El cine de América Latina y el Caribe en 2016

2.031

Argentina

Solidez en todas las líneas, salvo en cantidad de pantallas

Conviene ser prudente, porque hay números que todavía no son definitivos, pero los que trascendieron hasta ahora estarían indicando, con las reservas del caso, un muy buen año para el cine argentino. Más allá de la cifra siempre record de estrenos (todos los años son más), durante esta temporada, que fue muy buena en recaudaciones (excelente durante el primer semestre, después se fue cayendo), lo que se conoce como market share –la parte del mercado de la que un jugador se apropia– habría sido, para el cine argentino, el más alto en mucho tiempo. Se habla de un 18 %, cuando en los últimos años venía siendo de poco más de la mitad. La debilidad sigue siendo la misma que signa al cine argentino de la última década y más: en términos comerciales o industriales, existe dentro de los límites del top ten y a duras penas hasta ahí; de ahí para abajo es un cine que se ve poco y nada. En verdad, a esta altura habría que empezar a hablar no del cine argentino sino de los cines argentinos: el de las diez que se ven y las 150 (este año) que se ven poco o nada.

La diferencia es que en términos de calidad y eficacia el cine argentino se mostró este año con una robustez en todas las categorías que parece estar hablando de un punto de arribo. Las hay mejores y peores, pero ninguna de las diez más vistas es una descarada operación comercial. Vista por casi dos millones de espectadores (la más vista de Adrián Suar y Juan Taratuto), Me casé con un boludo empieza con velocidad, variedad y electricidad. Le duran media hora, cuarenta y cinco minutos. Después de eso se extravía y es como que a Suar le da por mostrar que si se lo propone puede convocar más famosos que Mirtha Legrand, y al guionista Pablo Solarz escribirle un unipersonal a Valeria Bertuccelli. Película perdida. Puede ser que a la segunda más vista del año (Gilda, no me arrepiento de este amor) le haya faltado algo de pimienta, lo que los comentaristas deportivos llamarían “explosión”. Pero es una biopic dignísima, producida a conciencia y sostenida sobre un rotundo acierto de casting: el de Natalia Oreiro como Miriam Bianchi. Equivalente fílmico a una novela romántica, con lindas postales y parejita soñada, El hilo rojo tenía todo para ser una película invisible, y sin embargo logra trascender todas sus convenciones gracias a las comprometidas actuaciones de Eugenia Suárez y Benjamín Vicuña, y un elocuente uso de los primeros planos a cargo de la realizadora Daniela Goggi.

La eficacia de El ciudadano ilustre se basa en su explotación de la tipología. Tipología del intelectual europeizado vs tipología del pueblo chico que atrasa: misantropía doble, la de la tríada Duprat-Cohn-Duprat. La vuelta de tuerca final, presuntamente metalingüística, no suma ni resta a la ecuación realidad/ficción: da lo mismo que esté o no esté, para lo único que sirve es para revestir a la película de un barniz de pretendida sofisticación intelectual. Inseparables es, como El hilo rojo, una película mejor de lo que podía esperarse. Remake de un original francés, la original era un crowd pleaser que no esquivaba ninguna fórmula, obviedad o golpe bajo para consumar sus objetivos. Cosa infrecuente, la remake de Marcos Carnevale es mejor. Es más digna, más convincente, menos formateada (aunque Rodrigo de la Serna de a ratos parece un Minguito en versión pesuti, el resto del elenco está excelente).

El Star-Sistema

Aunque no del todo redonda, Permitidos es un muy atendible aggiornamiento de la screwball comedy estadounidense, que además tiene el enorme mérito de haber sabido reconocer en Lali Espósito a una comediante potencialmente arrasadora. Así lo confirma una de las escenas del año del cine argentino: esa en la que la ex “Esperanza mía” estalla después de un problemita de tránsito, lanzándose a un mar de puteadas digno de Violencia Rivas. Pero la película rotundamente buena del top ten es Al final del túnel, del rosarino Rodrigo Grande. Policial de guion muy estructurado, lleno de peripecias y de cartas en la manga, es el tipo de película que fácilmente puede caer en lo artificioso, lo excesivamente armado, lo carente de vida, lo eventualmente tramposo. Nada de todo eso. Más allá de alguna ligera debilidad, vinculada con la chica de turno, que suena un poco “puesta”, la película escrita y dirigida por el realizador de Rosarigasinos (2001) y Cuestión de principios (2009) (policiales mucho más retro y moralizantes) es intensa, ingeniosa, atrapante y filmada y actuada con dientes apretados.

Hablando de actuaciones, en Al final del túnel héroe y villano son Leonardo Sbaraglia y Pablo Echarri. Sbaraglia estuvo también en Sangre en la boca y va a hacerlo en Nieve negra, que se estrena ahora en enero y donde comparte cartel con Ricardo Darín, que viene de protagonizar Kóblic y en 2017 será el Presidente de la Nación en La cordillera, de Santiago Mitre. Oscar Martínez hizo lo propio en El ciudadano ilustre, Inseparables y Kóblic. Rodrigo de la Serna estuvo en Inseparables, Camino a La Paz y Cien años de perdón. Ninguno de ellos va a garantizar el éxito de una película del modo en que puede hacerlo Ricardo Darín, pero ojo: 1) con Darín y todo, a Kóblic no le fue bien; 2) a ninguna de las películas protagonizadas por Sbaraglia, Martínez, De la Serna y Echarri le fue mal. Daría la impresión de que se está conformando un virtuoso star system de calidad en el cine argentino, al que lamentablemente le están faltando chicas, con la única posible excepción de Natalia Oreiro y Erica Rivas. Y eso (lo del star system) en términos de público siempre es buena noticia.

Expatriados de la tele

Con una única salvedad, las diez películas del top ten tienen dos cosas en común: son distribuidas por las majors estadounidenses y tienen apoyo de los canales de televisión. Sin ese espaldarazo no se lleva gente a las salas. Se hace necesario encontrar otras formas de difusión. Películas como Camino a La Paz e Hijos nuestros, óperas primas de Francisco Varone y Juan Fernández Gebauer y Nicolás Suárez respectivamente, que no fueron ningún fracaso, podrían haber llevado más público de haber tenido mayor difusión. Ambas son casos de películas-fórmula (en los papeles), que hacen funcionar sus fórmulas como disparadores, como mcguffins si se quiere, para lanzarse a partir de ellos en busca de verdades de los personajes. En el caso de Camino a La Paz, muchacho medio desorientado (de la Serna, más contenido acá que en Inseparables) se cruza con anciano parco y medio mandón (el veterano actor teatral Ernesto Suárez) y se produce el clásico encuentro de contrarios. En Hijos nuestros, un ex jugador de fútbol y actual fana de San Lorenzo, supersolitario (Carlos Portaluppi) conoce madre separada con hijo y hacen migas, pero la cosa no es tan fácil. Ambas son películas de narración transparente pero con un dejo de amargura, de entripado, de gato encerrado. Sobre todo Hijos nuestros.

Bastante peor le fue a otra de las películas del año, que tampoco contaba con la fórmula del éxito major + TV. Fotografiada en un esplendoroso blanco y negro, La luz incidente marca un gran salto adelante para Ariel Rotter, realizador de Sólo por hoy y El otro. Ubicada en los años 60 y centrada en la viudez de una mujer joven, la película escrita y dirigida por Rotter logra evocar la época no sólo a través de la exquisita dirección de arte de Ailí Chen: la discreta pero persistente presión de la madre, sus propias dudas con respecto a su futuro y la aparición de un candidato de rasgos intrusivos pintan un mundo en el que la mujer todavía debía ir a la zaga del hombre. En la notable El rey del Once, Daniel Burman, en un gesto de honestidad poco frecuente, reconoce que en sus últimas películas (Dos hermanos, La suerte en tus manos, El misterio de la felicidad) se le había torcido el rumbo artístico. Clava el freno y vuelve por sus fueros con una de sus mejores películas, El rey del Once. No fue mucha gente a verla. ¿Por qué no fueron, si es inteligente, divertida, cargada de acontecimientos y hasta sexy? Será porque estaban mirando otro canal. Literalmente: ésta sí tenía apoyo de Telefé.

