Javier Lajo: «El sujeto colonizado ha desaparecido, no su cuerpo social»

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En una época en la que las comunidades andinas y sus problemáticas parecieran resueltas e interconectadas, los medios de comunicación, brazo armado de la modernidad, según los ha denominado Javier Lajo, investigador de la Comunidad de Pocsi en Arequipa, activista y promotor del movimiento indígena, imponen fuerza mayor sobre la imagen de la cultura andina y producen una fragmentación individualista del tejido comunitario.

Al respecto, el investigador peruano estuvo compartiendo con La Ventana. “Todo «lo resuelto» en el mundo occidental es «lo colonialista»; en el Perú y en todo el continente esto es así. La importancia de las culturas indígenas está en el aporte de los materiales para la descolonización del poder y de la sociedad en su conjunto. La memoria de la historia y de la identidad indígena es lo único que podrá dar elementos suficientes para la descolonización del continente”.

Ante la aparente crisis civilizatoria de Occidente, a partir del fracaso y colapso del neoliberalismo, Lajo propone como única alternativa el SumaqKaway o buen vivir de los pueblos indígenas. El investigador ha mantenido una labor activa sobre el tema, visibilizando las realidades de la comunidad andina y sus aportes. Su obra se recoge en alrededor de tres volúmenes, y su labor como activista en la coorganización del I Congreso de Pueblos Indígenas del Perú y responsable del Comité Organizador de la segunda edición, evento que significó el punto más álgido dentro del movimiento indígena peruano.

Si bien el propio autor reconoce no sentirse del todo satisfecho con su alcance, entre sus méritos también está la creación de dos publicaciones, Pueblo Indio y Pachakuti, en diferentes etapas, las cuales tuvieron como objetivo reflejar la realidad de los pueblos originarios de Sud América.

El próximo lunes, Javier Lajo estará integrando, junto a los investigadores Natalio Hernández (México) y Claudia Zapata Silva (Chile), el jurado del Premio de estudios sobre culturas originarias de América, categoría que se incluye en el venidero 57 Premio Literario Casa de las Américas.

Es durante la década del 80, a partir del retorno de Fernando Belaúnde Terry a la presidencia del Gobierno, que surge la publicación Pueblo Indio. ¿Cuáles fueron las características editoriales de la misma y con qué finalidad fue creada? ¿Existen en la actualidad publicaciones de corte similar? ¿Cuáles son las más notables dentro de nuestra región?

No existen publicaciones similares a Pueblo Indio. Esta fue una revista internacional que tuvo como objetivo presentar la realidad de nuestros pueblos originarios de Sud América de una forma autónoma y profunda, desde sus élites de dirección y como producto del Consejo Indio de Sud América (CISA). Fue una lástima que este Consejo que nació en el año 1980, luego, por fallas de origen, se desmantelara y desapareciera en el año 1990, después de una década de incendiar Sud América con las ideas de reconstrucción y liberación de los pueblos indígenas del continente americano.

Pueblo Indio se publicó con una tapa en papel couché y con un interior de papel bond de buen peso. Por sus características de lujo y por su contenido de línea intelectual de primera no estaba destinado para el gran público indígena del Perú y/o de Sud América, sino que se hizo así para impactar a élites intelectuales europeas y también continentales. Este impacto quería conseguir apoyo económico abundante, de tal forma que en unos cinco años pudiéramos conseguir una imprenta y equipos para una emisora de radio.

Se consiguió impactar en la cooperación internacional, pero existió cierto “engolosinamiento” por parte de dirigentes del CISA que se entusiasmaron con el prestigio y el dinero que les deparó la Revista. Estos no quisieron invertir ni en la imprenta, ni en la radio-emisora, que tendrían como finalidad masificar las señales y contenidos de una población indígena sumida en la pobreza y extrema pobreza.

Para ese entonces, el equipo de los jóvenes de la Organización Amaro Runa (OAR), que fuimos los que fundamos y lanzamos la Revista, no integrábamos el CISA, el cual se sumió en una crisis por “malos manejos” y “malversación de fondos”, que, incluso, a nosotros, la OAR, nos tocó la deplorable tarea de denunciar internacionalmente.

Producto de esta crisis interna de las organizaciones indígenas en los primeros años de la década de los 90, y como resultado de la crisis social, política y militar provocada por la banda asesina del Sendero Luminoso en el Perú, es que no solo no se repitió la experiencia de Pueblo Indio, sino que el movimiento indígena quedó sumido en la dispersión, desmovilización y depresión.

En la segunda mitad de la década, como producto del esfuerzo personal y el ingreso al Congreso de la República de algunos representantes vinculados a comunidades andinas, se organiza el Grupo parlamentario Perú, con el Congresista Máximo San Rompan (Quechua del Cusco) y Manuel Lajo a la cabeza y con la asesoría personal del suscrito. Ello abrió otro período de organización que termina con la fundación de la Conferencia Permanente de los Pueblos Indígenas del Perú (COPPIPhttp://www.alainet.org/es/active/4837), la cual ha significado la mayor experiencia de organización indígena en el Perú, pero fue desmantelada por el gobierno de Alejandro Toledo y su esposa, una belga-judía, antropóloga “experta en indígenas”.

