump y (Vladimir) Putin. A Macri no porque no creemos en los intermediarios. Esa será una de las ideas que atravesarán toda la temporada», explica el actor.
Una charla con Diego Capusotto es un viaje de ida. No sólo por su intensidad, desarrollos de largo aliento, juegos de palabras y tendencia crónica a la asociación. El asunto más determinante pasa por los efectos que genera en su interlocutor. La mayoría de los mortales, está comprobado científicamente, no conoce al ex Cha Cha Cha y Todo por 2 pesos personalmente. Por eso un encuentro resulta –inevitablemente– atravesado por su obra y su imaginario. Capusotto habla, la mente escucha, observa y asocia palabras con Bombita, gestos con Violencia Rivas, evocaciones con Micky Vainilla. No se trata de que el actor padezca de trastornos de personalidad. Es la mente ya formateada del escucha. Con el paso de los minutos este mecanismo inconsciente cede y comienza la entrevista.
–¿Cómo va a ser la nueva temporada del programa? 
–Vaya a saber. Nosotros vamos teniendo ideas, las discutimos, las concretamos y después viene la neurosis: ¿esto es gracioso o es una mierda? Por momentos pensás una cosa y en otros, lo contrario. Pero no tiene que ver con que «los artistas trabajamos desde los horizontes más profundos de nuestra propia desnudez y fragilidad». Nosotros trabajamos desde el horror. Desde el horror de no poder ser artistas. Empezaremos a tener una idea más clara de si la nueva temporada está buena o no tanto, en la medida que veamos el programa al aire, con un poquito más de distancia.
–¿Qué cambia que el programa se emita por  TNT?
–Vamos a salir los lunes a las 23 por TNT, en la semana lo van a repetir por TBS y lo que está confirmado es que también se va a emitir por TN con la presentación especial de Marcelo Bonelli (risas). El formato va a cambiar. El programa va a durar 30′ y no va a tener videos. La duración fue una propuesta del canal y nos gustó. Me parece que favorece que el programa circule más rápido y a lo mejor sea más contundente. Vamos a grabar 24 programas. Marcelo Iconomidis, la persona que se encargaba de los videos, ahora va a sumar misceláneas del rock que se pueden articular con lo ficcional. Eso todavía no lo vi.
–¿Por qué decidieron irse de la TV Pública?
–No nos quedó otra, negrito. ¡Nos balearon la casa! Tanto a mí como a Saborido. Y nosotros respondimos cómo se tiene que hacer en estos casos: con armas de fuego. Les dijimos «nosotros somos boleta, pero alguno nos vamos a llevar» (risas). No. No hay ninguna historia complicada. Algo adelantamos en un comunicado. Tomamos la decisión ante la incertidumbre del balotaje y que no sabíamos si iban a seguir las mismas autoridades con las que veníamos trabajando. No podíamos sentarnos en marzo, cuando asumieron los directivos de esta administración, para ver si seguíamos en Canal  7 o no. Ellos nos llamaron para que nos reuniéramos, pero les contamos que ya estaba todo cerrado con TNT. Fue recalar en un lugar donde ya nos conocían –se emitían programas viejos por TBS–. Incluso nos gusta mucho el sistema de repeticiones a la madruga. Es mi público favorito. Suelo llamar a la gente a esa hora para hacerles preguntas: «Hola, señora, ¿Está viendo el programa? ¿Cómo se siente ahora que todos somos liberales pobres? ¿Está teniendo un rato de sano esparcimiento? ¿O sólo se van a esparcir sus cenizas cuando muera?» (risas).
–¿En algún momento se les cruzó por la cabeza terminar el programa?
–Sí. Con Cha Cha Cha o Todo por 2 pesos en su momento sentimos que algo se desgastó. Que habíamos perdido la frescura. Por eso emprendimos otras cosas. Por eso también con Peter Capusotto y sus videos siempre hacemos una cantidad acotada de programas por año. Vamos contra la lógica del capitalismo, pero nos gusta así. Quizás este sea el último año del programa. Quizás lo pongamos en pausa para no sentir que no existe más.  Llegará ese momento y no será fácil. Pero habrá otras cosas. Es la vida.
–¿Qué podés contar de los personajes nuevos? 
–Tratamos de no contar para que las personas que vean el programa no pierdan la sorpresa. Incluso algunos personajes no tienen los nombres definitivos. Te puedo contar que la idea de la añoranza al Muro de Berlín va atravesar todo el ciclo. También el concepto, que viene de nuestro libro, de que el rock es un invento del capitalismo para contrarrestar al comunismo. Descubrimos que los Rolling Stones son agentes de la CIA. Vamos a tener charlas muy interesantes entre Jagger y Richards. También vamos a tener a la Senilcienta, una historia desgarradora de una joven con problemas neurológicos degenerativos. Creo que llegamos a 22 personajes nuevos.
–¿Y los clásicos?
–Van a aparecer dos o tres. Micky, Violencia, quizás Bombita en Volver al Futuro. Son personajes que van más allá de todo, aunque este es un tiempo muy Micky. Pero van a aparecer poco. Nosotros necesitamos a los personajes nuevos y creo que el programa y la gente también.
La vida, Macri, los bolsos.
Capusotto no es un vendedor de ¡Llame Ya! No es ingenuo, sabe que una entrevista colabora a divulgar la nueva temporada del programa y por eso las otorga. Pero no le interesa transformar el encuentro en un catálogo de ventas. Sus obsesiones –la política, la vida y el rock– surgen con naturalidad y casi sin preguntas.
–Desgraciadamente no creo en las estructuras políticas impolutas. No se trata de “Ay, lamento muuuuucho lo que sucedió con López. Cómo pudo suceder algo tan tremendo. Estoy desilusionado. Jamás imagine que pudiera haber un López en el kirchnerismo”. ¿Pero donde vivís? Eso se llama llegaste a la política hace dos días. Andate a recolectar mandarinas a Woodstock. No me gusta. Pero pasa. Lo que más lamento es que los verdaderos depredadores se anoten un poroto. Que son los que tienen la guita afuera. Uno simpatiza con muchas medidas de un modelo y sabe que jamás se sentaría en la mesa con el bloque antagonista que es el poder real, el mismo que enfrentó a Perón. La escena de López es inconmensurable. Los bolsos, el convento, la abogada, el pedido de cocaína… ¡Sólo le faltó una muñeca inflable y una zanahoria en el orto! Todo eso mientras hasta la señora gorda que a Cristina le decía yegua empezaba a decir “pero este es un conchudo” por el aumento de las tarifas. También había saltado que el Papa le había rechazado una donación al Gobierno.
–¿Te sorprendieron la agresividad y rapidez de las medidas fundamentales del macrismo?
–No. ¿Cómo me va a sorprender Macri? Me parece que aprovecharon que el kirchnerismo encriptó mucho el discurso en un sector y otro quedó afuera o no le llegó.  Igualmente, se perdió por solo dos puntos… Los cambios abruptos son difíciles. A veces permiten que te caguen bien a trompadas y no puedas reaccionar. Pero en algún momento la gente se cansa. No olviden que los pueblos se dejan, pero al tiempo te acusan de violación y ahí empiezan los problemas. Ahora la patria no es el otro: la patria es el ogro. Veremos. El traslado de ingresos y derechos de los que menos tienen a los que más poderosos fue y seguramente será tan categórico que quizás no se necesite más que cuatro años de macrismo.
–¿Cómo sería eso?
–Claro. No es una opinión sólo mía. Si la disputa con el kirchnerismo está resuelta, quizás les alcance con Massa o Urtubey o cualquier otro conservador con ecos peronistas para dar más tranquilidad. Total lo estructural ya estaría resuelto. Uno se pone grande y más escéptico. Yo creo que todo vuelve. Lo bueno y lo malo. Pero a lo bueno le cuesta más. Se va a necesitar aprender de los errores y ser más específico a la hora de reconocerlos.
–¿Te preocupa la vejez?
–Claro. A los 50 no podés volver atrás, pero tenés cierta vitalidad. Te empiezan a pasar cosas que no tenías en los planes y le pasan a todo el mundo. ¿Pero qué hacés a los 80? Es inexorable volverse un viejo choto. Supongo que ante ese escenario es mejor convertirse en un viejo loco. Suena más cálido. Te hacés un viejo loco cuando confrontás cada vez más. Cuando sos más grande comenzás a anticipar las jugadas y tenés menos paciencia. Te das cuenta de que hay más gente pelotuda. Pero ojo: hay que estar atento a no convertirse en uno. «

