Entrevista exclusiva a Pablo Rovito, director de la Escuela del Instituto de cine argentino que cumple 50 años

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Por NodalCultura

La Escuela del Instituto Nacional del Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) de la República Argentina es sin dudas la escuela de cine más reconocida a nivel nacional. Es la que registra más demanda de acceso justamente en el país que más cuenta con más estudiantes de cine en el mundo.

Escuela del INC, CERC, ENERC son los diferentes nombres que ha tenido a lo largo de estos 50 años de historia de educación pública y gratuita de cine. Esta permanencia y vigencia es una rareza en un país que no siempre ha podido sostener la continuidad de los proyectos. El miércoles 2 de diciembre se presenta en la sede de la ENERC, Moreno 1199, Ciudad de Buenos Aires el libro que recopila la historia de este medio siglo de existencia.

“Cuando le comuniqué a mi madre mi decisión de abandonar Medicina para cursar la carrera de cine en el CERC se desmayó. Y esto no es una metáfora, mi madre se desplomó, cayó al piso y en la caída se lastimó la mejilla que le sangró profusamente” Cuenta Ricardo Wüllicher, egresado de la escuela y director de la gran película “Quebracho”, en el texto que escribió para el libro que presenta la escuela en celebración de estos 50 años. Es que estudiar cine, algo que hoy parece naturalizado, no era hasta hace poco tiempo atrás bien recibido en muchos casos por las familias.

Viniendo de una familia tradicional en mundo de cine en Argentina, Hernán Gaffet, director y luchador incansable por la conservación del patrimonio fílmico, afirma en su texto “Hoy con 50 años, estoy convencido de que podemos aprender a ser directores de cine pero no a hacer cine. No es un juego de palabras, no es lo mismo”

El libro está recorrido por la reflexión, los recuerdos personales, las resistencias, las pasiones y las amistades. Las fotos se constituyen en un archivo de época pues permite seguir las tecnologías, las modas, los espacios y las formas de representación que los alumnos portaron en cada época.

Este momento en que ENERC cumple 50 años coincide con el final del ejercicio del período del primer director elegido por concurso público, la primer cohorte que egresa bajo la aplicación de un programa sistemático homologado frente al Ministerio de Educación de la Nación y la concreción del proyecto de federalización que llevó la escuela de cine a todo el país.

En este contexto, NodalCultura dialogó con Pablo Rovito, el actual rector de la ENERC, escuela de cine pública y gratuita dependiente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales.

En la presentación del libro editado por los 50 años de la escuela desarrollaron una periodización muy interesante para dar cuenta como fue la historia de la escuela. Lo que parece ser una constante, en los diferentes períodos que vivió la ENERC, es la capacidad de discusión, de creatividad, de promoción de alumnos hacia la producción de cine, aun en los peores momentos de la historia del país.

La escuela se crea por ley en el año 1957, pero no empieza a funcionar hasta 1965. Podría haber sido una ley de esas que quedan olvidadas y nunca se ponen en funcionamiento. La verdad es que fue fundamental la mano de Alfredo Grassi, que era el interventor del Instituto de cine durante el gobierno de Illia, que fue quien decidió crear la escuela y la puso en funcionamiento. Él la peleó y le dio forma y creó en 1965 los cursos libres.

Lo que pasó entonces fue muy interesante. Ellos abrieron una cantidad de cursitos para ver si se anotaba gente y se anotaron algo más de mil personas. No se sabe cuántas fueron exactamente, porque no hay un registro oficial, aunque Alfredo dice que fueron dos mil. Aun si hubieran sido setecientas, por bajar exageradamente el número, evidentemente habían abierto una expectativa con la escuela. Entonces Alfredo decidió que le iban a dar clases a todos los inscriptos. Había clases desde las 8 de la mañana hasta las 12 de la noche. No había plata para eso. Todos daban clases gratis. Era gente de la industria que él había convocado y venían ad honorem. Ante eso, estaba claro que había que poner la escuela en funcionamiento de un modo más formal, lo que se hace en el año 1966.

