IX Encuentro de Escritores Iberoamericanos en Cochabamba

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Este miércoles a las 19:00, en el Palacio Portales de Cochabamba, comienza el IX Encuentro de Escritores Iberoamericanos, que tiene entre sus invitados a los argentinos César Aira y Claudia Piñeiro, al español Antonio Orejudo y a los bolivianos Maximiliano Barrientos, Magela Baudoin y Rodrigo Hasbún.

Organizado desde principios de este siglo por el Centro Simón I. Patiño, de manera bianual, este encuentro ha logrado que varios grandes creadores contemporáneos de las letras hispanas puedan acercarse al público y a los autores bolivianos, pero siempre en Cochabamba.

De ese modo, ya han llegado al país nombres como: Marcela Serrano (Chile), Alberto Fuguet (Chile), Eliseo Alberto (Cuba), Sergio Ramírez (Nicaragua), Carlos Villagra Marzal (Paraguay), Mario Vargas Llosa (Perú), Guadalupe Santa Cruz (Chile), Luis Bravo (Uruguay), Silvia Guerra (Uruguay), Pablo de Santis (Argentina), Marcelo Damián (Argentina), Mabel Pedrozo (Paraguay), Antonio Salinero Bombín (España), Jorge Volpi (México), Ignacio Padilla (México), Héctor Tizón (Argentina), Bartolomé Leal (Chile), Ana Merino (España), Patricio Jara (Chile), Emilio Martínez (Uruguay), Gonzalo Garcés (Argentina), Santiago Roncagliolo (Perú), Andrés Neuman (Argentina), Antonio Skármeta (Chile), Alfredo Bryce Echenique (Perú), Diego Trelles (Perú), Juan Terranova (Argentina), Santiago Gamboa (Colombia), Marcos Giralt Torrente (España), Luisa Valenzuela (Argentina), José Ovejero (España), José Eduardo Benavides (Perú) y Mario Bellatin (México).

Dada la calidad de este encuentro, esta edición está dedicada casi íntegramente a los autores que participan de esta novena versión.

Publicado en Los Tiempos

César Aira: El juego sublime

“Escribir es un juego sublime. Creo que no se ha inventado ninguno mejor. Y una vez que la historia está escrita, ¿qué hacer? Sí, podría guardarla en un cajón y no mostrársela a nadie. Pero hay editores dispuestos a publicarla, y lectores que van a leerla (muy pocos, es cierto, pero sé que existen). Y, sobre todo, publicar es un modo de dar por terminada la escritura y de seguir adelante”.

Así responde el argentino César Aira a la pregunta ¿Qué significa para usted escribir, primero, y publicar, después?, hecha por el periodista y escritor cruceño Adhemar Manjón, en una entrevista publicada en junio pasado en el periódico El Deber.

Nacido en 1949 en Coronel Pringles, una localidad de la provincia de Buenos Aires, César Aira se desempeña como novelista, narrador breve, dramaturgo, ensayista y traductor.

Desde 1975 hasta el año pasado ha publicado 81 obras de ficción, sobre todo novelas cortas de no más de 20.000 palabras. Según estadísticas, desde 1992 publica cada año entre dos y cuatro libros de unas 100 páginas, por razones, según dice, de procedimiento. “Con 20.000 palabras ya sale un librito”, dijo en junio pasado en una entrevista publicada en Babelia del periódico El País (España), a propósito de presentar su biblioteca de autor que Literatura Random House le ha dedicado.

Entre sus libros más alabados están la novela “Cómo me hice monja” (1993), que fue elegida por El País como uno de los 10 libros de ficción del año, lo que le proyectó en medio literarios más amplios.

Este prolífico autor argentino estará esta semana en Cochabamba participando del IX Encuentro de Escritores Iberoamericanos, que se celebra en el Centro Simón I. Patiño desde este miércoles 24 de agosto hasta el sábado 27.

Aunque está seguro de que nunca se convertirá en ganador de ningún premio literario importante, entre sus logros están el haber recibido una beca Guggenheim (1996) y haber ganado en 2013 el premio a la Trayectoria Artística del Fondo Nacional de las Artes en la categoría Letras. También fue nombrado por el Gobierno francés como Chevalier dans l’Ordre des Arts et Lettres y en 2014 ganó el premio Roger Caillois para Autores Latinoamericanos.

