A 150 años de la 1ra Asamblea de Mujeres en Asunción, se celebra el Día de la Mujer Paraguaya

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«He perdido a mi esposo en esta guerra de oprobio que nos hace la alianza, he perdido mi esperanza en esa estimable vida y ahora con cuánto gusto, con cuánta satisfacción ofreceré mis alhajas, mis hijos huérfanos, mis bienes y mi vida misma por salvar la patria y vengar la sangre de mi querido esposo».

Estas palabras forman parte del discurso de doña Teresa S. de Lamas, que El Semanario de Avisos recogió en su edición del 2 de marzo de 1867, N° 671, luego de que doña Teresa, como otras tantas mujeres, alzara su voz en asamblea exigiendo justicia y denunciando la barbarie traída por los aliados (Argentina, Uruguay y el imperio de Brasil) aquel 24 de febrero de 1867, fecha que desde 1974 recordamos como el Día de la Mujer Paraguaya.

En esta primera asamblea de mujeres que se realizó en América, el «bello sexo» tomó decisiones políticas. Ellas ofrecieron todas las joyas que poseían y que adornaban sus pechos para contribuir con los gastos de la guerra. Un ejemplo de valentía de quienes al término de la contienda encarnaron una triple función: madre-padre-agricultora.

A 150 años de este hecho histórico, la investigadora Noelia Quintana Villasboa señala que no es fácil hacer una moderna interpretación del rol de la mujer en cualquier etapa de la vida nacional. Esto por el hecho de una marginación de género que ha existido en distintos grados, desde la misoginia moderada hasta la consideración de proyectar a la mujer como un mero objeto.

Pero estas circunstancias contrastan con el rol de valor y sacrificio «en el tiempo de la paz y de la guerra y el combate, hasta la reconstrucción nacional», según Villasboa, quien califica como admirable los distintos y difíciles roles desempeñados por la mujer paraguaya durante y después de la guerra.

Recuerda que en esta línea de admiración se sumó en reiteradas ocasiones el propio papa Francisco que «continuamente ha propuesto a las paraguayas para honrosos premios internacionales, por tratarse de un ser humano que por amor sublime eligió el camino de lealtad a su patria, y dio la vida por ella».

Elección. Si la mujer paraguaya de los tiempos de la Triple Alianza hizo campamento en plena selva, alimentándose de raíces y frutos silvestres, siguiendo al mariscal López, lo hacía por fidelidad a la patria, buscando seguridad personal y por fidelidad a su compañero, pareja, hermano o hijo, que portaba las armas en ese éxodo de resistencia, para salvar la dignidad de la patria, reza la historia.

«No puede afirmarse –como lo hacen algunos improvisados– que lo hacían por obligación y temor, cuando que el huir y retrasarse y quedar en el campamento de los aliados era muy fácil y con seguridad se obtenía la comida que en sector paraguayo ya escaseaba, y en el final ya nada hubo. La mujer paraguaya eligió esa vida difícil», explica Quintana.

No se sabe cuántas mujeres llegaron a Cerro Corá. Roa Bastos insinúa que fueron 500 mujeres, el mismo número de hombres. Un grupo de ellas, llegó a la carrera junto al mariscal López, avisándole de la proximidad de las fuerzas aliadas, pero el tiempo, los documentos y las investigaciones darán su veredicto final. Lo indiscutible es que el múltiple y duro rol de la mujer en la Triple Alianza es digno de admiración, señala Quintana.

Las mujeres –resalta la historiadora– se han posicionado en el lugar que les corresponde en virtud a los roles protagonizados en la Guerra Grande y por lo que deben ocupar el palco de honor del heroísmo hasta el momento ocupado por héroes.

«Esas mismas manos que otrora empuñaron la espada y el fusil en el combate, han empuñado en la paz las manceras del arado y reconstruido la patria. Por ello, sin exageraciones, actualmente puede ser denominada doble heroína la mujer paraguaya», concluye.

 Publicado en ÚltimaHora

“Tenemos que organizarnos para que no nos avasallen”

Hoy, que se conmemora el Día de la Mujer Paraguaya, por sus aportes en la defensa de la patria brindamos un homenaje a Teodora Aguilar (67 años), una gran luchadora, histórica dirigente campesina y defensora de los derechos de las mujeres. Participó activamente en las Ligas Agrarias y fue una de las fundadoras de la Federación Nacional Campesina (FNC), además de la primera mujer en ocupar un cargo en su dirección.

Teodora Aguilar nació en Coronel Oviedo, a los 7 años de edad migró junto a su familia al Departamento de San Pedro, por ese motivo ella se considera una sampedrana. Vive actualmente en Yataity del Norte, distrito del Departamento de San Pedro.