Volver al futuro

Uno de los méritos más notorios del cine argentino reciente es el modo en que se abordan ciertas fórmulas transitadas como si no lo fueran. La buddy movie en Camino a La Paz, el boy meets girl (o mister meets woman) de Hijos nuestros y La luz incidente, el reencuentro padre-hijo de El rey del Once y también el relato de disfuncionalidad adolescente y familiar en Juana a los 12, ópera prima de Martin Shanly (que Camino a La Paz, Hijos nuestros y Juana a los 12 sean óperas primas habilita optimismos, sobre todo si se les suman La larga noche de Francisco Sanctis, La noche, La chica de tacones amarillos y El invierno). ¿Por qué es tan buena Juana a los 12? Por el modo pudoroso pero indeclinable con que observa el mundo que rodea a la introvertida protagonista y sobre todo a ella, que es todo un misterio. Versión de una de esas novelas míticamente infilmables, El limonero real representa poco menos que una proeza a cargo de Gustavo Fontán. Proeza porque la novela de Juan José Saer es literatura pura, y el realizador de La orilla que se abisma fue implacable con ella a la hora de la adaptación, deshaciéndola y volviéndola a construir por medios cinematográficos. El resultado es una película por la que pasan el tiempo, el duelo, la ausencia, y a todo ello se lo siente como atributos físicos.

Si se habla de fisicidad debe hablarse de La noche, ópera prima del actor Edgardo Castro, en la que el propio Castro emprende un largo viaje de la noche hacia la noche, en la que el sexo ocasional y los estimulantes lo son todo, y la soledad de su protagonista también. A lo largo de dos horas quince, La noche es también una maratón de primeros planos y teleobjetivos, que difuminan los fondos y dejan en primer plano los rostros y los cuerpos. Sin embargo, curiosamente, la mejor escena es un paseo por el Once del protagonista con su mejor amiga, filmada en planos americanos. Con antecedentes en el documental, Andrea Testa y Francisco Márquez adaptaron un relato de Humberto Costantini en La larga noche de Francisco Sanctis. En él, el protagonista es contactado durante la última dictadura por una ex compañera de militancia que le pide que haga llegar un mensaje a unos compañeros en peligro. Él abandonó la militancia, y la situación le trae remordimientos. Si en La noche de Castro todo está a la vista, aquí ocurre exactamente lo contrario: la amenaza no se ve, pero se sabe que puede estar a la vuelta de la esquina. Si allí son primeros planos, acá son planos generales de calles vacías, que en cualquier momento podrían ser ocupadas por algún grupo de tareas. La noche es el reino de la visibilidad, La larga noche…, de lo no visible.

Una de esas películas que parecen salidas de la nada, en La niña de tacones amarillos Luján Loiocco logra plantear una analogía entre una adolescente jujeña típicamente seducida y abandonada por un porteño y la construcción de un hotel internacional en medio de los cerros, sin que esa analogía resulte obvia ni subrayada, y sin perder intensidad dramática. Ganadora de dos premios en San Sebastián y otros más por estos días, El invierno, ópera prima de Emiliano Torres, hace de la dureza del paisaje patagónico su clima humano. Grandes espacios inhabitados, temperaturas bajo cero, nieve, un hombre viejo que será relevado de su puesto y uno joven que entra: tragedia en puerta, en estos escenarios las cosas no se resuelven charlando. Por sobre ellos, los dueños de la estancia y el encargado. Seca y lacónica, El invierno es una clase de relato poco frecuente en el cine argentino, siempre amigo de significados o, por el contrario, hermetismos. En este caso se trata del relato fenomenológico, el imperio de hechos crudos, como puede serlo un western.

Otros mundos, este mundo

A lo largo del año se ratificó la calidad y diversidad del documental argentino. Tan salida de la nada como La niña de tacones…, Guido models, de Julieta Sans, hace foco sobre un hecho inusual –la presencia de un modisto de origen boliviano, que recluta modelos y organiza desfiles en la Villa 31–, capturando con enorme respeto, empatía y transparencia aquello que la televisión hubiera reflejado con amarillismo, demagogia o esa forma de la falsedad llamada corrección política. Una de las películas del año. Otro tanto puede decirse de Los pibes, de Leandro Colás, y Los cuerpos dóciles, de Diego Gachassin y Matías Scarvacci. La primera de ellas es un modelo de cine directo, que sigue con una cámara “invisible” los trabajos y los días de los cazadores de talentos de las inferiores de Boca Juniors, permitiendo al espectador ingresar a ese mundo con reglas propias. Como todo mundo bien observado, el de estos pibes y estos seleccionadores (entre quienes se incluye al Muñeco Madurga y Hugo Perotti) resulta fascinante, y Colás dota a su película de fluidez y de aire.

Los cuerpos dóciles tiene la inmediatez de una narración en vivo. Su protagonista es Adolfo García Kalb, abogado especializado en la defensa de “pibes chorros”. No es un abogado común: éste “curte” con sus defendidos, y si pierde un juicio se agarra la cabeza, se angustia, necesita fumarse un porro para fugarse de la realidad. La película se centra en el juicio de dos pibes que robaron un local, e incluye los diálogos a puertas cerradas entre el abogado y los defendidos, así como las grabaciones del juicio en directo. Otro mundo visto desde adentro, sin guardarse nada; otra de las películas del año. En El padre, Mariana Arruti no mira desde adentro: narra desde adentro su investigación sobre el destino de su padre, muerto en circunstancias sospechosas en 1973. En realidad esas circunstancias no parecen haber resultado sospechosas para nadie hasta ahora, cuando su hija emprende la investigación. Como sucedía en Trelew (2004), Arruti demuestra dominar el arte de la construcción progresiva de la narración, con un crescendo de información y emoción, tanto como del carácter metonímico de este relato individual. Otra candidata que el campo del documental aportó para el Top Ten del año.

El (im)posible olvido, de Andrés Habbeger (otra película sobre la búsqueda del padre), Mujeres de la mina, de Loreley Unamuno y Malena Bystrowicz, y Viviré con tu recuerdo, de Sergio Wolf, son otros de los documentales que permitieron confirmar, a lo largo del año, que ese campo está en buenas manos en este país.

Publicado en Página12

Brasil

Os destaques de 2016 no cinema

por Fabiano Ristow
A expressão “apesar da crise” nunca foi tão bem aplicada. O audiovisual, a despeito da recessão, continua a crescer em ritmo acelerado, graças às leis que protegem e impulsionam o setor.

Último ano com dados já fechados pelo governo, em 2014 foram gerados R$ 24,5 bilhões para a economia do país, segundo pesquisa da Agência Nacional do Cinema (Ancine) — uma expansão que beira 9% ao ano e vem acompanhada de um salto no volume de produções. Neste ano de 2016, a expansão já bateu 10%. E, embora o número de filmes brasileiros lançados ainda não tenha sido consolidado, sabe-se que nunca se produziu tanto no país.

Segundo Manoel Rangel, diretor da Ancine, em 2016 houve aumento de 10% de ingressos vendidos. Uma projeção feita pelo portal Filme B aponta R$ 2,6 bilhões arrecadados e 185 milhões de bilhetes vendidos. Na comparação com 2015, as altas estimadas são de 12,4% e 8,3%, respectivamente. É o 11º crescimento de renda anual consecutivo. Parte desse marco deve-se a “Os Dez Mandamentos”, lançado no começo do ano, que vendeu 11,2 milhões de ingressos e se tornou a maior bilheteria da história do cinema nacional — ainda que essa façanha esteja cercada de desconfiança, já que muitos ingressos foram comprados pela Igreja Universal.

