Leonardo Boff y la Madre Tierra

4.233
En Contexto
El filósofo y ecologista brasileño brindó una conferencia en la Universidad Nacional de Costa Rica a raíz de que la misma ha declarado al año 2016 como el «Año de la Madre Tierra». Aquí el texto completo de su conferencia

“Pienso que la red de universidades que han tomado como tema la Madre Tierra, ha hecho una elección de extrema importancia porque revela el tipo de conciencia que está creciendo en la Humanidad, de que así como estamos no podemos continuar, que la única casa común que tenemos para vivir es la Tierra-que es el subtítulo de la encíclica del Papa que yo aconsejo que la lean porque es un verdadero manual de ecología, y es eso, el cuidado de la casa común-.

Toda la cultura andina, de los pueblos originarios de América Latina, suelen llamar a la Tierra Pacha mama, y de hecho tenemos que preocuparnos por ella porque nunca en nuestra historia, esa casa común ha estado tan amenazada, en punto de destruir nuestra civilización. Si no hacemos nada puede incluso afectar profundamente la especie humana. Entonces tenemos que preocuparnos por la Madre Tierra.

De hecho nosotros nunca habíamos descubierto la Tierra. Descubrimos naciones, etnias indígenas escondidas en la selva amazónica, mil cosas, pero nunca habíamos descubierto la Tierra, porque nunca teníamos posibilidad de verla desde afuera. Entonces, los astronautas –y hay un bellísimo libro que se llama “the Overview Efect” que es el efecto de mirar la Tierra desde arriba-, dicen que uno de los motivos principales de los viajes a la luna y en las naves espaciales  era poder ver la Tierra desde afuera. Desde ahí cabe en la palma de nuestra mano, la podemos esconder detrás de nuestro pulgar,  pero todo lo que es sagrado, lo que es precioso está en ese pequeño planeta Tierra. Entonces de ahí se nos vino la conciencia de que efectivamente existe la Tierra y no solamente hay vida sobre la Tierra, que la Tierra misma es un super organismo vivo. Es el testimonio de muchos astronautas que dicen: la Tierra es tan brillante y extraordinaria como solamente un ser vivo puede ser.

Esa perspectiva de  hablar de la Tierra como Madre Tierra, tiene un fundamento oficial en la propia ONU porque el día 22 de abril de 2008 hubo una sesión donde estaban los 192 representantes de los pueblos para discutir y aprobar un viejo proyecto que estaba circulando en la ONU desde muchos años, de llamar a la Tierra Madre Tierra. Eran proyectos que venían de los países que tenían pueblos originarios, indígenas, y ese proyecto siempre fue rechazado porque se decía: eso es algo mítico, algo superado de los pueblos antiguos, la Tierra no es algo vivo, la Tierra está ahí a nuestra disposición, una cosa sin propósito, material que podemos utilizar. Pero a raíz de los eventos extremos, sequías tremendas de una parte, inundaciones enormes de otra, cambios climáticos, erupción de casi todos los volcanes que empiezan a animarse, el creciente nivel de tensiones y crisis, violencias entre los seres humanos -no hay que olvidar que hay 40 focos de guerra en este momento y las guerras modernas son de gran mortalidad- todo eso pertenece al problema Tierra y apareció muy claro en la COP 21 en París, que todos los que estaban ahí reunidos, 192 representantes de la Tierra, se han unido a pensar sobre el destino futuro de la Tierra y por primera vez de los 21 encuentros de ese organismo de la ONU se ha llegado a una convergencia, porque antes cada quien pensaba en lo suyo y no le importaba los intereses globales del planeta.

Pero esta vez, a raíz de toda esa iniquidad ecológica, se han dado cuenta que hay que pensar en el Planeta, pensamiento de la Tierra, no solamente del desarrollo, del crecimiento, de los intereses humanos, tenemos que pensar en la casa común. Creo que la encíclica del Papa ha influenciado mucho la conciencia colectiva de los seres humanos.

Pero quiero volver al 22 de abril de 2008. Finalmente la ONU aceptó después de una larga discusión poner a votación si llamamos a la Tierra Madre Tierra o seguimos llamándola solo Tierra. Quien hizo el discurso más político fue Evo Morales, fue de los más impactantes que he escuchado en mi vida, porque el empezó diciendo: “Yo, representante de los pueblos humildes de la Tierra, vengo acá de rodillas pidiendo a todos ustedes no sigan maltratando como lo están haciendo a nuestra Madre Tierra, a la Pacha Mama, porque ella está enferma y está crucificada. El poncho blanco de nuestras montañas cubiertas de nieve ya no es blanco, se ven las piedras a raíz del calentamiento global. La Tierra sufre, el Siglo XX fue el siglo de los derechos humanos, personales y sociales, el siglo XXI será el siglo de los derechos de la naturaleza, de los derechos de la Tierra”.

