El país de los silencios

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Desde el año 2000 hasta la actualidad, 128 periodistas fueron asesinados y 23 desaparecidos. Del total de crímenes, 44 sucedieron durante el gobierno de Enrique Peña Nieto. En 2017, en solo ocho meses, 10 periodistas murieron por las balas de los sicarios.

En una reciente entrevista de Contexto, el filósofo Fernando Buen Abad aseguró que  “en México la cultura de lo macabro se volvió paisaje cotidiano. El desgarramiento social, pérdida de esperanza, de orientación, de claridad política, abruman a un país que sufre un baño de sangre”.

Poco tiempo atrás, el periodista y escritor Roberto Bardini señaló que “México se debate entre la miseria y las fortunas obscenas, la injusticia y la corrupción, el ejercicio de un poder sin contraparte y la impunidad, los crímenes políticos y los delitos económicos, una Policía –mal armada y peor pagada– que en la mayoría de los casos es cómplice de la delincuencia. Es un sistema, un modelo elegido por quienes llegan a las alturas e impuesto a quienes permanecen abajo”.

En la misma línea, el periodista Sebastián Salgado había afirmado que “México, desde hace varios años, es un país en guerra. La línea divisoria entre los grupos del crimen organizado y el propio Gobierno se borró hace mucho tiempo. El ejemplo más claro de ello son los 43 muertos de Ayotzinapa. Un crimen de esa magnitud, en que ni siquiera puedan encontrar los cuerpos de los chicos, demuestra a las claras la complicidad del Gobierno con el crimen organizado”.

Meses antes, el periodista y analista de política internacional Carlos Aznárez, aseguró que “México es uno de los países del continente que, junto con Honduras, encabeza la lista de periodista asesinados. Esto tiene que ver, fundamentalmente, con todo lo que ha sido la última década y media de México, vinculada a la narcopolítica”.

Todas voces que a lo largo de estos ochos meses trataron de ayudar a comprender lo que parece incompresible. ¿Cómo en un país, del que los medios hegemónicos no hablan, se ha llegado a asesinar a diez periodistas en ocho meses? Un país que, desde que lo gobierna Enrique Peña Nieto, ya tiene 44 periodistas muertos por las balas de los sicarios. Un país que durante 2017, ha llegado al triste número de 42 asesinatos por día. Un país en el que, solo en el mes de junio de este año, se registraron 2.234 crímenes, el promedio más alto del año, pero no muy lejos de la cifra que alcanzó en los meses anteriores.

Sin embargo, Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estaos Americanos (OEA), calla ante estos crímenes. El presidente de Argentina, Mauricio Macri, el golpista de  Brasil, Michel Temer, el mandatario de Perú, Pedro Pablo Kuczynski y el de Colombia, Juan Manuel Santos, tan “preocupados” por los derechos humanos en la región, guardan silencio ante lo que sucede.

Los medios hegemónicos que se encargan de fustigar a todos los procesos populares no dicen una sola palabra sobre el desangramiento de la sociedad mexicana o sobre el peligro que implica para un periodista ejercer su profesión en ese país.

En la misma línea de Peña Nieto ahora, de Vicente Fox en su momento, de Juan Manuel Santos (Colombia) y de Pedro Kuczynski (Perú), en  Argentina Macri se alinea a las políticas de la DEA que han llevado a México a la situación actual. El mandatario argentino y su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, cuentan con orgullo en los medios de comunicación el estrecho vínculo que el actual gobierno argentino ha construido con esa agencia norteamericana que, como han asegurado diversos especialistas, no tiene como fin combatir el narcotráfico, sino monopolizarlo.

Las políticas neoliberales han empobrecido a la sociedad mexicano y han generado el caldo de cultivo para que los carteles de la droga puedan consolidar su poderío. Pero de eso los medios hegemónicos tampoco hablan.

La corrupción enquistada en la política, en la Justicia, en la Policía, en los grandes medios de comunicación y en grandes empresarios, también ha sido clave para consolidar el poder de los cárteles que no solo envían narcóticos a Estados Unidos, sino gran parte de sus ganancias para ser “lavadas” en los Bancos norteamericanos.