Também segundo a Ancine, neste ano mais de cem salas de exibição foram abertas no Brasil. Entre elas, destaca-se o complexo Reserva Cultural, em Niterói, um empreendimento levantado por um investimento superior a R$ 12 milhões. O novo espaço levou filmes comerciais e de arte a uma cidade carente de salas.

Polemica fora das telas

Foram poucos os anos em que arte e política se misturaram de maneira tão contundente quanto em 2016. E foi o audiovisual brasileiro quem esteve no centro de polêmicas que colocaram, em lados opostos, a classe artística e o governo. Tudo começou em maio, quando elenco e equipe de “Aquarius” decidiram protestar contra o afastamento da ex-presidente Dilma Rousseff. Estenderam, no tapete vermelho de Cannes, cartazes denunciando o que consideravam um “golpe”. Nos meses seguintes, o ato ganharia desdobramentos maiores do que o esperado. O então ministro da Cultura, Marcelo Calero, que acabara de assumir o cargo, fez críticas ao protesto liderado pelo diretor Kleber Mendonça Filho. Alegou que a manifestação havia causado “prejuízos à reputação e à imagem do Brasil”. Estrela de “Aquarius”, Sonia Braga rebateu, chamando de “inadmissível” o fato de um ministro “ofender” artistas. A briga, contudo, não acabou ali. No início de agosto, soube-se que um crítico de cinema que reclamara publicamente do protesto integraria a comissão responsável por selecionar o representante do Brasil no Oscar. Para piorar, a comissão foi montada pelo então secretário do Audiovisual, o pernambucano Alfredo Bertini, um homem sem “representatividade e interlocução com os trabalhadores do audiovisual”, na opinião de cineastas pernambucanos.

A comissão do Oscar, então, teve a sua imparcialidade questionada. Em apoio a “Aquarius”, outros cineastas retiraram seus filmes da disputa, e integrantes deixaram a comissão. A dúvida era se o governo estava mesmo perpetrando uma campanha contra o filme de Kleber Mendonça Filho.

Essa teoria ganhou força quando, ainda em agosto, o Ministério da Justiça deu classificação etária de 18 anos para o longa, apontando a presença de “sexo explícito” na tela (quando na verdade as cenas de sexo duram poucos segundos e não são explícitas). A decisão foi posteriormente revogada (a classificação foi para 16 anos), mas o sentimento de vitória durou pouco: o desconhecido “Pequeno segredo”, de David Schurmann, foi escolhido para tentar uma vaga no Oscar, deixando “Aquarius” de fora. Quem participou da seleção garantiu que não houve motivações políticas por trás do processo — mas, com “Pequeno segredo”, o Brasil não apareceu numa pré-lista de filmes selecionados para disputar o prêmio. Em dezembro, Alfredo Bertini se demitiu da secretaria do Audiovisual (foi substituído por Mariana Ribas). Menos de 20 dias antes, Marcelo Calero havia feito o mesmo. Ironicamente, o estopim para a saída do ministro foi a pressão que sofreu do ministro da Secretaria de Governo, Geddel Vieira Lima, para aprovar um empreendimento imobiliário em Salvador — um dilema que chegou a ser comparado à resistência de Clara, personagem de Sonia Braga em “Aquarius”, frente às investidas de uma grande construtora.

A Cinemateca Brasileira também se viu num dilema. Em julho, o MinC publicou a exoneração de 70 funcionários da instituição, incluindo a sua diretora, Olga Futemma. Mas a decisão foi revogada após a reação de profissionais do audiovisual.

Publicado en O Globo

Chile

Balance 2016 de cine: primer Oscar y preocupación por temas contingentes

La noticia y el mayor logro del cine chileno es sin dudas el primer Oscar a una producción chilena. Historia de un oso. El cortometraje de animación es notable, con un relato simple y breve que permite diversas y complejas lecturas, que combina lo emotivo con lo político en forma armoniosa y fluida.

Historia de un oso es la obra que ha marcado el año en materia de cine. Y lo ha hecho con lo menos esperado: con animación, compitiendo con los grandes de la industria y adjudicándose el premio más valorado por ellos, la industria.

Hace varios años que el cine chileno presenta una buena cantidad de producciones de ficción como documentales de muy buena calidad. Este año no es la excepción. Como tampoco lo es la baja cantidad de público que lleva a salas.

Sin embargo, este año no estuvo, en largometrajes, a la altura del 2015. No hubo una producción como El club ni documentales como Allende mi abuelo Allende o La once.

Entre Larraín y Fernández Almendras

Pablo Larraín no da puntada sin hilo. Los temas de sus producciones parecen fríamente calculados para estar en la palestra: dictadura chilena, un sicópata que quiere ser Toni Manero, la campaña del NO que derrotó a la dictadura de Pinochet, los curas recluidos por distintos delitos (Pedofilia, adopciones ilegales…) y, ahora, aborda a una de las figuras más reconocidas de Chile, Neruda, y otra a nivel internacional; Jackie Kennedy, en su primera producción en Estados Unidos de Norteamérica.

Producciones que parecen hechas para ganar premios… y lo han logrado. En breve tiempo es el cineasta más premiado del país.

Con Neruda ha logrado el Premio Fénix a la Mejor Película, entre otros, y se espera que con Jackie compita por los Oscar.

Sin embargo, a nuestro juicio, la mejor película chilena de ficción del 2016 es Aquí no ha pasado nada, de Alejandro Fernández Almendras, película basada libremente en el bullado “caso Larraín”.

Fernández Almendras ha desarrollado una carrera abordando historias y personajes “anónimos”, con historias mínimas, de precariedades, de falta de oportunidades. En Aquí no ha pasado nada muestra otra cara del país, la de gente muy adinerada, con mucho poder y, al mismo tiempo, sin ética, sin límites y sin norte. Un filme que muestra una realidad en forma cruda, sin dar esperanzas de redención, donde muestra una juventud desorientada y sin escrúpulos. Un gran film que, siendo muy distinto a los anteriores, confirma a Fernández Almendras como uno de los grandes directores chilenos del momento.

Óperas primas

La cinta Rara, de Pepa San Martín ha sido una sorpresa este año. Basada en el caso de la Jueza Atala, aborda en forma libre otro bullado caso real. Y lo hizo en forma muy inteligente y sensible, pero además lo hace no desde las trincheras de los padres o de los diversos grupos que han tomado posición en este caso, sino desde las más débiles: Las hijas, y la hija mayor en particular.

Así, Pepa San Martín muestra el caso desde una niña, sin emitir juicios, sacando a la luz su mirada, las presiones que sufre. Una mirada incuestionable que abre muchas preguntas, que expone en definitiva un mundo –un país- centrado en los adultos y que pone poca atención en los niños que se supone pretende cuidar. Un aporte notable a la discusión… si es que se ve la película.

En forma mucho más modesta, el estreno 7 semanas, cinta universitaria sobre una joven universitaria con un embarazo no deseado. Un tema muy complejo, donde muchas personas ya tienen posturas muy claras, algunas bastante radicales. Sin embargo la cinta está muy bien planteada, mostrando a la joven, lo que le va pasando y cómo reacciona su entorno, sin preguntar qué le pasa a ella, qué siente, qué necesita realmente. Sin aspavientos abre un gran tema de reflexión.

