Una exposición recorre la obra del pintor ruso-mexicano Vlady

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El artista Vladimir Kibalchich Russakov, mejor conocido como Vlady, fallecido el 21 de julio de 2005, se conmemora hoy con la apertura de una exposición con motivo del décimo aniversario de su fallecimiento.

Demonios revolucionarios reúne 160 óleos, grabados, litogra-fías, acuarelas, dibujos y bocetos en el centro Vlady, dependiente de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).

Se trata de un estudio de la iconografía del hijo del escritor y político anarquista Víctor Serge, nacido en Petrogrado, Rusia, el 20 de junio de 1920, exiliado en México en 1943, con base en los cuadernos resguardados en el Centro Vlady, expresa su responsable Claudio Albertani. Con Demonios revolucionarios se pretende iniciar un ciclo que “contempla también una muestra sobre los materiales que tenemos en la capilla freudiana y del cuadro La inocencia terrorista”, acota el profesor-investigador de la UACM.

Vlady experimentó con diferentes estilos pictóricos. Fue sucesivamente figurativo, abstracto y de nuevo figurativo, sin dejar de tener un toque surrealista. Empleó todas las técnicas a su alcance, devoró quintales de literatura sobre arte, encontró a cientos de pintores y caminó kilómetros de museos en tres continentes. La considerable obra que dejó es ardua de descifrar; sorprende y, en ocasiones incluso desconcierta, afirma Albertani.

El presente es el primer estudio iconográfico de la obra de Vlady, fundamentado en los 318 cuadernos que se conservan en el centro. La idea de la exposición es mostrar que detrás de un caos aparente reina un orden inesperado. La curadora, Silvia Vázquez Solsona, ha logrado identificar las fuentes visuales del pintor, por tanto, construye una interpretación que permite al espectador mirar de forma nueva sus cuadros y murales.

Para Albertani lo que sobresale es un andamiaje invisible que gira en torno a la tragedia de la Revolución rusa y a un misticismo muy particular que se resume en una frase provocadora: Soy ateo, pero todos los días hablo con Dios.

Desde muy joven Vlady comenzó a construir un lenguaje pictóricomacerado por la revolución rusa y difícil de interpretar, pero racional y, en este sentido, muy poco surrealista. Para Albertani, Vázquez Solsona detectó por lo menos tres grandes filones iconográficos: el bolchevismo, la mitología griega y la tradición cristiano ortodoxa de los pueblos eslavos.

Figura gran cantidad de demonios y seres sobrenaturales que adquieren distintos significados según el contexto en que aparecen. En ocasiones encarnan la figura del disidente que cambia el mundo con su anhelo de libertad y en otras representan el mal absoluto, por lo general personificado por Ramón Mercader, el asesino de Trotsky.

La exposición abarca alrededor de cuatro décadas de la vida de Vlady, pues concluye en 1982, año en que el artista terminó su obra principal, Las revoluciones y los elementos, mural pintado en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada. De las 480 imágenes que comprenden los cuadernos, sólo se exhiben 160, sin embargo, el visitante tendrá acceso a tres computadoras que le permitirán seguir el discurso gráfico en su totalidad. Las tres salas de la muestra se dividen en los núcleos temáticos: La catástrofe, El cerebro colectivo, La mujer como artefacto subversivo, Bestiario y Un ateo que habla con Dios.

Demonios revolucionarios será inaugurada hoy a las 18:30 horas, con la presencia del rector de la UACM, Hugo Aboites, en el Centro Vlady (Goya 63, colonia Insurgentes Mixcoac). Se efectuará una mesa redonda con la participación de Alberto Híjar, Cecilio Balthazar y Koulsy Lamko.

La Jornada

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