Messi y la argentinidad

Futbolero apasionado, hincha fanático de Racing, Capusotto no podía dejar de hablar sobre la final de la Copa América que desembocó en la renuncia de Messi a la Selección.

–¿Qué sensación te dejó la derrota por penales y la renuncia? 

–No fue muy divertido. Todos tenemos esa cosa futbolera y no nos gusta la derrota. Y están esas cosas casi de literatura maldita: uno que se lesiona en tres finales, otro que pierde tres definiciones en las tres finales y el héroe que desvía el penal y se carga la derrota… En algún momento me pareció ver a Messi desprenderse del juego colectivo. Lo percibí intentando jugadas heroicas en tres o cuatro oportunidades. Quizá tratando de encontrar la jugada que lo resignifique para los argentinos, casi en relación a Maradona. No sé. Quizá tratando de asumir un rol casi como el del mejor Maradona. Es algo que lo puede hacer porque es un crack, pero no siempre sale. Me pareció que sentía la necesidad compulsiva de salvar al equipo solo. Pero no hay que olvidarse que la Selección no es el Barcelona. Barcelona no depende de Messi, Argentina sí. El Barça tiene a Iniesta y delanteros increíbles. Al menos cuatro jugadores que te pueden ganar un partido. Nosotros no contamos con tantas variantes. Y después está todo lo que excede al partido. Ese tema de la argentinidad exacerbada que pretende y demanda que Messi le solucione todos sus huecos existenciales. En esa línea de pensamiento Messi debería trabajar para la felicidad de todos. Son cargas demasiado grandes que superan largamente el fútbol. No es sencillo. Le dicen todo el tiempo que es el mejor jugador de mundo, pero no le perdonan nada. Hasta el mejor jugador del mundo puede errar un penal o tener un mal día.

Sin pasta de youtubers

Vivimos en plena era de los youtubers, esos adolescentes que se hacen millonarios con sus filmaciones y los negocios afines que generan. Peter Capusotto y sus videos tiene una enorme exposición en Youtube. Entonces…

–Hicimos un reclamo para que nos den lo que nos corresponde. Habíamos llegado a un acuerdo y el dinero lo estaba cuidando el señor López. Pero aparentemente hubo un problema en un revoleo, un convento… No entendí bien (risas). Hicimos gestiones para ver como cobrar derechos o lo que corresponda. Pero nunca llegaron a buen puerto. Evidentemente no tenemos pasta de youtubers. Tampoco se puede ser humorista y empresario. Salvo algunos políticos, pero a la larga ya no te hacen reír tanto (risas). Nos parece bien que la gente también vea el programa o fragmentos por Youtube. Cuando nosotros éramos chicos veías un programa tal día y a tal hora o te lo perdías para siempre. Ahora hay más posibilidades.

Publicado en Tiempo Argentino
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