Gael García Bernal: “En México tenemos un presidente imbécil»

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El actor cree que algún día, en una de esas, él también podría convertirse en político. Aquí se enoja hablando de los tecnócratas “sin sensación de Estado” que se han tomado los gobiernos y confiesa sus diarias contradicciones entre ser antisistémico o creer en el sistema para mejorarlo. También explica por qué nunca ha pagado por sexo.

-Has interpretado a personajes históricos como el Che, ahora a un detective que persigue a Neruda. ¿Interpretarías al Chapo Guzmán?
La verdad no he interpretado mucho a personas que hayan existido. El único fue el Che, que tiene una carga histórica tremenda pero por suerte la película ocurría cuando era “Ernesto”, antes de convertirse en el “Che”, entonces había mucha más cintura para interpretarlo. En cambio, la película de Soderbergh sobre el Che tiene un rigor histórico tremendo, muestra las cosas tal cual están en los diarios y está muy lograda, ¿pero qué mérito tiene hacer eso en una película? Quizás mucho, porque es complicado hacerlo, pero eso no significa que sea una buena película. Y en el caso de Neruda lo divertido es que, honrando el espíritu del poeta, lo que está haciendo Pablo es agarrar todos esos elementos de la realidad y perfeccionarlos en una especie de intertextualidad con la literatura, con el mundo de Neruda.

-¿Algo más libre?
Es como si Neruda supiera que está en una película. Él mismo como poeta apelaba a la fábula y al divertimento, y creo que ese es el estilo de película. Me imagino una cosa completamente sacada de la realidad.

-¿Sería más complicado interpretar a alguien como el Chapo Guzmán, entonces?
El Chapo es un personaje muy real, tan real que escapó dos veces… La verdad es que no sé a quién le puede llamar la atención hacer una película de esto.

Pero también existe toda la cultura popular que se ha creado alrededor de los narcos, en muchos países de Latinoamérica. ¿Harías el papel de un narco?
Leí algo que me pareció interesante y es que no hay que llamarles narcos, hay que llamarles mafiosos.

-¿Por qué?
Porque mafia abarca mucho más, es un poder fáctico está a la par de un político mafioso. Además, hay narcos mafiosos que se ganan una ruta de tráfico, pero el Chapo tiene un estructura gigantesca, insospechada, que está en todo el mundo. No sé, es un personaje que no tiene comparación con los demás. y se sabe poco de él.

-Cuando viste la fuga del Chapo en las noticias, ¿qué te pasó?
No me sorprendió, por este gobierno y por el nivel de impunidad tan alto que hay en México, como en muchas partes del mundo. La fuga del Chapo también nos hace pensar que los que terminan en la cárcel es porque no tienen esas ayudas. Es el pequeño ladrón, o el ladrón acusado injustamente. Y este gobierno además se colgó la medalla de la detención del Chapo –que no se sabe si fue pactada o no– como si fuese la solución a muchas cosas, siendo que el problema es de base, y por usar un lugar común, es de justicia social: aplicar políticas para el bien común en todos los niveles, y este gobierno no tiene idea. Es que es un poco impresionante, no tengo palabras porque me gana la rabia, me gana la desazón frente a estos tipos, digo ¡puta madre! Y ahora que tengo 36 años me tocó que estos tipos estén gobernando mi país. Ya han demostrado una incompetencia total, y una falta también de sensación de Estado. Porque si están ahí se supone que son estadistas, que creen en el Estado, pero no logran permear esa sensación con nuevas narrativas. Por eso ayer hablando de esta película decía: mira qué loco que en aquella época era muy aceptado que existieran poetas políticos, o que el político fuese poeta, un intelectual. El PRI se formó por personas así, se contaba con que hubiese gente muy preparada, y que tuvieran esa formación amplia, que no los convierte en tecnócratas, para poder elaborar políticas de largo recorrido, de identidad y creación de narrativa de país. Hoy es todo lo contrario. Y también el mundo intelectual ha colaborado para que ya, o se es poeta, o se es político. Si se es las dos cosas, alguna se pierde.