Y ahí hizo una pausa y dijo: “o destruimos el capitalismo o el capitalismo va a destruir la Tierra”. Unos pocos socialistas aplaudieron porque son pocos los socialistas en el mundo y él miraba de punta a punta para dar gravedad a su afirmación.

Yo creo que eso tiene mucho de verdad. Yo no diría tanto el  nombre capitalismo, la manera nuestra de habitar  el planeta Tierra, la forma como mantenemos una relación de agresión, cómo producimos, cómo distribuimos, como consumimos, ese tipo de habitar el planeta Tierra ha llegado a su fin. No podemos llevarlo adelante porque la Tierra ya no aguanta.

Después me encargaron a mí de hacer el discurso más filosófico sobre cómo fundamentar esto de la Tierra como Madre. Yo hice lo que pude, estudie y di varios argumentos, pero un argumento fue aceptado porque aplaudieron, cuando yo dije: la tierra uno puede cavarla, puede venderla, puede comprarla y es tierra, pero Tierra como madre no, la madre no la vende, no la compra, la cuida, la ama, la venera. Esa misma actitud hay que tener con la Madre Tierra, la única que tenemos.

En la ONU no se suele batir palmas. Entonces Ban Ki Moon, el secretario (general) que estaba a mi lado me dijo: Boff tu conseguiste algo raro, hubo un aplauso. Yo creo que tocó el corazón de las personas. Y yo hice un reto al señor Ban Ki Moon, porque están haciendo la reforma de la ONU, hay una cúspide abierta arriba. Y yo le dije: señor secretario general, ponga en ese vacío arriba un globo terrestre que simbolice la Madre Tierra. Y cuando ustedes estén perplejos, confusos, no saben qué soluciones encontrar para los problemas humanos y de la Tierra, invoquen a la Madre Tierra porque ella va a inspirar los mejores caminos. Y él me dijo que iba a ponerla. El año entrante voy a verificar si lo puso o no, voy a cobrarle.

Entonces yo creo que el gran problema que está puesto para la humanidad es exactamente eso: superar la tendencia en curso que es que la humanidad está en curso de colisión con la Tierra. Y si no tenemos cuidado puede ser una colisión que es dañina para la especie humana y para la naturaleza y por eso tenemos que evitarlo de todas las formas.

Yo quisiera hacer un breve resumen de esa idea, de la Tierra como nuestra Madre Tierra. Pero subrayando esto, que ahora no es algo de algunas etnias indígenas que hablan de la Madre Tierra, es la definición oficial de la ONU del 22 de abril de 2008, día de la Madre Tierra.

Tierra es un concepto físico, un planeta entre otros. Madre Tierra, casa común, son categorías existenciales, que nos hablan del sentido profundo de nuestra existencia humana. Ahora el problema que tenemos es garantizar un futuro para la Tierra porque, si seguimos como estamos, hay muchos científicos que nos dicen que la Tierra puede considerarnos a nosotros una especie de célula cancerígena que hay que eliminar para permitir que otros seres sigan adelante. Y ella puede seguir, pero sin nosotros. Eso no es una amenaza solamente en la imaginación. Es que hemos construido efectivamente una maquinaria de muerte, un principio de la autodestrucción, que con armas químicas, biológicas, nucleares podemos destruir varias veces toda la Tierra.

En una reunión de la Carta de la Tierra, fue la única vez que encontré a Gorvachov, con la negra Mercedes Sosa dijimos: vamos a preguntar al hombre ese si es verdad que podía coger el teléfono rojo y lanzar una guerra nuclear. Y el dijo: señor Boff, había dos generales un poco locos que me hablaban continuamente al oído: vamos al encuentro con Occidente, vamos a una definición final, vamos a la guerra. Y el decía, solo con las armas que nosotros los rusos tenemos, dispensando las americanas, las inglesas, francesas y otras, podemos destruir por lo menos cinco veces la Humanidad sin que quede nadie para contar la historia. Esa amenaza sigue, porque la seguridad nunca es total, siempre hay riesgos. Pero nosotros creemos como Alberto (Salom) que es extremadamente optimista, yo participo de esto, porque tenemos inteligencia, tenemos el espíritu creador que nos ilumina, no hay que ser pesimista.

