Micaela Chirif: «No suelo pensar en las edades de las personas para las que escribo»
Con una interesante precisión y una sutileza poco común, Micaela Chirif y Carlos Yushimito hicieron posible “Un circo sin carpa” (Montena, 2016), una historia que si bien está dirigida al público menor de edad (adolescentes y niños), puede ser leída y disfrutada por todos.
Fátima y Mateo son dos hermanos que llegan de vacaciones a casa de sus abuelos en el caluroso balneario de Puerto Eten. Alejados de la húmeda y fría Lima, estos chicos vivirán en el norte peruano una serie de aventuras que cualquiera a su edad desearía haber tenido.
Micaela y Carlos –surgidos de las canteras de la poesía y de la narrativa, respectivamente—congeniaron muy bien para crear una historia en donde los valores humanos están presentes sin necesariamente abrumar al lector con tonos ejemplificadores. Todo esto dentro de escenarios locales, algo que –como la propia Chirif destaca en esta entrevista—es poco habitual en obras de este tipo.
Conversamos con Micaela Chirif sobre “Un circo sin carpa”, libro que ya está a la venta en las principales librerías de Lima. Ella ha publicado diversos libros de poemas, de cuentos y ha ganado varios premios nacionales e internacionales.
Carlos Yushimito vive actualmente en Estados Unidos y es autor de libros como “Las islas” y “Rizoma”, entre otros.
-Hace unos días presentaste “¿Dónde está Tomás?”, un libro eminentemente para niños. ¿En qué momento se tiene en cuenta la edad del público para un autor?
Es difícil hablar de determinadas edades para un determinado libro porque tiene que ver mucho con la competencia del lector. A veces hay libros que puede leer con facilidad un niño de ocho años y a otro (niño) algo más grande le cuesta más o menos. No suelo pensar la edad del público para el que escribo porque si uno se pone a pensar demasiado en eso todo se vuelve muy mecánico. En general escribo libros que me divierte escribir, y ya después es la editorial la que decide para qué edades son. Evidentemente cuando son libros con poco texto y mucho dibujo, casi siempre son para niños pequeños, aunque no necesariamente. Hay libros con poco texto y mucha ilustración que son para un público adulto o que permiten diferentes lecturas. Y a veces un libro es leído por alguien más joven de una manera distinta a la que lo hace alguien mayor.
-Surgiste en la poesía pero hace un buen tiempo que escribes literatura infantil y juvenil. ¿Qué fue lo más difícil en ese pase de la poesía a la literatura para chicos?
Escribí y sigo escribiendo poesía, aunque con un ritmo más lento. No ha sido como un ‘pase’ a la literatura para niños. No hubo un trauma o cosa dificultosa en ese tránsito, sino más bien que lo he empezado a hacer porque me gusta. Y creo que (esto) no está tan lejano de lo que hago en poesía, aunque de esa impresión. En poesía siempre me gustó trabajar con imágenes. Y la mayoría de libros que he escrito tienen que ver mucho con la imagen y con la conversación entre esta y el texto. Este libro fue diferente porque sí es una novela. Aunque hemos tratado de crear muchas imágenes con el texto. Yo tenía experiencia escribiendo cosas para público de niños, mientras que Carlos Yushimito tiene más experiencia como narrador de novelas. Entonces hemos trabajado juntos y creo que lo hemos hecho bien.
-¿Cómo ha sido el proceso de trabajar este libro a cuatro manos?
El proceso fue especial porque originalmente yo iba a ser la editora y Carlos quien lo escriba. Conversamos sobre el argumento y armamos una pequeña estructura para facilitar el desarrollo de la novela. Carlos escribió la mitad de la novela pero la dejó porque estaba estudiando y tenía un montón de cosas que hacer. Eso (el libro) quedó parado mucho tiempo hasta que en un momento hablé con Carlos y le dije que me daría pena que el proyecto se quede a medio hacer. Él me dijo ¡termínalo tú! Entonces creo que eso ayudó porque él escribió la primera parte y yo la edité. Y en la segunda parte fue al revés: yo escribí y él la editó. Un poco que la tarea de escritor y editor fue alterna. Eso ayudó mucho.
-¿Tuvo usted que asumir entonces la esencia de los personajes creados por Carlos?
Sí, pero como habíamos conversado antes de empezar la escritura, y yo había estado presente en el proceso de redacción de la primera mitad, entonces no fue como agarrar una historia a medias que no te pertenece en absoluto. Los dos siempre estuvimos involucrados desde el inicio.