Teodora, una gran lideresa conocida por su carisma y combatividad, hace algunos años tuvo que limitar su participación por razones de salud. Sin embargo, su convicción y compromiso con el cambio social siguen vibrantes.

–¿Cómo comenzó su participación en organizaciones y qué recuerda de su experiencia en las Ligas Agrarias?

–Cuando tenía veinte años empecé a integrar la lucha, a través de las Ligas Agrarias Campesinas. Tenía muchas inquietudes por las injusticias que había, la persecución; nadie podía reunirse entre tres o cuatro personas a conversar entre sí, y las mujeres sique no teníamos luego ni arte ni parte, mbaevete, ni una opinión podían dar. Era la época de la dictadura stronista.

No teníamos ni autoridad sobre nuestra producción ni cómo proceder en eso, sino solamente se hacía lo que permitía el marido, porque así le convencía el patrón al que le dábamos nuestra producción. Recuerdo que yo pensaba cómo esto puede pasar, entonces me puse a leer sobre nuestra historia, qué pasó en el país cuando se independizó, y la sociedad era totalmente diferente, después volvimos a perder nuestra independencia. Mi mamá me contaba lo que pasó durante la Guerra Guasu, porque así se le decía antes a la Guerra de la Triple Alianza, y cómo las mujeres participaron durante la guerra y después en levantar el país. Me dije que nosotras somos tan capaces de cambiar nuestra realidad, sentí que tenía esa fuerza para trabajar por el bien de este país.

De las Ligas Agrarias recuerdo que nos queríamos demasiado, había mucha solidaridad entre nosotros, tanto las mujeres como los hombres nos cuidábamos mucho en la organización. Teníamos un mismo pensamiento, un mismo ideal, el mismo objetivo. Eso es algo muy importante que rescato de esa época, el compañerismo.

–En 1991 se fundó la FNC. ¿Qué ha significado para usted como mujer campesina la militancia en esta organización?

–Fue en la federación donde yo me sentí, donde realmente milité como mujer campesina. Es ahí que como mujeres podemos pensar, debatir, discutir y accionar. Me dio un amplio panorama como mujer. Principalmente una idea muy profunda de lo que somos capaces de hacer. No es como se suele decir que la mujer para la casa nomás sirve. Las acciones nos demostraron que organizadamente muchas cosas podemos lograr las mujeres, tanto como los hombres.

Tras la persecución tan grande a las Ligas Agrarias, mucho tiempo nos seguimos reuniendo silenciosamente porque estaba todo prohibido. Primero organizamos la Conapa (Coordinadora Nacional de Productores Agrícolas), luego vimos mejor y más ampliamente, y discutimos cómo podíamos hacer más grande la organización. Entonces, después de la caída de Stroessner, fundamos la Federación Nacional Campesina en 1991. Recuerdo que en ese congreso había participación de mujeres, pero cuando se eligió la comisión directiva, de los 18 quedó una sola mujer, que era yo, como responsable de la Secretaría de la Mujer. Para mí fue un paso muy importante la fundación de la federación porque muchísima gente empezó a entender qué es lo que pasaba en nuestro país.

En 1994 se realiza la primera movilización organizada por la FNC, la primera marcha campesina con más de 30.000 compañeros y compañeras. Y ahí se vio fuertemente la participación activa y política de las mujeres.

–Ante el aumento de la violencia contra mujeres, jóvenes, niñas y adultas, ¿cuáles le parece que son los desafíos para revertir y transformar esta realidad?

–Es un gran desafío para todos y todas, también para los hombres que quieren a sus familias. Por eso es importante que las mujeres entiendan cada vez más la capacidad que tienen, lo que ellas valen como personas en esta sociedad.

También es importante meterles eso en la cabeza a los jóvenes para que se puedan autovalorar. Ahí está la cuestión, porque si nosotros mismos nos vemos como inútiles, no podemos avanzar. Por eso es tan importante participar en una organización. Yo por ejemplo hace ocho años que por razones de salud tuve que limitar mi militancia, pero hice un esfuerzo para poder estar con mis compañeras y compañeros en la última larga marcha. ¿Por qué? Porque yo siento que tengo esa obligación, esa responsabilidad de hacerme presente. Necesitamos un partido que nos saque de este fango en que estamos. Para salir de este pozo necesitamos la participación política de las mujeres en la organización porque si no nos organizamos, cualquiera viene a avasallarnos. Por eso yo quiero que todas sintamos este Día de la Mujer Paraguaya porque las mujeres paraguayas llevamos en la sangre el amor a la patria. En tiempos de la guerra las mujeres de la ciudad mucho ayudaron en la defensa de la patria, no solo las mujeres campesinas; así también hoy las mujeres del campo y la ciudad, todas, tenemos esa responsabilidad de construir una patria nueva.

Publicado en ABC
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