Un artista ecuatoriano multifacético

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“Creo que ser multifacético es una ventaja, porque la mayor parte de seres humanos son monotemáticos, hablan de una sola cosa y se especializan en una sola cosa… y el mundo no es una sola área, se compone de diferentes cosas y debemos tratar de aprenderlas…”, afirma Iván Peña Cordero, de 67 años de edad. Arquitecto de profesión, también es filósofo, pintor, músico, compositor y escritor, sin embargo, no se considera un artista en ninguna de estas áreas. ¿Pero qué le motivó a aprender e incursionar en ellas? Sentado en el sofá de la sala de su casa, sosteniendo un libro con las fotografías de sus aproximadamente 400 cuadros, menciona que ser multifacético depende del carácter de cada persona, pero en su caso siempre le preocupó las otras áreas que “no sirven simplemente para recibir riquezas físicas, también hay que buscar la riqueza espiritual”. El ser humano no se ha preparado para ser viejo, y cuando se jubila no sabe que hacer, no sabe a qué dedicarse, cuando la palabra “jubilación” viene de júbilo, es decir, alegría, “hacer lo que toda la vida he deseado”, indica.

Proyectos

Sonriendo, cuenta que en 1981 decidió dejar de ser docente universitario de matemáticas y cerrar su estudio de arquitectura para dedicarse a estudiar filosofía. A esto se suma la pintura y el resto de áreas artísticas que las ha aprendido por su cuenta. En el año 2002 publicó su primer libro sobre humor y posteriormente publicaría cinco más sobre humor, mientras que un séptimo libro trataría sobre reflexiones filosóficas. Actualmente escribe dos libros más, uno de humor que habla sobre la vanidad y el otro sobre andragogía, que es similar a la pedagogía, con la diferencia de que esta es para niños, mientras que la andragogía se aplica a los adultos. Asimismo, hace ocho años presentó un disco de música infantil con 13 canciones escritas y compuestas por el mismo. Además, ha escrito 26 canciones para público adulto, que no sabe cuando las grabará. En el plano musical, Iván Peña toca la guitara, violín, charango, mandolina, flauta, quena, rondador, acordeón y el piano, y lo demuestra al interpretar algunas melodías justamente en el piano que tiene junto a la sala de su domicilio. Al recorrer por el pasillo de su casa, en la pared se ven decenas de cuadros de perros pintados por él, que se suman a los que están en los muros junto a las gradas para subir a su estudio. Figuras humanas, animales, flores, paisajes, entre otros temas, ya que no les repite, porque cuando se cansa de una temática pasa a otra. La pintura es una de sus pasiones a la que se dedica constantemente y la conjuga con el resto de sus actividades, para ello tiene un horario establecido. Para Peña una cosa es vivir y otra cosa es existir, y la existencia viene dada por hacer lo que a uno le gusta, concluye.

Publicado en El Mercurio
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