-¿Usted escribe porque le gustaría haber leído estos libros de chica?
Escribo porque leí y disfruté muchos libros de chica y creo que lo que sí me hizo falta fueron libros que se hayan hecho acá, que tengan referentes locales. En este libro hemos tratado de que esté bien presente el escenario y el contexto local. Los niños son de Lima pero viajan a Puerto Eten. Hay un circo y la gente que trabaja ahí viene de distintos lugares del Perú. Se habla mucho del país. Queríamos una novela entretenida y de aventuras, pero al mismo tiempo buscamos darle un contexto local que no es tan fácil de encontrar en este tipo de literatura.
-El hecho de que aparezca un circo al inicio de la historia da un aviso de que habrá muchas aventuras…
Sí, el circo tiene esta cualidad de hacernos pensar en un mundo fantástico, en algo así como que sale de lo normal. Creemos que las personas que trabajan en el circo son especiales, o tienen un talento especial, y no viven una vida rutinaria como la que tenemos nosotros. El elemento del circo ya te acerca a algo, a pesar de que en la historia los chicos enfrentan problemas bien cotidianos y normales, pero hay toda esta fantasía del circo que va un poco por el otro lado.
-¿Cómo hace un autor de literatura infantil o juvenil para que sus libros no parezcan una lista de sermones?
Lo que pasa es que uno no tiene que partir de querer transmitir algún mensaje. Uno debe partir de querer hacer un libro que sea bueno. Si haces un libro bueno, en general puedes lograr diversas lecturas y que la gente extraiga algo de ellas. Pero eso de ir directo a la moraleja o a la enseñanza, no sé, para eso escribe unas normas de conducta. Traducir eso y tratarlo de convertirlo en una novela no tiene mucho sentido.
-¿Le es difícil desprenderse del lirismo propio de la poesía?
Creo que en general me gusta la prosa con algún aliento poético. Y de hecho, la prosa de Carlos también tiene un aliento poético. Y creo que eso está muy presente en el libro. No creo que la poesía y la narrativa estén reñidas a ese punto. Es cierto que son distintas pero la prosa también puede tener un ritmo e imágenes. Me alegra que hayas notado eso en la novela.
-¿Hay algo de la infancia de Carlos y de usted en “Un circo sin carpa”?
Quizás algunos escenarios. Siempre hay algo del autor en lo que escribe, pero sobre todo hay algo de lo que uno piensa o fantasea.
-Siempre les preguntan a los autores si reciben comentarios de sus lectores. Siendo su público algo más chico, ¿recibe cierto feedback?
Siempre se reciben comentarios de los lectores, a veces de los maestros. Y creo que esa es la mayor satisfacción que uno puede tener. A mí me gusta mucho cuando conozco gente con hijos chicos y de pronto le dicen (al niño) ¡ella escribió tal libro! De pronto el chico me mira diferente, siente cierta complicidad o cercanía. Eso es lo mejor que te puede pasar cuando escribes.
-¿En qué etapa de su carrera como escritora se siente?
Nunca me he planteado escribir como una carrera profesional porque al hacerlo dices ‘voy a vivir de lo que escribo’ y cuando haces eso entonces empiezas a escribir solamente para vender. Y ahí me parece que hay un riesgo. Prefiero escribir cuando quiero, cuando siento que algo me sale bien. No pretendo vivir de la escritura.
-¿Hay algún tema del que nunca se atrevería a escribir?
No creo que haya temas que no se pueda tocar. En mi poesía toqué temas bastante duros. Creo que en la literatura para niños siempre he hecho cosas más amables, más luminosas, pero no creo que la literatura para niños sea un espacio en el que haya temas que no se puedan tocar. Creo que se pueden tocar todos los temas, solo que si estos son más difíciles hay que hacerlo bien para que valga la pena el esfuerzo.
-¿Qué le diría a un padre para que se anime y le compre a su hijo esta novela?
Este es un libro divertido, entretenido. Y por la manera que está hecho lo pueden leer no solo los chicos sino también los adultos. Y esas lecturas que se pueden compartir son muy buenas. Además creo que las referencias sobre el Perú son valiosas. Y el esfuerzo es ese, tener una historia de chicos que son solidarios, bacanes, que tienen criterio, son independientes y tienen capacidad de decisión, y que son de acá. La historia transcurre en un escenario nuestro.