En un foro social mundial en Porto Alegre, estaba ese gran escritor, premio Nobel de Literatura José Saramago, quien hizo un discurso muy pesimista. Y alguien le gritó: Saramago eres muy pesimista, no puedes ser así. Y el contestó: yo no soy pesimista, es que la realidad es pésima. Después hablando con él, pues nos conocíamos de otro tiempo, me dijo: “yo no quiero consolar a nadie, yo quiero traer angustia, porque si uno está muy tranquilo, totalmente optimista, pide una hamaca, un ron de los mejores de esos de Guatemala y deja la vida transcurrir. Pero uno que tiene angustia no, ese se mueve, discute, lee, habla con las personas y se pone a cambiar la realidad, Entonces hay que tener esa angustia de la que habló el gran filósofo Kierkegaard. El escribió un libro entero sobre eso, diciendo que esa angustia es de la naturaleza del ser humano, que lo pone siempre buscando cosas, nunca lo deja tranquilo, porque se siente siempre en una implenitud, en un deseo infinito que no encuentra un objeto adecuado a ese deseo, por eso la angustia que lo mueve, que es dinámica, que lo pone a caminar. Entonces, esa angustia tenemos que tenerla nosotros, que no es una enfermedad y que ningún psicoanalista va a curarla, porque es parte de nuestra existencia. Por eso, en un momento como este tenemos que tener una sana angustia por amor a la Madre Tierra.

Entonces, desde la más alta ancestralidad, las culturas y religiones antiguas siempre han llamado a la Tierra como Magna Mater, como Nana, como Pacha Mama, como Madre. Solamente cuando emergió el paradigma de la modernidad, el siglo XVI, con los padres fundadores del proyecto técnico-científico, con Descartes, con Francis Bacon, con Newton, ahí se perdió esa idea. Y Descartes dice que la Tierra no tiene resistencia, es un objeto que no tiene propósito, está ahí entregada a la libertad del ser humano que puede hacer lo que quiera, a su antojo. El ser humano es el único portador de espíritu y todos los demás seres tienen sentido en la medida en que se someten al ser humano. El ser humano es el señor dominador de todas las cosas.

Y ahí ya la Tierra perdió toda su mística, todo su encanto y pasó a ser en la comprensión de toda la visión moderna una especie de baúl lleno de recursos que podemos sacar y sacar en función de un proyecto de enriquecimiento ilimitado y de forma infinita en dirección del futuro.

Aquí hay dos ilusiones. La primera que la Tierra tiene recursos, no me gusta esa palabra porque es muy capitalista, tenemos que hablar de bienes y servicios de la Tierra. Los andinos hablan de las bondades de la naturaleza. La ilusión  de que los bienes y servicios son infinitos es una gran ilusión y es una comprensión falsa de la Tierra. La Tierra es un planeta pequeño, viejo ya, con recursos limitados y muchos –gran parte de ellos- no renovables. Entonces no puede ser considerado como un baúl del que sacamos todo lo que queramos.

Y tampoco podemos seguir infinitamente en dirección del futuro porque si los países ricos como Europa, Estados Unidos, Japón, quisieran democratizar el bienestar que tienen para toda la Tierra, necesitaríamos por lo menos tres Tierras igual a ésta, lo que es otra ilusión. Entonces, ese proyecto de crecimiento infinito hacia el futuro con bienes y servicios también infinitos son las premisas falsas de todo el paradigma de la modernidad que ahora entró en una crisis y, a mi juicio, una crisis final, porque necesita la Tierra para autoreproducirse y no hay espacio, porque hemos ocupado 87% de todo el planeta, ocupando y devastando. Y el resto son el Everest, los Andes, los acuíferos profundos donde no tenemos acceso.

El 23 de setiembre de este año, los científicos han constatado por segunda vez lo que llaman el “Earth Overshoot Day”, el día de la sobrecarga de la Tierra, el día en que la Tierra no tiene más en su despensa materiales, nutrientes para atender las demandas humanas y de la comunidad de vida. Porque la Tierra no ha creado solo a nosotros, ha creado a los animales, ha creado los árboles, ha creado todos los demás seres vivos, lo que la Carta de la Tierra llama la comunidad de vida. La carta de la Tierra evita hablar de medio ambiente porque estamos cansados de medio ambiente, queremos ambiente entero.

La sobrecarga de la Tierra significa que puede atendernos a nosotros hasta setiembre. Octubre, noviembre y diciembre ya no puede. ¿Cómo continuará el sistema de vida? Entonces, ha pasado en 30% su biocapacidad, la capacidad de producir y reproducir vida. Ya no alcanza. O el ser humano cambia la forma de su relación con la Tierra, sin agredirla, sin explotarla, y tener un desarrollo que sea adecuado a los ritmos y las capacidades de cada ecosistema o entonces vamos al encuentro de una gran catástrofe ecológico-social.

