Un filósofo colombiano en busca del pensamiento latinoamericano

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“Hacer historia es una forma de poder. La historia se convierte en un instrumento de guerra intelectual, porque el que hace la historia impone una forma de ver el mundo y de comprender el presente, sobre todo”, comenta el filósofo y profesor tolimense Damián Pachón Soto.

Esta es una de las conclusiones que saca luego de la investigación que realizó para escribir el libro ‘Estudios sobre el pensamiento filosófico latinoamericano’, que acaba de publicar, que ofrece una mirada a la historia del pensamiento de la región.

El profesor rescata en su libro las corrientes propias de nuestra región, que –como anota– muchas facultades de filosofía desconocen “porque están precisamente dedicados a repetir el canon filosófico occidental”.

¿A qué se deberá esa tendencia a copiar en lugar de crear pensamiento?

La colonización española lo que primero hace es arrasar con las cosmovisiones, las formas de entender el mundo e impone una visión propia. Entonces ahí empieza el hecho de que las primeras gentes de América se desarraiguen y luego vienen unas élites criollas que prácticamente reproducen los modelos intelectuales y las ideas europeas.

¿Puede hablarse de una corriente propia de la región?

Los esfuerzos que se han hecho en América Latina son contados, pero son significativos. Es gente que ha logrado sustraerse a esa influencia europea y se ha situado; porque lo importante es situarse y tener conciencia de la especificidad de la realidad en que uno vive. A partir de ahí sí empezar a proponer, a criticar y discutir esos modelos impuestos.

¿Cuáles filosofías de la región destacaría?

De la región yo destaco dos o tres posiciones. Una que es la filosofía de la liberación que ha desarrollado, especialmente, Enrique Dussel en México. Él le apuesta a un pensamiento situado desde América Latina y especialmente pensando desde las víctimas, los pobres y los oprimidos, para luego enfrentarse a la escena del pensamiento mundial.

¿Alguna otra?

La filosofía intercultural del cubano Raúl Fornet-Betancourt, que es una filosofía que le apuesta a la interacción entre los distintos sujetos, los movimientos sociales, las distintas perspectivas y a partir de esa interacción construir. Es decir, que son muy proactivos, porque el diálogo es el que crea y el que permite proponer cosas nuevas a partir del entendimiento racional con el otro. No es homogenizar al otro sino escucharlo, para a partir de ahí crear.

¿Colombia ha creado alguna?

Sí, recientemente, la del fallecido Darío Botero Uribe, de la Universidad Nacional, que es una filosofía que le apuesta a recuperar el sentido cósmico y el sentido de relación con el otro, con la sociedad y el cosmos.

¿Y la de Nicolás Gómez Dávila?

Nicolás Gómez Dávila fue muy importante en su momento. La suya es, ante todo, una filosofía un poco conservadora, pero una filosofía con un gran sentido estético, y de hecho es una filosofía que ha tenido mucha influencia en Alemania, Rumania e Italia. En mi primer libro hay un capítulo sobre él.

Hay un cuestionamiento a la persistencia del colonialismo intelectual. ¿En qué sentido?

Eso está unido al proceso histórico de la colonización. Nosotros hemos sido, como decía Fernando González, genios de las nalgas. Con eso él significaba que somos buenos para sentarnos en la silla y ponernos a copiar. Hemos copiado modelos económicos, políticos, epistemologías, la filosofía. Una de las personas que criticó eso fue Orlando Fals Borda, que apuntaba a una ciencia propia en diálogo con la ciencia occidental.

Ficha del libro:

‘Estudios sobre el pensamiento filosófico latinoamericano’
Damián Pachón Soto
Ediciones Desdeabajo
283 páginas
$ 34.000

El Tiempo

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