¿Se puede ser artista en Medellín?

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Las obras de arte empiezan a ser en la cabeza del artista que las piensa, las lleva al papel, las experimenta y las deja ser. Hay más cosas, como la pregunta de vivir del arte. El artista, como todos los demás humanos, necesita sobrevivir, y ese es su trabajo: crear.

El medio es también importante. Hubo una época en que ir a Europa era el camino, y escritores y pintores llegaron allí, París fue muy famoso, para seguir siendo artistas y consolidarse. Allá estudiaban y se inspiraban. Le pasó a Gabriel García Márquez y a Julio Cortázar y también a Fernando Botero.

Ahora bien, ¿qué es ser artista en Medellín? ¿Hay movimiento artístico?.

Los espacios

En la ciudad, hace la cuenta Julián Urrego, artista y codirector de Taller 7, hay cuatro universidades que ofrecen la carrera de artes plásticas y gradúan de 25 a 30 estudiantes por semestre, que significa más de 200 por año.

Si sus cuentas funcionan, porque no hay un censo oficial y por tanto una cifra, según dice María del Rosario Escobar, directora del Museo de Antioquia, Medellín es una urbe de artistas. Y eso que falta por contar los no profesionales, que se hacen en casa.

Si se trata entonces de mirar al artista solo en términos de exhibir, están los museos y las galerías como los espacios tradicionales para que un artista se dé a conocer, pero son pocos si se compara con el número de creadores. Si bien en Medellín hay unos 20 museos –no todos de arte–, dos lideran las actividades, el de Antioquia y el de Arte Moderno de Medellín. El tema de las galerías va creciendo, pero aún se escucha que no hay suficientes con estándares internacionales.

Ahora bien, ¿es posible para un artista exponer en un museo o en una galería? La creencia se asocia a dificultad.

El artista Carlos Montoya considera que para jóvenes como él, y mucho más para quienes apenas empiezan, es muy complicado. “El museo ya es para las vacas sagradas. Es una excepción, manejan artistas muy consagrados”.

El tema pasa por las visiones de los museos y de la gestión. Para Mario Vélez, artista de reconocimiento internacional, los museos le dan más prioridad a mostrar trabajos de autores de afuera, cuando debería ser simultáneo, mostrar artistas locales y extranjeros, en tanto son estos los llamados a apoyar a sus creadores, para impulsarlos incluso a eso tan importante: ser conocidos en el exterior.

Mario cree que desde el arte Medellín podría ser una buena plaza, porque cada vez entran más turistas, que son visitantes para captar, pero que vienen y no encuentran ningún trabajo local colgado.

El curador Óscar Roldán sostiene que los museos cumplen tareas muy importantes, con un criterio para visibilizar la escena local, pero es conservador y hay que pensar que no se le puede abrir la puerta a todo el mundo. A él incluso le contestaron una vez que los museos no son un punto de salida sino de llegada.

Hay otros motivos por considerar. La artista Ana Isabel Díez dice que estas instituciones tienen unos esquemas curatoriales y procesos complejos y las agendas se comprometen con un tiempo muy largo. Cuenta que envió una propuesta al Museo de Arte Moderno y la agenda estaba ocupada este año y el próximo. Con las galerías, sigue, es más ágil. Puede planearse en un año.

Aunque sobre las galerías también hay quejas. Algunos comentan que solo se puede acceder a ellas si ya hay un contacto previo, si se hace parte del círculo. Tampoco es tocar la puerta y entrar.

Por supuesto no significa que no haya espacios o que los museos no tengan programas para artistas locales o jóvenes. Es sobre todo una pregunta de si, ante tantos creadores, no deberían darse más oportunidades.

María del Rosario sabe que aunque desde la institucionalidad se ofrecen posibilidades, falta mucho por hacer, pero como el apoyo y los recursos a las instituciones culturales están orientados más hacia los temas sociales y educativos, a los museos les cuesta mucho generar espacios para los artistas.

Los museos hacen convocatorias de exposiciones colectivas, dice ella, pero hay una expectativa mayor. Falta más.

El escritor y curador Darío Ruiz, por su parte, es el más crítico. “La condición del artista en Antioquia siempre fue precaria, porque la sociedad antioqueña se rige por el canon de la productividad económica y se considera que el artista no produce nada, solamente está la excepción de Fernando Botero. De resto hay que pensar en que cada año de las facultades de arte salen por lo menos 100 nuevos artistas, cuyo destino y proceso desaparece, entre otras cosas porque hoy en Medellín han desaparecido las galerías de arte y los museos no están haciendo la tarea de dar a conocer nuevos valores. El artista desaparece, no sé qué hará, que harán sus padres. De manera que la situación aquí creo que es precaria”.

Independencia

Desde hace más de diez años se han sumado espacios independientes como Taller 7 y Casa Tres Patios, que han abierto la posibilidad a los artistas para mostrar su trabajo, experimentar, hacer residencias y ser espacio de creación, entre otras actividades.