Entre sus ensayos destacan “Copi” (1991) sobre el  escritor, historietista y dramaturgo argentino Raúl Damonte Botana y sobre la poeta, también argentina, “Alejandra Pizarnik” (1998). También es relevante su ensayo sobre “Duchamp en México” (2000).

Según el programa del Encuentro de Escritores Iberoamericanos, César Aira presentará la ponencia “Ese placer denso y profundo”, el viernes 26 de agosto a las 19:45 en el Palacio Portales del Centro Patiño.

Publicado en Los Tiempos

Las voces internacionales del IX Encuentro de Escritores Iberoamericano

El Centro Simón I. Patiño llevará adelante, entre los días 24 y el 27 de agosto, el IX Encuentro de Escritores Iberoamericanos, con la presencia de seis invitados: César Aira (Argentina), Maximiliano Barrientos (Bolivia), Magela Baudoin (Bolivia), Rodrigo Hasbún (Bolivia), Antonio Orejudo (España) y Claudia Piñeiro (Argentina). Dando continuidad al despliegue de la edición anterior, en esta RAMONA se publican reseñas de libros de los tres autores internacionales, acompañadas de breves semblanzas de cada uno.

Ema, la cautiva (1981)

César Aira

Si en el próximo Encuentro de Escritores Iberoamericanos tuvieran que utilizar una música para presentar al escritor argentinísimo César Aira, no podrían utilizar un tango, con un lastimero bandoneón, tendrían que hacer sonar tambores, flautas, guitarras, gruñidos de animales y cantos de sirenas. Aira (Coronel Pringles, 1949) publicó su primer libro en 1981 y lo llamó Ema, la cautiva. El libro habla de lo que la tradición literaria argentina siempre habla: la pampa, el militar, la cautiva y el indio, pero con un giro tan personal e imaginativo que desconcierta e hipnotiza. Con esta novela, Aira reinventa esa tradición literaria y a la misma pampa argentina. Con cada libro que le sigue a Ema, la cautiva, que se cuentan en más de ochenta entre novelas y ensayos, Aira marca los motivos, los personajes, los mecanismos que darán forma a su narrativa. Leer este libro es como asistir al momento de la explosión pura de la invención, sin correcciones, sin borradores, el momento en que todo viene a la luz. “La invención al máximo de su potencia”, como dice el lema airiano. A pesar de esto, es indecible la cantidad de estudios (sociológicos, antropológicos y etnográficos) que se hacen sobre este libro para analizar hechos históricos, para recrear el mundo perdido de los indígenas argentinos, hechos que sí sucedieron.

La novela consta de trece partes y veintitrés capítulos. Y empieza con un lento viaje por la pampa hacia el fuerte de Pringles. Viajamos con una tropa de soldados y oficiales que llevan una carga de presos, mujeres y niños, entre ellos están Ema y su hijo en brazos. Los militares solo se embriagan y se abandonan a la pereza. Ema (parece ser que es mulata; ni india ni blanca), como muchas otras mujeres, es moneda de cambio entre los coroneles y soldados. En el camino, desde Buenos Aires hasta el sur de la Patagonia, pasando por el fuerte de Azul, los hombres y mujeres se adentran en un estado onírico, salvaje, irreal. “Los cabos eran una decena, pero solían ser degradados, a veces sin manifestación alguna, y de todos modos se confundían con la tropa, en la que nada se asemejaba ni remotamente a la disciplina militar. Excepto con el teniente, no se respetaban las formas, y él mismo las consideraba un arcaísmo frívolo. Eran hombres salvajes, cada vez más salvajes a medida que se alejaban hacia el sur. La razón los iba abandonando en el desierto, el sitio excéntrico de la ley en la Argentina del siglo pasado”. Uno al leer se siente de pronto un salvaje, o parte de un mundo salvaje sin leyes. Entramos en el mundo de Aira, sin esperarlo, sin estar preparados para su narrativa, como si nos hubieran raptado y hecho cautivos y nos hubieran llevado a un lugar donde ya nada parece ser lo que conocíamos.

