Resistencia en el Pacífico

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“Son más de 50 años de olvido estatal en el Pacífico”, precisan músicos y artistas cuando se les pregunta por un tiempo estimado en el que han pasado por necesidades básicas como un acueducto, agua potable, educación y servicio de salud dignos. El 16 de mayo la población se declaró en ‘Estado de emergencia económica, social y ambiental’ desde Buenaventura, Valle del Cauca. Días después, se unió a la protesta el departamento del Chocó y los habitantes de ciudades como Bogotá, Cali, Cartagena y Medellín mediante marchas diarias. También desembocó en movilizaciones en las que intervienen más de 114 colectivos oriundos de Buenaventura y Chocó, las zonas que más reclaman apoyo y diálogo serio con el Estado.

Luis Gilberto Murillo, Ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, ha sido enviado numerosas veces a Buenaventura para apaciguar futuras protestas. Sin embargo, un líder cultural que prefirió proteger su identidad declaró: “el Estado ha mandado al ministro de ambiente para que solucione todas las problemáticas. Para ellos es una estrategia mandar a un mensajero amistoso”. Aunque en los últimos días la población se ha reunido con representantes del gobierno, dicen aún no tener nada concertado entre las dos partes.

El puerto de Buenaventura es el canal comercial más importante de Colombia y en este momento están bloqueadas todas sus actividades industriales. Los mayores inversionistas están encabezados por la Sociedad Portuaria de Buenaventura y el grupo Harinera del Valle. Según la Cámara de Comercio de Buenaventura, más del 60% de las exportaciones son recibidas en ese lugar para luego ser repartidas por todo el país, lo que representa millonarias sumas de dinero que no resultan invertidas en el bienestar de la población.

Pero los bonaverenses no tienen que lidiar solo con la carencia de recursos básicos. El Sindicato de Defensores de los Derechos Humanos de la Defensoría del Pueblo declaró en esta oportunidad: “la intervención estatal en el Pacífico colombiano se ha centrado en imponer la militarización de la vida cotidiana de las personas que allí habitan. Además, se hacen presentes grupos armados ilegales en los territorios. Los esfuerzos contrainsurgentes llevaron a las élites regionales a promover la conformación de grupos paramilitares que hasta hoy realizan acciones armadas con el fin de sostener su control territorial y de paso el del modelo de desarrollo. Ad portas de la finalización de la guerra con las FARC-EP y el inicio de las conversaciones con el ELN, las perspectivas de paz se ven lejanas para esta región a causa de la persistencia del paramilitarismo”.

El papel de la cultura y la fuerza expresiva de la canción

Luego de los saqueos y revueltas del pasado 19 de mayo en Buenaventura, artistas y gestores culturales se agruparon para hacer la diferencia. “Los actos culturales atenúan la situación violenta. Este es el único medio que permite expresarnos”, dice Alexis Play, músico oriundo del Chocó. Asimismo, Álvaro Caicedo, líder y vocero cultural,aclara que el talento de los artistas y la importancia del reconocimiento de su cultura los condujo a la resistencia durante años. Cantos, bailes y arrullos son herramientas de cambio en un entorno de múltiples violencias. Bien lo explicó Alan Merriam en Antropología de la música cuando se refirió a la canción como un mecanismo de liberación: «los cantos proceden movimientos políticos y sociales; muy a menudo estos movimientos se expresan a través de la liberación del lenguaje -en la canción- y por la atracción que tienen para la opinión pública».

Figuras de la música del pacífico como Esteban Copete, Nidia Góngora y Begner Vásquez respondieron al olvido estatal a través de la música. Se reunieron el 23 de mayo para interpretar Cambio, una canción que quedará como una esperanza más. Entre el sonido de la marimba y las teclas del piano retumba su letra: “Nuestro pueblo ya no aguanta tanto. Soportamos la inclemencia por los siglos de los siglos, nuestros sueños e ilusiones van quedando en el olvido”. La canción termina con frases a diferentes voces masculinas y femeninas: “El pueblo resiste porque aún existe”, “Seguiremos cantando, seguiremos tocando por cambio”.

¿Cómo logra resistir la música y los actos culturales en una región tan golpeada por el olvido estatal?, Copete contesta a una sola voz: “nos reunimos en este pie de lucha haciendo presencia en este paro legítimo. Lo que pedimos no es nada del otro mundo, son condiciones básicas para vivir. Como artistas tratamos de aportar haciendo eco por medio de nuestra voz, nuestra identidad, nuestros seguidores y una muestra pacífica de lo que somos y seguiremos siendo”.

Publicado en Revista Arcadia
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