Pero ese año sucede el golpe de estado de Onganía y cierran la escuela. La escuela entonces podría haber desaparecido rápidamente. La sostienen abierta los alumnos, aquellos que habían hecho los cursos libres en 1965 e ingresado en 1966. Logran llegar con los reclamos a los medios en defensa de la escuela, y así como la habían cerrado la reabren.  En realidad la reabren como para que se muera… A los que habían hecho gran parte de segundo año (porque la habían cerrado hacia agosto de 1967) les dicen que esa cursada no tiene valor. Por lo cual les ofrecían que volvieran a cursar segundo año o les daban por cumplido el ciclo y un diploma. De los casi 200 que habían cursando, quedaron sólo 20. Esos 20 obligaron a la continuidad con su decisión de recursar segundo año. Cuando llegaron a tercer año les dijeron que no había plata para las tesis, entonces se consiguieron los equipos, las películas, se financiaron e hicieron sus tesis. De alguna manera con esa actitud, forzaron que la escuela siga viva.

Estos alumnos que ingresaron en 1965 egresaron con un largometraje en 1972. Estuvieron 7 años en la escuela. Integrada por 6 cortos, “La ñata contra contra el vidrio” fue el único largometraje que hizo la escuela y encima fue prohibido, nunca llegó a exhibirse. Nosotros lo recuperamos este año y se pasó en INCAA Tv.

Yo diría que aquella voluntad política de Alfredo Grassi de que la escuela existiera, la siguió la voluntad de los alumnos. Al leer los textos que escribieron los alumnos para el libro del cincuentenario, hay una historia de resistencia en toda la escuela, en todos los años. Si bien es notoria en esos primeros años, luego vino la dictadura de 1976 y también estuvo la voluntad de cerrar la escuela, además de un clima fuertemente represivo. A los alumnos los hacían marcar tarjeta de ingreso, debían tener el pelo corto, no podían usar remeras con inscripciones. Los alumnos fueron fundamentales para que aun con ese clima se pudiera crear con la mayor libertad posible y hacer cortos muy interesantes.

Año 1966 Equipo de Rodaje “El Duelo”
Año 1966 Equipo de Rodaje “El Duelo”

La escuela se formó porque en Argentina en la década del ’50 había una industria al estilo estadounidense con siete estudios donde se producía de modo continuo, con un mercado muy importante en América Latina. Es entonces que aparece la necesidad de preparar gente capacitada que tenga una formación académica y no solo una formación práctica. Esta es la impronta que mantiene la escuela a lo largo del tiempo. Es la escuela que forma gente para la industria.

Yo la veo como una escuela que siempre fue muy viva, hecha por sus alumnos y sus docentes. Hubo momentos muy complicados –y no solo por el ejercicio de la dictadura, las crisis económicas le pegaron muy fuerte- y siempre se sostuvo por esa resistencia que hacían alumnos, docentes y también aquellos para quienes ingresar a la escuela era una de las pocas posibilidades de estudiar cine en Argentina.

Entrados los años ’90 cuando comienza la explosión de las escuelas de cine y llegamos a tener 15000 alumnos de cine en el país –Argentina tiene más alumnos de cine que toda la comunidad europea- ya nadie más se preguntó si la escuela tenía que existir. Esta una escuela es un orgullo. Es una escuela pública, nacional, gratuita con 50 años de continuidad en un país que no tiene demasiados ejemplos de tal permanencia de políticas de estado.

Para quienes conocemos la historia de la escuela, hay un momento en que se comienza consolidar un proyecto académico y no tan solo una práctica que constituye el ser académico de la misma. ¿Cuándo aparece ese momento de salto en ese sentido?