Y lo que conocíamos era que las cautivas son castas, fieles, valientes y ofrecen su vida para defender la vida de su hombre (generalmente, un militar), pero Ema no es la cautiva sumisa, virtuosa, víctima. Tiene amantes, come, bebe, fuma, tiene hijos y no hay final trágico, ni drama inútil al final de su vida ni del libro. Ema toma la rienda de su vida, de su vida de cautiva. Lo que conocíamos es que los indios son algo irreconocible, son el otro, lo extraño; con Aira, los indígenas son los que conviven con los militares y Ema, viven en amplios palacios, se pintan el cuerpo con urucú, intercambian oro y pieles, hacen excursiones y picnics, salen de vacaciones y hablan del dinero. Lo que conocíamos es la pampa argentina plana, silenciosa, monótona, pero, cuando uno abre este libro, escapan cantos de pájaros de todas las especies, de las pampas, de las selvas, de los bosques, de las cortes reales de los palacios de Japón, de las montañas que dan al mar, de la imaginación interminable de Aira. (Alba Balderrama)

Ventajas de viajar en tren (2000)

Antonio Orejudo

Editada por Alfaguara en el año 2000, Ventajas de viajar en tren es la segunda novela del escritor español Antonio Orejudo (Madrid, 1963). Fue ganadora del XV Premio Andalucía de Novela y le otorgó a su autor un lugar en la literatura española de principios del milenio. En España, Orejudo se ha hecho nombre no solo como escritor de ficciones, sino también como ensayista, crítico literario y académico. Sin embargo, fuera del país ibérico su obra aún no es del todo accesible, lo que dificulta su valoración. De ahí que su presencia en el IX Encuentro de Escritores Iberoamericanos (y luego en la Feria del Libro de La Paz) será una oportunidad para conocerla y apreciarla.

Ventajas de viajar en tren es una novela breve que toma su nombre del mismo punto de partida de la narración. Poco después de internar a su marido esquizofrénico en un sanatorio psiquiátrico, Helga Pato, una agente literaria ya madura, es importunada por el médico Ángel Sanagustín, mientras viajan en tren rumbo a Madrid. Este psiquiatra está preparando una monografía acerca de la esquizofrenia, a partir de su trabajo “en las aplicaciones del discurso escrito al diagnóstico de los trastornos de personalidad”. El resumen de sus hallazgos lo contiene una carpeta roja, que dejará “accidentalmente” abandonada en el tren durante una parada intermedia, no sin antes haberle narrado a la mujer parte de su vida y, con ello, despertado irremediablemente su curiosidad por el contenido de la carpeta. La novela se articula en torno a las historias de Sanagustín y de Pato, pero también discurre por los relatos de la carpeta roja que da cuenta de testimonios de esquizofrenia, de dobles vidas, de paranoicos convencidos del control gubernamental a los ciudadanos mediante la clasificación de sus desperdicios.

Esta apuesta le permite al autor desdoblarse en múltiples narradores, explorar diferentes estilos de narración, multiplicar las voces y formas en una misma historia. Desde esa voz escindida, Orejudo pone en todo momento a prueba la verosimilitud de los relatos que se mezclan, se superponen, se complementan y se desmienten entre sí. Al igual que Helga Pato, al lector no le queda claro, hasta el final de la novela, qué de lo que escucha/lee es cierto y qué no. De hecho, en uno de sus tramos más brillantes, el libro se convierte en una suerte de Caja de Pandora de voces narrativas: el relato de un personaje conduce a otro relato y este, a su vez, a otro y así hasta alcanzar una complejidad que exige una atención cómplice del lector, que en ningún caso resulta molestosa, sino que desafía su compromiso para seguir y no perder el hilo de la historia.

No es, pues, casual la apelación de Orejudo a la esquizofrenia. Bien lo explica el psiquiatra Sanagustín casi al principio de la novela, cuando asevera que “si algo he aprendido estudiando la esquizofrenia es que la personalidad no es otra cosa que lo que nos cuentan de alguien, lo que alguien nos cuenta de sí mismo, lo que nosotros nos contamos de alguien o lo que nosotros nos contamos de nosotros. Lo que hacemos, lo que sentimos, lo que experimentamos es simplemente un impulso electromecánico que solo adquiere sentido cuando lo contamos”.

Como resultado de este compromiso con la vocación de contar historias propias o ajenas, la novela funciona, también, como una inmersión microscópica en la mente de un creador/inventor de historias y en la mecánica que permite la creación y articulación de personajes, de historias, de voces y de mundos para la configuración de un universo narrativo coherente y cohesionado.

