Murió Carmen Balcells: la editora catalana del «boom latinoamericano»

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La muerte de Balcells, de 84 años, fue confirmada por fuentes del mundo editorial en Barcelona, donde ella tenía su famosa agencia y su residencia.

Balcells, natural de Santa Fe de Dalt (Lérida, noreste de España), también representó a más de 300 escritores de habla hispana y portuguesa, y a las más prestigiosas editoriales en los países latinos.

Hace dos años, cuando falleció su amigo Gabo, una persona muy cercana a ella, junto con otros escritores del mundo latinoamericano, Balcells anunció que “nacía una nueva religión: el ‘gabismo’”.

“A ver si la vida me alcanza para adorarlo y disfrutar de los primeros milagros. Seguro que hará cosas extraordinarias. Yo prometo avisarles si la primera cosa que le he pedido esta madrugada me la concede. Si hay fe, sale”, dijo Balcells el día de la muerte del nobel colombiano.

En algunas entrevistas que había dado, Balcells explicaba que en su despacho de Barcelona tenía una inscripción escrita de puño y letra por Gabriel García Márquez en la que el autor de ‘Cien años de soledad’ le decía que algún día él querría montar una agencia literaria… si tuviera un autor como él.

Madre, amiga, compañera, confesora, psicóloga, jefa o tal vez una mezcla de todas esas figuras confluían en la agente literaria Carmen Balcells a los ojos de los gigantes de las letras hispanas, que la tenían por la Mamá Grande siempre a su lado para defenderles ante los pérfidos y codiciosos editores.

Si en ‘Los funerales de la Mamá Grande’, Gabriel García Márquez dibujaba el perfil de una matrona omnipotente que dominaba con mano de hierro el territorio de Macondo, Carmen Balcells ejerció también su inmenso poder de representación de los más grandes escritores hispanoamericanos ante los poderosos grupos editoriales.

No en vano, negociar con Balcells era hacerlo con Gabo, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, José Donoso y otros genios que protagonizaron el ‘boom’ de la literatura latinoamericana y premios nobel como Vicente Aleixandre, Miguel Ángel Asturias o Camilo José Cela. Una lista a la que también se unieron los principales escritores españoles, entre ellos Juan Marsé, Juan Goytisolo, Eduardo Mendoza, Manuel Vázquez Montalbán o Javier Cercas.

Pero si la Mamá Grande de Macondo pretendía que nada cambiara, Balcells llegó al mundo literario para revolucionar la hasta entonces relación paternalista entre autor y editor, y cambiar las reglas del juego en beneficio de los autores de su cartera.

Balcells acabó con la cesión a los editores de derechos universales y vitalicios, en cualquier lengua y en cualquier país, y fijó las bases de una segmentación de esos derechos que resultó fundamental para la prosperidad y estabilidad económica de sus autores.

«Gracias a Carmen Balcells voy al mercado cada mañana», llegó a decir de ella el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, al que la agente fue a buscar a Montevideo para que firmara con ella.

Al soporte económico, Balcells añadió un apoyo técnico, humano y hasta psicológico a los escritores, sus «clientes», para quienes no escatimó en detalles, regalos, fiestas de cumpleaños o recepciones, algo nada habitual en los años en los que la leridana estaba modelando la figura del moderno agente literario.

«Te cuida hasta el punto de que se mete en tu vida, y te aconseja si te conviene o no cambiar de piso, o cambiar de mujer…», bromeó en cierta ocasión Juan Marsé, que sin embargo veía este entrometimiento como algo «entrañable».

Pese a esta cercanía y relación casi familiar con los autores que representaba, una de sus frases más célebres fue aquella en la que sentenció: «Yo no tengo amigos, tengo intereses», y solía recordar que cuando un día Gabriel García Márquez le preguntó por teléfono «¿Me quieres, Carmen?», ella le respondió: «No te puedo contestar a eso, eres el 36,2 por ciento de nuestros ingresos».

