Reescribir la Guerra

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Recién editado, Pacífico reúne siete cuentos firmados por los autores peruanos Alejandro Neyra y Juan Carlos Cortázar, y los chilenos Patricio Jara, Alberto Rojas, Francisco Schilling, Carlos Tromben y Juan Cristóbal Guarello. Ahí rescatan personajes, reviven episodios e imaginan drones en la batalla. Una invitación a hablar de un conflicto que todavía une y divide.

A la vuelta de la esquina, como una pelea de barrio que se mira por una ventana abierta en la noche oscura, la historia de la Guerra del Pacífico no termina de escribirse. No hay consensos y alguna nueva versión, o un episodio oculto, vuelven a decirnos que el sangriento conflicto que cambió para siempre el mapa de Chile, Perú y Bolivia resuena con sus diferencias desde el inicio, en abril de 1879.

Un ejemplo. Hace unos días circuló la siguiente noticia: un grupo de alumnos del colegio Carlos Condell de La Serena, beneficiados por sus buenas notas en historia, recibieron el Libro del mar, documento con el que Bolivia explica los fundamentos de su demanda marítima ante el Tribunal de La Haya. La posibilidad de conocer otro punto de vista no prosperó y, ante la molestia de las autoridades, el texto fue retirado. El Mineduc abrió un sumario.

Pero no todas las noticias son ingratas. La semana pasada, en el colegio República de Alemania (Santiago), ante una nueva conmemoración del Combate Naval de Iquique, el profesor Luis Vicencio evitó ensalzar los heroísmos y les contó a los escolares sobre la amistad entre Arturo Prat y el marino peruano Miguel Grau. Un puñado de cartas dan fe del vínculo.

¿Y cuál es el aporte de la literatura? Esta semana llegó a librerías Pacífico, historias de la guerra (Ediciones B). Un título compuesto por siete relatos firmados por los peruanos Alejandro Neyra y Juan Carlos Cortázar, y por los chilenos Patricio Jara, Alberto Rojas, Francisco Schilling, Carlos Tromben y Juan Cristóbal Guarello. Los autores recurren a la historiografía, pero también a la ficción, para escribir su propia versión de hechos y personajes ligados a una guerra que tuvo consecuencias políticas y económicas, aparte de registrar más de 14 mil muertos.

Luces y sombras

Alejandro Neyra, nacido en Lima en 1974, es autor de ensayos, relatos y novelas, y cuenta cómo surgió El repase, su texto incluido en Pacífico: “Fue a través de una historia familiar que, a fuerza de escuchar, fui descifrando. Mucha gente, sobre todo mayor, tiene ‘falsos recuerdos’ de la guerra que, sin embargo, consideran verídicos”.

Así, el narrador del cuento reproduce historias del conflicto que su abuela reiteraba en los almuerzos familiares. Una herencia oral de verdades y mitos. El título, El repase, es el nombre del cuadro del pintor español Ramón Muñiz, de 1888, que muestra a un militar chileno rematando en el suelo con una bayoneta a un soldado peruano que se encuentra junto a una mujer y su bebé. “Todos los peruanos hemos crecido con aquella imagen que hace que aquel enemigo de la guerra sea el enemigo de la humanidad en el sentido más extendido del término”, apunta Neyra.

¿Por qué la Guerra del Pacífico sigue siendo un tema conflictivo, que reflota en la contingencia de nuestros países? “Porque, más allá del discurso políticamente correcto que los gobiernos elaboran sobre la superación del pasado, subsiste ese sustrato de sensaciones cotidianas, marcado por la revancha y el orgullo, que alimenta prejuicios y violencias”. Ese es el parecer de Juan Carlos Cortázar, nacido en Lima en 1964 y autor de novelas como Cuando los hijos duermen.

Su relato Dos victorias, incluido en el nuevo volumen, se basa en una anécdota protagonizada por dos estatuas que dialogan. “En 1868, el gobierno peruano encargó al escultor francés León Cugnot una estatua para celebrar la victoria del 2 de mayo de 1864 sobre los españoles. La estatua no gustó al gobierno, que mandó hacer una segunda. Cuando las dos arribaron a Lima, la segunda quedó en la Plaza 2 de Mayo y la primera fue enviada al puerto del Callao, donde un oficial chileno, al momento de la ocupación, la pidió como trofeo del Batallón Talca. Resultado: tenemos, casi, la misma estatua de la Victoria, en Lima y en Talca”, dice Cortázar.

Un personaje secundario que pasa a la primera línea en Pacífico gracias a Patricio Jara (Antofagasta, 1974) es el joven campeón boliviano de lucha Alonso Grillo, uno de los primeros de los que se tenga registro en Sudamérica. Biografía de un campeón de lucha narra la vida de quien aspira a pelear en la guerra. “Aunque lo importante son las historias, a veces las pequeñas historias ayudan a entender la guerra un poco mejor”, dice Jara.

Sin embargo, no todo es fechas o episodios reales en Pacífico. Carlos Tromben (Valparaíso, 1966) tiene de protagonista en su cuento Batallón Pachamama a Rihanna Colpe, una muchacha que sueña con pertenecer al Ejército Federal Peruano. Pero el pasado y el futuro se funden. En la aventura de Colpe aparecen celulares, drones y satélites.

En tanto, Francisco Schilling (Santiago, 1983) optó por recrear una historia que transcurre en la batalla de Chorrillos. “Chorrillos en llamas era más fascinante de lo que pudiera contarse”, se lee en el cuento La oscuridad fundamental. “Creo que la guerra del Pacífico sigue siendo un tema conflictivo, porque su desenlace estipula los márgenes geopolíticos actuales, y porque sirve de herramienta ideológica para incrementar el odio entre países”, cree Schilling, autor de la novela Los héroes (2015), inspirada en la batalla de La Concepción.

Pero el mar también fue parte de la estrategía bélica. Así lo deja en evidencia Alberto Rojas en el relato El Toro (Santiago, 1970), la historia del submarino chileno hundido en costas peruanas. “Lo único importante era encontrar al Toro, reflotarlo y volver con él a Chile”, se lee en el libro. “Averigüé nuevos antecedentes que menciono en mi relato. Por ejemplo, que el sumergible acabó en manos chilenas, pero que su rastro se perdió después de 1881”, dice Rojas sobre su documentada narración.

Quien sí habla de un prócer es el periodista Juan Cristóbal Guarello (Santiago, 1969). En El héroe recrea la vida de un viejo decrépito que no alcanza la gloria. Su nombre es Arturo Prat. Su opositor es el militar Carlos Condell, quien obtuvo luego de la guerra una estatua y fue llamado “el gran héroe naval de la República”. ¿Cómo nació El héroe? “Pensando en los pequeños detalles que determinan la historia. Cómo dos centímetros pueden transformar a una persona en héroe o, al contrario, ser apenas un nombre más como miles en los libros”, afirma Guarello.

Publicado en La Tercera

 

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