José Luis Torres Leiva e Ignacio Agüero

Chile es reconocido por su buena producción de documentales. Este año hay uno muy particular: un documental realizado a uno de los grandes documentalistas nacionales, Ignacio Agüero, mientras busca realizar su primera película de ficción, a partir del caso real de una pareja desaparecida en Chiloé en los 80.

El viento sabe que vuelvo a casa, de José Luis Torres Leiva, muestra a Agüero en su forma de ser y de acercarse al mundo, su humanidad y, al mismo tiempo, en forma sutil, sin presiones, va mostrando aspectos de Chiloé, desde lo bucólico a esas zonas más oscuras y cargadas de la isla. Pero ese otro lado sale en forma simple, natural, sin estigmatizaciones.

Las comedias siguen siendo lo más visto

Sin filtro de Nicolás López, con Paz Bascuñán como protagonista, tuvo cerca de 1.300.000 espectadores, siendo por lejos la cinta chilena más vista y llegando al segundo lugar entre las películas chilenas más vistas, superada sólo por Kramer v/s Kramer. Sin filtro parte de una buena idea, tanto que fueron comprados sus derechos para realizar sus propias versiones en Argentina y Estados Unidos de Norteamérica, pero su realización fue muy básica, con un humor torpe, carente de sutilezas, y actuaciones para olvidar.

El buen cine chileno sigue sin llevar público mientras que “la televisión hecha cine” y comedias fáciles acapara a los espectadores locales.

Distribución

Este año han seguido creciendo, muy lentamente, los circuitos alternativos para exhibir cine chileno, en especial documentales. Sin embargo, a este ritmo, será un “saludo a la bandera”, dados los grandes cambios que hay en el sector.

Publicado en BioBioChile

Centroamerica

Costa Rica se abre como puerto del incipiente cine de Centroamérica

Por Alvaro Murillo

Hay una frase que recorrió el Festival Internacional de Cine en Costa Rica (CRFIC) y que se cruzó entre público, cineastas y organizadores: “esto no ocurría antes”. Lo repiten en entrevistas, en las mesas redondas o en las filas que se formaron para apreciar alguna de las 72 producciones de 32 países elegidas para este encuentro diverso que concluye este sábado después de diez días de trajín. De un trajín que no ocurría antes, insisten.

Este es el festival que pretende convertirse en punto de encuentro y de proyección a la inquieta camada de nuevos cineastas en Centroamérica y a profesionales vinculados que no llega todavía a ser industria, pero sí una fuerza efervescente como se mostró durante dos semanas en esta capital. Hubo más de 100 invitados y se homenajeó a la cineasta estadounidense Kelly Reichardt; la directora de programación fue Nicole Guillemet, quien ha producido el Festival Sundance en Utah.

Con una presencia de público mayor a todas las ediciones anteriores (incluso superior a los 15.000 del 2015 a pesar de seis días de lluvia imprevista) y con la atención de críticos y publicaciones especializadas, el CRFIC juntó a una comunidad incipiente, más conectada al exterior, con mejores recursos conceptuales y una creciente diversidad temática, como subraya el director artístico del festival, Marcelo Quesada.

“Hace un tiempo esto no era creíble”, repite Quesada antes de recordar una anécdota de 2005, cuando en el Festival de Cine de San Sebastián la historiadora e investigadora del cine María Lourdes Cortés preguntó si alguien era capaz de mencionar al menos un título desarrollado en alguno de los seis países del centro de América. El silencio fue absoluto, recuerda Quesada como punto de contraste con el repunte que el sector ha logrado en la última década. Este se simboliza con el exitoso largometraje guatemalteco Ixcanul, galardonado este año en el Festival de Cine de Berlín, pero también con una mayor presencia de producciones del istmo en otros festivales y en salas.

“Ya se puede hablar de cine hecho en Centroamérica, ya es real”, comenta en San José la directora salvadoreña Marcela Zamora dos horas antes de la proyección de su documental Los ofendidos. “Ya existimos fuera de nuestras fronteras. Ya el cine centroamericano da de qué hablar y se le reconoce ese despertar, después de muchos años a la sombra del cine mexicano y de una época muerta después de las guerras en Centroamérica (años 80 y 90). Hubo una generación que estudiamos fuera y volvimos”, comenta la documentalista reconocida por El cuarto de los huesos, sin dejar de señalar el empuje de otros más jóvenes que aprovechan ese impulso.

Esa fusión entre generaciones, intereses y capacidades fue la meta del festival en San José en su edición número cinco después de 18 años de servir solo como muestra. En 2015 se lanzó la apuesta por el enfoque centroamericano al abrir producciones en competencia y en este 2016 promovieron una sección de asesorías e incentivos para desarrollos en toda la región, además de dar un enfoque regional a las actividades formativas, otra columna del CRFIC.

“Somos conscientes de que si queremos generar resonancia y visibilidad la mejor manera es hacerlo como región. Es más viable atraer fondos, productores, programadores… Lo bueno es que no hay que forzarlo, porque en general el cine vive en los países de Centroamérica momentos similares y condiciones similares”, añade Quesada. En Costa Rica destacan nombres como Paz Fábrega, Ishtar Yasin y Neto Villalobos y Esteban Ramírez. En Guatemala, Jayro Bustamante (Ixcanul) y Julio Hernández Cordón, dueño de un espacio en el cine de autor.

Habrá pronto nuevos nombres, vaticina Fernando Chaves, periodista especializado en cine y programador en este CRFIC. Su optimismo encuentra motivos en la respuesta del público y en el trabajoso pero cierto crecimiento de opciones de financiación mediante fondos estatales, privados e internacionales. “Se trata de trabajar en la cohesión, conexión y profesionalización de un sector que despertó y está creciendo”.

Así intentan combatir los problemas que también son comunes en la producción audiovisual de los países del istmo, como el insuficiente apoyo estatal y la escasez de redes de apoyo alrededor de iniciativas particulares, además de los hábitos de consumo todavía dominados por la arrasante influencia del cine comercial importado de Estados Unidos.

Publicado en El Pais

Cine centroamericano tuvo un año de éxitos con 17 largometrajes

Para el cine centroamericano el año 2015 además de bueno ha sido esperanzador. Las producciones de la región no se puede demeritar por falta de calidad, sino más bien y cada vez más, obtienen gratificantes críticas y reconocimientos por su calidad técnica, sus historias y cada vez mejor nivel de los actores, directores y productores.

EL HERALDO consultó al productor y director hondureño, Servio Tulio Mateo sobre si este 2015 fue uno de los mejores del cine centroamericano: ‘Por supuesto, más de 17 largos centroamericanos se estrenaron. Muchos con importantes premios en festivales de cine importantes en el mundo. Ixcanul ganó en Berlín por ejemplo’, dijo con satisfacción.

En ese sentido, el cine centroamericano en 2015 tuvo un importante paso, como decir ‘un gran momento’, tras que cintas como Ixcanul en Guatemala haya arrasado con los premios internacionales al sumar un total de 37, incluyendo un Oso de plata en el festival de Berlín, Alemania. ¡Claro, no es cosa menor!

Ixcanul es dirigida por Jayro Bustamante y trata sobre un matrimonio arreglado la espera. Aunque María sueña con ver la ‘gran ciudad’, su condición no le permite cambiar su destino. Más tarde, una complicación en el embarazo la obliga a salir al mundo moderno que le salva la vida, pero a un precio demasiado alto.

En Honduras el cierre de 2015 fue muy bueno con la producción ‘De lo que sea’ de Abrahan Espinoza, además de otras producciones como ‘Loco Verano Catracho’, Venganza y Justicia, Chinchemán.