Hay varios momentos. En su comienzo la escuela fue una escuela-taller, donde los profesores enseñaban las materias troncales y se practicaba. Siempre la ventaja de esta escuela fue que tenía equipos y los estudiantes filmaban. Yo personalmente entré en la escuela en 1984 y si bien nosotros no terminamos nuestro ciclo con la tesis final, participé en esos años de 40 cortos en 35 mm. ¿Dónde podías tener la posibilidad de tocar una cámara, quemar negativo, producir, hacer fotografía, sonido, montaje en una moviola profesional? Sólo en la escuela del instituto. Esa fue durante muchos años su mayor fortaleza. En los años ’90 comenzó en el mundo la idea de la especialización en las escuelas. Siendo Silvia Barales directora entre el ’90 y el ’94 hay un primer cambio hacia generar un plan académico por especialidades, en el que trabajaron mucho Oscar Carballo y Antonio Ottone como coordinadores. En el año 2000 con la dirección de Salvador Sammaritano y Dolly Pussi fue la primera vez que se hicieron concursos para los cargos docentes, profundizando el formato académico, que se vio frustrado por la brutal crisis de fines de 2001.

Con la segunda gestión de Silvia Barales en 2005, se comienza a trabajar en la oficialización de los planes de estudio con el ministerio de educación. Se reinicia el proceso de organización académica, primero con Miguel Perez y luego con Gustavo Mosquera. Luego de un complejo problema edilicio que produjo cierta dispersión en la escuela, Liliana Mazure decide concursar junto con los cargos docentes el cargo de rector de la escuela. Tuve la suerte de ganarlo y lo primero que hice al asumir fue, en jornadas académicas con todos los profesores, rediscutir el plan de estudios, que es el que tenemos vigente hoy.

Ahora hay un primer plan de estudios que tienen una continuidad en el tiempo y oficialización en el ministerio de educación, que permite pensar que se puede ir mejorando de acá hacia arriba. Esta semana egresa la primera camada que comenzó con este plan de estudio. Para mí esto es un piso. El cine es una actividad que tiene muy poco tiempo de historia y por lo tanto tiene muy poco tiempo de matrización de su formato académico. Cuando analizas como se enseña en las 200 escuelas de cine que forman parte de la Cilect y la Feisal, yo me atrevería a decir que no hay dos escuelas que enseñen cine igual.

En coincidencia con este cincuentenario, la escuela llega a todo el país con el plan de federalización de la enseñanza. ¿Cómo es esto?

Siempre en la escuela hubo una suerte de debate alrededor de esto. Es una escuela nacional, depende del Instituto Nacional de Cinematografía que se sostiene con recursos de todo el país, pero como dicen en las provincias “Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires”. Hubo un solo momento en que se buscó una manera de federalizarla en la gestión de Julio Márbiz, con quien me discutí mucho pero debo reconocer que esta fue una buena medida, becando alumnos de todas la provincias y traerlos a Buenos Aires con todos los gastos pagos y armando un segundo turno con los becarios, lo que significó ampliar la capacidad de alumnos de la escuela. El proyecto duró unos pocos años y se terminó por un problema de recursos al comienzo de este siglo.

Ya durante mi gestión habíamos comenzado un proceso de extensión académica dando cursos en todas las provincias, llevando talleres y seminarios con diferentes perspectivas, en asociaciones con organismos diversos. En ese marco en mayo del año pasado me vino a ver el subsecretario de cultura de la provincia de Formosa y me dice que quiere poner una ENERC en Formosa. Yo le dije que estaba loco, que eso no se podía. Pero él me explicó que lo que necesitaban es una escuela de cine, ya que el impacto que había tenido la ley de servicios de comunicación audiovisual en términos de crecimiento de la producción local requería capacitación in situ para quienes se estaban incorporando a esta industria en ciernes. Entonces lo pensamos un poco y definimos un sistema de escuelas regionales -pensar en una escuela por provincia era muy difícil-  y con este esquema en abril de este año abrimos la escuela en Jujuy para el NOA (Noroeste Argentino) y en Formosa para el NEA (Noreste Argentino) y abriremos en San Juan la escuela para la región Cuyo. Nos falta la región Patagonia porque es una región muy grande y es difícil definir dónde ubicar la escuela. De todos modos estamos encaminados en la solución que probablemente requiera dos sedes, una en Patagonia Sur y otra en Patagonia Norte.

