Eloisa Vaello Marco: «El centro cultural Salazar es un espacio de pensamiento»

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Un noticia aparecida en el diario La Tribuna del 9 de abril de 1976 comentaba en su primer párrafo: “El 19 del corriente será inaugurado el instituto ‘Juan de Salazar’ que, al mismo tiempo, servirá de local al Instituto de la Cultura Hispánica. Está ubico en Luis Alberto de Herrera 883”. El breve anuncio encerraba, sin embargo, un acontecimiento que adquiría una enorme dimensión para la vida cultural del país. A contraviento de la dictadura estronista imperante en aquellos años, el Centro Cultural de España Juan de Salazar abría sus puertas para ser un refugio de arte y cultura.

Seguía informando La Tribuna: “Con motivo de la habilitación del nuevo local, ha sido preparado un extenso programa, que se desarrollará entre el 20 y el 23 del corriente. El mismo incluye, entre otras actividades, las siguientes: Presentación de la bailarina Lucero Tena, en el Teatro Municipal, de 20 a las 21 horas; ese mismo día, a las 19, en el nuevo local, se lanzarán dos libros sobre Filatelia, de Alfredo M. Seiferheld, socio del Instituto de Cultura Hispánica. El 21 se habilitará una exposición gráfica infantil; el 23 habrá un acto cultural organizado por la Academia Paraguaya de la Lengua Española y el Instituto, donde harán uso de la palabra los doctores José Antonio Bilbao y Luis A. Lezcano”. El Salazar empezaba a caminar ya con una agenda cultural relevante, característica que ha mantenido a lo largo de su vida institucional.

Con motivo de los 40 años de aquel acontecimiento, Ideas + Palabras conversó con la actual directora, Eloisa Vaello Marco, quien hizo una mirada holística del Centro, su historia, su presente.

El Salazar ha construido una empatía, un afecto muy especial con la gente. Podríamos hablar de varios factores, pero uno es, quizás, hacer más accesible el arte al público común. ¿Coincide con esto?

–Coincido completamente, y además creo que de algún modo, desde los planteamientos de los primeros directores hasta los que estamos trabajando en esta última etapa, siempre ha sido uno de los objetivos hacer llegar el arte y la cultura a todos los públicos, sin distinciones que pudieran ocasionar los diferentes niveles culturales o económicos. Hay una serie de derechos culturales que pensamos que deben ser derechos para todos y en ese sentido se ha trabajado para ofrecer siempre actividades gratuitas y al mismo tiempo, hacer llegar la cultura a sectores que tienen complicado llegar a un centro cultural o a un museo. Siempre hemos sentido que para que la gente cuide y quiera al centro cultural, lo han de sentir en cierto modo como su casa.

El Salazar ha sido protagonista de varias etapas importantes así como difíciles de la historia del país, durante la dictadura, durante la transición democrática, tanto en la propuesta cultural como en la reflexión ¿Hay un proceso de lectura de las realidades para delinear las agendas locales?

–Claro, no tiene sentido programar unas actividades desde una definición teórica que pueda ser muy relevante si no tiene los pies en la tierra que habitas. Es tan importante tener claro un marco teórico de trabajo, que en nuestro caso se trata de la estrategia de Cultura y Desarrollo de la Cooperación Española, como tener un conocimiento de la realidad local para ver en que líneas es más pertinente concentrar la programación. En nuestro caso, por ejemplo, dentro de la estrategia de Cultura y Desarrollo, entendiendo que la cultura es una parte intrínseca e ineludible de un desarrollo global, hemos dado prioridad a la línea de trabajo en temas de patrimonio y desarrollo, desde donde parten diferentes proyectos que trabajan temas de conservación y visibilización de patrimonio material e inmaterial, muchas veces relacionados con cultura indígena, con medioambiente, con memoria, etc. Me gustaría, por ejemplo, destacar en esta línea de trabajo los proyectos del Espacio Josefina y Julián y de Chaco Ra’anga.

Por otro lado, efectivamente, el centro cultural es un espacio de pensamiento, en el que siempre se abren las puertas a las actividades y presentaciones que tengan que ver o que incidan en la reflexión sobre el mundo que vivimos, la sociedad que queremos y los aspectos ligados a la construcción política y democrática. Esto ya nace de sus inicios como espacio de refugio cultural y continúa como un proceso natural de maduración y consolidación como espacio cultural.

¿Se pueden definir algunos ejes de acción centrales?

–Nosotros, en general, como centros culturales adscritos a la Red de Centros Culturales de la Cooperación Española, trabajamos en tres ejes principales, que siempre se entrecruzan y solapan entre sí. La promoción de la cultura española, siempre desde una mirada de experimentación y vanguardia, de pluralidad y diversidad, huyendo de los tópicos. La cooperación cultural, para apoyar los proyectos culturales locales desde su concepción y formación hasta su promoción y visibilización. Por último, el eje de cultura y desarrollo, que a través de diferentes líneas estratégicas nos plantea un área de trabajo más vinculada a procesos de fondo que a través de la cultura puedan repercutir en resultados de desarrollo.

¿Cuáles considera que son los aportes más relevantes del Salazar en estos 40 años?