“De lo que sea” tratará acerca de un grupo de amigos cansados de asistir a entrevistas fallidas para obtener un empleo, por lo que deciden emprender una empresa de “servicios varios”, dispuestos a realizar cualquier tipo de trabajo con tal de conseguir un salario. Dentro de estas actividades deberán efectuar bailes eróticos, entretenimiento para niños y hasta conducir un microbús. Sin embargo, ellos se darán cuenta de que estas labores conllevan cierto grado de dificultad.

En Costa Rica la producción ‘Maikol Yordan de viaje perdido’ se comió literalmente las taquillas de ese país y tuvo que expandirse a las salas centroamericanas por algunas semanas. La cinta llegó incluso a traducirse a varios idiomas para ser presentada en Corea del Sur, Tailandia y Singapur. Maikol Yordan es una producción que saltó de la televisión costarricense a la pantalla grande. Es decir, sus realizadores son integrantes del grupo artístico ‘La Media Docena’, humoristas de teatro y tele en el vecino país.

Sin embargo, otra producción que dejó muchas gratificaciones en Costa Rica fue ‘Nina y Laura’, dirigida por el guatemalteco Alejo Crisóstomo. Básicamente, la película cuenta el drama de una pareja homosexual que pierde a su hijo de cuatro años: Mateo. En medio del dolor, Laura buscará consuelo en el abrigo de su familia –que vive en otro país–, mientras Nina se quedará, con la esperanza de reunirse con ella muy pronto.

En El Salvador el largometraje ‘Malacrianza’ rompió dos décadas sin producciones locales. El mismo es dirigido por Arturo Menéndez. ‘Malacrianza’ narra la historia de don Cleo, papel interpretado por Salvador Solís, un humilde vendedor de piñatas que es extorsionado con 500 dólares y que debe entregarlos en menos de 72 horas.

Otras producciones que destacaron incluso en Latinoamérica son ‘La Pantalla Desnuda’, segunda película de la actriz y directora francesa radicada en Nicaragua Florence Jaugey (La Yuma). También en Panamá hay que destacar el documental largo ‘Invasión’, que está ganando muchos premios a lo largo del continente.

No podemos olvida 2015, porque también se quedó con las vidas de los actores Salvador Solís (protagonista de Malacrianza) recién este 5 de diciembre, además la actriz hondureña Sandra Ochoa (¿Quién paga la cuenta?) el pasado 28 de noviembre.

Tampoco puede pasar sin mención, que en la región se realizaron festivales de cine que promocionan la realización de más obras, incluido el IV Festival de Cortometrajes EL HERALDO 2015. Donde triunfo el corto ‘La odisea fantástica’.

Publicado por El Heraldo

Cuba

Los 15 grandes momentos del cine cubano en este año 2016

1.    Armando Miguel Gómez y Héctor Medina son consagrados entre los mejores actores cubanos por el premio Caricato. Ambos contaban con nominaciones dobles a este galardón. El primero, por sus actuaciones en La emboscada (2014, Alejandro Gil) y El acompañante (2015, Pavel Giroud) mientras que Medina resultó nominado por La cosa humana (2015, Gerardo Chijona) y Viva (2015, Paddy Breathnach).

2.    A finales de enero, el proyecto de filme titulado Agosto, y dirigido por Armando Capó, ganó un premio de desarrollo fílmico en el hiperselectivo Festival de Cine de Sundance, Agosto narra la historia de un joven llamado Carlos y sus vivencias durante la llamada crisis de los balseros en Cuba, en 1994.

3.    En febrero se inicia rodaje del largometraje musical Club de Jazz, dirigido por Esteban Insausti, el elogiado realizador de Larga distancia y del tercer cuento de Tres veces dos. El filme habla sobre tres músicos de diferentes generaciones relacionados, en diferentes momentos de su existencia, con un club de jazz que será demolido en breve.

4.    En marzo, se entregó el Premio Nacional de Cine 2016 al fotógrafo Iván Nápoles, creador esencial en la consecución de los documentales dirigidos por Santiago Álvarez, especialmente en los filmes rodados en Vietnam.

5.    En abril, la Muestra Joven ICAIC premia Caballos (Fabián Suárez), Héroe de culto (Ernesto Sánchez) y No Country for Old Squares (Yolanda Durán y Ermitis Blanco), respectivamente, en las categorías de ficción, documental y animación. El premio a la mejor dirección fue para la ficción Patria blanca, de Leandro de la Rosa, también reconocido en la especialidad de producción. El mejor guion fue el de Jessica Rodríguez, realizadora del largometraje de ficción Espejuelos oscuros.

6.    También en abril, sorprende agradablemente al público y la prensa el estreno de Esteban, ópera prima del joven Jonal Cosculluela, con fina música de Chucho Valdés , y destacadas actuaciones de Yuliet Cruz y Manuel Porto. A finales de noviembre, el filme  gana los premios del público y especial del jurado en el prestigioso Festival de Cine Iberoamericano de Huelva.

7.    El XII Festival Internacional de Cine Pobre, en Gibara, otorgó el Premio Especial del Jurado a La pared de las palabras, de Fernando Pérez, mientras que los galardones en la competencia documental, de corto y largometraje, correspondieron, respectivamente, a La despedida, del guionista y director cubano Alejandro Alonso, y El tren de la línea norte, de Marcelo Martín.

 8.    En junio, El acompañante, de Pavel Giroud, deviene filme cubano con mayor distribución internacional luego de ser adquirido, para su exhibición, en salas de Francia, Colombia, Venezuela y España. El filme se presentó con éxito en  los festivales de Busán, Chicago y La Habana, Punta del Este y Panamá, entre varios otros eventos, muestras y concursos. En el Territorio Latinoamericano del Festival de Málaga le fue adjudicado el premio del público, al igual que en Toulouse y Miami, y además el Havana Film Festival en Nueva York le otorgó el premio al mejor guion.

9.    En julio, se estrena en España y Francia, el drama social cubano-irlandés Viva, dirigido por Paddy Breathnach. El filme ofrece oportunidades de gran lucimiento a  Héctor Medina, Luis Alberto García y Jorge Perugorría .

10.    En agosto, diversas agencias de prensa informan sobre el rodaje de Sergio & Serguei, de Ernesto Daranas, que tiene como telón de fondo la relación amistosa entre rusos y cubanos. Héctor Noas da vida a Serguei, y Tomás Cao a Sergio. Completan la nómina actoral nombres Yuliet Cruz, Armando Miguel, Idalmis García, Mario Guerra y Camila Arteche.

11.    Se da a conocer la restauración integral de varios filmes dirigidos por Tomás Gutiérrez Alea , por parte del archivo de la Academia de Arte y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, en colaboración con la Cinemateca de Cuba. Los elegidos fueron Una pelea cubana contra los demonios (1971) y Los sobrevivientes (1979). En el Festival de diciembre, se presentaría la copia restaurada de Memorias del subdesarrollo (1968).

12.    En septiembre se estrena mundialmente en el Festival de Toronto Santa y Andrés, segundo largometraje de ficción dirigido y escrito por Carlos Lechuga. Su revisión de los años ochenta sería incomprendida en Cuba, y el filme fue censurado y denostado por las instituciones oficiales cubanas.

13.     Se estrena en las salas comerciales de España el filme Vientos de La Habana, dirigido por el español Félix Viscarret, con guión de Leonardo Padura y Lucía López Coll, a partir de cuatro novelas del famoso escritor cubano. Jorge Perugorría encarna a Mario Conde. La versión en serie de televisión, de cuatro capítulos de una hora y veinte cada uno, se estrenó mundialmente en Netflix.

14.    El 18 de diciembre se entregan los Premios Corales del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Entre los galardonados se encuentra Últimos días en La Habana (Premios Especial del Jurado, Coral al mejor sonido); Ya no es antes (Premio del público, y mejor actuación masculina para Luis Alberto García). Eduardo del Llano gana el premio al mejor guion inédito con The Real Thing.