Entonces, llegamos a los límites físicos de la Tierra y nos damos cuenta ahora que estamos destruyendo la base físico-química que sustenta  la vida. El último dato de ese gran biólogo  Eduard Wilson, de Harvard, es que cada año el nivel de agresividad del proceso industrialista es tan fuerte que se elimina –no sabemos exactamente los números- entre 27.000 hasta 100.000 especies de seres vivos. Eso es una devastación. Y cada ser vivo es como un libro lleno de informaciones, tal vez la información contra el Sida, contra el Alzheimer (la enfermedad que nosotros decimos “me llega el alemán”, a mí me llega de vez en cuando, se me olvidan las cosas. Y cuando me olvido entonces invento y eso es peligroso). Informaciones que podríamos tener para curar el Parkinson y otras enfermedades. Ni siquiera hemos abierto el libro y ya lo hemos quemado, lo hemos desechado.

Entonces, esa forma de habitar la Tierra ya no puede ser llevada adelante. Incluso, los científicos han creado un nombre técnico diciendo que hemos inaugurado una nueva era geológica, que se llama antropoceno. El antropoceno significa que la gran amenaza a la naturaleza, a la Tierra, no son los meteoros rasantes que caen en la Tierra y pueden dañar profundamente regiones enteras. El mayor peligro, el meteoro rasante se llama ser humano, hombre y mujer. Pero no cualquier ser humano, no son los andinos los que amenazan la Tierra, no son los pueblos originarios que tienen un amor profundo por la Madre Tierra. Son las grandes corporaciones que explotan hasta agotar todos los bienes y servicios de la Tierra, sin ninguna consideración ética y ecológica, destruyendo ecosistemas. Nosotros conocemos lo que es ser homicida, matando a una persona, ahora estamos aprendiendo lo que es ser ecosida, eliminando ecosistemas.

En varios lugares de América Latina, Africa, Asia, se han eliminado enteros ecosistemas, desertificación, sin ninguna vida más. Y podemos ser geocidas, podemos matar la vida de la Tierra, eso está dentro de las posibilidades del ser humano. Entonces, el ser humano al que Wilson llama “el Satán” de la Tierra, es el mismo que fue llamado según las escrituras judeo-cristianas, Capítulo II del Génesis, “el guardador”, “el cuidador” de esa herencia sagrada que hemos recibido, que es el jardín del Edén, la Tierra.

Hemos inventado la ética, las religiones, las civilizaciones, para intentar domesticar al ser humano y dominarlo en su agresividad, y el sigue empeorando. Por más que hemos hecho. Entonces, el gran peligro somos los seres humanos. Eso nos impone una gran responsabilidad, que ahora el futuro depende de nosotros, no depende solamente de las fuerzas directivas de la Tierra y del Universo, depende de una decisión política de los seres humanos. Es decir, vamos a continuar viviendo en este planeta, pero para vivir tenemos que cambiar. Veinticinco veces el Papa lo dice en la Encíclica, tenemos que cambiar la forma de producción, la forma de consumo, la forma de distribución.

Es curioso que en el documento ahí en (la Cumbre de) París ninguna vez habla de cambio, sigue el sistema de acumulación como si nada pasara, solamente con esa advertencia de que tenemos todos juntos que luchar, y ahí hubo el consenso, de no llegar a dos grados, porque si pasa de dos grados hay una catástrofe en la biodiversidad y muchos seres humanos van a desaparecer.

Y hay datos. Yo recientemente leía un texto de la comunidad científica norteamericana diciendo que hay el riesgo de que, si no hacemos nada en los próximos decenios, podríamos conocer el calentamiento abrupto. Significa que la Tierra en pocos años, tres cuatro, cinco años, puede elevarse a cuatro, cinco, seis grados celcius. Y dice que con esa temperatura ninguna forma de vida que nosotros conocemos va a subsistir. Y gran parte de la humanidad va a desaparecer. Tenemos tecnología y ciencia y podemos crear islas, refugios donde millones pueden salvarse, pero gran parte de la humanidad estará condenada. En otro artículo que sigue, dijeron: hemos enviado esa información a todos los decision makers, a todos los que toman decisiones, que son los políticos. Nadie contestó.

Entonces es algo sumamente serio. Sea el calentamiento global, sea la escasez de agua potable. En Río +20, en el 2002, cuando de nuevo estaban representados todos los países del mundo, el presidente de la FAO que es un brasileño, Francisco Graciano, hizo una llamada a los jefes de Estado, diciendo por ahora tenemos 60 millones de migrantes ambientales, que han perdido las cosechas, que el calor es muy grande, desertificación, mil razones que hacen inhabitable su región. Si se da el cruce, que puede ocurrir en cualquier momento, entre la escasez de agua potable y el calentamiento global, será una catástrofe tremenda de la humanidad, con pérdida de cosechas, y habrá por lo menos 100 millones de refugiados ecológicos, que no aceptarán el veredicto de muerte sobre ellos, sino que emigrarán como ahora estamos viendo en el norte de Africa y Siria, que están invadiendo Europa desesperados, para escapar de la guerra.

