La precariedad laboral de los artistas chilenos

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En Contexto
Desde hace un mes la sociedad chilena se encuentra movilizada en contra del actual sistema de pensiones. El reclamo, conocido con el nombre de “Nos + AFP”, promueve el fin del sistema privado de pensiones. Para el domingo 21 de agosto se espera una multitudinaria marcha en Santiago de Chile. El resultado del sistema de jubilaciones impuesto durante la dictadura de Pinochet, arroja que los aportantes reciben al jubilarse un promedio cercano al 22% del monto de salario que tenían en actividad. El Gobierno afirmó que está trabajando en la modificación del sistema. Este es uno de los grandes desafíos que tiene Chile hacia el futuro.

Si la realidad de los chilenos y las AFP es desoladora –un sistema donde un 75% de los jubilados obtiene una pensión inferior al sueldo mínimo y el promedio del sistema alcanza los $200.000 pesos– los artistas están peor. Según datos estadísticos, más de un tercio de los artistas no cotiza en ningún sistema previsional.

Esto se debe, entre otras razones, a que en este colectivo la precariedad laboral es peor que en el resto de la población, ya que muchas veces sus actividades ni siquiera reciben remuneración, por lo cual tampoco cotizan. De esta forma, la frase «por amor al arte» termina teniendo consecuencias nefastas.

En algunos sectores más específicos de la cultura la situación es aun peor. Una encuesta difundida esta semana por el Sindicato Único de Escritores y Escritoras de Chile (SUDEC) revela que, entre los literatos, un 53,7% no está inscrito ni en las AFP ni en algún sistema previsional.

Datos duros

Las cifras son elocuentes. Las reveló en 2014 el estudio «El escenario del trabajador cultural en Chile», realizado por el Proyecto Trama-Red de Trabajadores de la Cultura, financiado por la Unión Europea.

Según este estudio, «un 37,2% de los artistas, técnicos e intermediarios de la cultura no se encuentra afiliado a ningún tipo de previsión para la vejez, lo que los sitúa en una posición de vulnerabilidad hacia el futuro». En comparación, un 24% de los chilenos lleva entre 5 años y sobre 14 años sin cotizaciones.

En cuanto al resto de los artistas, un 59,1% está en alguna AFP, un 2% está en otro sistema, un 1,3% en el IPS y un 0,4% en Capredena o Dipreca.

Cuando las cifras se desglosan por sector, aquellos sin cotización se agrupan mayormente en las artes visuales (42,6%), escénicas (42,1%), la música (39,2%), el sector audiovisual (31,9%), la gestión cultural (29,6%) y la literatura (27%). Cuando el desglose es por roles, afectamente principalmente a los artistas (40,8%), seguidos de los técnicos (34,5%) y los intemediarios (29,5%).

“La situación previsional de los artistas en general es muy mala. Permanentemente estamos conociendo casos de creadores que terminan viviendo sus días en muy difíciles condiciones. Esto pasa por muchos factores, como por ejemplo que la mayoría de las veces no hay contratos de por medio o simplemente los artistas trabajan de manera independiente, como los artistas visuales o los escritores», dice Gustavo Meza, presidente de la Unión Nacional de Artistas (UNA).

«Además el trabajo de cada artista tiene características especiales que el sistema no reconoce, por ejemplo, los bailarines comienzan muy jóvenes y terminan temprano, por lo tanto, difícilmente pueden cubrir los años de trabajo para la jubilación», agrega. «Una sociedad que no se preocupa del arte es una sociedad inhumana; y la inhumanidad se paga más cara que las previsiones», sentencia.

La literatura, peor

Una encuesta difundida esta semana por el Sindicato Unitario de Escritores y Escritoras de Chile (SUDEC) entrevistó a 162 autores de entre 20 y 80 años, con un promedio de edad de 39, con un 69% de hombres y 31% de mujeres, en una actividad donde es usual la falta de remuneración (un 61% reveló no recibir pago alguno por derechos de autor, igual que un 70% en el caso de las reseñas y un 78% en la organización de actividades como recitales).

En cuanto a la previsión, un 53,7% no está cotizando. Un 40,9% lo hace en una AFP, un 1,2% en CAPREDENA, un 0,6% en el IPS, mientras un 3,7% no sabe.