15.    El año 2016 casi concluye con las festividades por el cumpleaños 30 de la Escuela Internacional de Cine y Tv, de San Antonio de los Baños, después de que esta institución recibiera el Coral de Honor en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

Publicado en CiberCuba

Mexico

El cine mexicano logró este año su récord de producción, con 160 títulos

La cantidad de películas producidas es la más alta desde 1958, señala el IMCINE en su resumen anual privisional sobre el cine mexicano. Se produjeron 160 películas, veinte más que el año pasado, en el que se batió un récord vigente desde 1958. Anotemos que un 30% de esas nuevas cintas nacionales fueron documentales. Los estrenos en salas, en cambio, quedaron muy lejos: 85 películas, que atrajeron a casi 30 millones de mexicanos, con 1300 millones de pesos recaudados.

El Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) estima que este fin de semana se igualarán los 30,1 millones de 2013, la cantidad más alta en la historia del cine nacional, por lo que 2016 será el año con mayores ingresos en taquilla.

Ya sabíamos los titulos preferidos por los espectadores, por este orden «¿Qué culpa tiene el niño?», «No manches, Frida», «Treintona, soltera y fantástica», «La leyenda del Chupacabras» y «Compadres», todas comedias menos una infantil y animada.

Las cifras del IMCINE, publicadas por varios medios, remarcan que por primera vez 12 películas superaron 700 000 asistentes, o sea este año no hubo una o dos películas que elevaron la taquilla como solía ser costumbre.

En su informe, el organismo de CONACULTA que se ocupa de favorecer la producción y difusión del cine nacional destaca sus esfuerzos por paliar la dificultad del estreno comercial en salas de muchas películas mexicanas, con dos iniciativas específicas de exhibición: la Semana de Cine Mexicano en tu Ciudad y la participación en plataformas digitales.

El Estado, por medio de los fondos y estímulos que opera desde el IMCINE, apoyó la producción de 80 largometrajes. Las cintas mexicanas apoyadas por el Estado participaron en actividades de 71 países, como festivales, muestras y mercados. Se obtuvieron cien galardones, entre ellos el León de Plata en la Mostra de Venecia por la realización de Amat Escalante «La región salvaje».

El comité técnico de Foprocine aprobó el apoyo a seis proyectos para producción y cuatro para posproducción. Mientras, mediante Fidecine por primera vez se respaldó en la modalidad de crédito el equipamiento y/o remodelación (excluyendo obra civil) de salas independientes dedicadas a la proyección de cine mexicano. En total fueron 11 salas de exhibición independientes en 11 ciudades de nueve estados.

El comité interinstitucional para la aplicación del Estímulo Fiscal a Proyectos de Inversión en la Producción y Distribución Cinematográfica Nacional autorizó, en el primer periodo de 2016, monto distribuido en 36 proyectos para producción y 13 para distribución; y en el segundo periodo se autorizó un monto repartido en 29 proyectos para producción y 20 para distribución.

En suma, mediante Eficine se beneficiaron este año 65 proyectos para producción y 33 para distribución. Por otro lado, en el Programa de Estímulo a Creadores Cinematográficos –dividido en las modalidades Apoyo a Escritura de Guion y Apoyo a Desarrollo de Proyectos– se aprobó el apoyo a 39 escrituras de guiones y a 13 desarrollos de proyectos.

En cuanto a la segunda edición de la Semana de Cine Mexicano en tu Ciudad, iniciativa del instituto y de la Secretaría de Cultura, tuvo presencia en ciudades de las 32 entidades del país, con una asistencia de 80 000 ciudadanos.

Respecto de las plataformas digitales, Pantalla Cinema México Digital opera en 11 entidades, con 640 puntos de recepción, como bibliotecas públicas, casas de cultura y comedores comunitarios. Al finalizar el año se habrán tenido más de 300 mil asistentes a las proyecciones.

FilminLatino , de alcance nacional, llegará a 42 000 usuarios y 104 000 visionados: 67 por ciento para cortometrajes y largometrajes mexicanos. A lo largo de este año se ofrecieron 463 títulos en el catálogo, entre largometrajes y cortometrajes; 52 por ciento, internacionales y 48 por ciento mexicanos.

Publicado en NotiCine

El cine mexicano, más femenino que nunca, en 2016

Los personajes femeninos han llevado la voz cantante en el cine mexicano durante el año que acaba. Sólo cuatro producciones nacionales estuvieron entre las cincuenta películas más vistas en el país, de las que tres son comedias románticas protagonizadas respectivamente por Karla Souza, Martha Higareda y Bárbara Mori, mientras que la cuarta es una cinta animada. Mientras Eugenio Derbez vela sus armas para estrenar el año entrante «Cómo ser un Latin Lover / How to be a Latin Lover», dispuesto a volver a ser campeón de taquilla en la estela de «No se aceptan devoluciones», el 2016 que termina ha sido de lo más femenino.

Puede que México sea un país machista, o si lo prefieren, de machos, pero a la hora de ir a ver películas nacionales, son ellas las que mandan. Y la campeona del año ha sido Karla Souza, cuya «¿Qué culpa tiene el niño», estrenada en mayo, convocó a casi seis millones de espectadores y quedó provisionalmente en el puesto 13 entra las más vistas en el país, recaudando casi 278 millones de pesos (14,4 millones de dólares).

En segundo lugar (puesto 20) quedó Martha Higareda (con Omar Chaparro) gracias a «No manches, Frida», que obtuvo 222,3 millones de pesos (11,8 millones de dólares) y más de cinco millones de espectadores, y en el tercero Bárbara Mori, con «Treintona, soltera y fantástica», que -en el puesto absoluto 31- logró casi tres millones de boletos vendidos y 135,7 millones de pesos (6,9 millones de dólares).

La película mexicana de animación «La Leyenda del Chupacabras» fue cuarta con 99,4 millones de pesos (5,1 millones de dólares) y dos millones y medio largos de espectadores.

Las citadas junto a «Compadres» y «Busco novio para mi mujer», ambas fuera del «top 50», son las únicas en haber superado el millón de asistencias a las salas. Por cierto, todas ellas contaron con distribución a cargo de Videocine, la empresa fílmica de Televisa.

Según las cifras preliminares facilitadas por CANACINE, en los cines mexicanos se vendieron 357 millones de boletos, un 10% más que el año precedente, aunque los ingresos subieron en un 9% al no aumentar el precio. Cada mexicano, haciendo el promedio, acudió dos veces y media al cine. Las cifras nacionales son las más altas entre todos los países iberoamericanos. Las doce películas más vistas fueron gringas, con «Capitán América: Guerra Civil / Civil War» como la preferida por el público. Consiguió 14 millones y medio de espectadores.

Publicado en Noticine

Paraguay

Ventana Sur: un positivo balance para el audiovisual de Paraguay

  • Por Carlos M. Giménez.

Por segundo año consecutivo, el audiovisual de Paraguay acudió a Ventana Sur, logrando tender nuevos e importantes lazos con la región, y grandes oportunidades de negocios con el mundo.

La octava edición del mayor mercado de cine en Latinoamérica se celebró entre el 29 de noviembre al 3 de diciembre, en la sede Puerto Madero de la Universidad Católica, en Buenos Aires, organizado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y Marché du Film/Festival de Cannes. El stand guaraní fue posible gracias a la Secretaría Nacional de Cultura, el Centro Cultural de la República El Cabildo y la Mesa Multisectorial del Audiovisual de Paraguay.