Salvando esa reticencia casi puritana a establecer amistades entre los autores con los que tenía compromisos profesionales, Balcells llegó a comparar la pérdida de la representación de un autor con un abandono amoroso, y confesó que había llorado durante días por la marcha de algún escritor especialmente apreciado por ella.

La mayoría de autores, no obstante, han guardado un enorme reconocimiento por el trabajo de Balcells, y cuando pasaban por Barcelona siempre encontraban un momento para visitarla o comer con ella en su casa, incluso cuando ya había dejado las riendas de la agencia.

Una de sus últimas apariciones públicas tuvo lugar el pasado 16 de marzo en el gótico Salón de Ciento del Ayuntamiento de Barcelona para asistir a la entrega de la Medalla de Oro de la Ciudad a título póstumo al escritor Gabriel García Márquez, que llegó en 1967 a Barcelona, en donde vivió durante siete años.

El reconocimiento de la que era conocida como «Mamá Grande» fue unánime entre escritores y editores, que expresaron su pesar en Twitter, donde el fallecimiento de Balcells se convirtió rápidamente en uno de los ‘trending topics’ del día.

«Muere Carmen Balcells la ‘Mama Grande’, la agente que transformó el mundo de los derechos editoriales y descubrió a grandes autores», decía en su cuenta de Twitter la responsable de Roca Editorial, Blanca Rosa Roca.

El escritor Javier Cercas recordó que «la conocía de toda la vida» y reconoció que «Carmen Balcells ha cambiado la industria editorial, la literatura». A juicio del autor de ‘Soldados de Salamina’, más allá de centrar el protagonismo en los autores, Balcells «inventa el oficio».

Rosa Regàs, que estuvo representada por la Agencia Balcells hasta 2012, subrayó que la agente «será recordada por haber sido la persona que rescató los derechos de autor» y «si los autores adquirieron protagonismo fue porque consiguió que se pagaran y se tuvieran en cuenta los derechos de autor, ya que antes era difícil que un autor cobrara derechos».

Al cumplir los 70 años en el 2000 y recibir la Medalla del Mérito Cultural, Balcells inició un progresivo y lento retiro de la dirección de la agencia, un proceso que culminó en 2014 con el nombramiento del joven gestor cultural Guillem d’Efak como su «sucesor» y el encargo de adaptar la empresa a los nuevos retos de la edición digital.

Mientras estuvo en activo, Balcells rechazó decenas de propuestas de entrevistas por considerar que podía perjudicar la confidencialidad que debe regir entre agente literario y autor, una actitud que acrecentó su leyenda.

En los últimos años aceptó ser entrevistada por determinados escritores o periodistas literarios, aunque teniendo siempre presente una máxima: «valgo más por lo que callo que por lo que digo».

La muerte de Carmen Balcells deja en el aire el futuro de su agencia después de que no haya prosperado la alianza con Andrew Wylie, que hace unas semanas anunció la creación de The Wylie Agency España, y de que abandonara la agencia literaria barcelonesa el que estaba llamado a ser sucesor, Guillem d’Efak-Ferré.

En mayo del 2014, Balcells había firmado un acuerdo de intención con la oficina del agente Andrew Wylie, mejor conocido en el mundo literario como el ‘Chacal’, para crear una ‘superagencia literaria’ internacional, que llevaría por nombre Balcells & Wylie.

Publicado en El Tiempo

 