Según la experiencia de Ana Isabel, marcan una diferencia frente a Bogotá, la capital. Explica ella que allá es más de galerías de arte, más comercial, y en Medellín es más social, más público. Son los mismos artistas, continúa, quienes están gestando y gestionando espacios. “Lo veo más orientado a lugares alternativos y creativos, donde los artistas se unen para gestionar. Son muy eclécticos y muy comprensivos con otras disciplinas como la música y las audiovisuales”.

Lugares que se suman no al círculo comercial sino al cultural, al de la autogestión. Quizá porque uno de los elementos importantes para ser artista en este momento es entender que no hay que quedarse esperando a que llegue un curador o un galerista. Sin desconocer, por supuesto, la función mediadora de las galerías, que es necesaria.

Roldán expresa que en la ciudad hay una constante, los grupos de disfrute y personajes que trabajan por el arte, más colectivos que van sumando para ir por la libertad que da la autogestión, el mantenerse al margen de la institucionalidad.

Mario Vélez explica que hay que moverse individualmente, que debe haber un compromiso no solo con el trabajo creativo, sino también con la proyección: salir, conseguir recursos, estudiar afuera si se puede y conseguir colegas de otras partes. Hace la salvedad que hoy en día es mucho más fácil, si bien algunos artistas actuales piensan que todo se los deben dar. No es así.

En ese sentido las redes sociales se han vuelto un camino para mover la obra. Julián cree que si bien los espacios físicos son todavía fundamentales, redes como Instagram, Flicker o Facebook funcionan como museos y galerías virtuales de cosas físicas.

“Faltan muchos más espacios y alternativas en la ciudad, pero desde la independencia y la creatividad hay otras oportunidades”.

Es la manera para darse a conocer y difundir el trabajo. Porque si se dan 30 exposiciones al año en las distintas galerías y museos, por poner un número, eso no alcanza a abarcar todos los artistas que hay. “No hay posibilidad para la gran mayoría”, apunta Mario. Ahí es donde la independencia y los proyectos individuales funcionan.

Está claro también que hay artistas que se van a ver más que otros, que hay distintos niveles, que no todos pueden ser famosos. La diversidad aplica. Se trata de que el mismo autor decida sus intenciones, si ser local o internacionalizarse. ¿Qué autor quiere ser, cuáles son sus límites? Hay otros que se van por otras ramas, como montajistas, coordinadores en los museos, curadores, diseñadores.

Entre todos

Si bien muchos coinciden en que es posible ser un artista bueno en Medellín, falta mucho trabajo. Mario precisa que hay que fusionar la fuerza de instituciones públicas y privadas. Se trata de trabajar en equipo por un bien común.

Eso también lo sabe Julián, quien cuenta que en los últimos 13 años, el tiempo que lleva Taller 7 en la ciudad, ha visto que el gremio está conversando, que hay intercambios entre las facultades, que los creadores comparten experiencias para generar proyectos. Ya es posible, cuenta, que un artista joven se siente con uno de trayectoria y desarrollen una idea juntos.

Se trata, además, de pensar que el arte no es solo mostrar. Esos espacios de conversación son importantes y, más aún, los de creación. Procesos de arte, menos comerciales y más culturales.

Muchos resaltan la importancia de convocatorias y becas de creación, que dan la oportunidad a muchos artistas de desarrollar sus obras. “Estamos bien –sigue Julián– , pero no podemos conformarnos. Hemos ganado en políticas públicas, pero falta”. Pasa inclusive por reconocer que son profesionales y que requieren sueldos justos, acceder a salud y pensiones. Respetar el oficio y reconocerlo como profesión.

Momento de ver

Otro tema es el público. El arte tiene procesos que van más allá de la obra, como la comercialización, que hace parte del círculo. La crítica es que a la gente de Medellín le falta formación para entender su importancia y que sea posible, entre otras cosas, el mecenazgo y el coleccionismo.

Roldán explica que esa pata está floja y le da un dinamismo necesario al arte, porque el coleccionista de verdad no solo compra, le interesa el proceso creativo. Antes había un apoyo mayor por ese lado, con empresarios preocupados por el arte como Jorge Molina y Nicanor Restrepo, indica el curador. La pasión es importante, agrega él, para la misma retroalimentación.

Mario Vélez opina que falta educación y muchas personas no compran arte por falta de conocimiento, de información y de compromiso. Esa tarea no solo es de los museos, sino también de las galerías. Ahí es clave el trabajar unidos y hay que sumar al artista y a los espacios alternativos.

El tema del arte y sus procesos son un asunto incipiente, si bien se mira con esperanza. María del Rosario dice que todo esto se basa igual en condiciones sociales: falta de formación, una clase media estrecha y el requerimiento de una educación mayor de las clases altas y el mecenazgo.

De todas maneras, pese a la idea de que falta mucho por hacer, más espacios por crear, más ideas y proyectos por desarrollar, más ayudas, algunos coinciden en que se puede ser artista plástico en Medellín. No es una carrera fácil, eso sí. Para muchos otros, y en contraste, sigue siendo una utopía.

Publicado en El Colombiano
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