-La intelectualidad de izquierda sigue siendo potente, pero Neruda era un militante, algo bastante escaso hoy. Tendría que ser un artista de trinchera…
O la sospecha de que no le está yendo bien últimamente, entonces la política es como un salvaguarda.

-Claro, para conseguir financiamiento estatal, viajes, un cargo…
Está muy peleado y en crisis aquello de la incursión profesional del artista en la política. Los que lo hacen adquieren una especie de grosor de lomo brutal para poder aguantar todas las chingadas que les vienen. No creo que antes no les vinieran, en los tiempos de Neruda era un deporte joderse y decirse cosas terribles. Pero él se volvió político a la par de muchos otros intelectuales, y creo que ahí es interesante rescatar a esas figuras de aquella época porque es reivindicar que… lo digo inocentemente, pero creo que desde la abstracción, desde el juego poético, desde lo tangencial, puede haber políticas mucho más interesantes, de más largo recorrido, para resolver problemas que parecen no tener solución hoy en día y que los tecnócratas no pueden solucionar. Siento que la poesía, por decirlo de alguna manera, puede llegar a salvar el día.

-La poesía.
Sí. Mujica, por ejemplo: un político que dice “esto es un experimento, vamos a ver si funciona”, que apela a generar una especie de sensación anímica, un levantamiento de espíritu. Eso es muy importante para la política hoy en día, es lo que nos falta, porque nunca antes hubo políticos tan acartonados y tan insulsos y tan en apariencia ignorantes como hay ahora. México es un caso extremo, este nuevo PRI ha traído jóvenes cuicos, como les dicen acá, porque estudiaron las estructuras que mantienen el statu quo en todas partes del mundo…

-¿Harvard y lugares como esos?
Llegan con una especie de verdad debajo del brazo y la verdad es que no tienen idea de cómo movilizar ni generar el más paupérrimo y vendido ánimo. ¿Por qué a Peña Nieto se le cae el templete cuando se le fuga el Chapo? Porque todo lo basó en eso. Salió en la portada de Times diciendo “Saving Mexico”, porque había agarrado al Chapo. Agarrar al mafioso más importante no es salvar a México, lo sabemos todos, no se trata de eso. Entonces cuando veo la fuga del Chapo no me sorprendo, pero me nace una cosa como “uyyy, la que se les va a armar a estos tipos, cómo se les está cayendo el circo”.

-Y más en general, ¿qué te parece Peña Nieto?
No lo considero muy inteligente, la verdad, y es difícil decir eso porque no me quiero poner en una posición así… pero es que lo hace por sus propios medios. Hay que ver lo que dice, lo que hace, es muy fuerte, muy fuerte. Uno se ríe con las teorías de conspiración y yo no quería creer que hoy pudiese volver a México una especie de régimen autoritario mafioso como existió en los últimos años del PRI. Pero en efecto, todavía algunos creen que la sociedad está dispuesta a aceptar algo por el estilo.

-Pero Peña Nieto llegó con esa idea de “somos nuevos, no voy a hacer lo de los otros”...
Habló de un nuevo PRI, y eso es como hablar de un nuevo dinosaurio. Qué ofrece el mismo dinosaurio. Pero el hecho de que haya sido presidente no es para decir “claro, la sociedad no se ha dado cuenta”. Creo que la sociedad está más movida que nunca, es muy heterogénea, hay un movimiento muy interesante en todas partes de México. Si algo han traído todas estas crisis de inseguridad y económicas y demás, es esa sensación de participación, donde está saliendo a la luz el México que en realidad existe. No hay una homogeneidad en México, yo soy de Guadalajara y es un país completamente distinto a los demás.