No sería descabellado afirmar que Ventajas de viajar en tren es una novela que busca inscribirse en la tradición de El Quijote. Como esta obra mayor de la literatura, adopta como seña de identidad un humor disparatado y feroz sobre lo que cuenta y sus protagonistas. Y de la novela de Cervantes recupera, también y sobre todo, una idea nodal: la invención de relatos como una manifestación de enajenación mental. La escritura como un síntoma de la locura, o viceversa. Una locura que, eso sí, no solo se apodera del que narra, sino también del que escucha, del que lee. Orejudo reivindica la vigencia de ese axioma que supone comprender y practicar la literatura como un ejercicio compartido de locura entre el escritor y el lector. O si se quiere, como una puesta en escena de la mentira, de la invención más disparatada, de la ficción que es capaz de suspender el régimen de verosimilitud –que no verdad- y de lógica –que no coherencia- con el que comúnmente encaramos y narramos la realidad –que no la vida-. La literatura puede experimentarse como una forma de locura. Y esa certidumbre es la ventaja definitiva de viajar en tren bajo la conducción de Orejudo (Santiago Espinoza A.)

Un comunista en calzoncillos (2013)

Claudia Piñeiro

El IX Encuentro de Escritores Iberoamericanos se encuentra a pocos días de llevarse a cabo. Una de sus invitadas es Claudia Piñeiro, reconocida dramaturga y novelista argentina que, a sus 56 años, solo parece mejorar su producción literaria. Piñeiro es considerada como uno de los baluartes de la literatura argentina contemporánea.

Nació el 10 de abril de 1960, en Burzaco, provincia Buenos Aires, Argentina. Estudió y ejerció como contadora durante 10 años. Finalmente, Piñeiro decidió arriesgarse y darle una oportunidad a su pasión, escribir. En 1991, mandó a un concurso de la Editorial Tusquets una novela inédita titulada El secreto de las rubias (1991). A partir de ese instante, Claudia logró un gran éxito con todas sus novelas y obras de teatro.

Este éxito previamente mencionado se puede traducir en los dos premios más importantes que ganó: el Premio Clarín de novela por Las viudas de los jueves (2005) y el premio Sor Juana Inés de la Cruz por Las grietas de Jara (2009). La primera de estas es un policial situado en los barrios de la clase alta argentina y la segunda sigue esta línea de novelas de misterio/policial.

Hay un libro que puede considerarse fundamental para generar una conexión más íntima con esos relatos, en el que la autora quiebra la recurrente temática que toca en sus trabajos. Un comunista en calzoncillos (2013) es esa obra sensible, personal y entrañable que casi todos los escritores deben sangrar en su vida. Ese profundo proceso de duda personal y crisis de identidad, que para sanar, debe ser obligatoriamente escrito. Esta es “su” obra. La historia de una niña que, ligera pero constante, avanza hacia la adolescencia para enfrentar la realidad, encasillando a su padre en esa fatídica casilla de “ser humano”. Una ficción autobiográfica, esa sería una clasificación apropiada para esta novela.

En esta novela también notamos una fuerte presencia del tema familiar. Esta obra surge de los recuerdos de Piñeiro. La protagonista comienza siendo una niña que, a lo largo del libro, sufre una transición que la convierte en una adolescente. Debemos enfatizar que la novela corta se desarrolla en un contexto dictatorial argentino, donde las ideas contradictorias a las del régimen eran fuertemente reprimidas por el mismo gobierno. La niña no compartía los pensamientos, un tanto revolucionarios, de su hogar con sus amigos por el miedo al rechazo, sentimiento con el que nos podemos identificar todos en alguna forma. La protagonista se encuentra en una constante reflexión sobre cómo encajar en su círculo social o en su familia. Un comunista en calzoncillos es un libro que logra enternecernos y transportarnos a ese mundo casi irreal que es la cabeza de un niño.

El estilo de Claudia Piñeiro es claro. Le gusta el detalle. Es probable que esto también se deba a su inicio en la escritura, que fue como dramaturga. Esto implica que la ambientación de la escena es casi tan importante como el avance en la trama que va a ocurrir allí. Así es como Piñeiro puede tomarse con tanta parsimonia la descripción de un “country” o de la casa en la que pasó su infancia. Los diálogos son cortos, concisos. Nadie dice ni una palabra más de la que se supone, y aun así, los diálogos tienden a tener un enorme grado de profundidad cotidiana. Así escribe ella. (Andrés Velarde y Laura María Rivera)

Los autores

César Aira

Nació en Coronel Pringles, una localidad de la provincia de Buenos Aires, en 1949. Es escritor y traductor argentino. Ha publicado más de sesenta obras, sobre todo novelas cortas por razones, según dice, de procedimiento. Ha dado cursos, por ejemplo, sobre Copi y Rimbaud (en la Universidad de Buenos Aires) o sobre constructivismo y Mallarmé (en la de Rosario).