Entonces él decía: tenemos que prepararnos políticamente cómo trabajar esto. Yo temo que el imperio tiene una solución que es inventar bacterias poderosísimas con todo tipo de enfermedades, eventualmente bombas, con el argumento de que si una pierna está gangrenada y tienen que cortarla para salvar el cuerpo, cortamos la pierna. Y así podemos salvar parte de la Humanidad. Los relatores de Lugano, que era un texto sigiloso de los presidentes de los bancos mundiales que se reunieron en Lugano en 2001, para pensar cómo gestionar el problema de la Tierra, han dicho: hay que reducir la población al nivel de los años de 1970, porque con cinco mil y pico de millones de habitantes podemos gestionarla pero con 7 caminando a 8, no podemos. Para enfrentar eso, de ahí el texto sigiloso (una periodista francesa lo publicó), hablan de guerras biológicas, guerras militares, eliminación de regiones enteras de poblaciones para salvar la Humanidad. Imagínense que soluciones despiadadas, crueles se piensan con los seres humanos.

Entonces el sistema de capital que no ama a las personas, ama el músculo que produce fuerza de trabajo, ama la cabeza que piensa, pero no a la persona, que no le importa el destino de la persona, puede hacer todo.

Lo que nosotros pensamos es que al amar a la Madre Tierra hay que enriquecerla con datos que nos llene de la nueva cosmología. Un gran científico, James Lovelock, que trabaja en la NASA en conjunto con otros científicos, inventó instrumentos  que iban acoplados a los cohetes para ver si identificaba vida fuera, en el espacio interior. Y no identificaron vida nunca.  Pero cuando esos aparatos se volvían hacia la Tierra, todas las agujas se volvían locas, porque apuntaban: ahí hay vida, ahí hay vida.

Entonces, ¿qué ha hecho James Lovelock que trabaja con un equipo enorme, más de 60 personas? Intentó comparar la situación de nuestros dos vecinos, Venus y Marte, y hoy es posible, descomponiendo la luz que viene de allá, cuánto bióxido de carbono tiene, cuánto de oro, de todos los elementos físicos y químicos que conocemos, y se han dado cuenta que la Tierra tiene elementos de un equilibrio tan sutil que solamente un ser vivo puede tener. Así, a millones de años, la Tierra siempre tiene 21% de oxígeno, si subiera a 30, nadie podría encender un fósforo acá, se produciría un incendio. Si bajara a 15% desmayaríamos. Pero mantiene siempre esto. El nitrógeno (79%) es responsable por el crecimiento de todas las cosas, los animales, las plantas, si subiera a 85 seríamos todos gigantes, si cayera a 65 seríamos todos enanos, pero se mantiene en 79% por millones de años. El nivel de sal de los océanos es 3,4% también pro millones de años.  Sabemos que los océanos son los grandes equilibradores de los climas y de la reproducción de la vida. Si cayera para 2 grados sería como el mar muerto, si subiera a 6, igual, no habría ninguna vida, sería un desastre absoluto para el planeta. Y pasa así con todos los elementos. El (Lovelock) elaboró la hipótesis Gaia, Gaia es el nombre de la diosa griega para significar la Tierra como Pacha Mama, la Tierra como madre, la Tierra como productora de vida. Esa era una hipótesis. En 2001, un en gran congreso de casi 2000 científicos en Amsterdam, él (Lovelock) con parte de su equipo, ha presentado las pruebas de que la Tierra es efectivamente un super organismo vivo, un super ente vivo. Aceptaron la argumentación y a partir de ahora es una teoría científica.

Entonces, ahora tenemos una base empírica, científica, para decir de hecho la Tierra es madre y nos da todo lo que necesitamos para vivir. No solamente para nosotros sino para también los demás seres vivos. Cuando en 1953 dos grandes científicos norteamericanos Crik y Watson  (Watson murió hace dos meses) descodificaron el código genético se han dado cuenta de un hecho que es considerado de los grandes descubrimientos de la ciencia moderna. Se han dado cuenta que todos los seres vivos, desde la bacteria originaria, que irrumpió hace 3,8 mil millones de años, pasando por los grandes bosques, los dinosaurios, los caballos, los colibríes, llegando a nosotros, todos tenemos el mismo alfabeto genético, los mismos 20 aminoácidos, las mismas cuatro bases fosfatadas, que combinando esos elementos crea la biodiversidad. Entonces significa que todos nosotros somos hermanos unos de otros, somos primos, tenemos la misma constitución, por lo que San Francisco hace 800 años llamaba a todos con la palabra tan dulce de hermanos y hermanas.