-En Chile también pasa que la sociedad pareciera más politizada, pero con una distancia brutal entre ese ciudadano movilizado y los que gobiernan. Y por otro lado uno desprecia al militante, o lo mira con sospecha… ¿Cómo se puede llenar este espacio entre ser ciudadano y hacer política?
La sensación es que hay pocas lealtades entre ese ciudadano y el político que lo representa, no hay un trato directo. En Guadalajara salió un diputado federal que se llama Pedro Kumamoto. Tiene 25 años y ganó la elección con muy poco gasto, sus reuniones las hace en el parque y sus respuestas son muy interesantes. Hace un tiempo le hicieron la pregunta tramposa de “estás a favor o en contra del aborto”, que es una cosa muy complicada el aborto es algo que pasa, no estás a favor de la vida o de la muerte. Y lo que él responde es: “mira, no puedo estar ‘a favor del aborto’, algo tan feo, y hay gente en mi movimiento que, puesto en esos términos, está en contra; pero esto lo vamos a discutir y a llevarlo a un tema de salud, donde la mujer debe tener derecho a decidir”. Es muy interesante esa respuesta como representante: yo tengo una posición, pero los que represento tienen opiniones distintas y no puedo yo tomar una posición tan fuerte, debo desconstruirla para que la discusión se ponga más interesante y lleguemos a una solución mejor. Creo que esa es la labor que están haciendo los independientes, y lo que hoy no pueden hacer las estructuras de los partidos políticos.

LA INCONGRUENCIA
-Mientras unos dicen “para hacer cambios necesitamos la institucionalidad”, otros dicen “creo en la política, pero no en el sistema”. ¿Tú crees en el sistema?
A veces no, a veces sí, a veces no…

-Cuándo sí, cuándo no…
A veces no cuando, como hablábamos recién, se fuga el Chapo y se rompe la gobernabilidad, la sensación de Estado. Pero haciendo un brevísimo repaso histórico, mucha gente ha creído en el sistema y ha hecho cambios. Los cambios que hemos logrado como humanidad a través del sistema son enormes, entonces digo “bueno, claro que debe haber estructuras”. O me pregunto cómo es que puedo ser antisistema y a la par estoy pidiendo a mi gobierno y a los gobiernos de Latinoamérica que promuevan mucho más el cine latinoamericano. Hay una incongruencia tremenda, y mucha gente que lo hace abiertamente.

-Te da pudor esa incongruencia…
Como soy actor tengo una cierta impunidad, puedo desear esto y a la vez pedir esto otro. Confieso que a veces no creo en el Estado en absoluto, pero yo monté una institución con amigos que se llama Ambulante y dependemos de la ayuda del Estado y de otras organizaciones. Sin eso no se daría este festival de cine que va por los pueblos y es maravilloso lo que genera, el público que trae y todo. Entonces amanezco con esa incertidumbre de qué es realmente lo que creo y lo que no, y según como va pasando el día voy paseándome con lo que conviene. Creo que quizás ese es el cotidiano de toda persona politizada de hoy en día.

-Y nosotros estamos hablando de esto habiendo tenido ciertos privilegios en cuanto a las posibilidades de educarnos y trabajar. ¿Qué razón tendrían para creer los que no tienen esos privilegios?
Yo vengo de familia de teatreros independientes que ganaban muy poca plata, y mi abuelo materno era telegrafista, mi abuelo paterno era pediatra rural y mis abuelas no trabajaban. Era un pueblo muy pequeñito, tuvieron muchos hijos, y si todos los niños fueron a la escuela y tuvieron una casa fue justamente por el Estado, el PRI, que en aquel entonces proveía a todo el mundo de una casa, educación gratuita… Entonces ahí pasa algo, es como los peronistas en Argentina. En México todos tenemos el gen de la Revolución mexicana en la sangre, esos triunfos son los que nos han dado esta sensación de país. Si hay un país que es muy disímil pero que es muy orgulloso de su historia, es México. Por eso Estados Unidos no lo puede conquistar. Militarmente lo ha conquistado muchas veces, pero culturalmente no puede, no hay manera de que gane.

-Entonces los mexicanos de hoy, gobernados por quien está gobernado, ¿tienen razones para seguir creyendo en el sistema?
Me dan ganas de decirte que no, y en un tono pachanguero me encanta decir que no, pero al final del día digo que sí. Creer en el sistema para mejorarlo, para depurarlo. Ahí está el ejemplo de Islandia, que lo visité antes de la crisis y estaba llegando a unos límites impresionantes, tenían una línea muy clara sobre qué es lo fundamental y lo que no puede ser comercializado. Pero de repente empezaron a aparecer millonarios, cosa que no existía, y ahí fue donde vino la crisis y devastó eso que habían construido. Islandia es un laboratorio para verlo de forma muy simple todo. La ambición y la avaricia les ganó.