Toda una vida entregada a la literatura

La máxima de Mamá Grande –como la llamó Gabriel García Márquez, coronándola personaje literario de uno de sus cuentos– cincela la leyenda de una mujer discreta que logró cambiar parte de las reglas de juego del mercado editorial: “Como tanta gente, valgo más por lo que callo que por lo que digo”. Carmen Balcells no sólo impulsó el boom de la literatura latinoamericana, desde Mario Vargas Llosa hasta Carlos Fuentes, de García Márquez a Juan Carlos Onetti, de Guillermo Cabrera Infante a Alfredo Bryce Echenique, sino que promovió a varias generaciones de escritores en lengua castellana, como Pablo Neruda, Julio Cortázar, Rafael Alberti, Miguel Delibes, Manuel Vázquez Montalbán, Juan Goytisolo, Juan Marsé, Jaime Gil de Biedma, Eduardo Mendoza y Javier Cercas, por mencionar apenas un puñado de nombres. La agente literaria del siglo XX, que murió ayer a los 85 años en Barcelona, no concedió muchas entrevistas. Se puede contar con los dedos de la mano las veces que recibió a un par de periodistas. En una de esas ocasiones lanzó esa máxima que no hace más que sembrar el misterio en torno a lo que ahora se ha llevado literalmente a la tumba. “No es malo que exista la leyenda, a condición de que yo no me la crea. Seguramente me he beneficiado de ella, claro, pero lo que a mí me ha hecho ser alguien es la audacia y el saber ganarme la confianza de mis clientes”, comentaba Balcells en una de las pocas ocasiones que aceptó ser entrevistada.

Los “clientes” –sustantivo que sortea cualquier tentativa de caer en una perspectiva “romántica”– son los escritores a los que ha representado en su agencia literaria homónima: Carmen Balcells. “Para mí son clientes de la agencia. Así de claro. Y luego existen vínculos, cómo no, relaciones entrañables”, afirmaba. “Pero nunca he olvidado que en esta casa vivimos de los grandes escritores. Y yo me hago querer todo lo que puedo para evitar las deserciones. En esto somos como el ejército.” Balcells nació el 9 de agosto de 1930 en Santa Fe de Segarra, una aldea de 50 habitantes en Olujas (Lérida) en una familia de pequeños propietarios rurales. “Desde allí era muy difícil hacer nada de no haber sido por una madre que tuvo para mí muy buenos planes. Me llevó a estudiar con las teresianas y, de algún modo, fui tratada como una niña privilegiada”, solía recordar la agente literaria, que se trasladó con su familia a Barcelona cuando era una adolescente. Un novio de entonces le recomendó leer a William Faulkner en los años 50. Pronto descubrió a Molière por un profesor de francés que le regaló un ejemplar de El enfermo imaginario; una ecléctica iniciación como lectora que se dispararía a partir de su primer contacto con el mundo editorial, cuando en 1954 comenzó a trabajar como corresponsal en la agencia literaria ACER, del escritor rumano exiliado Vintila Horia. En esa primera escuela comprendió que la clave del futuro estaba en mejorar la negociación entre los autores y editores. En un mundo que parecía un club de misóginos incorregibles, Balcells logró mejoras significativas para los escritores: aparecieron los adelantos, los porcentajes sobre traducciones, el control sobre el número de ejemplares editados.

En los años 60 Balcells se independizó y montó su propia agencia literaria, en un momento en que ella supo captar lo que estaba en el aire de la literatura latinoamericana. Dicen que fue José Caballero Bonald quien le comentó que existía un manuscrito de una novela, Cien años de soledad, de un periodista colombiano. Ella consiguió editor para García Márquez y fue una de sus mejores apuestas. Si toda época fabrica sus propias leyendas y lealtades, Mamá Grande era una experta en dosificar anécdotas que pronto devienen leyendas. Dicen que un día Gabo llamó a su agente desde México y al final de la conversación le preguntó: “Carmen, ¿me quieres?” Afilando la ferocidad de una ironía magistral, ella respondió: “Mira, no te puedo contestar a eso porque supones el 36,2 por ciento de nuestra facturación”. Durante esa década, por obra y gracia de la “superagente literaria”, como la llamó el editor Carlos Barral, Barcelona se convirtió en una especie de “capital mundial del boom latinoamericano”. No le gustaba la expresión “boom”; con razón aseguraba que no quería decir nada. Pero lo cierto es que consiguió que casi todos los autores latinoamericanos pasaran y se quedaran un tiempo en Barcelona. “Nunca se repetirá algo como aquello. Pasarán muchas cosas en la literatura (y espero estar aquí para ver algunas de ellas), pero como esa generación, jamás. Fue lo más fresco, innovador y regenerador que hemos tenido”, ponderaba Balcells.