En representación de Maneglia-Schémbori, de los directores de “7 cajas” (2012), Mariana Pineda opinó: “Para nosotros, especialmente, Ventana Sur fue el momento donde cerramos las ventas internacionales para ‘Los Buscadores’. Lo que me di cuenta, de tener un stand acá de Paraguay, y de hablar con la gente de que somos de Paraguay, es que cada vez hay más interés por conocer el cine paraguayo; hablé con muchísima gente que tiene interés de coproducir, de ir a filmar, de conocer a los actores, a los directores, a los productores. Así que creo que eso debemos aprovechar, y como estamos tan cerca, Ventana Sur es un mercado muy grande para Sudamérica y estamos al lado, así que creo que es importante la presencia de Paraguay, que estemos siempre, ojalá todos los años”.

Un aprendizaje

Por su parte, Juan Manuel Salinas, director de “Paraguay, droga y banana” (que hizo 12.500 espectadores en cartelera), dijo sobre su experiencia con el stand paraguayo: “Primero facilita conocer a otros productores, porque se acercan al stand, preguntan y vos podés exponer también lo que traés, los folletos, podés hacer trabajos conjuntos. Digamos que hay una colaboración desde ese punto, muy importante, de que haya un stand”.

“Mi experiencia fue, digamos, vine por dos motivos: uno fue con mi película y, otro, también como un aprendizaje, conocer esta parte del negocio del cine, o sea, sabía cómo era, pero no lo conocía, por eso vine también con esa intención de aprender cómo vender una película. Tuve varias reuniones interesantes, una de las más importantes fue una que vamos a ver si cerramos algo, y hay otras dos cosas que están flotando. Pero superbien, más allá que salga o no, ya fue un aprendizaje, y para el año que viene la idea es volver y ya tener un training de armar las cosas y de programar reuniones”, señaló.

Montón de oportunidades

“Abre muchas posibilidades de coproducciones y también la mirada en el mundo está puesta mucho en Latinoamérica y sobre todo ahora en un país tan emergente como Paraguay, donde hay un montón de oportunidades para hacer cosas”, refirió la productora de “Hamaca paraguaya”, “Luna de cigarras” o “La última tierra”, Gabriela Sabaté.

“Todo el mundo habla de los acuerdos firmados, también de todo lo que logró Ibermedia y que se está empezando a producir mucho en Paraguay. Entonces es fundamental poder mantener estos espacios y sostenerlo, y también ya por la Ley de Cine, de tal manera a poder incentivar e incrementar la coproducción, y el trabajo para los medios y directores y productores y personas que se dedican al cine en Paraguay”.

“Yo estuve con ‘Matar a un muerto’ y terminamos de consolidar la coproducción. Vinimos a hablar algunos detalles con los coproductores argentinos y terminamos justamente ahora de cerrar el acuerdo con Francia, y hay otras posibilidades de coproducción con otros países”.

Cinco convenios

“La verdad que productivísima la presencia de toda la delegación de Paraguay en Ventana Sur. Nosotros, específicamente desde la Campro pudimos concretar cinco convenios muy importantes con asociaciones de varias productoras de Argentina: de Salta, Rosario y Mendoza; así como Bolivia Lab”, expresó Ricardo Arriola Afara, director ejecutivo de la Cámara de Empresas Productoras de Cine y Televisión (Campro).

“Tuvimos una primera reunión de trabajo con la Asociación de Productoras de Córdoba, que habíamos firmado el mes pasado un acuerdo para trabajar en varios frentes.

Se vienen más coproducciones, más capacitaciones, se vienen más trabajos en conjunto para beneficio de todas las productoras del Paraguay. Y hablo de todas las productoras de Paraguay, porque estamos trabajando a beneficio de todas, no solamente de las que están vinculadas a la Campro, si no que esto abre las puertas para toda la producción audiovisual de Paraguay en todos los ámbitos, en cine, en televisión, y también publicidad”.

“El viernes firmamos un convenio muy importante con 600 productoras de Brasil, que es la Bravi, la Asociación de Productores Independientes de Brasil. También tuvimos un primer acercamiento con APRO, otra asociación de 80 productoras de Brasil, quienes ya nos invitaron para un evento en marzo del año que viene, específicamente de publicidad, donde nos dijeron que es muy importante que participemos. Es la primera vez que ellos tienen un acercamiento a las productoras de Paraguay, nunca antes habían conocido a nadie de Paraguay, ni había una presencia institucional en los mercados internacionales, no tenían acceso a información de Paraguay, por eso, para nosotros tiene un valor inmenso la participación en este espacio porque pudimos hacer ese nexo con la producción audiovisual de los países vecinos, y también del mundo, porque nos pone en una plataforma internacional muy importante”, agregó Arriola.

Además, Ana Martini, directora de la Casa de las Artes Visuales del Cabildo, participó en un encuentro de coproducción, en reuniones de comisiones fílmicas; con Pablo Rovito, director de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC); con Darío Zaratti, secretario municipal de Culturas de La Paz (Bolivia).

Aparte se exhibió “Ejercicios de memoria” de Paz Encina; se fortalecieron proyectos de Marcelo Martinessi, así como “Anahí”, con la actriz paraguaya Sary López; o “Residentas en el camino”; hasta la actriz Loren Acuña, protagonista de “Madraza”, recibió nuevas ofertas de trabajo.

Publicado en La Nacion

Uruguay

El cine uruguayo perdió a la mitad de su público en las salas comerciales en 2015, en comparación con el año anterior. En 2016, la tendencia se detuvo. Mientras que el año pasado casi 36 mil personas compraron su entrada para ver una película nacional, este año el número aumentó a 47 mil, según cifras provistas a El Observador por la Dirección del Cine y Audiovisual Nacional (ICAU).
En total, el ICAU lista 15 películas de origen nacional estrenadas entre el 1o de enero y el 16 de noviembre de 2016. Aunque otros trabajos de realizadores uruguayos quedaron afuera de ese inventario, en el compendio se puede hallar uno de los posibles factores responsables del leve aumento del público que asiste a ver cine nacional: la diversidad de oferta.
Dentro de la selección del organismo encargado de diseñar las políticas nacionales del sector audiovisual de Uruguay, las películas se dividen en dos categorías: películas de producción principalmente nacional y coproducciones mayoritarias o minoritarias con otros países, que pueden incluir el aporte uruguayo de parte del presupuesto del filme o el trabajo de personal nacional junto a equipos internacionales en una misma película.
La coproducción no es una tradición nueva dentro del sector, pero sí una que se hace cada vez más frecuente. De las 15 películas uruguayas estrenadas en 2016 nombradas por el ICAU, 8 son coproducciones (ficciones) y 7 de origen nacional (3 ficciones y 4 documentales).
Según el director de este organismo, Martín Papich, se ha buscado fortalecer el vínculo del cine uruguayo con otras cinematografías de la región. «La producción de cine en Uruguay es sinónimo de coproducción, por lo tanto, seguir profundizando ese aspecto es determinante», comentó a El Observador.
Por su parte, el integrante de Raindogs Films (Anina, Una noche sin luna) y presidente de la Asociación de Productores y Realizadores del Uruguay (Asoprod), Julián Goyoaga, señaló que se debe apostar a una producción uruguaya más integral. «Las coproducciones de participación minoritaria son importantes, pero deberíamos apostar a hacer crecer aún más la producción de cine nacional, con recursos genuinos que provengan del propio sector y políticas integrales que se focalicen en un camino sostenible a largo plazo», señaló.
El reclamo de Goyoaga forma parte de los lineamientos planteados actualmente por la Asoprod, que a fines de 2015 impulsó varias manifestaciones del sector audiovisual (a las que se sumaron la Asociación de Críticos de Cine y Gremiocine, que incluye a actores y técnicos) por el reclamo del ajuste del fondo que otorga la Ley de Cine. Finalmente, en octubre de 2015 la Cámara de Diputados aprobó el aumento de $ 18 millones al Fondo de Fomento Audiovisual.
Pese a ese avance, el director y coordinador general de la Escuela de Cine del Uruguay, Enrique Buchichio, indicó que el sector cinematográfico nacional «viene sorteando sus dificultades como puede» y aventuró que queda trabajo por hacer.
Además de reclamar un mayor apoyo económico estatal a través de fondos, Buchichio apuntó que se debe arreglar la distribución de las películas uruguayas. «Hace falta mejorar la distribución y la exhibición, el vínculo con el público, que es un fenómeno complejo y de múltiples causas, y las condiciones en que las películas llegan a ese público, que es amplio».

