Recuerdan al escritor y periodista nicaragüense Carlos A. Bravo

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Utilizando las fotos de los archivos personales de la familia Bravo Serano he extraído estas imágenes correspondientes a un hecho trascendente como fue el otorgamiento por la Junta de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua del Título Honorífico de Profesor Honoris Causa otorgado a este personaje inevitable de la literatura nacional como lo fue el Profesor Carlos A. Bravo.

Ilustre maestro de generaciones, magistral conferencista dueño de una voz cautivante que con dominio de las inflexiones atraía a la audiencia que seguía fielmente sus disertaciones sobre diferentes tópicos de la historia, geografía, personajes y la cultura nacional, así como otros temas de interés general, fue capaz de crear con su palabra estereotipos de mensajes que aún hoy se repiten por todo el territorio nicaragüense sobre todo lo referido a Chontales la tierra amada de su madre.

Se le atribuye el decir de: En Chontales “los ríos son de leche y las piedras son cuajadas”

También los de “Buenos días María Cecilia (su hija) Chontales es bello”.

Exquisito en el manejo de la letra impresa con su critica desde el estilo propio que creo con los batiburrillos generalmente con temas de corte político. fue un liberal de convicciones y un profundo católico en sus creencias religiosas.

Escritor como muy pocos en su tiempo, se dice que él fue uno sino el iniciador de la prosa nicaragüense o más bien a decir de Coronel Urtecho un desretorizador de la prosa en el ámbito nacional. De su calidad de acuarelista del paisaje nica baste leer su único libro publicado: “Nicaragua Teatro de lo Grandioso” editado y prologado por Julio Valle Castillo, en el que recogen piezas maravillosas e inigualables de la Nicaragua inmaculada.

También se dice de su sentido económico o lacónico del mensaje escrito haciéndose famoso aquel telegrama con el cual reclamó el pago de salarios caídos y dirigiéndose al Ministro de Educación del cual dependía como Director de la Biblioteca Pública Nacional, le mando a cobrar con un “IDIAY”, que para los nicaragüenses es más que claro qué significa esa expresión.

Maestro de muchas generaciones en el Instituto Nacional de Oriente de Granada y replica de colegios privados que sus bachilleres presentaban sus exámenes orales en el colegio público y entre el jurado figuraba Carlos A. Bravo que infundía respeto y cierto pavor entre los examinantes por sus preguntas.

En el acto de homenaje como Profesor Honoris Causa, evento que tuvo lugar en su casa de habitación en Granada, en la calle El Caimito, se realizó en el año de 1970 y estuvieron presente altas personalidades de la vida universitaria y educativa de Nicaragua, personajes reconocidos y de prestigio: como los doctores Carlos Tunnermann, Alejandro Serrano Caldera, Edgardo Buitrago, Alejandro Barberena Pérez, Lorenzo Guerrero, Fernando Silva y otras personalidades como Guillermo Rothschuh Tablada, el Ministro de Educación Antonio Mora Rostrán y el intelectual Jorge Eduardo Arellano que fue elemento fundamental para lograr este reconocimiento a Carlos A. Bravo.

Hace 45 años se dió este otorgamiento, hoy conmemoramos 40 años de su fallecimiento y lo recordamos con una conferencia del Doctor Jorge Eduardo Arellano y las palabras de su hijo Alejandro Bravo Serrano quien en ese acto del pasado también tuvo una participación como lo indican las imágenes.

Por mi condición de promotor cultural y por ser el esposo de María Cecilia su hija, me he empeñado en recordarlo de esta manera y como un compromiso que he asumido desde hace más de 20 años de no dejar que la memoria de los intelectuales que nos precedieron se vaya borrando irremediablemente en el olvido, poco a poco, cuando solo quedan los recuerdos en los que le sobreviven.

Por ello este homenaje a la memoria de Carlos A. Bravo. Como también lo hice hace 15 años en el marco de la distinción de Hijo Dilecto que le tributara la ciudad de Granada encabezada por Doña Tatiana Raskosky en ese entonces alcaldesa municipal,

Carlos A. Bravo (1882-1975) a los 133 años de su nacimiento y 40 de su muerte.

Publicado en La Verdad Nica

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