Mario Roberto Morales: «Guatemala no despertó, simplemente cambió de pesadilla»

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¿Una revolución de colores?

Es probable que a partir de las fiestas electorales y cívicas usted aún esté bajo los efectos de la embriaguez patriota. De ser así lo más recomendable es que siga su recorrido y se evite las agruras o migraña que podría provocarle esta lectura. Luego de leer la columna de opinión de Mario Roberto Morales publicada en elPeriódico la semana pasada me quedé con la espinita de conversar con él y conocer más sobre las denominadas “revoluciones de colores”, el particular caso de Guatemala con nuestra “revolución azul y blanco” y la extraña coyuntura política que vive el país. Para ello me dirigí las márgenes del Centro Histórico y visité la casa de este escritor y académico guatemalteco ganador del Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias” y miembro de la Academia Guatemalteca de la Lengua.

¿Usted participó en las manifestaciones de los sábados?

Fui a algunas de las marchas en la Plaza por curiosidad. Las venía analizando por la televisión pero a veces la pantalla no le da a uno la visión de conjunto que le da estar en la plaza, allí uno está parcializado por el entorno. Naturalmente pude comprobar que la mayoría de la manifestación humana que había allí era festiva y hedonista, era una diversión. Se trataba de protestar indignadamente contra la corrupción. Algo que noté desde el principio es que la corrupción eran Baldetti y Pérez Molina, es decir, si Juan Carlos Monzón no hubiera sido el primer señalado, únicamente la atención se habría concentrado en Baldetti y Pérez Molina. Había una personificación de la corrupción en dos individuos y eso hace perder de vista que la corrupción es inherente al sistema, un sistema primero económico y después político. Sin embargo en algún momento creí que de esa movilización podía surgir otro tipo de manifestación reivindicativa en una especie de alianza del movimiento popular organizado (sindical, campesino, indígena, mujeres y estudiantes) con las capas medias urbanas que estaban llegando a La Plaza, toda esta gente que iba a soplar vuvuzelas y que se aglutina en torno a las convocatorias de las redes sociales y que insistió hasta el final en que ese movimiento no debía tener organización, que no debía tener jerarquías y objetivos tácticos-estratégicos sino simplemente su fin era protestar, eso era libertad, eso era lo de ahora, lo otro es pasado de moda, lo izquierdista, de guerrilleros. Mucho me temía que esto fuera efímero.

¿La denominación “revolución azul y blanco” cómo se vincula con el concepto de las revoluciones de colores?

Me puse a averiguar sobre la decepción de la Primavera Árabe y ahí me topé con este concepto de “revoluciones de colores” y con el libro de Gene Sharp el cual lleva por título Politics of Nonviolent Action (1973). Ahí se describen tácticas hegemónicas que no recurren a la dominación a través de la fuerza, no se trata ya de hacer que la gente haga una cosa coaccionada por las armas o por la ley sino se trata de que lo haga influida por las redes sociales, la televisión e imbuida en esta mentalidad posmoderna de las juventudes para las cuales la gratificación inmediata hedonista es lo único que hay, el carpe diem, el let it be. Estás tácticas están dirigidas a este tipo de personas, de la generación X para abajo. Generaciones que han sido víctimas del intelicidio audiovisual sistemático.

Fue a través de esta pequeña búsqueda que empecé a distinguir el guión al que obedecían las movilizaciones y también empecé a sospechar de la CICIG. Pero ojo, la CICIG en buena hora está en Guatemala, yo no descalifico sus acciones y en buena hora hizo lo que hizo, en buena hora Baldetti y Pérez Molina están presos, perfecto. Ahora veo que todo esto corresponde a intereses mayores, la CICIG es un organismo de Naciones Unidas y las Naciones Unidas están dominadas por Estados Unidos entonces ¿qué vínculo puede haber entre Estados Unidos, la CICIG y la lucha contra la corrupción? Establezco que en nombre de esa lucha que representa una política exterior similar a lo que han representado la lucha contra el narcotráfico y la lucha contra el terrorismo. En nombre de la lucha contra la corrupción se procura desestabilizar gobiernos como el de Venezuela, como el de Argentina, Ecuador y Brasil. Se trata de una política exterior para cambiar regímenes y gobiernos. Atando cabos la CICIG es parte de la política exterior de Estados Unidos que se llama “lucha contra la corrupción”. Pero ¿por qué la CICIG acusa a unos y salva a otros? El caso de la “Línea 2” que prácticamente está intacta de no ser por Muadi y alguien que cayó por lo del IGSS, nadie más está señalado. Todo esto obedece realmente a la gran estrategia involucrada en el Plan de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte, que es un plan de Estados Unidos no solo para contener la influencia china en Nicaragua con el gran canal interoceánico que están construyendo los chinos allí y la influencia rusa que está en Costa Rica y en Nicaragua sino es además la manera de militarizar la zona para asegurar las inversiones del capital corporativo transnacional en este espacio de Centroamérica.

Se trata de limpiar la mesa de impresentables porque francamente Pérez Molina y Baldetti eran demasiado ostentosos, demasiado obscenos. No solo en su robo sino en darlo a conocer, comprando propiedades y lujos. Estados Unidos no podía permitirse ese lujo de tratar con impresentables, necesita gente más discreta para implementar su plan y por eso va haber CICIG en Honduras y también en El Salvador.

