El autor colectivo ante la colonización

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Por Sandra Xinico

Debido a la colonización, existen aún muchas dudas alrededor del origen y la historia de la indumentaria, el arte maya y su relación con la artesanía. El racismo ha instituido la creencia de que la indumentaria maya fue una invención e imposición española cuyo mantenimiento es símbolo de nuestra sumisión voluntaria y por lo tanto no pertenece (como tal) a los pueblos indígenas.

La colonización a la vez que desvalorizaba todos los elementos culturales de los pueblos, también se apropiaba de sus riquezas y su patrimonio, justificándolo con  su noción acerca del “paganismo” y en la supuesta inferioridad de quienes lo elaboraban. Los despojos fueron profundos y trastocaron todo lo que hasta entonces los pueblos habían construido y formado, pasaron a ser propiedad del invasor junto con todo lo que hasta entonces les había pertenecido: sus culturas, sus prácticas, sus manifestaciones.

Hasta ahora nada de esto ha mejorado y la mercantilización o la explotación cultural con fines económicos (lucrativos) continúa desde entonces; incluso, se ha institucionalizado a través del Estado, que en el caso de los tejidos e indumentaria maya, a pesar de que en la Constitución Política de la República se establece la protección a grupos étnicos y se instituye que «el Estado reconoce, respeta y promueve sus formas de vida, costumbres, tradiciones, formas de organización social, el uso del traje indígena en hombres y mujeres, idiomas y dialectos». En la realidad esto no ocurre y las leyes mínimas existentes no se aplican ni se respetan.

Continuidad de los despojos

Transformar a las distintas manifestaciones del arte maya en “artesanía” pudo haber sido uno de los inicios del despojo, no porque la artesanía sea inferior, sino por la intencionalidad de los interesados en que fuese así, definiéndola de hechura rústica y sencilla, con fines de exportación para la demanda extranjera. No es un problema nuevo. Esta idea de que todo el arte maya es artesanía justificó la mercantilización de nuestras creaciones y la simplificación y anulación de la complejidad estética e ideológica contenida en el arte maya.

La comercialización de las culturas mayas es amplia y hay muchos entes involucrados. La indumentaria y los textiles son una parte de esta situación que no cesa, corriendo el riesgo de la patentización de los diseños que se construyeron ancestralmente, que han evolucionado y que pertenecen a una comunidad. No son bienes individuales. Convertir la indumentaria y textiles mayas en artesanía, permite hasta cierto punto su explotación económica e incluso su transformación para el aumento de ganancias, dejando a un lado la identidad y capitalizándola, diluyendo con esto el sentido de crear y diseñar un güipil, un corte, un perraje, una faja: la cultura, la identidad.

La inconstitucionalidad… primer paso en la batalla

Angelina Aspuac, de la Asociación Femenina de Sacatepéquez (AFEDES) expone frente al público las razones por las que un grupo de 31 mujeres mayas de distintas procedencias y profesiones (en su mayoría tejedoras y bordadoras) presentaron una acción de inconstitucionalidad parcial de ley, de carácter general, ante la Corte de Constitucionalidad el pasado 6 de mayo, por omisión de normas y leyes que podrían regular el uso y la mercantilización de la indumentaria y textiles mayas y porque no regulan la Propiedad Intelectual Colectiva de Pueblos Indígenas: « … Las empresas y el Estado toman nuestros tejidos, elaboran diversos artículos, no nos piden permiso… no es el mismo valor que le damos nosotros al que le dan ellos,  ellos solo lo ven como una pieza que se puede vender en términos de dinero, en términos mercantiles, pero nosotras no, es parte de nuestra cultura, parte de nuestra identidad… hay tantas cosas allí que las empresas y que el Estado no ven  y que es lo que queremos hacer ver, y en ese sentido es que presentamos esta demanda, los sujetos de derecho son las tejedoras, son los pueblos los autores de cada uno de los tejidos… nosotras queremos tener el control de esos tejidos… somos los pueblos los dueños y somos los que decidimos…»

 Con esto, ¿qué buscan las mujeres?

Abrir un camino más en la lucha por la defensa del patrimonio de los pueblos indígenas, legar este arte de historia e identidad a las próximas generaciones. Con esto también se evidencia el racismo latente y la necesidad de una trasformación social que no cosifique el arte maya, sino que reconozca su valor milenario, su complejidad y riqueza como vínculo cultural entre el pasado y el presente.

Reconocer que la autoría colectiva del arte textil maya pertenece a estos pueblos, permitiría frenar la explotación económica de la que son víctimas las y los creadores de los textiles y se protegerían los mismos de la apropiación cultural que empresas nacionales y extranjeras promueven a través del despedazamiento de la indumentaria maya y el robo descarado de diseños, combinación de colores y símbolos.

Se busca también que el Congreso de la República emita la normativa correspondiente para proteger la propiedad colectiva intelectual de pueblos indígenas, cuyo reconocimiento hasta ahora no existe en las leyes y normativas del país.

Publicado en Barrancópolis (Imagen cortesía de Asociación Femenina de Sacatepéquez (AFEDES))
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