Desde Guantánamo, libertad para la danza

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“Cuba es un país que danza por los cuatro costados”, esa y frases similares hemos escuchado a quienes pasan por esta isla y se unen a los cubanos en sus fiestas populares, disfrutan de espectáculos o simplemente salen a bailar en las noches habaneras.

No es raro encontrar un movimiento danzario, más o menos organizado, en muchas de las provincias del país, incluso en la más remota de todas. Guantánamo, a pesar de su lejanía geográfica de las principales plazas del circuito nacional, se ha convertido en un espacio impulsor del arte del cuerpo y los movimientos.

La provincia, con profunda ascendencia folclórica, ha desarrollado una tendencia hacia la creación moderna y contemporánea, con presupuestos estéticos novedosos, acercándose a problemáticas locales, nacionales y universales en sus coreografías, con una producción propia impresionante.

Entre las compañías a destacar dentro del panorama escénico guantanamero, una está de cumpleaños. Danza Libre, creada por la maestra estadounidense Elfriede Mahler, cumple 25 años de exitosa existencia.

El modo de hacer que implantó Mahler en su compañía no es un recio molde estético que compartimente los estilos. Supo escoger lo mejor de dos técnicas y establecer una simbiosis novedosa en su tiempo, con marcados acentos nacionalistas.

Es una compañía cuyo trabajo no tiene precedentes ni comparación. De lo folclórico ya estaba el trabajo del Conjunto Folclórico Nacional, de lo contemporáneo destacaba, por supuesto, Danza Contemporánea de Cuba y su estela de estrellas (Ramiro Guerra, Lorna Burdsall, Miguel Iglesias), pero nadie se había atrevido a fusionar con estilo ambos universos.

Con un repertorio de más de 70 coreografías, más de 30 en repertorio activo, Danza Libre es una de las compañías con mayor reconocimiento a nivel nacional por la fuerza escénica de sus puestas, la proyección de sus músicos y bailarines, la versatilidad de los cuerpos, los movimientos y las piezas que presenta cada temporada.

Hay que decirlo: lástima que estén tan lejos de la capital del país, de los grandes escenarios, del público habanero. Lástima que solo una vez al año puedan realizar una puesta en escena en La Habana. ¡Lástima!, pues no existe forma alguna de que la danza en Cuba se pueda desarrollar con tan poco espacio de presentación.

La Habana es la capital, la que cuenta con la mayor infraestructura, la mayor cantidad de público; a donde llegan críticos, coreógrafos y espectadores de otras partes del mundo. Aunque se baile en casa todo el año, sabe a poco solo un temporada anual en la capital del país. Pero eso sucede no solo con Danza Libre, sino con todas las compañías del país, y es producto también de las limitaciones económicas. Esa es otra historia.

Uno de sus momentos de mayor crecimiento coreográfico y de desarrollo dentro y fuera de Cuba lo vivió la compañía guantanamera bajo la dirección del bailarín y coreógrafo, ya fallecido, Alfredo Velázquez, sucesor de Mahler.

Desde su fundación, el trabajo folclórico de la compañía no se limitó a las tradiciones africanas, sino que se nutrió de las influencias del folclor franco-haitiano (gagá, vodú, iliancé, polka, tumba francesa, etc.) en sus más diversos matices, siendo una de las fuentes principales del entrenamiento de bailarines y músicos. Además, incluyó tradiciones musicales campesinas de la región como el kiribá, el nengón y el changüí.

Pero la tradición no impidió la creación, la búsqueda, la transgresión de esquemas, de lenguajes, de estéticas. Sus bailarines son capaces de dominar un lenguaje corporal danzario tan amplio que pueden asumir con prestancia cualquier propuesta.

Danza Libre es, además, una importante gestor cultural para la provincia, pues desde el año 2007 es anfitriona del Encuentro de Maestros de Danza, un evento que ha trascendido las fronteras provinciales y nacionales para, a través de clases especializadas, talleres, clases magistrales, conferencias y actividades colaterales, reunir a prestigiosos bailarines, maestros y talleristas para desarrollar el arte danzario desde la base: la enseñanza.

Danza Libre vive hoy un nuevo comienzo. A sus 25 años, sus integrantes siguen el legado de los maestros (Mahler y Velázquez) pero no se sientan sobre lo ya hecho, sino que innovan y se cuestionan constantemente la creación para seguir, desde su pedacito de tierra allá por Guantánamo, regalando buena danza, libre y desde el corazón.

Cuba Contemporánea

 

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