Borges e Yrigoyen, una relación olvidada

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«Razonar esta convicción de yrigoyenista es empresa fácil. Equivale a pensar ante los demás lo que ya ha pensado mi pecho. Yrigoyen es la continuidad argentina. Es el caballero porteño que supo de las vehemencias del alsinismo y de la patriada grande del Parque y que persiste en una casita (lugar que tiene clima de patria, hasta para los que no somos de él), pero es el que mejor se acuerda con profética y esperanzada memoria de nuestro porvenir. Es el caudillo que con autoridad de caudillo ha decretado la muerte inapelable de todo caudillismo; es el presente que, sin desmemoriarse del pasado y honrándose con él se hace porvenir. Esa voluntad de heroísmo, esa vocación cívica de Yrigoyen, ha sido administrada (válganos aquí la palabra) por una conducta que es lícito calificar de genial. El fácil y hereditario descubrimiento de los políticos era éste: la publicidad, la garrulidad, la franqueza, provoca simpatía. El de Yrigoyen es el reverso adivinatorio de aquel y es enunciable así: el recatado, el juramentado, el callado, es también simpático. Esa intuición ha bastado para salvarlo de las obligadas exhibiciones callejeras de la política. Yrigoyen, nobilísimo conspirador del Bien, no ha precisado ofrecernos otro espectáculo que le de su apasionado vivir, dedicado con fidelidad celosa a la Patria.»

Jorge Luis Borges, carta a Enrique y Raúl González Tuñon, Buenos Aires, marzo de 1928, del libro «Yrigoyen y la Gran Guerra» de Carlos Goñi Demarchi, José Seala y Germán W. Berraondo.


 

Por Horacio Raúl Campos

Jorge Luis Borges tuvo su etapa yrigoyenista, de la que después se arrepintió. Casi toda la crítica asegura que el autor de Ficcionestiene un período “criollista” y que abarca la década del veinte hasta mediados de la siguiente.

Allí está la clave de su fuerte adhesión a Hipólito Yrigoyen, que había asumido en la Presidencia en 1916,luego de una larga lucha política, cuyos líderes hunden sus raíces en lo profundo del siglo XIX.

El yrigoyenismo de Borges era también el de Arturo Jauretche y otros tantos escritores e intelectuales. El autor de Manual de Zonceras Argentinas (1968) y otros radicales yrigoyenistas conformaron en 1935 la agrupación FORJA, el popular grupo disidente del alvearismo de la UCR.

La patriada decente

Un año antes,en diciembre de 1933, los futuros forjistas habían protagonizado el levantamiento armado, en el que participan militares y civiles, y que Jauretche inmortaliza en el poema gauchesco El Paso de los Libres. Relato gaucho de la última revolución radical(diciembre de 1933) dicho por el paisano Julián Barrientos, que anduvo en ella. Tal es el nombre completo del poema.

Borges prologa ese libro de Jauretche y al empezar escribe: “La patriada (que no debe confundirse con el cuartelazo, prudente operación comercial de éxito seguro) es uno de los pocos rasgos decentes de la odiosa historia de América”.

En esas líneas está clara la postura del autor contra el golpe de Uriburu de 1930, que es aludido con “cuartelazo”. Lo mismo puede decirse de la oposición contundente que realiza entre “patriada decente” y “odiosa historia de América”.

El “cuartelazo”, por tanto, está ubicado en el último de los polos de la disyuntiva. Se trata del golpe de Estado contra Yrigoyen, en 1930, que da lugar a la apertura de la Década Infame, como la definió el historiador tucumano José Luis Torres.

El prólogo es elogioso y se encuentran también aspectos para asegurar que allí está prefigurado, como en parte de su literatura del veinte, el proyecto narrativo posterior de Borges. El escrito dedicado a la obra de Jauretche es otra prueba más de que andaban políticamente muy cerca.

Está allí el famoso tema del coraje, que se halla en textos borgeanos. Plena de realismo político y social, esa escritura destaca los versos jauretcheanos relacionados con el coraje, como también el papel de un personaje real de la poesía y la del autor del poema gauchesco.

La decisiva militancia de Borges a favor de Yrigoyen, por tanto, de ninguna manera configura una conducta aislada, sino que está acompañada por varios escritores, entre ellos Marechal, y se corresponde con lo que escribió en ese período.

Borges escribe después en ese prólogo: “El fracaso previsto y verosímil borra los contactos de la patriada con las operaciones militares, sólo atentas a las victorias, y la aproxima al duelo, que excluye enteramente las ideas de ganar o perder. Ya lo dice Jauretche, en una de sus estrofas más firmes: ‘En cambio murió Ramón / jugando a risa la herida: / siendo grande la ocasión / lo de menos es la vida’”.

El elogio final del poema lo realiza al asegurar que la obra está en línea con la tradición de Hilario Ascasubi y José Hernández. Borges después radicaliza el cambio y desconoce ese poema, al autor y niega el prólogo, como así también otros libros del veinte.

Por tanto, Borges escribe un fervoroso prólogo que es también una reivindicación del levantamiento radical cívico militar del 29 de diciembre de 1933, duramente reprimido por las tropas del gobierno fraudulento del general pro yanqui Agustín P. Justo. Ese levantamiento estuvo encabezado por el coronel Roberto Boch, en la zona homónima del título del poema de Jauretche.

Una invitación

Forja se constituye el 29 de junio de 1935, y en 1945 se disuelve porque sus miembros se suman al peronismo. Según Ricardo Piglia, los forjistas lo invitaron a Borges a integrar esa agrupación, pero el autor de El tamaño de mi esperanza rechaza el convite, quizás porque ya había decidido el cambio.

Los que invitan son yrigoyenistas. Como Borges no conocía personalmente a Jauretche, entonces, es Homero Manzi, amigo del autor de ‘Sur’, quien produce el intento de acercamiento.

A Piglia le preguntan en Cuardernos de Recienvenido, en 1999:

Respecto al Borges ‘populista’. Él acompaña el yrigoyenismo hasta que se da una bifurcación. ¿Cómo fue eso?

Hay un momento de viraje hacia fines de la década del 30. Antes de eso, hay dos o tres datos muy divertidos. En 1927 o 1928 se da la formación del comité de intelectuales jóvenes de apoyo a Yrigoyen donde están Borges, Marechal, González Tuñón, Girondo, incluso Macedonio creo, y ese comité de hecho es el que rompe y liquida Martín Fierro, porque la dirección de la revista publica una declaración para desvincularse de ese comité y entonces Borges renuncia. Eso es en 1928, y después, en 1934 o 1935, Homero Manzi lo invita a Borges a integrarse a Forja, pero no acepta.

¡Ah! ¿Fue invitado?

Sí. Y que se les haya ocurrido invitarlo prueba que en esos años era verosímil que Borges andaba cerca.

Bibliografía

Arturo Jauretche, El paso de los Libres, Buenos Aires, Corregidor, 1992, p.23. Prólogo de Jorge Luis Borges. La primera edición es de la Editorial La Boina Blanca, 1934.

RicardoPiglia, ‘Borges 100 años’, Cuadernos de Recienvenido, Universidad de San Paulo, Brasil, 1999. Disponible en internet junio 2016.

Publicado en AUNO – Agencia de Noticias de la Universidad de Lomas de Zamora
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