«Hay una desregularización, una falta de interés por parte de los gobiernos de identificar y poner en valor la actividad literaria, y que nosotros podamos reivindicar nuestra labor en tanto trabajadores de la cultura», señala Cristobal Soto, presidente de SUDEC. Y en cuanto a la solución, añade que «no podemos seguir construyendo marcos institucionales, ya sea de la cultura y el arte, como de cualquier otro, en que su matriz sean las lógicas de mercado».

Causas diversas

En los gremios del arte todos coinciden en que la situación es catastrófica. «No es novedad que cada año la Presidenta de la República deba estar otorgando pensiones de gracia a artistas altamente reconocidos en su momento que viven su vejez en condiciones de mucha precariedad», señala Julieta Brodsky, coordinadora de investigación del Observatorio de Políticas Culturales (OPC).

Andrea Gutiérrez, presidenta del sindicato de actores SIDARTE, resalta que se trata de un sector de trabajadores invisibilizados y «obligados a trabajar hasta que el cuerpo lo permita (…). Finalmente, como muchos trabajadores, no estamos contemplados en un esquema previsional como el actual».

Para la OPC, la precariedad se debe principalmente a que la mayoría de los artistas trabaja de forma independiente y les es muy difícil conseguir un contrato de trabajo. Solo un 11,7% cuenta con un contrato para su actividad artística, mientras que todos los demás funcionan sin contrato o con boleta de honorarios. A esto se suma la intermitencia de las labores desempeñadas, complementan desde SIDARTE, que destacan que los que sí cotizan lo hacen con montos que «son realmente una burla».

La precariedad «dificulta mucho las posibilidades de cotizar en una AFP u otro sistema de pensiones, ya que los bajos ingresos del sector no dan como para que se genere un ahorro previsional voluntario», señala Brodsky.

Otro nudo crítico es la baja utilización que existe del Contrato de Artes y Espectáculos, lo que se debe a varios factores, entre ellos, la falta de conocimiento de algunos sectores sobre esa herramienta y también la falta de fiscalización por parte del Estado.

Modelos y soluciones

Ha habido intentos para solucionar el tema, pero no han llegado a buen puerto. Alex Chellew, presidente del gremio de pintores y escultores APECH, cuenta que en los últimos años conversaron con algunas autoridades políticas (sobre todo diputados) «con la idea de crear un plan especial para artistas», pero quedó en nada.

«Al igual que en Chile, en la mayoría de países del mundo, la naturaleza específica de la actividad artística no se tiene en consideración en los regímenes de Seguridad Social, y los artistas visuales simplemente cuentan con la protección de sus sistemas de Seguridad Social en las mismas condiciones que el resto de los ciudadanos de su país», lamenta.

Chellew cita como ejemplo a países como Alemania. Allí muchos artistas están incluidos en el sistema obligatorio de seguros sociales a través de la Künstlersozialversicherung (seguro de la seguridad social para los artistas).

En el sistema alemán, por un lado, durante los tres primeros años de actividad profesional se benefician de acuerdos especiales con respecto a sus condiciones de seguro. Por otra parte, en general, los artistas pagan la mitad de sus cotizaciones a la seguridad social, y el resto es financiado entre el gobierno federal (20%) y las contribuciones obligatorias de los distribuidores de obras artísticas (30%).

En Chile, el OPC y el Proyecto Trama proponen pasar a un sistema previsional público y solidario que permita cubrir las lagunas previsionales que tienen este tipo de trabajadores y no los deje en el total desamparo.

«Mientras esa situación no cambie, la única alternativa es generar un Fondo Social solidario para trabajadores de la cultura que permita mejorar la cobertura de salud, previsión y seguridad laboral, principalmente para quienes trabajan de manera informal y por cuenta propia», dice Brodsky.

«Claramente en Chile esta conversación se está iniciando y en sectores como el nuestro debemos estar muy atentos a las propuestas que se plantean», concluye la presidenta del SIDARTE. «Porque suelen no considerar la naturaleza de nuestro trabajo y una vez más, quedamos bajo la mesa», puntualiza.

Publicado en La Tercera
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