Nos gustaría conocer con más detalle sobre la revista Pachakuti, de la cual es usted el director fundador. ¿Cuáles son los objetivos de esta publicación, las rutinas productivas, por cuántas personas está integrado su colectivo de trabajo, frecuencia de publicación y sus comentarios sobre el alcance que ha tenido la misma?

Pachakuti fue una experiencia fracasada, puesto que salió un solo número y no volvimos a imprimir ningún otro, pues fue producto de una negociación con la Sra. Karp de Toledo. Luego, vino la infiltración de esta antropóloga en el movimiento indígena y su desmantelamiento por cooptación y compra de algunos dirigentes en su mayoría amazónicos, que dividieron la COPPIP y la sustituyeron por otra organización que nunca alzó vuelo.

Pachakuti tuvo por objetivo fundamental servir como vocero de la COPPIP y seguir el debate en los temas planteados en la revista Pueblo Indio: información y teoría de la resistencia indígena en América.

Usted ha mantenido una labor activa en lo que refiere al rescate y visualización del movimiento y la cultura indígenas. Algunos ejemplos de ello han sido su participación en el Congreso de Pueblos Indígenas del Perú, del cual fue, incluso, responsable en dos ocasiones; la iniciativa de crear la Conferencia Permanente de los Pueblos Indígenas del Perú; su labor como vocero del Consejo Indio de Sud América; además, de su aporte con títulos referidos al tema, entre los que sobresalen: Qhapaq Kuna… más allá de la civilización (2002), La soberanía vulnerada, la lucha por la independencia continúa (2005) y Qhapaq Ñan: La Ruta Inka de Sabiduría (2005). Es de suponer que mantenerse activo en un tema como el que lo ocupa, debe haber encontrado ciertas trabas, en un mundo donde la cultura hegemónica es la Occidental. ¿Qué pudiera comentarnos al respecto?

Nosotros, OAR, sabíamos desde el principio que escribíamos y actuábamos en una realidad de colonialismo absolutamente cerrado. Todas las instituciones (medios, escuelas, universidades, iglesias, partidos políticos, clubes, etc.) estaban copadas por un colonialismo extremo que desconocía e invisivilizaba a los pueblos indígenas y a cualquier señal o manifestación anti-colonial.

En Perú se nos había expropiado y suplantado la subjetividad social, cultural y política. Los indígenas a puro pulso nos estamos forjando otra vez el espacio de nuestra subjetividad social. Este es un fenómeno que nos impide crear fácilmente, por ejemplo, un partido político indígena. Es decir, el sujeto colonizado ha sido desaparecido, sin exterminar su cuerpo social. Desde la fundación de la república habíamos dejado de existir, real y constitucionalmente. En el Perú, hace muy poco, el gobierno de Ollanta Humala para salvar a las empresas mineras de la sierra de la Consulta Previa a los indígenas serranos, expresó por medio de diferentes voceros que “no había indígenas en la sierra”, solo indígenas “nativos” en la Selva. Hasta se da el caso de antropólogos que hablan de “bosquecinos” para cambiarles el nombre a los indígenas de la Selva, así como se les cambió de nombre a los indígenas serranos desapareciéndolos como “campesinos”.

La cultura occidental no solamente es hegemónica, sino que ocupa totalmente todo el espacio cultural del país, dejando a la cultura andina algunos espacios “folcklóricos” o “folcklorizados” en donde los “productos” indígenas se les acepta de buena gana si son funcionales a la producción de buenas ganancias en una economía “social de mercado”. El mismo Toledo es un indígena o caricatura de indígena “funcional al mercado capitalista y neoliberal”. Hoy día, se hace negocio con las comidas indígenas en forma extensiva. Sin embargo, se habla de “mistura” o comida mestiza, donde lo indígena o es invisible o es ínfimo y minoritario.

Creo que mi trabajo en el periodismo, a lo largo de toda la década del 90, contó con un aliado muy ocasional o fortuito, que fue un periodista cusqueño llamado Alfonso La Torre, quien era jefe de la página editorial de La República –diario de gran circulación en el país-. En esa página publicaron mis artículos por la complicidad de La Torre. Gran cantidad de artículos que nunca despertaron comentarios o respuestas de otros intelectuales o periodistas. Toda la década fue una ley del hielo total y muy cruel, pero según La Torre, los ejemplares del periódico se vendían todos cuando salían mis artículos. Pero ni por eso, los dueños del periódico se contentaban con mis textos y preferían no publicarlos. Hasta hoy se nota que no hay reconocimiento, ni se toman en cuenta mis publicaciones ni artículos, por las esferas oficiales en el Perú.

Publicado en La Ventana
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