En todo el país

En ese sentido, Papich apuntó que una de las líneas trabajadas en el ICAU durante 2016 fue la descentralización de las exhibiciones de cine nacional, para lo que se llevaron las películas uruguayas a todo el territorio nacional, un factor que considera como otro elemento responsable del aumento del público.
El jerarca destacó principalmente el trabajo de la oficina de Programación del ICAU con la Red Audiovisual Uruguay, un sistema de circulación de contenidos audiovisuales integrados por el circuito de salas (culturales, comerciales, comunitarias e itinerantes), el circuito visual, televisivo y el de festivales y muestras.
Entre junio y diciembre de 2016 se realizaron un total de 220 funciones en salas comerciales, culturales y de la Red de Salas del Mercosur en diferentes puntos de Uruguay. El total de espectadores en ese tiempo fue de 6.617 y se logró un promedio de 31,4 funciones por mes.
Papich remarcó también la intención del organismo a futuro de trabajar en la internacionalización del sector audiovisual uruguayo, a través de mecanismos como la creación de la marca sectorial, Uruguay Audiovisual, lanzada en julio de este año. «Pensar el desarrollo sin tener en cuenta la dimensión internacional sería una contradicción», apuntó.
Mientras tanto, en 2016, 16 películas finalizaron sus rodajes, al mismo tiempo que 7 comenzaron a filmarse.
Para el 2017 en el organismo se espera el estreno de por lo menos 15 películas uruguayas, que incluirán largometrajes de ficción y filmes documentales de producción local y con el mecanismo de coproducción.
La cifra mantendrá el promedio de estrenos de películas de los últimos tres años. Si la tendencia de 2016 permanece, el próximo año podrá presentar otro aumento leve de un público que parece recobrar de a poco el interés por la cinematografía nacional.

Desafíos del cine uruguayo según figuras de 2016

Enrique Buchichio

Director y coordinador de la Escuela Nacional de Cine (ECU)
«En la medida en que los fondos públicos para producir sean pocos y de bajo monto, para lo que es el presupuesto promedio de una película, creo que el cine nacional no tiene otra salida que coproducir con otros países. Eso no solo permite conseguir más fondos, sino que habilita colaboraciones técnicas y artísticas con talentos de otros países. Y además hace más viable, aunque no asegura, una mejor difusión del cine nacional».

Julián Goyoaga

Productor y presidente de Asoprod
«Todavía la producción nacional no se recupera luego de la importante caída sufrida en años anteriores. Se filman pocas películas que luego encuentran dificultades para acceder a su público. Para tener un cine diverso y en crecimiento se necesitan políticas integrales que prioricen la producción nacional y den garantías al momento de la exhibición en salas. Todavía no contamos con un mecanismo que permita a las películas nacionales obtener condiciones justas de exhibición».

Pedro Luque

Director de fotografía de No respires y Era el cielo
«Creo que lo mejor sería dar un exención de impuestos más importante que simplemente el IVA, como se hace en lugares como Hungría, Sudáfrica, Canadá y en parte de Estados Unidos. Sumado a esto, debería pedirse cuota de pantalla o aportes monetarios a plataformas como Netflix. Con esto se asegurarían los fondos para películas nacionales y trabajo constante para los técnicos y demás involucrados. La coproducción con otros países ya existe y es explotada por nuestros productores».

Mario Handler

Director de Columnas quebradas
«(El cine) está mal de público, es una realidad aún no del todo comprensible. Faltan exhibidores persistentes que insistan en exhibir nuestro cine. Faltan críticos sensibles y periodistas sensibles y solidarios. Falta apoyo televisivo, pero la televisión siempre fue ciega y/o egoísta. Aún no han entendido que el matrimonio del cine y la TV es necesario. Faltan funcionarios y políticos sensibles e inteligentes.Todo igual que el año pasado y los años pasados».

Daniel Hendler

Director de El candidato y actor secundario de Mi amiga del parque
«El camino ya está allanado y hoy a nosotros nos cuesta imponer una cuota de pantalla para cine nacional o limitar la saturación de copias de tanques extranjeros a través de impuestos mínimos para derramar en la producción local. Estas medidas tendrán que ser consideradas si queremos mantener una cinematografía propia como parte de nuestra cultura y también como laboratorio del lenguaje más universal que es el audiovisual».

Guillermo Madeiro

Codirector de Clever junto a Federico Borgia
«Tengo cierto optimismo (sobre una mayor permanencia de las películas uruguayas en cartel) porque sé que hay mucha gente comprometida trabajando fuerte en esto. Supongo que se irán desarrollando de forma muy paulatina, ya que algunos son cambios demasiado complejos. El interés del público uruguayo en el cine nacional no hay que provocarlo desde la concepción de las películas, sino desde las formas de acceso a estas».

Emiliano Mazza

Director Nueva Venecia y codirector de Multitudes
«Desde varios ámbitos: institucionales, asociación de productores, organizaciones culturales, festivales, etcétera, se está trabajando con esa meta. Es un proceso muy lento, implica cambios en los hábitos de consumo de la gente y en lo que se le ofrece al espectador además de la película. Va a ser un camino largo, no creo que haya fórmula. Sí es cierto que tenemos que construir ese aura mágica, embriagante, que nos enamoró del cine alguna vez».

Manane Rodríguez

Directora y guionista de Migas de pan
«Si se fortaleciera el Fondo de Fomento, como se hace en otros países –con impuestos a las empresas proveedoras de internet por el uso que se hace a través del servicio que venden de los contenidos audiovisuales– y se estableciera una cuota obligatoria de inversión en cine nacional a las televisiones privadas, las coproducciones podrían plantearse no como una necesidad imperiosa sino como una posibilidad más».

Cifras

47 mil espectadores vieron películas internacionales entre el 1º de enero y el 16 de noviembre de 2016 (47.662). En 2015 el público fue casi de 36.000 espectadores.
15 películas nacionales se estrenaron en 2016 según el ICAU, sumando producciones locales y coproducciones con otros países. La lista incluye las obras Boi neon, Clever, Columnas quebradas, El candidato, El mundo de Carolina, La floresta que se mueve, La luz incidente, La vieja, Las toninas van al este, Los modernos, Marama – Rombai: el viaje, Mi amiga del parque, Migas de pan, Multitudes y Parabellum. El listado no incluye la ficción Era el cielo ni los documentales El hombre congelado, Nueva Venecia y Todos somos hijos.
Según Gonzalo Hernández, del ICAU, se toma como criterio de estreno comercial uruguayo el siguiente: que se trate de un largometraje nacional con taquilla abierta al menos una semana en el circuito comercial o que exista una relación comercial entre el exhibidor y el productor. «De esta manera se distingue exhibición y estreno comercial», señaló Hernández a El Observador. «Esto se hace internacionalmente y permite que las películas puedan tener exhibiciones en festivales o el circuito cultural y que eso no compute como estreno.Eso explica que no estén en ese conteo «El hombre congelado, Nueva Venecia y Todos somos hijos.«
220 funciones se realizaron entre junio y diciembre en salas comerciales, culturales y en la Red de Salas de Mercosur en todo el país, según la Dirección del Cine y Audiovisual Nacional.
Publicado en el Observador

 


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