México, el país de los silencios. El silencio cómplice de los medios hegemónicos y el silencio a fuerza del terror del que son víctimas los periodistas de los medios alternativos.

Publicado en Diario Contexto

¿Prensa? ¡No disparen!

Aquí el reportero de la estación de radio Fiesta Mexicana completa sus quincenas con lo que gana como intendente en una secundaria, otros tienen chambas en dependencias de gobierno, puestos de tacos o hot dogs; aquí el presidente municipal puede ser compañero de la secundaria o el regidor tu mejor amigo de la primaria. Hablamos de ciudades muy pequeñas o ranchos muy grandotes, me dice una periodista de Autlán de Navarro —un municipio en el interior de Jalisco— casi como una verdad universal a la que desde la capital no se le presta mucha atención.

Autlán es una pequeña ciudad o rancho muy grande de poco más de 60 mil habitantes. Se le conoce como la puerta de la costa; tiene un clima tropical que se pega al cuerpo y en promedio ronda los 23.5 grados centígrados. El lunes 15 de mayo parecía más bien templado cuando Jonathan, su madre Sonia, y la madre de ésta salieron en un Toyota Corolla. A las cinco de la tarde una camioneta Highlander gris con vidrios polarizados les cerró el camino. Sin más advertencia que los disparos de sus armas abrieron la puerta del piloto y asesinaron a Jonathan. Sobre Sonia también cayeron las balas, los 22 impactos en el auto son testigos silenciosos.

Ese mismo día, en Culiacán asesinaron a Javier Valdéz, un periodista reconocido por su trabajo cubriendo al narco. El nombre de Jonathan Rodríguez se leyó, junto con el de Javier, en los pases de lista con los que culminaron las protestas organizadas por periodistas alrededor del país.

Sonia Córdoba, quien sobrevivió al ataque, es la directora general de un medio de comunicación en Autlán. Fundado en 1992 el semanario Costeño es el medio impreso más antiguo de la región, y el único. Héctor Rodríguez, a quien llaman El Costeño, es director del semanario, esposo de Sonia, padre de Jonathan y de David. Fundó el semanario junto a un amigo que después se separó para abrir La Voz de la Costa, otro impreso que el año pasado dejó de circular.

Apodado por sus amigos Tatán, Jonathan Rodríguez había sido amenazado días antes del ataque. A las 10 de la noche del viernes anterior, 12 de mayo del 2017, un comandante de la Policía Federal le informó a la familia Rodríguez Córdoba de una llamada anónima en la que avisaban: “vamos a matar a los dos hermanos del semanario Costeño”.

Héctor, El Costeño, dice desconocer por qué le llegó al comandante esa llamada o por qué el comandante le avisó de ella, lo que cuenta es que creía que se trataba de una broma, y a pesar de ello le pidieron apoyo a diferentes grupos de policías. El Costeño me cuenta que desde los diez años su hijo empezó a vender periódico y que a los 16 se integró como reportero. Le gustaba cubrir la fuente policiaca, social y deportiva: “Cuando había accidentes, choques, todo eso llegaba a cubrirlo”. Las personas que entreviste coincidieron en que hacía tiempo que Jonathan no cubría ninguna fuente. Otras, que prefirieron no mencionar su nombre, me dijeron que le ayudaba a su madre con los asuntos financieros en el semanario. En la página de transparencia del ayuntamiento de Autlán aparece el nombre de Jonathan como el beneficiario de los cheques que cobraba el semanario Costeño por servicios, impresiones y publicidad al municipio.

La familia Rodríguez Córdoba tuvo aviso de lo que se acercaba. El domingo 14 de mayo, un día antes del ataque, la Highlander gris merodeaba su casa. El hermano de Tatán, David, se había dado cuenta que lo seguían desde el sábado. Durante la comida familiar vieron cómo un policía local sacó la mano por la ventanilla de su patrulla para indicarle a la camioneta Highlander cuál era la casa de los hermanos del semanario. ¿La policía municipal está involucrada? le pregunté a Héctor: “está involucrada, nosotros estamos certeramente seguros de que ella fue, sus policías nos estaban intimidando y nos estaba entregando”.