La Carta de la Tierra asimila esa idea diciendo que hay un lazo de parentesco entre todos los seres vivos. Y la Encíclica parte de eso. Varias veces, un texto bellísimo donde el Papa dice: nosotros seres humanos, hombres y mujeres caminamos todos interconectados junto con el hermano sol, la hermana luna, el hermano río, la hermana montaña y la hermana Tierra.

Y por eso es que la Carta de la Tierra habla de la comunidad de vida y no tanto de medio ambiente, formamos la gran comunidad, la vida que está en la hormiga, un animalito que está por ahí está en mí también. La consecuencia es el respeto a todo ser porque tiene un valor en sí mismo. Es una de las afirmaciones básicas de la Carta de la Tierra: cada ser tiene un valor en sí mismo independientemente del uso humano. Y el Papa cita continuamente y repite esa idea de que cada ser tiene su lugar.

Yo tuve una especie de correspondencia con el Papa a raíz de la Encíclica y por broma le pedí que pusiera en la Encíclica ese pequeño trozo de San Francisco que pedía a sus frailes que en sus huertas dejaran un pequeño lugar para las yerbas silvestres dañinas, porque ellas también a su manera alaban a Dios. El Papa lo puso en la Encíclica, para decir que todas las cosas tienen su sentido, no solamente porque se someten a nosotros. Entonces cuando llamamos la Tierra madre, no es solo madre de nosotros sino de todos los demás seres, los ha generado a todos ellos y sigue generándolos. Y ahora está debilitada, no tiene  la capacidad de reproducir más vida porque la agresión es demasiado.

Digamos la “quimiquización”, la utilización de elementos que hemos inventado, hemos creado 1.000 elementos químicos que no existen en la naturaleza y los estamos aplicando en el agro-negocio, en el suelo, y nuestros organismos no están preparados para asimilar y convivir con estos elementos. Por eso pueden venir enfermedades que ni todavía sabemos sus consecuencias.

Hay que decir con el Papa: nunca en los últimos dos siglos se ha maltratado y ofendido tanto a nuestra Madre Tierra. Y tenemos que oír y articular el grito de los pobres con el grito de la Tierra. Y todo gemido de la Naturaleza es gemido de la Tierra y gemido nuestro. Y ahí él subraya esa dimensión tan profunda que es la dimensión del corazón, no solamente la razón intelectual, científica, importante, que la necesitamos, pero hay la dictadura de la razón científica tan criticada por la Encíclica, como si ella fuera la única forma de acceder a la realidad para resolver los problemas. Es como si uno pensara que para limitar la ferocidad del lobo habría que limar los dientes. La ferocidad del lobo no está en sus dientes, está en su naturaleza. Hay que cambiar nuestra relación, que no sea tan violenta y tan feroz como la de un lobo.

Entonces, lo que necesitamos es todo un rescate de la dignidad de la Tierra, la Tierra y todos los demás seres, porque tienen historia, son nuestros hermanos y hermanas, llevab la misma estructura de base que está en nosotros. Son los nuevos ciudadanos. Por eso en mi juicio, la verdadera democracia es la democracia sociocósmica. ¿Qué sería la ciudad de San José si no tuviera los árboles y las montañas, los lagos, toda la mancha verde? No sería una ciudad humana, todos esos elementos -que no son elementos, son expresiones de la vitalidad de la Tierra- tienen que ser comprendidos y tratados como nuestros nuevos ciudadanos, nuestros hermanos y hermanas. De ahí la actitud de respeto, de convivencia. Así era San Francisco, cuando veía un animalito en el camino, lo sacaba para que no fuera pisado por los demás. Cuando veía un gallito quebrado en un árbol, lo enfajaba para que se recuperara. Ese cariño, esa ternura que tenía con todas las cosas hace que él sea el hombre nuevo. Nosotros somos viejos, nuevo es él, que ha inaugurado una actitud, un comportamiento y el Papa los presenta como el ejemplo del cuidado con la Madre Tierra.

Por eso él tomo el nombre de Francisco, que para mí es más que un nombre, es un proyecto de Iglesia y de Humanidad, proyecto de ternura, de sencillez, de pobreza, de fraternidad con todos los seres, sin preguntar de dónde viene, qué religión tiene, porque todos somos hermanos. Si es un musulmán, si es un ateo, no importa, es un ser humano, si es humano es un hermano, un habitante de la misma casa común y tiene derecho a ser tratado con respeto.

Voy terminando para permitir que haya un diálogo.  Evo Morales en su discurso en la ONU habló de los derechos de la Tierra y habló de siete derechos fundamentales de la Madre Tierra.