Para mí este esquema es el mejor para federalizar la educación. Nosotros tenemos en Buenos Aires setenta alumnos que ingresan por año y en 2016 ingresarán además 28 en cada una de las sedes regionales, con lo que habrá 84 alumnos en el resto del país, lo que implica más que duplicar la matrícula, pero abriéndola a todas las regiones del país.

¿Qué significa como ex alumno, profesor y rector ser quién tenga a cargo organizar estos festejos por los 50 años?

Es un regalo para mí. Nunca lo hubiera imaginado. Aunque en realidad, me sonrió al decirlo, porque parece que si lo había imaginado. El año pasado falleció Oscar Carballo, un profesor que estuvo 30 años en la escuela y que nos marcó a todos los que fuimos sus alumnos. Él me recordó una anécdota que tenía completamente borrada. En una conversación le dije que nunca hubiera pensado que iba a ser director de la escuela. “Mentira”, me dijo Oscar. “En la primera reunión de claustro en la que estuviste, estábamos discutiendo con Feldman (Simón, entonces director de la escuela) y vos le decías lo que tenía que hacer. Y Feldman te dijo, ‘Por qué no se sienta acá y la dirige usted’, vos le contestaste ‘no, no, ahora la está dirigiendo usted, yo la voy a dirigir más adelante’”, remató Oscar. Yo no me acordaba de esa anécdota, evidentemente yo en algún lugar pensaba que iba a volver a la escuela de alguna manera.

2008 Rodaje Tesis “Un paciente en disminución”
Año 2008 Rodaje Tesis “Un paciente en disminución”

Me tocó volver de la mejor manera. Ganar el primer concurso público para ser rector ni más ni menos. Me tocó ser rector durante cuatro años increíbles, porque hubo un proyecto político y cultural de Nación y de cine que se vio reflejado en la escuela y una voluntad política de que sea lo que hoy es. Todo lo que hice lo pude hacer porque hubo una apoyo político muy importante desde la estructura política de la cual dependemos, pero especialmente porque hubo un apoyo político muy importante desde adentro de la escuela. Aquí convivimos con tradiciones políticas muy diversas, desde la izquierda combativa hasta los sectores más moderados, dos sindicatos que representan proyectos diferentes, pero en el momento de discutir todos quieren que a la escuela le vaya bien. Y no es una declamación. Cuando nos sentamos a discutir en el consejo académico que tiene representantes de los dos sindicatos, alumnos, egresados, profesores y el rector, siempre se deponen las posiciones particulares para pensar en aquello que es lo mejor para la escuela. Eso para mí fue maná para la gestión, me ayudó mucho y me permitió hacer una gestión muy cómoda, muy tranquila. Y coronarla este año con el cincuentenario es una belleza.

¿Cómo es el libro por los cincuenta años de la escuela que están presentando?

Hace dos años cuando comenzamos a conversar a propósito del cincuentenario, pensamos en cómo dejar registro de estos cincuenta años de la escuela. Después de darle mucha vuelta a la cosa decidimos que si la escuela son los alumnos, la historia la tienen que contar los alumnos. Entonces convoqué a un historiador e investigador como Horacio Campodónico para sistematizar lo que pasó en este tiempo en el país, en el Instituto y en la escuela, pero el corazón del texto es lo escrito por los egresados. Entonces fuimos contactando egresados de cada promoción, buscando que haya más conocidos y menos conocidos, de diferentes especialidades, que hubiera hombres, mujeres, sonidistas, directores, montajistas, críticos, productores, de épocas mejores, de épocas peores, con lo cual terminamos armando una suerte de collage de casi cincuenta voces contando cada uno de los años de la escuela y lo que la escuela fue para ellos. A partir de esa selección, abrimos la invitación a todo aquel que quisiera escribir algo y hay entonces pequeñas pastillas, anécdotas, que están en el libro también.