El mismo domingo por la noche la familia de Héctor fue a visitar al alcalde de Autlán para decirle lo que había pasado. Le explicaron a Fabricio Corona Vizcarra cómo uno de ‘sus policías’ había señalado su casa y cómo desde entonces eran vigilados. Él pidió que le dieran tiempo para ver lo que podía hacer, pero nunca los llamó.

En México hay policías que actúan bajo la responsabilidad de los gobiernos municipales, otras están al mando del gobierno del estado, otras dependen del gobierno de la república y otras son híbridos que han nacido en la coyuntura de un país en guerra con el narcotráfico, como la Fuerza Única Jalisco. Una policía militarizada compuesta por oficiales municipales y estatales. Aunque el narcotráfico no es una sola cosa y a veces también tiene cara de policía, municipio, estado y república.

Las personas que atacaron a Tatán y a Sonia lo hicieron con mucho odio y coraje según Héctor, por eso se siente confundido. No sabe por qué actuaron de esa manera, el tema fuerte del semanario son los deportes, dice él, aunque recuerda que el 28 de abril publicaron información sobre un enfrentamiento entre miembros del narcotráfico y militares: ¿son comunes en el semanario Costeño las notas que hablan de este tipo de enfrentamientos? “No, aunque en la región siempre hay ese tipo de notas”. Hace por lo menos cuatro años que recibieron amenazas en la puerta de su redacción, eran reacciones a sus notas policiacas. Recibían papelitos junto a recortes del periódico, les avisaban que les podían “dar un susto”. Acá por un susto se entiende que la gente puede ser privada de su libertad, torturada, y agredida, pero las amenazas jamás subieron de tono dice El Costeño.

Algunos conocen al semanario Costeño como el Mitoteño, sus portadas privilegian la nota roja, los eventos organizados por el gobierno y los deportes. En la portada de la edición del viernes 23 de junio resaltan estos titulares: “Continúa la búsqueda del joven pescador desaparecido, PRI Autlán Conmemora el Segundo Aniversario Luctuoso del Mtro. Javier Galván Guerrero, REALIZAN LA QUINTA FERIA DE LA SALUD EN UNIÓN DE TULA, Casa colapso y después se incendió, AYUNTAMIENTO DE CIHUATLÁN LIMPIA TELESECUNDARIA, Hombre al parecer decidió quitarse la vida ahorcándose, Conductor se da a la fuga después de dejar lesionado a motociclista, Le corto el cuello a la mujer al no acceder irse con él (sic)”.

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Víctor Hugo Ornelas encabeza La Verdad de Tlajomulco, un semanario impreso en un municipio conurbado de Guadalajara. ¿Por qué cubrir el narcotráfico? le pregunto por teléfono: “porque es la realidad del país, nada más”. El narcotráfico en Jalisco se cubre de forma superficial, dice. “Cuando lees algún artículo sobre narco se quedan con declaraciones oficiales, difícilmente encuentras un acercamiento con estos grupos”.

Víctor cuenta anécdotas como la de aquel tipo que fue a un informe de gobierno y escondió en la bolsa de su esposa unas 300 dosis de metanfetamina, una droga que se suele cocinar en pequeños laboratorios clandestinos. Fue detenido y tiempo después puesto en libertad porque un pariente suyo se echó la culpa de los hechos. Cuando aquel hombre salió de la cárcel buscó a Víctor, “yo accedí a platicar con él porque pensé, una de dos, o platico con él y veo cómo está el asunto, o vivo con la incertidumbre de a ver qué día se le ocurre hacerme algo”. Con un par de personas vigilando a la distancia Víctor fue a la cita. Se encontró con una persona que llevaba a sus hijos y a su esposa, el hombre le presentó a su familia, lo tranquilizó, le dijo que nada le iba a suceder por lo que había publicado: “yo sé que ese es tu trabajo, al final de cuentas esto va a seguir, yo voy a seguir tratando de que tú no te des cuenta o no accedas a alguna información, pero también te puedo dar otra”, le dijo mientras interrumpía la charla para avisar por teléfono donde estaban las pastillas y cuánto debían cobrar por ellas, el hombre seguía atendiendo su negocio.