El primero era el derecho de la Madre Tierra a la regeneración de su biocapacidad, hacer que la Tierra continúe siendo Madre Tierra, madre de todos nosotros.

Segundo: derecho a la vida de todos los seres que ella ha engendrado, especialmente de aquellos que están en peligro de extinción.

Tercero: el derecho a una vida pura porque la Tierra tiene el derecho de estar libre de todos los contaminantes.  El derecho de respirar un aire bueno para no ser contaminados, el derecho del buen vivir de todas sus criaturas que ha criado, el bien vivir y convivir es vivir en armonía entre todo con la Tierra, con la Montaña, con las energías cósmicas, con el Sol, con la Luna, con todos los seres.

El derecho a la armonía y al equilibrio con todos los seres que habitan en el planeta, de tal modo que todos tengan su lugar y cumplan su función en el conjunto de los seres.

El derecho a la conexión con el todo, del cual somos parte, entonces la Tierra sentirse parte de un todo y nosotros, hijos e hijas de  la Tierra, participando de ello. Un elemento importante que me parece subrayar es que nosotros somos también Tierra. En un momento avanzado de su evolución, de su complejidad, la Tierra empezó a sentir, empezó a amar e irrumpió el ser humano, hombre y mujer. Nosotros somos la porción inteligente, la porción amante, la porción creativa de la Tierra. Somos Tierra. Por eso es que hombre viene de humus, Tierra fecunda, Tierra buena. Curiosamente el Papa en el capítulo II dice eso: somos Tierra. Y uno que lo ha dicho con elegancia, con poesía, fue Atahualpa Yupanqui, el gran cantante indígena de Argentina, que dice que el ser humano es la Tierra que anda, la Tierra que canta, la Tierra que remeda, la Tierra que piensa, que habla, la Tierra que siente. Nosotros somos eso, somos Tierra.

Cuando ese grande, era un científico, Isaac Asimov, que divulgó mucho los conocimientos científicos, nosotros como jóvenes vivíamos todo este Asimov,  cuando se cumplieron 25 años del experimento humano en el espacio, la revista Time le pidió a él un artículo, que hiciera un balance de los viajes espaciales. Y él escribió un bellísimo artículo que tiene 3 puntos.

El primero dice: desde las naves espaciales, Tierra y Humanidad forman una unidad, no es que aquí está la Humanidad y aquí está la Tierra, es una unidad.

Segundo: irrumpió en nosotros la conciencia planetaria, que todos nosotros pertenecemos a ese pequeño planeta, que  tenemos que pensar desde Costa Rica, desde Brasil, desde la Tierra, desde el sistema solar, desde nuestra galaxia, desde el universo. Somos parte de eso.

Y tercero, dice, la responsabilidad que nosotros tenemos para ese pequeño planeta que es la única casa común que tenemos.

Yo creo que ha hecho un balance verdadero. Somos Tierra y responsables por esa Tierra. Entonces creo que para proteger la Tierra, lo más urgente es una ética del cuidado. Yo terminé un libro ahí, en Guatemala, “Una ética para la casa común”. Va a salir dentro de unos meses. Sería largo poner todos los puntos, ustedes se iban a aburrir a más no poder. Pero dos me parece importantes, que es la ética del cuidado y la ética de la corresponsabilidad colectiva.

Sabemos que el cuidado es toda una tradición filosófica que viene desde los romanos, pasando por otros pensadores y culminando con el más grande filósofo del siglo pasado, Martin Heidegger, y su famoso libro “Ser y Tiempo” y ahí él se pregunta: ¿Qué es el ser humano? Y responde: el ser humano no es ni espíritu, ni libertad, ni creatividad. La esencia del ser humano es cuidado, porque el cuidado es la condición previa que debe ocurrir para que un ser pueda irrumpir en el proceso de la evolución. Eso Stephan Hawkins, ese gran físico y cosmólogo lo ha detallado en su libro “Breve historia del tiempo”, que el cuidado no es solamente una ley humana, es cósmica. Dice: después del Big Bang, las cuatro energías: gravitacional, electromagnética, nuclear, débil y fuerte, obtuvieron un extremo sutil cuidado, de un equilibrio finísimo. Sin él serían imposibles el universo, las estrellas y nosotros. Entonces el cuidado es la fuerza anticipatoria. Es también el condicionador previo de nuestras acciones para que no sean dañinas sino buenas. Todo lo que hacemos con cuidado se hace bien. Y todo lo que amamos también lo cuidamos. Si el paradigma moderno es el puño cerrado, dominando, sometiendo a los otros, el paradigma nuevo es el de la mano extendida para la caricia, por los dedos que se entrelazan para proteger la vida de todos los seres.

