Ser bailarina y universitaria en Cuba

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Cuando Laura Obregón Betancourt quiso dedicarse solo al baile no lo consiguió. Las captaciones para la Escuela de Arte local no coincidieron con el fin de sus clases en la Secundaria Básica ni en el preuniversitario. Llegado el momento de escoger en la boleta estudiantil, escribió “Universidad Pedagógica”

Cuatro años después es una destacada alumna asistente de profesores en la carrera de Psicología-Pedagogía, pero el baile es lo suyo. Cuando habla, mueve las manos y casi el cuerpo todo, como en una coreografía libre.

“Cada vez que imparto clases de Psicología me doy cuenta que me decidí por la carrera correcta, aunque lo mismo me pasa cuando salgo al escenario a bailar. Para lograr un resultado siempre se requiere de esfuerzo y sacrificio, nadie dijo que llegar a la meta es tarea fácil, por eso trabajo mucho para lograr mis deseos. Tengo dos pasiones: bailar y ser maestra”.

Dice también que en ambos casos, el rigor es consustancial a la profesión.

“Trato siempre se adelantar las evaluaciones para que no me coincidan con las presentaciones del grupo. El curso pasado mientras mis compañeros terminaban de recibir los contenidos de clases ya yo los había examinado porque iba a salir de gira para Italia”.

La experiencia de la gira fue fenomenal, cuenta entre risas Laura, mientras recuerda su paso por el país europeo. “La oportunidad de conocer otras culturas diferentes a la de Cuba y compartir con personas que hacen lo mismo que tú en muchas partes del mundo, no es algo que ocurra todos los días.”

¿Si tuvieras la oportunidad de formar parte de otra compañía profesional, qué harías?, le suelto.

“Si ahora apareciera algo así, lo dejaría pasar. Esperaré a graduarme de profesora y después veré qué hago. Una compañía profesional es otra carrera, que no entendería mi posición de estudiante”, asegura.

Muy cerca de la conversación ha estado, entre bambalinas del lugar donde se ensaya para el Festival de Artistas Aficionados de la Federación de Estudiantes Universitarios, otra joven con aspiraciones artísticas. Se presenta como Daimé Cebrián Suárez, y es recién graduada de Sociología en la UCLV, de Santa Clara, pero todavía integra una compañía artística de su universidad.

“A veces me era difícil combinar estudio y baile a la vez, no siempre tuve profesores que entendieran lo que significa pertenecer a un proyecto artístico dentro de la Universidad. Cuando había examen tenía que estudiar más que mis compañeros porque como no había recibido los contenidos en las clases de los profes debía que profundizar en los libros”, dijo Daimé.

“Me tuve que sacrificar para ambas partes, tanto para bailar como para estudiar. En estos momentos estoy pasando mi Servicio Social en la Universidad de las Villas, y mientras esté ahí pienso seguir bailando en la compañía y participando en los festivales. Después  no sé, quizás en otro trabajo me resulte imposible seguir, confesó”.

“Durante mi estadía en la Compañía he coincidido con varias generaciones, y he sufrido la partida de cada uno, han sido momentos tristes ver a mis compañeros volver a sus provincias para cumplir con el servicio social”, se lamenta Daimé.

El movimiento de artistas aficionados posiblemente sea uno de los proyectos que más mueva a los universitarios en todo el país. Pero su funcionamiento no debe ser solamente en etapa de festival, sería fabuloso que se mantuviera activo durante todo el año.

En el caso de agrupaciones grandes, la Universidad financia parte del vestuario pero no así con el resto de los artistas que integran el movimiento artístico; puede ser que la falta de recursos sea limitante para que los jóvenes participen en más actividades durante todo el curso.

“Nosotros nos vemos afectados con el maquillaje, en cada presentación se gasta demasiado, y todo lo que usamos lo tenemos que buscar nosotros mismos, pagar de nuestro bolsillo”, aclara la joven bailarina.

El Festival en La Habana fue mágico…

“La Habana es una ciudad que te traga, son muchas las posibilidades que hay en la capital, este festival me lo ha demostrado. Las presentaciones en los teatros fueron maravillosas, pero es que la urbe capitalina está acostumbrada a preparar grandes eventos, este es pequeño a la cotidianidad del arte en la ciudad. Por eso queremos volver”.

Publicado en El Toque
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