Hay que cuidar cada paso y saber cómo abordar cada cosa, aunque los narcotraficantes no dejan de ser seres humanos, “ellos de repente también quieren hablar, quieren ser escuchados, tienen de quien quejarse o saben perfectamente lo que hacen”, dice Víctor quien ha entrevistado a delincuentes, ido a velorios de narcos, cubierto enfrentamientos y colaborado con periodistas y medios internacionales como el periódico New York Times o la revista New Yorker, pero sabe que no es lo mismo cubrir el tema desde adentro. Muchas veces los jefes de zonas son personas que leen el periódico, que saben lo que ocurre en el lugar, que conocen a los reporteros de los medios y a los actores políticos.

En los ranchos grandotes o ciudades pequeñas alejadas de la capital es muy difícil hacer un periodismo crítico. Ese periodismo suele hacer la diferencia para la gente, funciona como una barrera para que no ocurran tantas irregularidades. Pero también hay medios que hasta adaptan su logo a los colores del partido gobernante, “funcionan como el periódico oficial casi casi. Entonces en nada aportan y sí dañan el periodismo porque la gente los ve, los lee y generan una mala percepción, piensan que todos son iguales” dice Víctor.

Le pregunto cómo identificaría él a un medio oficialista, “para empezar el lenguaje; cuando el medio es oficialista no gasta en reporteros porque la información se las pasan, las notas son muy cuadradas, te das cuenta que salieron de una oficina de comunicación”.

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En el rubro de gastos por comunicación social, el ayuntamiento de Autlán registró durante 2016 cheques por $ 205, 436 pesos —27.5% del total de esos gastos— a nombre de Héctor Jonathan Rodríguez Córdoba. Durante este año Tatán había recibido pagos del ayuntamiento por la impresión de hojas membretadas, gacetas, folletos, y publicidad por $ 100, 150 pesos —39.7% del total hasta mayo. El último pago registrado a nombre de Jonathan fue el 25 de mayo, diez días después de su asesinato.

La familia del semanario el Costeño se alarmó cuando la PGR (Procuraduría General de la República) lanzó un plan de protección a periodistas y ofreció recompensas de hasta un millón y medio de pesos por información que llevara a la aprehensión de los responsables de la tentativa de homicidio contra Sonia Córdoba. “Esa acción nos podría perjudicar” me dijo Héctor quien hoy es custodiado en su casa y en las oficinas del semanario por dos patrullas de la Fuerza Única Jalisco: “A mi hijo David ya lo saqué del país, nosotros seguiremos acá trabajando, a ver qué sale.”

El semanario Costeño seguirá publicando igual. Pregunto si en Autlán sirve reportear las historias del narco, El Costeño dice que no, que poco se puede hacer en esos temas aunque se tenga información.

Una periodista de Autlán me dice que ellos no se quieren meter con el narco: “Nosotros caminamos en sentido contrario y algunos podrán decir que la autocensura, que ¿dónde está el periodismo?, o que ¿qué estamos haciendo?, pero yo les digo no, no vamos a volver a vivir lo mismo, valemos más vivos que muertos”.

En México los asesinatos -incluidos los de periodistas- siguen a la alza. Este año registra una tendencia histórica. Mayo de 2017 es el mes con más homicidios dolosos desde 1997 (cuando se comenzaron a registrar), dos mil 186 personas fueron asesinadas, y hay 186 mil muertes registradas desde hace diez años cuando el gobierno federal inició una estrategia militar contra el crimen organizado.

En Autlán de Navarro la Fuerza Única Jalisco está construyendo su séptima base regional de operaciones. Esta policía militarizada fue creada para combatir al narcotráfico. La base de operaciones tendrá baños, dormitorios, comedores, cocina y sala de comunicaciones para albergar hasta a 300 policías que visten uniforme camuflado y parecen navajas suizas.

Fabricio Corona, presidente municipal de Autlán, no respondió cuando identificaron a su policía como uno de los implicados en el ataque. Hoy quiere ser diputado federal.

El periodismo en Autlán, sigue siendo muy difícil de ejercer.

Publicado en Territorio
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