Entonces el cuidado es fundamental.  Y voy a terminar diciendo: todos nosotros los que aquí estamos somos hijos e hijas del infinito cuidado que nuestras madres han tenido al acogernos, porque cuando estábamos en la cuna por nosotros mismos no sabíamos cómo dejar la cuna y buscar nuestra alimentación. Porque ellas han tenido cuidado infinito estamos aquí hablando de esto. Si cuidamos a la Tierra como nuestras madres nos han cuidado, vamos a salvar la Tierra. Y si no tenemos ese cuido a la Madre Tierra, la cosa se va empeorando cada vez más y así llegamos a un camino sin retorno.

Lo otro es la responsabilidad colectiva. Ser responsable significa: darse cuenta de las consecuencias de nuestras acciones. Hay acciones que ya no podemos utilizar, por ejemplo, no podemos hacer una guerra hoy porque es tan destructiva que puede matar a todos. No podemos echar agro tóxicos sin más en los suelos, que puede dañar las aguas y envenenara  las personas. No podemos causar más polución en el aire, que puede causar enfermedades como el Zika, ahora que apareció en Brasil, no tenemos ninguna medicina en contra de eso, es algo terrible. Entonces no podemos tomar acciones cuya consecuencia es dañina, el imperativo categórico es: actúe de tal manera que el efecto de tus acciones sea bueno para vida, bueno para ti, bueno para los demás, bueno para la Tierra. Y ahí tenemos que cuidar de la basura, del agua, de la casa, de nuestras calles, cuidar de nuestro cuerpo, cuidar de todo con responsabilidad. Y debemos hacerlo colectivamente, asumiendo que esa madre está enferma y que debemos salvarla. La manera de mostrar que está enferma es el calentamiento global, que es la fiebre. La fiebre no es una enfermedad, es un síntoma que apunta hacia una enfermedad. Entonces, tenemos que vivir el cuidado y la responsabilidad como un proyecto consciente, personal, cada uno asumir eso en su vida, no dejarlo como algo abstracto, algo que se dice, tener otra manera de relación con la Madre Tierra, con la casa común.

Tenemos que producir para atender las necesidades humanas, tenemos que comer y beber y tener todo lo necesario para una vida decente. Pero lo que no podemos es tener ese consumo ilimitado que caracteriza la vida de los países opulentos, que es un despilfarro de todos los elementos. De otra parte, una hambre tremenda de casi 1.000 millones de personas.

Entonces, sentimiento de pertenecer a esa  historia, de que hermanos nuestros están corriendo riesgos, condenados a morir antes de tiempo. El sentido de responsabilidad nos lleva a cambiar. La relación con la Tierra no puede ser una relación de explotación, hay que respetar sus ciclos, darle descanso para que rehaga sus nutrientes. Y tener una economía como los andinos, una economía de lo decente y lo suficiente para todos y no una economía de la acumulación, la economía que sirve a la vida. Y el eje central de la nueva civilización no es el desarrollo sostenible, sino que la centralidad es la vida, la vida humana, la vida de la naturaleza, la vida de la Tierra, una “biocivilización”. Y la Tierra como la Tierra de la buena esperanza, del sueño bueno donde todos pueden sentirse en su casa común, el sentirse bien en su casa.

Termino, ya que soy teólogo, con una frase de la escritura que el Papa cita tres veces, que viene del Libro de la Sabiduría, capítulo 11, que es muy bonita: “Dios, tú creaste todas las cosas y amas todas las cosas que creaste, tú no odias a ninguna, porque tú las amas, porque tú eres el soberano de la vida”. Entonces, un Dios que es un soberano amante de la vida no va a permitir que nuestra vida se vaya a destruir o desaparecer, ni la  vida de la Tierra, porque esa vida ya está asumida por el Hijo de Dios, está transfigurada, esté en el cielo, en la eternidad. Es algo eternizado ya. Entonces, tenemos esperanza y el Papa reconoce todo eso en su Encíclica y siempre termina con optimismo, que el ser humano tiene inteligencia, tiene racionalidad, tiene instrumentos técnicos y científicos. Y dice más: tenemos el espíritu creador que nos acompaña, el que ha creado todas las cosas, que podemos salvar el planeta tierra. Y ahí termina él diciendo de una forma tan bella: vamos caminando juntos sin miedo de los problemas y preocupaciones con la Madre Tierra, que esas preocupaciones no nos quiten la alegría de la esperanza. El futuro no es una gran tragedia, estamos en medio de una crisis que nos va a acrisolar, nos va a purificar, nos va a permitir un salto de calidad, en la dirección de una civilización, más humana, más sencilla, más fraterna, más espiritual y que ese será el próximo paso de la tierra y de la humanidad.»

Publicado en Informa-Tico
También podría gustarte