Ese es el arte de la revolución de colores, hacer creer a la gente que ellos tienen la iniciativa. Hay gente que todavía cree que por sus movilizaciones cayó Pérez Molina y la Baldetti. Cuando escribo lo que escribo se enojan conmigo y los comprendo porque es como decirles: lo que hicieron ustedes estaba calculado. Lo peor sería que este sábado no hubiera nada después de los resultados de las elecciones. Si eso sucede significaría que la gente ya se tragó la idea de que ellos acabaron con los corruptos y ya pueden irse a su casa y que ahora viva Guatemala con Jimmy Morales.

Todo esto de las antorchas y las caminatas con la cara pintada, el hecho de andar soplando vuvuzelas…usted se le acerca a cualquiera y le pregunta qué es la independencia o qué significó y no saben o incluso se ponen a vestir de indígenas a los niños para la independencia cuando ni los indígenas ni los ladinos tuvieron algo que ver allí, fue un pacto entre criollos. Lo que usted ve en estas manifestaciones masivas es la honda ignorancia popular y la manipulación de masas. Eso son las revoluciones de colores.

¿Qué representa la virtual victoria electoral de Jimmy Morales?

Creo que es quedar peor que con Pérez Molina y la Baldetti. Jimmy Morales representa cuarenta años hacia atrás, son los militares de la contrainsurgencia, los militares de los desaparecidos.

¿Usted interpreta a Pérez Molina como un militar más progresista?
Claro, él era de los militares de la paz, así se les llamó. Fue de los que firmó a paz mientras que los que están con Jimmy Morales fueron los que nunca quisieron que se terminara la guerra, ellos no querían firmar la paz. ¿Entonces qué sentido tuvo todo esto?

No sueño con una Guatemala autónoma, independiente. Estamos en la época de la globalización y sé que somos el área de influencia de los Estados Unidos, lo único por lo que lucho como columnista es porque la gente tome conciencia crítica de esa situación.

¿Qué características tiene la revolución azul y blanco que no comparte con respecto a otras revoluciones de colores?

El esquema es el mismo, es decir, la gente se moviliza, se cree el papel y en esto ya están cayendo en la cuenta varios: las cosas siguen igual o peor, es decir, hay algunos cambios para que todo siga igual. ¿Cuál es el resultado de nuestra revolución azul y blanco? Jimmy Morales, ni siquiera podemos decir que hubo cambios para que todo siguiera igual sino hubo cambios para que las cosas empeoraran, ese es el esquema.

En lo particular, el confite que se le da a la gente, lo que se decía sobre que la capa media nunca se moviliza ha cambiado. Si la capa media se moviliza es a través de la festividad, para gozar un rato pero si se trata de organización, de jerarquía, de objetivos tácticos y estratégicos ahí ya no va.

A lo que aspiro es que la mayor cantidad de guatemaltecos, sobre todo aquellos que participaron con entusiasmo en las manifestaciones se pongan a pensar críticamente en esto y que no se traguen la píldora de que “Guatemala despertó”, yo creo que no, simplemente cambió de pesadilla.

¿Cómo podrían reencauzarse estas manifestaciones?

Sigo pensando en que es solo a través de la movilización popular que el pueblo avanza, se requiere cambiar las consignas y continuar la lucha para cambiar la Ley Electoral y de Partidos Políticos, la de Compras del Estado, todas aquellas que haya que cambiar y que han sido propuestas por varios grupos. Sobre todo ir hacia la refundación del Estado, hacia una Asamblea Nacional Constituyente y que el pueblo forme organizaciones fiscalizadoras de la corrupción y estratégicamente cambiar la matriz oligárquica de la economía, que esta se convierta en una economía en donde haya muchos empresarios pequeños que es lo que hasta el día de hoy no se ha permitido. Se necesita un capitalismo donde haya más capitalistas

Bajo esa “lógica” de lo menos peor ¿Cómo observa a los dos candidatos que están en la segunda vuelta?

Si uno ama la vida va escoger la enfermedad que más vida le va a permitir. En ese sentido podría hablar de Sandra porque por lo menos tiene un voto popular duro al cual se debe, por ende se esperaría que algo hiciera por ellos. Jimmy Morales no, él es populista además de fascista aunque probablemente su escasa cultura no alcance para que él llegue a darse cuenta de eso. Ya dijo que va abolir los pactos colectivos, dice además que no avala el matrimonio gay y el aborto o sea toda la línea del Tea party del partido republicano estadounidense, es un Donald Trump tropical. Entonces, así, a regañadientes y con el brazo doblado yo diría que entre estos dos pues es mejor Sandra.

¿Alguna reflexión final ante este panorama político?

Es imprescindible que la juventud pase de una conciencia hedonista-festiva a una conciencia crítica-organizada, es la única forma que la historia nos indica que sirve para hacer cambios políticos. En ninguna parte del mundo la fiesta ha hecho cambios políticos, nunca en la vida. La festividad está bien pero digamos, la lucha por el poder que es la política no tiene que ser divertida de la misma manera en que es divertido beber tragos o fumar mota, es un tipo de satisfacción distinto y es a eso a lo que habría que tirarle.

Publicado en La Hora

 

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