Hallan huellas del pasado Istmeño

1.083

Tras meses de excavación, la séptima tumba encontrada en el sitio arqueológico El Caño, en la provincia de Coclé, rindió nuevos hallazgos.

Cerca de 40 cuerpos y un surtido de 500 cerámicas han vuelto a poner sobre el tapete la relevancia del moldeado de la arcilla en las culturas ancestrales del istmo.

Para el arqueólogo e historiador del arte Carlos Mayo, quien junto a la arqueóloga y doctora en antropología americana, Julia Mayo, lidera esta investigación científica que la fu ndación El Caño realiza en el parque arqueológico, las cerámicas encontradas permiten entender más sobre los coclé, antiguos residentes de esa zona del distrito de Natá, en la provincia de Coclé.

Mayo explica que la exploración del sepulcro, bautizado como T7, se inició en 2014 con la excavación de los primeros depósitos de ofrendas.

En enero de este año, el grupo científico profundizó el trabajo escarbando unos metros más donde se encontraron nuevos hallazgos.

La fosa se cerró a finales del mes de marzo, antes de que iniciara la estación lluviosa, para dar pie a una segunda fase que incluye la restauración y análisis científico de las piezas. Las cerámicas halladas muestran un alto nivel artesanal, en donde destacan elementos como la policromía y la ornamentación.

El repertorio, empero, está compuesto por objetos de distintos usos que Carlos Mayo califica como preámbulos de la historia panameña.

Centenares de vajillas de arcilla roja y cerámicas ornamentales conforman el nuevo acervo encontrado bajo la tierra, que Mayo espera que pueda contar la cronología de los yacimientos de El Caño y desvelar la historia de los que una vez fueron los guerreros de oro de Panamá.

RESTOS DE UNA SOCIEDAD SOFISTICADA

Para el arqueólogo e historiador del arte Carlos Mayo, la cerámica prehispánica de El Caño tiene un valor particular, por su capacidad de contar una historia a través del tiempo.

“Es un marcador cronológico muy bueno”, explica el coinvestigador del proyecto arqueológico de la fundación El Caño, quien asegura que con ella es posible conocer “la cronología relativa de los yacimientos, sin la necesidad de hacer pruebas de datación radiométrica o de carbono 14”.

Son piezas que leen el tiempo, que sobresalen como testigos del estilo de vida y tecnología de una sociedad antigua, añade.

En el caso de los coclé, antiguos habitantes de la llanura aluvial del río Grande, los restos encontrados hasta la fecha los definen como “una sociedad bastante sofisticada”, afirma Mayo.

Los llamados “guerreros de oro” también eran grandes alfareros, continúa el arqueólogo, quien destaca sus habilidades en la policromía de vajillas y utensilios de cerámica y en la creación de tonalidades como el azul y el morado, “que difícilmente se encuentran en otras cerámicas de esa época”, señala.

ARTE Y SIMBOLOGÍA

Los coclé “eran grandes virtuosos en sus decoraciones”, opina Mayo, quien destaca los motivos geométricos y zoomorfos en exaltación quizás a la biodiversidad, como parte de su simbología compleja, que tampoco deja por fuera las representaciones religiosas.

En su estudio Estandarización en la cerámica prehispánica de El Caño, Panamá: especialización, productividad y consumo (2014), Mayo destaca otras características como la luminosidad, la uniformidad de las vasijas, el cromatismo y la riqueza temática y estilística, como signos evidentes de su destreza alfarera.

EL HOMBRE Y SUS PIEZAS

Las investigaciones que realiza la F undación El Caño en el Parque Arqueológico El Caño, con el aval del Instituto Nacional de Cultura, han reportado hallazgos desde 2009, que en un futuro próximo ayudarán a crear un perfil sobre los antiguos habitantes de esa zona.

Hay varios proyectos en camino, como la publicación próxima del libro Guerreros de oro con la Editorial del Caribe y la edición final del documental El Dorado de Panamá, con la productora española Wanda Films, que se espera finalizar para 2016.

Igualmente, se tiene prevista la programación de un sistema de divulgación en la web, con información y fotografías de las piezas halladas en cada tumba.

Por otro lado, la fundación contó este año con la visita de la televisora japonesa Tokyo Broadcasting System (TBS), que filmó parte del proceso de excavación para un programa educativo cuya transmisión será en el transcurso de este 2015.

A la fecha, más de mil piezas de cerámica sobresalen como parte notable de la exploración que se realiza en el complejo funerario, ubicado en el distrito de Natá, que por tantos años albergó los restos de los primeros coclesanos del istmo.

“Enterrar a los familiares junto con sus objetos y vajillas era costumbre tanto de humildes como de opulentes en este grupo”, agrega Mayo.

El número de recipientes y su calidad varían según la estirpe de cada individuo.

En su haber como arqueólogo, Mayo asegura que encontró algunas cerámicas de formas curiosas.

Entre muchas, destaca un recipiente pintado con un oso perezoso, “que nunca se había reportado en Coclé”, dice.

A diferencia de otras piezas, en donde destacan animales feroces, en esta vasija se representa un lado más dócil de la naturaleza, explica Mayo, quien agrega que aunque los coclé destacaron como guerreros, también hay evidencias de que tenían una faceta afable.

Asimismo, otras representaciones de animales como, por ejemplo, ñeques, iguanas y peces, se reportaban como habituales de su dieta diaria o como parte de su vida cotidiana.

La Prensa