Hay anécdotas con Vargas Llosa, otro de los premios Nobel que convivían en la agencia literaria de la catalana. Parece que en pleno triángulo amoroso con su tía Julia y su prima Patricia, el escritor peruano amagó con volver a Lima y dejar de escribir, cansado de sí mismo y de la vida bohemia. Balcells, consciente del error que estaba cometiendo Vargas Llosa, lo llamó para convencerlo de que se dejara de tonterías. Aunque había anunciado que se retiraba en mayo de 2000, regresó para hacerse cargo de su agencia después de haber perdido a algunos escritores importantes como Cabrera Infante. A finales de 2013, Balcells eligió al joven gestor cultural Guillem d’Efak para que la sustituyera al frente de la agencia. En el año 2010 vendió por tres millones de euros su codiciado archivo al Estado español, con lo que correspondencia privada, borradores, primeras ediciones, fotografías y bibliografías completas de autores esenciales en lengua española pasaron a formar parte del patrimonio público. Alguno de esos papeles confirman el rol de la superagente, como por ejemplo el texto que le envió a la editorial Bruguera, en octubre de 1982: “Recibido tu télex acerca de la reedición de El otoño del patriarca, de García Márquez, en Club Bruguera: no estamos en absoluto de acuerdo y no aceptamos esta propuesta. Tanto García Márquez como Cela deberán percibir sus derechos íntegramente, como está previsto en los contratos. Y no la mitad. ¿O es que los fabricantes de papel os regalan la mitad para promociones?”.

“La noticia me ha caído como un rayo; hace tres días estuve despachando, comiendo, cenando con ella y todo el tiempo tuve el siniestro presentimiento de que sería la última vez que la vería”, dijo ayer Vargas Llosa. “Estaba siempre muy lúcida, llena de proyectos, realistas y delirantes. Como si fuera a vivir siempre. Pero su físico estaba realmente en ruinas y era imposible no preguntarse cuánto tiempo más esa ruina física seguiría sosteniendo a esa maravillosa cabeza y esa energía indómita”. El Premio Nobel peruano agregó que fue “mucho más” que una representante de los autores que tuvieron el privilegio de estar con ella. “Nos cuidó, nos mimó, nos riñó, nos jaló de las orejas y nos llenó de comprensión y de cariño en todo lo que hacíamos, no sólo en aquello que escribíamos. Era inteligente, era audaz, era generosa hasta la locura, era buena y su partida deja en todos los que la conocimos un vacío que nunca nadie podrá llenar.”

Otras voces

Jorge Volpi(escritor mexicano): “Fue una mujer capital para el desarrollo de la literatura en español por su visión de cómo volverla internacional, fue una de las imprescindibles para que el boom tuviera la resonancia que tuvo, una mujer admirable”.

Jorge Herralde(editor de Anagrama): “Fue un personaje tan complejo y polifacético que terminó por convertirse en una de las grandes responsables del boom latinoamericano, que, además de ella, tuvo otros dos padres: Carlos Barral y Paco Porrúa. Ella asumió un protagonismo muy destacado en el sector, ayudó a muchos autores e introdujo prácticas en la edición en España para que los editores tuvieran unos contratos menos feudales con los autores”.

Raúl Padilla(presidente de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara): “Carmen fue una agente sin cuya participación no habríamos conocido mucho de lo que hoy se lee en América latina, España y Portugal, una figura fundamental en la literatura del siglo XX y pilar de las letras latinoamericanas”.

Mariano Rajoy (presidente de España): “Mis condolencias por el fallecimiento de Carmen Balcells, figura catalana imprescindible de la literatura en español”.

Alberto Díaz(editor de Emecé): “Balcells inventó la función de agente literario. En los años 50, cuando surgió, no había agentes de la lengua española. Encarnó una inmensa innovación porque se especializó en autores que escribían en español y a cada uno lo trabajaba a fondo. Ella también creó la división de territorios para un autor en nuestra lengua y la venta por formatos. Balcells fue una marca registrada, hizo escuela”.