–El Centro Cultural se ha posicionado como un lugar referente, abierto, diverso y vanguardista. Creo que es muy importante el poso que le ha otorgado el trabajo realizado en la primera década, cuando todavía bajo la dictadura, el Centro Cultural se convierte en un refugio para aquellos que trabajan el arte y la cultura, para intelectuales y pensadores, periodistas y artistas, que no siempre tienen una opinión afín al régimen, pero que siempre tenían su espacio en el Centro Cultural. De ahí deviene uno de los principales logros, convertir el Centro Cultural en un espacio de pensamiento y de libertad, asociar la cultura no únicamente al ocio o a las Bellas Artes, sino a un modo de ver la sociedad que habitamos y de imaginarla para el futuro. La cultura tiene que ser revolucionaria porque tiene que ser el motor de cambio y transformación de una sociedad hacia un mundo mejor. Creo que el Centro Cultural ha sabido impregnarse de ese sentido y ese modo de entender la cultura y de ver el mundo.

Tenemos conciertos, cine, música y teatro, danza, talleres, seminarios… siempre hay actividades y cada una de ellas para públicos diversos y diferentes. Pero incluso si algún día no hay actividad, tienes la biblioteca, un lindo patio donde pasar un rato agradable, exposiciones, el espacio Josefina y Julián.

Mencionó varias veces la vanguardia. Hoy el Salazar es uno de los referentes en este aspecto. ¿Cómo ve el nivel de los proyectos artísticos nacionales en este sentido?

–Sí, hemos tratado de incorporar por un lado una nueva línea gráfica y comunicativa más joven y moderna, que incorpore como parte propia una imagen y una marca que sea visualmente artística y atractiva. Nuestros afiches, nuestra marca, todo está creado y pensado desde dentro. Nada es casual. A esto se le añade un trabajo continuado en temas de Medialab y de Radio Digital, trayendo al Salazar formaciones y proyectos que trabajan y vinculan arte y cultura con tecnología, y ello siempre desde una mirada ligada al fortalecimiento de la ciudadanía. No me gustaría citar nombres porque siempre te arriesgas a dejar fuera algún proyecto importante, pero creo que ha habido proyectos locales muy interesantes, muy comprometidos y que han tenido un elevado nivel artístico y cultural.

Hoy toman la posta los jóvenes. ¿Qué opina de la participación de éstos en las iniciativas del Salazar?

–Estamos muy contentos porque a través de proyectos como Música Okape o los talleres y formaciones audiovisuales, hemos incorporado a un público muy joven que no es tan fácil atraer a los espacios de arte. Para eso, además de incluir en la programación temas de interés para los más jóvenes, también se hace un trabajo con escuelas, con el ISA, ISBA, TIA, etc., para que tengan visitas a las exposiciones, para que participen en las formaciones, etc.

En la visita al centro pudimos ver parte del archivo, sin duda, una fuente de mucho valor histórico. ¿Qué planes hay para todo ese material documental?

–Con el trabajo de ordenación y limpieza que estamos realizando sobre los archivos, nos hemos dado cuenta más aún si cabe, del gran valor que tienen. En cierto modo, el archivo del Salazar es una historia paralela del arte y la cultura de Paraguay. Todos los grandes nombres, los artistas emergentes, las asociaciones de la sociedad civil… casi que prácticamente todos han pasado por el Salazar, y ahí quedan en el archivo, como rastros o pistas de nuestra historia y de nuestra memoria. Actualmente estamos planteando una posible galería / archivo virtual, para, en primer lugar, poder digitalizar todo el material, y en segundo lugar, hacerlo accesible al público. Esto está todavía en fase de estudio y definición, pero desde luego nos encantaría poder hacerlo.

¿Cuáles son los proyectos más importantes para lo que queda del 2016?

–Me gustaría destacar dos proyectos que hemos presentado en marzo. El Espacio Josefina y Julián es el nuevo espacio dedicado al Museo Julián de la Herrería. Es una nueva propuesta expográfica bajo la curaduría de Osvaldo Salerno, que plantea un nuevo recorrido por las obras de la colección donada por Josefina Plá al Centro Cultural en el año 1989. Por otro lado, en marzo también hemos inaugurado una exposición sobre el Proyecto Chaco Ra’anga: Territorio Acotado / Expandido, que estará disponible al público hasta el 28 de abril, que clausuramos la exposición con el estreno de un documental sobre el viaje y el proyecto.

En abril tenemos la fiesta de cumpleaños, con la apertura de una exposición sobre nuestros archivos: “Soy Volumen”, una instalación dirigida por Bettina Brizuela y Laura Manderlik. Además presentaremos la obra “La Razón del Caos”, creada por Wal Mayans para la ocasión y por supuesto terminaremos con una fiesta en la que no faltarán la sangría y la paella. Esa semana grande cerramos nuestras celebraciones con un festival internacional de Música Okápe, con algunas de las bandas paraguayas que ya han pasado por el Salazar, junto a otras provenientes de Bolivia, Uruguay o Argentina.

El resto del año, seguimos trabajando en proyectos como una gran exposición que inauguraremos en mayo, con la curaduría de Adriana Almada y que plantea un recorrido por tantos artistas y proyectos que han pasado por el Centro Cultural. Asimismo tenemos un proyecto con el Ballet Nacional, que estará trabajando con el coreógrafo español Sharon Fridman, para preparar una nueva obra a estrenar en agosto. Tendremos una edición muy especial del Mes de Teatro Hispano Paraguayo, que se presentará este año en torno al 400° aniversario del fallecimiento de Cervantes.

Y muchas cosas más que no caben en estas líneas, pero que se pueden ir descubriendo a través de la programación mensual del Centro Cultural.

Publicado en Nación

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