Desde 1992 viene a publicar anualmente de dos a cuatro libros de unas cien páginas de extensión. Cómo me hice monja (1993) fue elegida por el diario español El País como uno de los diez libros de ficción del año, lo que le proyectó en medio literarios más amplios.

Este prolífico protagonista de las letras argentinas es tanto traductor de varias lenguas (del francés –Antoine de Saint Exupéry o Jan Potocki– del inglés: Stephen King, Donna W. Cross), como novelista y narrador breve, dramaturgo y ensayista.

Escribe en muy diversos diarios y revistas, generalmente breves, sobre los autores más dispares. Sus obras han sido traducidas a diversos idiomas.

Entre sus más de 60 obras figuran Ema, la cautiva (1981), Una novela china ( 1987), Los Fantasmas (1990), El bautismo (1991), La liebre (1991), Cómo me hice monja (1993), La costurera y el viento (1994), El congreso de literatura (1997 y 2007), La mendiga (1999), Las noches de Flores (2004), El pequeño monje budista (2005), Cómo me reí (2005), Parménides (2006), Las conversaciones (2007), Las aventuras de Barbaverde (2008), La confesión (2009), Yo era una mujer casada (2010), El error ( 2010), Entre los indios (2012), Tres relatos pringlenses (2013), La invención del tren fantasma (2015).

Antonio Orejudo

Nació en Madrid, 1963. Es escritor y profesor universitario. Tras cursar estudios de Filología Hispánica en España (Universidad Autónoma de Madrid) y doctorado en Estados Unidos (State University of New York at Stony Brook), ha ejercido la actividad docente en Norteamérica y la ejerce hoy como Profesor Titular de Literatura Española en la Universidad de Almería.

Fue galardonado con el premio Tigre Juan en 1997 por su primera novela Fabulosas narraciones por historias (1996), y con el Premio Andalucía de Novela por Ventajas de viajar en tren (2000). Además de estas, como novelista ha publicado Reconstrucción y Un momento de descanso. También es autor de varias obras de ensayo sobre literatura y crítica literaria como Las epístolas familiares, Cartas de batalla o Miguel de Cervantes: Tres novelas ejemplares.

Además de trabajar en Estados Unidos, Orejudo ejerció como investigador en la Universidad de Amsterdam y ha sido profesor de Literatura Española en varias universidades de España, hasta quedarse como profesor titular en la Universidad de Almería. Es colaborador habitual en prensa y ha participado en “Babelia”, “ABC Cultural” y “Letras y libros” en su faceta de crítico literario.

Claudia Piñeiro

Nació en el Gran Buenos Aires, en 1960. Es escritora, guionista, dramaturga y trabajó en periodismo gráfico. Es egresada de la Escuela de Arte Dramático de la Ciudad de Buenos Aires. Fue jurado de los premios literarios de novelas Alfaguara de España, Fondo Nacional de las Artes, Letras Sur y Clarín.

En 2005 ganó el Premio Clarín-Alfaguara con su novela, Las viudas de los jueves, que tuvo como jurado a José Saramago, Rosa Montero y Eduardo Belgrano, llevada al cine el 2011. Las grietas de Jara (Alfaguara, 2009) recibió el Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2010, en la Feria del Libro de Guadalajara, México. El 2007, publicó Elena sabe (Alfaguara), ganadora del premio LiBerture (2010), en Alemania. El 2005 publicó Tuya (Colihue), finalista del premio Planeta 2003, reeditada por Alfaguara el 2008 y llevada al cine el 2015. La novela Betibú (Alfaguara 2011), estrenada con gran éxito el 2015. El 2013 publicó Un comunista en calzoncillos. En 2015, en España, Argentina y otros países de Latinoamérica, Una suerte pequeña fue publicada por Alfaguara Peguin Random House. En 2014 recibió el premio a la trayectoria en lengua castellana Rosalía de Castro, del PEN Club de Galicia.

Publicado en Opinion

 

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