Consuelo Gaitán(directora de la Biblioteca Nacional de Colombia): “Puso a escritores latinoamericanos en el panorama no sólo europeo sino universal. Tal vez fue la persona más importante para la difusión de Gabo. Si no hubiera hecho ese trabajo de comercializar basado en los méritos literarios de toda una generación que se hallaba en Europa y que tuvieron la suerte de coincidir, realmente se hubiera retrasado muchísimos años el conocimiento de la literatura latinoamericana”.

Olga Lucas(viuda del escritor español José Luis Sampedro):“La muerte de Balcells es un mazazo. Cuando José dijo en una entrevista que por culpa de la guerra no había sido músico, Carmen le envió al día siguiente un piano y una rosa roja. Con ella no se podía tener un trato normal, todo era a lo grande, como era ella. Ninguna agencia la puede imitar”.

Publicado en Página 12

 

Isabel Allende: Sin Carmen Balcells «me siento perdida»

La escritora chilena Isabel Allende dijo el lunes que se siente perdida sin la «magnífica, abundante, sentimental y generosa» agente literaria españolaCarmen Balcells, que falleció el domingo dejando un legado en la historia de la literatura latinoamericana.

«Mi querida agente Carmen Balcells murió hace unas horas. Estoy devastada«, escribió Allende, quien vive en San Francisco (oeste de EEUU), en un comunicado enviado a la AFP.

«Por 34 años la llamé ‘madraza’. Era magnífica, abundante, sentimental y generosa. Me tomó bajo su ala cuando yo era una aspirante a escritora desconocida que venía del fin del mundo», añadió la escritora en un texto inglés.

«Le debo mi carrera», añadió. «Todos los autores a quienes representó la extrañaremos enormemente, en particular yo. Sin Carmen me siento perdida».

Carmen Balcells fue crucial en la carrera de la escritora chilena. Fue ella quien logró la publicación de la primera novela que escribió Isabel Allende en sus pocos ratos libres durante su exilio en Caracas, «La casa de los espíritus» (1982), con la que ganaría fama internacional.

Una portavoz informó el lunes a AFP que la agente murió el domingo, sin dar más detalles.

Isabel Balcells fue una de las impulsoras del boom latinoamericano al apadrinar a escritores como el colombiano Gabriel García MarquezMario Vargas Llosa, el argentino Julio Cortázar o el uruguayoJuan Carlos Onetti, además de Allende.

Publicado en Diario Correo

 

Carmen queridísima, hasta pronto

(Por Mario Vargas Llosa)

La noticia me ha caído como un rayo; hace tres días estuve despachando, comiendo, cenando con ella y todo el tiempo tuve el siniestro presentimiento de que sería la última vez que la vería. Estaba siempre muy lúcida, llena de proyectos, realistas y delirantes. Como si fuera a vivir siempre. Pero su físico estaba realmente en ruinas y era imposible no preguntarse cuánto tiempo más esa ruina física seguiría sosteniendo a esa maravillosa cabeza y esa energía indómita.

Carmen Balcells revolucionó la vida cultural española al cambiar drásticamente las relaciones entre los editores y los autores de nuestra lengua. Gracias a ella los escritores de lengua española comenzamos a firmar contratos dignos y a ver nuestros derechos respetados. De otra parte, ella indujo y hasta obligó a los editores de España y de América Latina a volverse modernos y ambiciosos, a operar en el amplio marco de toda la lengua y a sacudirse la visión pequeña y provinciana que tenían.

Además, fue mucho más que una agente o representante de los autores que tuvimos el privilegio de estar con ella. Nos cuidó, nos mimó, nos riñó, nos jaló las orejas y nos llenó de comprensión y de cariño en todo lo que hacíamos, no sólo en aquello que escribíamos. Era inteligente, era audaz, era generosa hasta la locura, era buena y su partida deja en todos los que la conocimos y la quisimos un vacío que nunca nadie podrá llenar. Carmen queridísima, hasta pronto.

Publicado en El País
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