-Pero la avaricia y la ambición son parte de la naturaleza humana, ¿o no crees en eso?
No creo en eso, la verdad. Al contrario, creo que en la naturaleza humana está la comunidad, el bien común, ayudarse, compartir.

-¿Qué es lo que corrompe? ¿El sistema, el capitalismo?
Sí. A mí me pasa, por ejemplo, que de repente te das cuenta que estás así como más alto. Yo no lo busqué, ese no era mi objetivo, pero de repente estás fuera de los demás. Uno puede renunciar a todo eso, ¿pero por qué uno no puede seguir haciendo lo que a uno le gusta sin necesidad de que eso suceda?

-De que esa diferencia sea tan grande.
Exacto, y estamos hablando de algo que nos hermana a México y a Chile, que somos países desiguales. Me estaban diciendo unas cifras sobre la riqueza que concentra aquí en Chile el 1% más rico y es que ya ni encaja con lo que sucedía en la Gran Bretaña antes de la revolución industrial.

-Crees que eso tiene que ver con el capitalismo.
Con el capitalismo que vivimos, definitivamente, que no tuvo una armonía. Como en los países escandinavos, donde hay una armonía entre un socialismo muy tangible y las reglas del capital para determinadas cosas.

-Pero son países ricos, ¿es aplicable a nosotros?
No tenían riquezas. O sea, México es más rico que Suecia en recursos, en diversidad, mucho más rico, la tierra es más fértil…

-¿Por qué entonces en México no es posible ese Estado benefactor?
Bueno, ahora en México tenemos un presidente imbécil, que el cabrón, él solito, cayó en la respuesta más bruta, porque dijo: yo creo que la corrupción es algo cultural. Es la explicación más sonsa y más estúpida que hay, a qué se refiere con cultural. Esta persona está metida en un conflicto tremendo, porque le cacharon casas financiadas de forma irregular donde él como servidor del Estado se aprovechó, y a él no le parece mal. Y la gente con discursos capitalistas o neoliberales, como se le llame a lo que estamos viviendo, dice “claro, está en su derecho, o sea es legal”. Es ahí donde dices bueno, bajo esa narrativa claro que es legal hacer ese tipo de cosas.

-La corrupción está pegando en casi toda Latinoamérica. ¿Se lo adjudicas al capitalismo, al sistema neoliberal?
Más bien a cualquier estructura de poder, porque en el comunismo existía igual, quizás hasta peor. La palabra democracia y su significado puede ser algo muy bello, pero cuántas guerras abusivas se han librado por la democracia. Yo creo que lo mismo pasa con los hombres y con las narrativas económicas: una vez llevadas a esa estructura de poder, a esa mafia, son corrompidas completamente. Ahí es donde se agarran de economistas próceres y convierten las estructuras que ellos plantean en otras cosas distintas, como pasó con el comunismo en la Unión Soviética.

-¿Quieres decir que la economía está corrompida por los políticos, o es que los políticos sirven al poder económico?
Es que las cosas evolucionaron a la par, no es que una cosa vino antes. Y viendo para atrás, antes no había esa diferenciación. Es un poco de lo que decía acerca del Islam el ayatola cuando estaba refugiado. Le preguntaban de forma muy francesa por qué no dividía el Estado de la religión y su respuesta es muy buena: si le quitas política y organización social, el Islam no es nada. El Islam es una estructura social, es política, lleva a la espiritualidad pero no se puede dividir. Y yo creo que estos estadistas como Peña Nieto, aunque ninguno lo dice, secretamente no le ven problema a que no exista esa división entre poder económico y poder político.

-Tengo que preguntarte por Donald Trump.
Ay no, de ese tipo no quiero hablar.

-Pero le ha ido bien en las encuestas.
Es un imbécil, no hay que perder tiempo en un imbécil.

-Ya, pero ¿por qué funciona?
Porque su imbecilidad genera mucho circo al principio, después ya no.