Empezó siendo un libro y terminó siendo un despropósito editorial donde hay más de 3000 fotos, en general enviadas por los alumnos, contamos con un diseñador espectacular que hizo un trabajo notable. Y se terminó configurando este libro que son tres tomos dentro de una caja contenedora que recorre los cincuenta años de la escuela contados por quienes pasaron por la escuela.

La verdad es un libro que yo valoro mucho. Es mucho más de lo que pensé que iba a ser cuando empezamos. Hubo una cantidad de trabajo de un equipo de gente impresionante, una productora, Carla Zanarini, que investigó, buscó a la gente, los persiguió, reconstruyó los grupos. Hizo un trabajo titánico durante dos años. Pero es necesario destacar el trabajo de toda la gente de la escuela que trabaja en producción como Adriana y Ariana, más todo el soporte del Instituto, porque hacer un libro así requiere de recursos, expedientes, gestiones, autorizaciones, un sinfín de procedimientos que serían imposibles sin el trabajo de todos los que forman la escuela y el propio INCAA.

Realmente creo que es importante que en algún lado quede el registro de lo que significa tener durante 50 años una escuela pública. Ojalá que los que lo lean lo sientan igual.


Se presentó el libro «ENERC/50 AÑOS»

El miércoles 2 de diciembre, en las instalaciones de la Sede ENERC CENTRO, más de 400 personas asistieron al acto de Presentación del Libro: “ENERC/50 AÑOS”.

La presidenta del INCAA, Lucrecia Cardoso y el rector de la ENERC, Pablo Rovito, hablaron ante una sala llena, celebrando el cincuentenario de la Escuela, junto a una mesa de egresados representando a las cinco décadas de historia de la ENERC, integrada por Daniel Pires Mateus, Rolando Pardo, Daniel Cholakian, Diego Curubeto, Vanessa Ragone y Paula Massa.

En 2015 se cumplieron 50 años de los inicios del Centro Experimental dedicado a la formación de los nuevos cineastas. Desde aquellos inicios, la escuela creció, se transformó y hasta cambio su nombre: inicialmente reconocida como Centro de Experimentación Cinematográfica (CEC), luego Centro de Experimentación y Realización Cinematográfica (CERC) y, finalmente, Escuela Nacional Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC), tal como la conocemos actualmente.

El cincuentenario de la Escuela permitió transformar en realidad un viejo sueño: el de federalizar la enseñanza pública, nacional y gratuita de cine en el país. Para ello se realizaron decenas de cursos y talleres en todas las provincias y se inauguraron las sedes regionales ENERC NOA, en San Salvador de Jujuy, y ENERC NEA, en la Ciudad de Formosa. En el próximo año se iniciarán las clases en la ENERC CUYO, en la Ciudad de San Juan y se continuará con el proyecto para abrir una escuela en la región PATAGONICA.

El libro: “ENERC / 50 AÑOS”, es el broche de todos estos logros. Recoge las experiencias de quienes fueron estudiantes durante estos años, los registros de alumnos, las distintas sedes y denominaciones que la escuela tuvo, además de fotografías de rodajes y actividades, y una exhaustiva investigación que enmarca el proceso y que da cuenta del camino recorrido.

La intención de “ENERC / 50 AÑOS”, es ofrecer un documento que demuestre la importancia de tener una Escuela de cine pública, nacional y gratuita a lo largo de todas estas décadas de de historia.

Publicado por EscribiendoCine

 

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