-Pero le ha ido bien.
Le ha ido bien entre los republicanos y eso habla de los votantes republicanos.

-Lees mucha filosofía política y hablas de manera muy brutal de cómo funciona la política. ¿Dónde cabe para ti la esperanza?
Va a sonar un poco cursi, pero también es por todo esto que me dedico a la actuación. Me considero ateo pero soy creyente, porque creo en el misterio que esto genera. La interacción, el juego, la creación de una narrativa genera un misterio impresionante, y creo que ahí se encuentran muchas respuestas.

-El arte te salva de tu cabeza.
Sí, y me devuelve. Diría que el arte, mis hijos…

-La experiencia. Porque si fueras filósofo no creerías en nada, estarías muerto…
Sí, además mucho de lo que digo son teorías nescafé instantáneas. Cuento con la fortuna de ser actor y poder decir estas babosadas y salirme con la mía y me encanta esa posición. Quizás a algunas personas les parecerá un poco mediocre, en el sentido literal de la medianía, pero a mí me fascina porque me permite ser el bufón: decir ciertas cosas y también recular y decir no sé que. Y quién quita que en algún momento, pensando en todo esto, quizás diga: sabes, que si no lo hacemos nosotros, los imbéciles que no creen en el bien común lo van a hacer…

-¿Podrías hacer política, quieres decir?
En una de esas. Sería el acabose, creo que no podría guardar secretos, al menos no ciertos secretos. Y no tendría una contundencia, no podría ser ese acartonado.

-No podrías ser político entonces…
O quizás sí, porque de repente veo a Mujica y digo ah, mira, ahí hay un ejemplo de alguien que tiene una introspección y un juego propio interesante que lo comparte. La forma en que usaron la política para la legalización de la marihuana fue de una transparencia tremenda, sobre sus dudas al respecto, sus miedos.

-Has defendido muchas veces la marihuana legal. ¿Estás por despenalizar todas las drogas para eliminar el narcotráfico?
Si yo fuera político y me tocara legislar, diría “la marihuana se tiene que despenalizar ya”. Y sobre la coca no es tan fácil porque falta una educación al respecto, todavía no ha habido ese esfuerzo. Este es un proceso que tiene que ir en cuatro ruedas, a la par de la educación, y establecer quién la va a producir, cómo, cuánta, cuánto va a valer.

-¿Pero estarías por seguir en esa ruta de la despenalización?
Claro que estoy a favor de la legalización, obviamente de todas, sí, de todas. Pero no caer en el discurso fácil de decir despenalización así no más.

-¿Tú consumes drogas?
De vez en cuando.

-¿Es algo que recomendarías para pasarlo bien? Porque están de moda los usos medicinales, pero las drogas también son para entretenerse y divertirse.
“Droga recreativa”. Creo que es un buen término para ponerlo elegantemente.

-Bueno, droga recreativa…
Cada quien haga de su culo un papalote, no puedo recomendarlo. No digo “todos consumamos”, para nada, no sé qué clase de postura es esa, no me la creo. Mi postura es más de que todos hagamos ejercicio, de que todos cojamos más, pero consumir más droga no, al contrario, soy más de coger…

-¿Te entretiene más?
Me entretiene más coger, por suerte sí, ¿existe gente que no?

-Alguna gente dice que el sexo está sobrevendido…
Sí, yo creo que está sobrevendido, pero la experiencia sexual real no se comercializa, ni en prostitución.

-¿Tú nunca has pagado por sexo?
No, jamás.

-¿Por cuestión de principios? O porque era te era fácil conseguir minas, quizás…
No, porque me parece terrible y siempre me pareció. Lidia Cacho, periodista mexicana, habiendo viajado mucho afirma que entre la prostitución y la trata de blancas hay una línea muy delgada. Esto del “trabajo más antiguo del mundo” es igual de tonto que decir que la corrupción es cultural.

-¿Siempre tuviste unido el sexo con el amor, o eso fue un aprendizaje para ti?
Aprendizaje. Por eso siempre digo: no es coger, es coger cariño.

The Clinic

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